Carta Magna, su emblema.

Palabras de José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S

"La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía a acudir a cierto congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreaux es totalmente falsa. El jefe de Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación, por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas".

sábado, 3 de octubre de 2009

España y el Peronismo. Maria Eva Duarte, Evita. ( 6ª parte).


El final de un idilio. Esa luna de miel no duró demasiado. Uno de los principales motivos de la discordia surgió en la interpretación de las cantidades que Argentina debían reinvertir en España no llevadas a efecto. Al terminar 1948 Argentina solicitaba a España garantías de pago en oro o dólares por los cereales que había exportado. Una contrapestación inesperada difícil de cumplir para Franco que trataba de ganar tiempo. La situación estallaría en 1949 con la decisión argentina de suspender los acuerdos con España de los meses inmediatamente anteriores y el embargo parcial de sus exportaciones, mientras España se oponía a pagar en dólares. El disgusto en el gobierno español fue evidente, pero difícilmente se transmitió a la opinión pública, tras la utilización que se había dado en 1947 al papel de un Perón “solidario con el país hermano”. Areilza, Conde de Motrico, jugó un destacado papel en Buenos Aires tratando de recomponer la situación. Pero ya el tiempo empezaba a jugar a favor de España. Madrid ya no necesitaba a Argentina como suministrador de alimentos, cuando el boicot internacional se había resquebrajado y se mostraban indicios de que Estados Unidos podía cambiar de posición respecto al régimen de Franco.


Cuando en 1952 fue relevado Areilza por Manuel Aznar partidario de una actitud más dura frente a Perón, las cosas se precipitaron hacia un claro deterioro en las relaciones, hasta extremos insospechados en 1947. Por lo demás Evita tras su muerte había pasado de mujer a mito y Perón debía enfrentarse a poderosos desafíos. Según Franco Salgado-Araújo, primo del general Franco (2), éste le hizo el comentario siguiente: “Se han portado muy mal los argentinos con el asunto del trigo vendido a España al querer exigir que fuese reconocida en dólares la deuda(...) el asunto del trigo fue un pingüe negocio para el gobierno argentino que se encargó de la venta fijando un precio cinco veces superior al que costó; luego está la negativa de la Sra. Perón a que cargaran trigo en los 20 barcos españoles que había en el puerto de Buenos Aires y que tuvieron que regresar sin un solo grano. No me explico nos tomó esa inquina a España después de los enormes agasajos que aquí se le hicieron cuando nos visitó invitada oficialmente (...) por expreso deseo de ella”.

Otro rumor deterioró aún más la relaciones entre los dos gobiernos. En 1954 llegaba a oídos de El Pardo que Perón pudiera estar estudiando el reconocimiento del gobierno republicano en el exilio, tal y como había hecho México desde el final de la guerra civil, consecuencia de un supuesto apoyo de Franco a un partido democristiano en Argentina. Todo ello cuando entre Perón y la Iglesia católica había estallado un virulento conflicto por la aprobación del divorcio. Algo que suscitó este peculiar comentario de Franco según la versión de su primo: “(Perón) camina condicionado por la masoneria a cuyas órdenes está entregado”. Pero la prensa de Buenos Aires escribía sobre otros temas: una información sobre el yerno de Franco, marqués de Villaverde, a quien se implicaba en un negocio de importación de motos Vespa traídas de Italia, en el que también participaba supuestamente el jefe de la casa civil del Caudillo, marqués de Huetor de Santillán, presidente de la sociedad importadora, en un momento en el que los negocios estában ligados directamente a la obtención de licencias de importación dentro de una economía encorsetada. A finales del 54 Franco enviaba a Perón un telegrama cifrado, molesto por lo que se publicaba en la prensa argentina sobre este asunto, que era contestado rápidamente por el presidente en un claro intento de suavización de la tensión existente entre ambos gobiernos.

Aunque el Perón de estos años no era el de la primera hora del justicialismo, y tenía a un poderoso frente en su contra en el que aparecía no sólo una oposición política que iba de la derecha liberal a los comunistas, coyunturalmente aliados, sino a la Iglesia, al Vaticano y a sus compañeros de armas, quienes en 1955 propiaciarían directamente su caída tras un rocambolesco golpe de estado. Franco se había distanciado de Perón desde hacía algunos años, aunque siempre debió conservar un agradecimiento por su gesto anterior. E, incluso, dentro de sectores en la izquierda de una Falange que había perdido el poder que tuvo en los años inmediatamente anterores al final de la Guerra Civil pero conservaba una influencia sobre el discurso el Régimen, Perón era contemplado como un referente. Pero a la vez el general Franco deseaba mantener buenas relaciones con el nuevo gobierno antiperonisa instalado en Buenos Aires. Cuando en 1958 después de un variado periplo Perón pidió residir en España, Franco empezó dando largas, aunque reconociendo el enorme favor de Perón cuando los demás países retiraron sus embajadores y Argentina vino en ayuda de España cuando más lo necesitaba. En adelante, con Perón en la capital de España, Franco siempre aparentó mirar hacia otro lado frente a la clara actividad política que el líder justicialista mantuvo hasta su regreso a la Presidencia argentina en los años 70: buenas relaciones con los sucesivos gobiernos de Argentina, aunque la residencia de Perón era la otra capital de la política de ese país, y un lugar de peregrinaje. La propia ambigüedad claramente utilizada por Perón, capaz de aglutinar hasta los extremos más impensables del arco político, debió chocar con la personalidad cauta, fría, y desconfiada del señor de El Pardo. En las imágenes de la posguerra la llegada a España de Eva Perón y con ella el trigo argentino permanece aún seis décadas más tarde como un emblema que en nuestros días adquiere la calificación de espectáculo mediático antes de tiempo cuando aún no había televisión.

