Carta Magna, su emblema.

Palabras de José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S

"La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía a acudir a cierto congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreaux es totalmente falsa. El jefe de Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación, por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas".

jueves, 10 de septiembre de 2009

Discurso de Unamuno en la Universidad de Salamanca

Boletín Oficial del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes



ORDEN MINISTERIAL
   Ilmo. Sr.: Con objeto de que alcancen la mayor difusión posible entre los estudiantes las elevadas y certeras palabras que el glorioso Maestro D. Miguel de Unamuno les dirigió en el solemne acto de la apertura de curso celebrado en la Universidad de Salamanca el 30 de Septiembre, con motivo de su jubilación en el Profesorado.
   Este Ministerio se ha servido disponer:
1.º Que se publique en el Boletín Oficial de este Departamento la alocución a los estudiantes mencionada; y
2.º Que dicho texto se fije en el tablón de anuncios de todas las Universidades, Institutos de Segunda enseñanza, Escuelas Normales del Magisterio primario, Escuelas de Bellas Artes, Conservatorios y Escuelas dependientes de la Dirección general de Enseñanza Profesional y Técnica.
Lo digo a V.I. para su conocimiento y demás efectos.
Madrid 1.º de Octubre de 1934.
FILIBERTO VILLALOBOS
SEÑOR SUBSECRETARIO DE ESTE MINISTERIO
(«Gaceta» del 3 de Octubre.)
Discurso de Unamuno en la Universidad de Salamanca
   ESTABA ya impreso este mi discurso inaugural de este nuevo curso académico cuando me vino a la memoria -a la memoria de dolores, que es la más tenaz- la mayor lección, no que di, sino que recibí, como rector de esta Escuela. Fue la del 2 de abril, viernes de Dolores, de 1903, cuando por una de esas tristes algaradas estudiantiles la Guardia civil hubo de matar a dos estudiantes, a uno aquí mismo, en un aula de aquí arriba -sus ventanas cerradas-, y a otro a la puerta del Instituto, en el vecino patio de Escuelas Menores. No he de historiar ahora aquel lamentable suceso ni ponerme a discernir culpas y disculpas. Baste decir que el origen de la algarada que costó aquellas dos vidas inocentes -eran unos pobres muchachos pacíficos y sencillos- fué debido a creer el relato de otro pobre estudiante víctima de alucinaciones. Los pobres muchachos no se detenían a comprobar las afirmaciones de quien se soñaba agraviado.
   Después, si han vuelto alborotos, han sido más inocentes, y aquí, en esta Casa, las inevitables -ni hay por qué evitarlas- disidencias doctrinales entré quienes estudian para comparar y distinguir y escoger doctrinas, esos alborotos se han mantenido en un campo incruento. En un campo incruento, no pocas veces de una especie de deporte revoltoso -no revolucionario-, cuando no preguntón.
   Y es que aquí, España sea loada, esas contrapuestas asociaciones escolares se han mantenido en terreno de convivencia civil. Y aún hay más, y es que ni se ha llegado a privilegios y monopolios de favores oficiales. Y puesto que en este curso se han suprimido las aperturas oficiales de las Universidades excepto en ésta, y puesto que soy yo quíen desde ella, donde sigo de rector, ha de dirigir la palabra de consejo a los estudiantes universitarios de toda nuestra España, quiero con estas palabras, que para fijarlas mejor, he escrito no hace tres horas, quiero con ellas hacer un llamamiento a la paz, a la paz en la guerra. Así titulé mi primera y más largamente pensada y sentida obra, en que narré las luchas civiles que se encendían en torno a mi niñez.
   Aquí, dilo, no se ha privilegiado a ninguna asociación escolar. Una ha habido que presentó sus estatutos a ser aprobados en el Gobierno civil y lo fueron, a pesar de que los más de los socios eran menores de edad; lo fueron porque esa asociación se ampara en un decreto que la creó. Mas yo, como rector, no quise reconocerla y no la di estado en esta Casa. ¿Que no era política ni confesional? Toda asociación acaba siéndolo. Y no hay otra asociación estudiantil libre de sectarismos que la que forman los estudiantes todos debidamente matriculados. No la reconocí. Pesaba sobre mí el recuerdo de aquellos dos pobres mozos -casi niños- que aquí fueron muertos, de bala, antaño, y pesaba sobre todo la impresión de la barbarie desatada en otros centros de enseñanza. No ni mis estudiantes, los de esta mi Universidad -y la llamo mía tanto porque ella me ha hecho cuanto por cuanto Ia he hecho yo- habían de caer o aquí o en esas calles bajo unas balas ciegas de una guardia exasperada ni menos bajo las balas de una pistola que acaso se esconde dentro de un libro mondado, convertido en caja del más repugnante matute.
   El que de semejante artilugio se valga ni es joven -ya que se presume de juventud- ni es estudiante, ni tiene conciencia civil, que es conciencia moral. Es, a lo menos, malo, víctima de esa terrible epidemia histérica, de esa fatídica apetencia de disolución nacional, civil y social que está corrompiendo a una parte de nuestra juventud. Que a los dieciocho o veinte años vuelve por un fenómeno patológico de involución, no a la dulce, sonriente y creativa mentalidad de los cinco años, cuando el niño se está creando -y con la palabra- el mundo, su mundo, sino a una pavorosa dementalidad de pobre niño abandonado sin hogar espiritual.
   Y ahora, estudiantes míos, tengo que deciros otra cosa. Sería congojoso que os ejercitarais en el abuso de las armas de fuego -o de las llamadas blancas- y que las escondierais en el mondado libro de matute, pero más congojoso será que os dejéis ganar del ejercicio de otras armas peores. Me refiero a las de la calumnia, la injuria, la insidia y el insulto de que tanto empiezan a abusar vuestros mayores. Os están enseñando a calumniar, a injuriar, a insultar a la generación de vuestros padres y abuelos. Os están incitando a despreciarlos. Os están incitando a renegar de los que os dieron vida.
   Vosotros, estudiantes españoles, que os ejercitáis en la investigación científica, histórica y social, en la dialéctica -escuela de tolerancia y de comprensión de la concordancia final de las discordancias; de la coincidencia de las oposiciones que dijo el Cusano- vosotros tenéis que enseñar a vuestros padres -a nosotros- que esa marea de insensateces -de injurias, de calumnias, de burlas impías, de sucios estallidos de resentimientos- no es sino el síntoma de una mortal gana de disolución. De disolución nacional, civil y social. Salvadnos de ella, hijos míos. Os lo pide al entrar en los setenta años, en su jubilación, quien ve en horas de visiones revelatorias rojores de sangre y algo peor: livideces de bilis.
   Salvadnos jóvenes, verdaderos jóvenes, los que no mancháis las páginas de vuestros libros de estudio ni con sangre ni con bilis. Salvadnos por España, por la España de Dios, por Dios, por el Dios de España, por la Suprema Palabra creadora y conservadora.
   Y en esa Palabra, que es la Historia, quedaremos en paz y en uno y en nuestra España universal y eterna.

