Carta Magna, su emblema.

Palabras de José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S

"La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía a acudir a cierto congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreaux es totalmente falsa. El jefe de Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación, por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas".

sábado, 19 de septiembre de 2009

La enseñanza en el Estatuto de Cataluña, José María Gil Robles - Diario de Sesiones, 2 de agosto de 1932


   La historia nuevamente se repite, y se repite cuando se olvida o cuando no se cuenta tal como fue, los mismos problemas que antaño nos llevaron a una guerra fraticida entre hermanos, vuelve a surgir como alma que lleva el diablo.
"A la familia es a la que corresponde, no por derecho, sino por estricto deber, la suprema función instructiva y educadora.

A esto es a lo que aspiramos nosotros para la Universidad: la creación de Universidades que puedan competir con las del Estado; yo defiendo este principio, a pesar de que soy catedrático universitario y perteneciente a un escalafón del Estado".

   Lo avanzado de la hora y el estado de fatiga en que, indudablemente, tiene que encontrarse la Cámara van a imponer una extraordinaria brevedad a mi intervención. De buen grado yo quisiera, señores diputados, circunscribirla al aspecto particular del caso que hoy se discute, del cual, en cierto modo, la han apartado algunas palabras del Sr. Companys, que yo me creo en la necesidad de recoger.

   De manera constante se viene haciendo referencia a la actitud de nuestra minoría, calificándola de sistemáticamente obstruccionista, tanto en lo que respecta al problema del Estatuto de Cataluña como al proyecto de Reforma agraria. Tengo que recordar aquí que nuestra minoría, ajena a todos lo pactos y convenios que se traducen en las actuales deliberaciones parlamentarias, se limita a usar de un derecho reglamentario defendiendo puntos de vista que obedecen a una convicción y que, en algún caso, han sido incluso recogidos por las Comisiones dictaminadoras, y que, por consiguiente, mal se puede hablar de obstrucción sistemática cuando por la mayoría se estiman tan respetables algunos puntos que son incorporados al proyecto y, en definitiva, convertidos en ley.

   Sin afán polémico de ningún género, y para puntualizar el caso actual, voy a recordar uno de obstrucción, que indica perfectamente lo que es esta maniobra parlamentaria tan distinta de la táctica que nosotros seguimos. Cuando en este Parlamento se discutió una ley tan interesante como la reforma del régimen municipal, que podía ser base para la solución del problema regionalista, la Cámara discutió la totalidad durante veinte días; la parte referente al régimen municipal, durante ciento veintisiete; las enmiendas que se presentaron fueron 1.387, y de esas 1.387 enmiendas, 724 fueron presentadas y defendidas por la minoría republicana. Ese es, señores diputados, un caso típico de obstrucción parlamentaria; nada tiene que ver con ello la conducta de una minoría que defiende racionalmente sus puntos de vista y que, en el artículo que nos ocupa, ha llevado sus intervenciones a la máxima parquedad.

   Y concretándome al tema objeto de la discusión de hoy, permitid que sintetice nuevamente la doctrina de las derechas que nosotros aquí defendemos, como venimos defendiendo constantemente.

