Carta Magna, su emblema.

Palabras de José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S

"La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía a acudir a cierto congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreaux es totalmente falsa. El jefe de Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación, por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas".

lunes, 5 de octubre de 2009

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 7ª parte.



LA DESERCIÓN DE LOS PERIODISTAS


EN estas columnas hemos hecho constar el grave inconveniente que para la Revolución republicana suponía el haber sido tramada y dirigida principalmente por periodistas. Hoy se descubre ya, al contacto con las realidades de gobierno y con los problemas positivos, la verdad de aquella observación.

Donde quiera que incumbe a los periodistas de profesión, de los que con tanto ingenio y poder supieron destruir un régimen, edificar lo que ha de servir para sustituirle, se evidencian la incapacidad y la deserción.

En vano buscarán hoy los ciudadanos que todo lo esperaban de la Revolución las vigorosas soluciones a todos los problemas, que prometía la Prensa destructora para después del triunfo. Lea cada uno su periódico favorito, y busque en él los proyectos aplicables del estadista, el esfuerzo constructivo de los técnicos, la respuesta capaz de los personal es de la situación a los inaplazables problemas de cada día...

Nada de esto se ve, sino política, política y política, de la primera página a la última: hoy, como ayer, el escándalo y la farsa lo abarcan todo. Aspavientos de indignación hipócrita para los actos del adversario, e infladas adulaciones a los méritos del correligionario y del cómplice. Cada periódico se ocupa de alimentar su venta y cada nuevo personajillo de acortar el camino de su ascensión política.

El régimen demoliberal hace innecesaria toda fatiga honrada en persecución de grandes ideales o de prestigiosos conocimientos ofrecidos al buen público. ¿Para qué trabajar seriamente si el pueblo encumbra a los que más vocean y prefiere a los que ve capaces de mayores insolencias? El negocio está en el escándalo, con sólo darle el nombre de revolución.

De ahí la admirable fecundidad de la fauna radical. Por todas partes, campeonatos de atrevimiento y competencias de barbarie: desde los comunistas campesinos, afiliados a las aburguesadas Casas del Pueblo de las capitales, hasta la delincuencia práctica del sindicalismo y la agitación profética de los comunistas, todos comercian con "los crímenes" de la Guardia Civil, de las Ordenes Religiosas y del capital privado.

A sabiendas de que el progreso se detiene, de que la producción se descoyunta y la nación retrocede con los negocios revolucionarios que paralizan todos los demás, se consiente entregar la vida del país a las desvariadas tentativas de la propaganda radical.

Protestamos de esas absurdas debilidades democráticas del régimen, y de las insolencias criminales de los revolucionarios de hoy, no porque nos asusten las afirmaciones radicales y los gestos fuertes para actuar en política, sino porque negamos que haya ni sinceridad revolucionaria ni ímpetu alguno constructivo en esa bulla anticlerical y farisaica: no hay más que apetito de alzarse sobre ruinas y mercantilismo periodístico. Tal es el vicio-clave de los que hoy todavía quieren revolución, y tal es la traición de los que ayer la quisieron y hoy la disfrutan.

* * *
Nada más elocuente para alumbrar esta verdad, que el gesto cobarde de esos varios ministros que forcejean por escapar del puesto de peligro donde les colocó la aventura revolucionaria tan alegremente emprendida cuando eran periodistas y conspiradores: Prieto, director de un periódico en Bilbao; Albornoz, colaborador de "La Voz"; Nicolau, periodista catalán..., son otros tantos ejemplos de revolucionarios tan exentos de solvencia constructiva como hinchados de ferocidad. La Revolución les puso al frente de los ministerios donde hay que mostrar a diario la patriótica capacidad del gobernante que no cosecha aplausos hablando, sino obrando y obrando bien. Ahora ya no se trata, señores periodistas-ministros, de destruir complaciendo al populacho que embriagamos de odio para que nos empinase a título de vengadores; se trata de sufrir calladamente, de sudar soluciones para los amargos problemas concretos...