Cierra España.

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Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, Junio de 1932

Estas autoridades de la República han de tener la obligación de conocer el catalán. Y eso, no... Si en un tiempo hubo aquello, que indudablemente era algo más que grosero, de «hable usted en cristiano», ahora puede ser a la inversa: «¿No sabe usted catalán? Apréndalo, y si no, no intente gobernarnos aquí.»... La disciplina de partido termina siempre donde empieza la conciencia de las propias convicciones.

Luis Araquistáin,socialista publica en abril de 1934

"En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta".

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

“La verdad es, lo he publicado antes de ahora, que el país no recibió mal a la dictadura, ni la dictadura hizo daño material al país. Es decir, no gobernó peor que sus antecesores. Les llevó la ventaja de que impuso orden, corto la anarquía reinante, suprimió los atentados personales, metió el resuello en el cuerpo de los organizadores de huelgas y así se estuvo seis años. Nunca la simpatía personal ha colaborado tan eficazmente en formar de un gobernante como el caso de Primo de Rivera, [...]”

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

Frente Popular (Febrero 1936 - Marzo 1939)



Calvo Sotelo, sesion del 16 de junio de 1936.

"España vive sobrecogida con esa espantosa úlcera que el señor Gil Robles describía en palabras elocuentes, con estadísticas tan compendiosas como expresivas; España, en esa atmósfera letal, revolcándose todos en las angustias de la incertidumbre, se siente caminar a la deriva, bajo las manos, o en las manos —como queráis decirlo— de unos ministros que son reos de su propia culpa, esclavos, más exactamente dicho, de su propia culpa...
Vosotros, vuestros partidos o vuestras propagandas insensatas, han provocado el 60 por 100 del problema de desorden público, y de ahí que carezcáis de autoridad. Ese problema está ahí en pie, como el 19 de febrero, es decir, agravado a través de los cuatro meses transcurridos, por las múltiples claudicaciones, fracasos y perversión del sentido de autoridad desde entonces producidos en España entera.
España no es esto. Ni esto es España. Aquí hay diputados republicanos elegidos con votos marxistas; diputados marxistas partidarios de la dictadura del proletariado, y apóstoles del comunismo libertario; y ahí y allí hay diputados con votos de gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a las profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero al dar sus votos al camino de perdición por donde os lleva a todos el Frente Popular".

La memoria analfabeta es muy peligrosa

Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.

Arturo Pérez-Reverte