   A nuestro juicio, se ha planteado de un modo erróneo el problema de la enseñanza en el Estatuto, colocando frente a frente los derechos de la Generalidad y los derechos del Estado. Nosotros tenemos que mantener, por encima de todo, los derechos naturales e imprescindibles de la familia en materia de enseñanza. A la familia es a la que corresponde, no por derecho, sino por estricto deber, la suprema función instructiva y educadora; que la educación, señores, no es, en definitiva, más que la perfección de un ser naturalmente imperfecto, y los padres, responsables de la existencia de ese ser imperfecto, tiene, no el derecho, sino la obligación de perfeccionarlo por medio de la enseñanza; y como los padres, en la mayor parte de los casos, no pueden realizar esta labor instructiva y educadora, tiene que venir, como consecuencia, la escuela, que no debe ser más que una continuación de la familia y en ningún caso estar en contraposición con la enseñanza del hogar, so pena de abandonar espiritualmente al niño. Por eso nosotros sostenemos el principio, que el Sr. Sánchez Román encontraba algo pasado de moda, de la libertad de enseñanza, definiendo y garantizando, por encima de todo, el derecho de los padres de buscar para sus hijos aquellas enseñanzas, aquellas escuelas, aquellos profesores que sean la continuación de la enseñanza del hogar y una salvaguardia de los derechos que naturalmente le corresponden. Y al Estado no le toca aquí más que una función, que en el orden público, en el orden social, cumplir aquellas deficiencias y velar por el cumplimiento de determinados postulados comunes a la existencia de la sociedad. Por eso nosotros encontramos inadmisible, por defectuoso, el punto de vista que, por unos y otros, se mantiene. Aquí se va a substituir el principio, para nosotros inadmisible, del Estado docente por el principio de la Generalidad docente; aquí no hay un principio de libertad de enseñanza; aquí no queda garantizado ni el derecho de los padres, ni el de las instituciones naturalmente docentes para que puedan enseñar en Cataluña con arreglo a su criterio; aquí no hay más que una substitución de la docencia y del monopolio del Estado por el monopolio docente que se quiere entregar a los órganos de la Generalidad.

   En cuanto al problema específico de la Universidad, también yo siento que, en nombre de nuestra doctrina, tenga que discrepar de pareceres tan autorizados como los de los Sres. Sánchez Román y Unamuno. Nosotros defendemos, ante todo, la autonomía de la Universidad. El Sr. Sánchez Román hacía una referencia muy certera a la crisis actual de la Universidad española; él la atribuía casi exclusivamente a que España no produce el personal científico necesario para impulsar esta obra de la cultura; pero si fuéramos a buscar más hondas raíces del mal, quizá las encontráramos en ese monopolio docente del Estado, que ha transformado las Universidades en meros establecimientos de expedición de títulos profesionales.

   Yo pediría la autonomía no para la Universidad de Barcelona, que me parecería muy poco, sino para todas las Universidades españolas; una libertad de movimientos, una autonomía docente, pedagógica, administrativa, que no solamente sirviera para que se desplegaran ampliamente las actividades universitarias, sino para que la sociedad, y aquí está, señores, lo interesante, le prestara a la Universidad el calor, el apoyo y la asistencia que hoy le niega, porque no llega a las entrañas ni al corazón del pueblo. A esto es a lo que aspiramos nosotros para la Universidad: la creación de Universidades que puedan competir con las del Estado; yo defiendo este principio, a pesar de que soy catedrático universitario y perteneciente a un escalafón del Estado. Quisiera que en mi país pudieran, al lado de la Universidad de Cataluña, florecer las Universidades autónomas del tipo de las que existen en los Estados Unidos, en Bélgica, en Holanda, en Suiza, en todos aquellos países que van a la cumbre de la cultura, y que esas Universidades autónomas pudieran atraer todas esas energías sociales que hoy no van a estos centros de cultura por no encontrar allí un organismo vivo. Al mismo tiempo, señores diputados, queremos nosotros el mantenimiento de los organismos docentes del Estado, el mantenimiento de la Universidad tiene que cumplir esa función supletoria que corresponde al Estado, conforme al principio que nosotros sustentamos, y si en todo momento es necesario que exista esa Universidad del Estado, más necesario que nunca lo es en los instante actuales en Cataluña.