La crisis del cambio; el conflicto entre la Hacienda, las obras públicas y el paro forzoso; la paralización industrial, la defensa arancelaria de los productores, la angustia de la Agricultura... Estas cuestiones ni han experimentado mejora, ni se ve en los periódicos mentores de la Revolución, cómo han de resolverse: creemos que no será con más libertad, más griterío periodístico, mayor humillación de la Iglesia católica y concesiones más adecuadas a la masonería dominante. Tampoco puede esperarse, salvo que perdamos la memoria y el conocimiento de los hombres, que lo arreglen esas Constituyentes elegidas bajo el imperio del terror "conjuncionista", llenas de señoritos madrileños y de gesticulantes de prensa y mitin. ¿Qué vamos a esperar cuando ni aun el Gobierno ha sido capaz de ponerse de acuerdo para proyectar la Constitución? Discursos y líos: el tiempo lo dirá.

* * *
Y es que no se puede entregar impunemente la trascendental incógnita de una Revolución a las mesnadas irresponsables del periodismo: Para que una revolución sea fecunda, no los periodistas de tramoya y los que comercian con la sátira, sino los hombres de acción positiva y los alimentados con grandes ideas unitivas, deben figurar al frente. Lo primero para inspirar la revolución hispánica creadora, es derogar la farsa demoliberal y apartar del caudillaje a los traidores ávidos de destruir en la oposición y seguros desertores en la hora de las responsabilidades constructivas.

(Libertad, num. 5, 12 de julio de 1931.)

Cierra España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, Junio de 1932

Estas autoridades de la República han de tener la obligación de conocer el catalán. Y eso, no... Si en un tiempo hubo aquello, que indudablemente era algo más que grosero, de «hable usted en cristiano», ahora puede ser a la inversa: «¿No sabe usted catalán? Apréndalo, y si no, no intente gobernarnos aquí.»... La disciplina de partido termina siempre donde empieza la conciencia de las propias convicciones.

Luis Araquistáin,socialista publica en abril de 1934

"En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta".

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

“La verdad es, lo he publicado antes de ahora, que el país no recibió mal a la dictadura, ni la dictadura hizo daño material al país. Es decir, no gobernó peor que sus antecesores. Les llevó la ventaja de que impuso orden, corto la anarquía reinante, suprimió los atentados personales, metió el resuello en el cuerpo de los organizadores de huelgas y así se estuvo seis años. Nunca la simpatía personal ha colaborado tan eficazmente en formar de un gobernante como el caso de Primo de Rivera, [...]”

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

Frente Popular (Febrero 1936 - Marzo 1939)



Calvo Sotelo, sesion del 16 de junio de 1936.

"España vive sobrecogida con esa espantosa úlcera que el señor Gil Robles describía en palabras elocuentes, con estadísticas tan compendiosas como expresivas; España, en esa atmósfera letal, revolcándose todos en las angustias de la incertidumbre, se siente caminar a la deriva, bajo las manos, o en las manos —como queráis decirlo— de unos ministros que son reos de su propia culpa, esclavos, más exactamente dicho, de su propia culpa...
Vosotros, vuestros partidos o vuestras propagandas insensatas, han provocado el 60 por 100 del problema de desorden público, y de ahí que carezcáis de autoridad. Ese problema está ahí en pie, como el 19 de febrero, es decir, agravado a través de los cuatro meses transcurridos, por las múltiples claudicaciones, fracasos y perversión del sentido de autoridad desde entonces producidos en España entera.
España no es esto. Ni esto es España. Aquí hay diputados republicanos elegidos con votos marxistas; diputados marxistas partidarios de la dictadura del proletariado, y apóstoles del comunismo libertario; y ahí y allí hay diputados con votos de gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a las profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero al dar sus votos al camino de perdición por donde os lleva a todos el Frente Popular".

La memoria analfabeta es muy peligrosa

Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.

Arturo Pérez-Reverte