Carta Magna, su emblema.

Palabras de José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S

"La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía a acudir a cierto congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreaux es totalmente falsa. El jefe de Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación, por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas".

sábado, 14 de noviembre de 2009

Victorias inútiles



José Antonio Primo de Rivera - F.E. núm. 2, 11 de enero de 1934

Hace varias tardes, durante la sesión necrológica en recuerdo del señor Maciá, hubo un momento -ya lo sabe todo el mundo- en que al grito de «¡Viva la República!», se pusieron en pie frenéticamente dos terceras partes de los diputados. No lo gritaban en respuesta a ninguna provocación: nadie había proferido expresión alguna contra el régimen; simplemente de un bando de la derecha había salido un «¡Viva España!», que por poco produce un ataque epiléptico al señor ministro de Hacienda. El señor ministro de Hacienda abrió un portillo en el pupitre que separa al hemiciclo del banco azul, avanzó por ese portillo hacia la mesa donde los taquígrafos trabajan y prorrumpió en vítores al régimen. En seguida, como almacén de combustibles al que se pone fuego, todos los republicanos, los socialistas, la esquerra, el señor Gordón Ordax, todos, todos, se entregaron al frenesí republicano: «Viva la República! ¡Viva la República! ¡Viva la República!».

Lo gritaban de modo amenazador, lanzando sobre los bancos donde se sientan los agrarios, Acción Popular, los monárquicos, tradicionalistas, miradas al mismo tiempo sarcásticas y retadoras; en tanto que de lado a lado del salón, de socialistas a radicales, se tendían de nuevo, como hace dos años, voces y ademanes de camaradería.

Nota saliente del espectáculo fue la desaparición de las derechas. Ante aquellos doscientos energúmenos rugientes, los diputados de las derechas, quietos en sus escaños, desaparecieron como una playa bajo el pleamar. Allí ya no había sensiblemente, C.E.D.A., Renovación, ni nada que no fuese, con la alegría agresiva de las primeras horas, la conjunción del 14 de abril.

Y uno se preguntaba: ¿Pero no han triunfado en las elecciones las derechas? ¿No es el señor Gil Robles quien acaudilla el grupo más numeroso de la Cámara? ¡Sí, sí! A quien en aquel momento le hubieran hablado como de cosa inimaginable de un Gobierno del señor Gil Robles, hubiera pensado que le contaban cuentos de fantasmas. La Cámara, hirviente, rugiente, se presentaba al mismo tiempo como fiera, dispuesta a devorar al señor Gil Robles y a los suyos, y como avanzada de otro ejército de fieras preparado en la calle para armar la primera zalabarda del siglo en cuanto las derechas se hicieran con el mando.

Cuando el 12 de abril de 1931 ganó la conjunción republicanosocialista las elecciones municipales, se adueñaron sus jefes, sin más, de los Ministerios e implantaron la República. En cambio, ahora, después del 19 de noviembre de 1933, las derechas no sólo no han sido capaces de incautarse del Poder, sino que ni siquiera se hubieran arriesgado a aceptarlo de las manos idóneas; ni, lo que es menos todavía, se aventuran a ser muy exigentes en el cumplimiento de su programa mínimo electoral: sirva de ejemplo la amnistía.

¿Por qué esa diferencia entre el 1931 y el 1933? Sencillamente, porque la victoria de 1931 fue una victoria revolucionaria y esta de ahora ha sido una victoria electoral. Detrás de los caudillos del 31 había unas masas pujantes, enardecidas con el mito de la forma nueva. Detrás de los caudillos del 33 hay unas maravillosas organizaciones sufragistas, con oficinas a la moderna, ficheros minuciosos y censos ilustrados; hay, también, unas admirables mujeres que han desdeñado burlas y amenazas por cumplir con su deber electoral; pero no hay una fe ardiente ni masas resueltas.

Los que han contribuido al triunfo electoral derechista pueden dividirse en dos grupos: uno formado por los que votaron en favor del renacimiento de antiguas costumbres; los que añoraban los buenos tiempos de los jornales míseros, de las grandes tierras destinadas al ocio de sus dueños y de los cacicatos de horca y cuchillo, y otro grupo formado por los que quisieron votar contra la disolución de España, contra la impiedad y la crueldad del bienio azañista, contra nuestra colonización por las logias y la Internacional de Amsterdam.

El primer grupo no sólo no nos interesa nada, sino que deseamos con todo fervor, con tanto fervor como los más irreducibles revolucionarios de izquierda, verlo raído del mundo.

Pero las gentes del segundo grupo, a las buenas gentes nacionales que esperaron detener una revolución antiespañola con papelitos en urna, tenemos que decirles: para ganar unas elecciones basta poco más que con señoras y ficheros; pero para ganar un pueblo se necesita más que un cómodo ademán de repulsa; hay que tener una fe, una alegría y una fuerza. Sin ellas -que han de ser puras, sin disimulo ni falsificación- las victorias electorales no sirven para más que para deparar a unos cuantos señores el privilegio de viajar de balde mientras las Cortes duran.


Cierra España.

2 comentarios:

  1. El grito de los republicanos siempre me ha parecido egoista, ya que republicas hay muchas, pero España solo una, lo que demuestra que esa gente no ama a España, sino a una forma de gobierno.

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Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, Junio de 1932

Estas autoridades de la República han de tener la obligación de conocer el catalán. Y eso, no... Si en un tiempo hubo aquello, que indudablemente era algo más que grosero, de «hable usted en cristiano», ahora puede ser a la inversa: «¿No sabe usted catalán? Apréndalo, y si no, no intente gobernarnos aquí.»... La disciplina de partido termina siempre donde empieza la conciencia de las propias convicciones.

Luis Araquistáin,socialista publica en abril de 1934

"En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta".

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

“La verdad es, lo he publicado antes de ahora, que el país no recibió mal a la dictadura, ni la dictadura hizo daño material al país. Es decir, no gobernó peor que sus antecesores. Les llevó la ventaja de que impuso orden, corto la anarquía reinante, suprimió los atentados personales, metió el resuello en el cuerpo de los organizadores de huelgas y así se estuvo seis años. Nunca la simpatía personal ha colaborado tan eficazmente en formar de un gobernante como el caso de Primo de Rivera, [...]”

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

Frente Popular (Febrero 1936 - Marzo 1939)



Calvo Sotelo, sesion del 16 de junio de 1936.

"España vive sobrecogida con esa espantosa úlcera que el señor Gil Robles describía en palabras elocuentes, con estadísticas tan compendiosas como expresivas; España, en esa atmósfera letal, revolcándose todos en las angustias de la incertidumbre, se siente caminar a la deriva, bajo las manos, o en las manos —como queráis decirlo— de unos ministros que son reos de su propia culpa, esclavos, más exactamente dicho, de su propia culpa...
Vosotros, vuestros partidos o vuestras propagandas insensatas, han provocado el 60 por 100 del problema de desorden público, y de ahí que carezcáis de autoridad. Ese problema está ahí en pie, como el 19 de febrero, es decir, agravado a través de los cuatro meses transcurridos, por las múltiples claudicaciones, fracasos y perversión del sentido de autoridad desde entonces producidos en España entera.
España no es esto. Ni esto es España. Aquí hay diputados republicanos elegidos con votos marxistas; diputados marxistas partidarios de la dictadura del proletariado, y apóstoles del comunismo libertario; y ahí y allí hay diputados con votos de gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a las profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero al dar sus votos al camino de perdición por donde os lleva a todos el Frente Popular".

La memoria analfabeta es muy peligrosa

Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.

Arturo Pérez-Reverte