   Yo no voy a reproducir argumentos expuestos certeramente por el Sr. Sánchez Román; pero no es para nadie un secreto que esa Universidad bilingüe que hoy se va a conceder a Cataluña, o que la Universidad autónoma que, en otra hipótesis, pudiera constituirse, no serán más que un instrumento de catalanización, mejor podríamos decir de desespañolización, que acabaría con todo germen de cultura española dentro del ámbito a que alcanzara la actividad de la Universidad catalana. Por eso yo pido facultades para que Cataluña se le permita crear los Centros superiores de enseñanza que tenga por conveniente, pero que el Estado mantenga sus órganos propios con objeto de garantizar la cultura española y los derechos de los españoles, no catalanes, que residan en Cataluña y que aspiren a una enseñanza superior. Y no se me puede argumentar que sería muy poco conceder a Cataluña una Universidad si no se le da, al mismo tiempo, la facultad de otorgar los títulos profesionales. En primer lugar, punto es éste que nosotros no podemos discutir porque está resuelto en el art. 48 de la Constitución; pero, en segundo término, ¿es que es función esencial de la Universidad el otorgar los títulos profesionales? ¿Tiene algo que ver esa parte meramente adjetiva, secundaria, de la actividad docente con lo que es la substancia de la Universidad, que no es, en definitiva, más que elaborar la ciencia, promover la formación de núcleos científicos y corregir, con la amplitud de la doctrina, los excesos de especialización propios de la cultura moderna, como hacía muy bien notar D. Francisco Giner de los Ríos? Pues a todo eso totalmente ajena la función de otorgar los títulos profesionales. Por eso nosotros seguimos defendiendo la facultad para Cataluña de crear los centros docentes que tenga por conveniente; pero que el Estado mantenga los suyos como supremo vigilante de la cultura nacional. Y como nada de esto encontramos en el dictamen de la Comisión, como ésta no garantiza la verdadera libertad de enseñanza, ni deja a salvo los derechos del Estado de Cataluña, porque lo que hace es entregar la Universidad española, ya organizada, atada de pies y manos al nacionalismo catalán, nosotros, en nombre de nuestra doctrina y de una convicción patriótica hondamente sentida, tan hondamente como la vuestra, anunciamos q ue, sintiéndolo mucho, votaremos en contra del dictamen de la Comisión.

Cierra España.


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Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, Junio de 1932

Estas autoridades de la República han de tener la obligación de conocer el catalán. Y eso, no... Si en un tiempo hubo aquello, que indudablemente era algo más que grosero, de «hable usted en cristiano», ahora puede ser a la inversa: «¿No sabe usted catalán? Apréndalo, y si no, no intente gobernarnos aquí.»... La disciplina de partido termina siempre donde empieza la conciencia de las propias convicciones.

Luis Araquistáin,socialista publica en abril de 1934

"En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta".

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

“La verdad es, lo he publicado antes de ahora, que el país no recibió mal a la dictadura, ni la dictadura hizo daño material al país. Es decir, no gobernó peor que sus antecesores. Les llevó la ventaja de que impuso orden, corto la anarquía reinante, suprimió los atentados personales, metió el resuello en el cuerpo de los organizadores de huelgas y así se estuvo seis años. Nunca la simpatía personal ha colaborado tan eficazmente en formar de un gobernante como el caso de Primo de Rivera, [...]”

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

Frente Popular (Febrero 1936 - Marzo 1939)



Calvo Sotelo, sesion del 16 de junio de 1936.

"España vive sobrecogida con esa espantosa úlcera que el señor Gil Robles describía en palabras elocuentes, con estadísticas tan compendiosas como expresivas; España, en esa atmósfera letal, revolcándose todos en las angustias de la incertidumbre, se siente caminar a la deriva, bajo las manos, o en las manos —como queráis decirlo— de unos ministros que son reos de su propia culpa, esclavos, más exactamente dicho, de su propia culpa...
Vosotros, vuestros partidos o vuestras propagandas insensatas, han provocado el 60 por 100 del problema de desorden público, y de ahí que carezcáis de autoridad. Ese problema está ahí en pie, como el 19 de febrero, es decir, agravado a través de los cuatro meses transcurridos, por las múltiples claudicaciones, fracasos y perversión del sentido de autoridad desde entonces producidos en España entera.
España no es esto. Ni esto es España. Aquí hay diputados republicanos elegidos con votos marxistas; diputados marxistas partidarios de la dictadura del proletariado, y apóstoles del comunismo libertario; y ahí y allí hay diputados con votos de gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a las profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero al dar sus votos al camino de perdición por donde os lleva a todos el Frente Popular".

La memoria analfabeta es muy peligrosa

Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.

Arturo Pérez-Reverte