Sí que entonces España era diferente. En 1947, cuando Evita realizó su visita, el dolor de España estaba en carne viva y el olor de la muerte, la muerte roja o la nacional, se estacionaba en todos los rincones. El perfil picassiano de Manolete en un ayudado por alto, como si fuera mejor la muerte, era el rostrum de la desdicha nacional. Eva llegaba porque los argentinos y Perón internacionalmente, a partir de 1945, se la habían jugado por España. (Ya desde 1937, cuando los ultraderechistas de Justo y del presidente Ortiz habían abierto las fronteras a miles de exiliados de la República sin preguntar color político ni pedir visado). Aquella España de 1947 pagaba caro el lujo de su pasión; de su grandeza, porque sólo se matan los que son capaces de creer.

Evita fue nuestra emisaria. Aterrizó en medio de aquel Estado franquista tan vestido de invariable negro como para una incesante procesión de Viernes Santo. En los noticieros del NO-DO no se veía otra carne que la pálida de manos y mejillas. Eva irrumpió con su insolencia de flores amarillas, sus enormes capelinas con vuelos de tul rosado al viento, con pantorrillas y brazos descubiertos como de ciclista sueca; y por las noches con espaldas desnudas y escotes que alelaban a todo el obispado y a doña Carmen Polo. Efluvios de su perfume Amour Amour y hasta una nada equivocada estola de martas, en pleno ardor de julio, como para abrigar el otro frío, el que atería a España en lo hondo de sus días tristes.

Porque era aquella España de moscas y valores. Con chicos que cenaban pan con salsa en un umbral. Y boinas, vino tinto y no voces plenas sino susurros de tanatorio. Espadas fatigadas de muerte, la sirena de la fábrica convaleciente y bueyes que regresaban al atardecer, uncidos para abrevarse, pisando pesadamente sus sombras.

Ni bien bajó del avión, Franco se dio cuenta que no se trataba de una emperatriz sudaca, «señora» de dictador.

Eva es insolente, sarcástica, rencorosa, con gracia intencionada, maniquea del partido del bien común. Se mueve con una gracia que un par de meses después, en el Ritz de París, sorprendería a Coco Chanel como para decirle: «Usted no necesita vestirse tanto (overdressed), usted es naturalmente elegante».

Los Franco, desde que llegó a El Pardo, tuvieron su castigo en vida. Incesantes llamadas telefónicas, autos de su comitiva que entraban y salían noche y día. Gritos, exigencias, retardos. Se ve que se desilusionó enseguida de Franco, que le pareció un farmacéutico vestido con galas militares. Sabía por los elogios de Perón y de los oficiales argentinos que era uno de los más talentosos generales de Europa. Lo habría imaginado como un cruce entre Errol Flynn y de mariscal Rommel.

Por Manuel Espín
 
Cierra España.

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Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, Junio de 1932

Estas autoridades de la República han de tener la obligación de conocer el catalán. Y eso, no... Si en un tiempo hubo aquello, que indudablemente era algo más que grosero, de «hable usted en cristiano», ahora puede ser a la inversa: «¿No sabe usted catalán? Apréndalo, y si no, no intente gobernarnos aquí.»... La disciplina de partido termina siempre donde empieza la conciencia de las propias convicciones.

Luis Araquistáin,socialista publica en abril de 1934

"En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta".

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

“La verdad es, lo he publicado antes de ahora, que el país no recibió mal a la dictadura, ni la dictadura hizo daño material al país. Es decir, no gobernó peor que sus antecesores. Les llevó la ventaja de que impuso orden, corto la anarquía reinante, suprimió los atentados personales, metió el resuello en el cuerpo de los organizadores de huelgas y así se estuvo seis años. Nunca la simpatía personal ha colaborado tan eficazmente en formar de un gobernante como el caso de Primo de Rivera, [...]”

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

Frente Popular (Febrero 1936 - Marzo 1939)



Calvo Sotelo, sesion del 16 de junio de 1936.

"España vive sobrecogida con esa espantosa úlcera que el señor Gil Robles describía en palabras elocuentes, con estadísticas tan compendiosas como expresivas; España, en esa atmósfera letal, revolcándose todos en las angustias de la incertidumbre, se siente caminar a la deriva, bajo las manos, o en las manos —como queráis decirlo— de unos ministros que son reos de su propia culpa, esclavos, más exactamente dicho, de su propia culpa...
Vosotros, vuestros partidos o vuestras propagandas insensatas, han provocado el 60 por 100 del problema de desorden público, y de ahí que carezcáis de autoridad. Ese problema está ahí en pie, como el 19 de febrero, es decir, agravado a través de los cuatro meses transcurridos, por las múltiples claudicaciones, fracasos y perversión del sentido de autoridad desde entonces producidos en España entera.
España no es esto. Ni esto es España. Aquí hay diputados republicanos elegidos con votos marxistas; diputados marxistas partidarios de la dictadura del proletariado, y apóstoles del comunismo libertario; y ahí y allí hay diputados con votos de gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a las profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero al dar sus votos al camino de perdición por donde os lleva a todos el Frente Popular".

La memoria analfabeta es muy peligrosa

Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.

Arturo Pérez-Reverte