Carta Magna, su emblema.

Palabras de José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S

"La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía a acudir a cierto congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreaux es totalmente falsa. El jefe de Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación, por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas".

jueves, 10 de septiembre de 2009

12-13 de julio: Asesinato del teniente Castillo

   Llama la atención de la figura del teniente Castillo su escasa divulgación histórica a pesar de protagonizar uno de los acontecimientos de mayor trascendencia de la historia reciente de España, el atentado detonante de la Guerra Civil. Podemos encontrar explicación a este injusto hecho en el resultado mismo de la guerra, con una izquierda que perdía la República y con ella el recuerdo de los “mártires” entre los que se encontraba Castillo, cuya memoria fue aniquilada por el franquismo. Pero resulta paradójico que una vez muerto el dictador y tras treinta años de democracia todavía se siga dando esta situación. Es necesario por tanto iniciar un proceso de recuperación de la memoria del teniente que lo posicione en los libros de historia como el republicano cuyo asesinato inició una guerra, y esta tentativa biográfica pretende iniciar el camino aunque sólo sea en el reducido ámbito de la población natal del teniente. A pesar de faltarnos datos, documentos, fechas y un sin fin de reflexiones sobre su vida y obra, creo que las siguientes líneas serán suficientes para acercar al lector a un personaje marcado por su tiempo, defensor de unos ideales y ejemplo de virtud y arrojo en una época en la que expresar unas ideas suponía una condena a muerte, algo que le fue reconocido allá donde resistió la República durante la guerra. El 1 de abril de 1939 su recuerdo se pierde. Muere el mito y nace una sombra en la que el franquismo se ensañó hasta no dejar de ella rastro alguno. El teniente Castillo pasaba así a convertirse en el gran olvidado de la Guerra Civil Española.
   Una vez concluida la guerra en 1925 con victoria española José logra el ascenso a teniente por méritos militares. Su nuevo destino se fija en el regimiento de Infantería de Alcalá de Henares, tal vez solicitado voluntariamente debido a que buena parte de su familia se había trasladado a Madrid poco tiempo antes. A partir de la llegada de la II República en 1931 comienza a forjarse el José del Castillo que pasaría a la historia. La apertura de libertades por el gobierno de Azaña y el traslado a Madrid de Fernando Condés espoleó al joven teniente a participar en la vida política, mostrando a partir de entonces abiertas simpatías hacia el socialismo y la masonería, pero a partir de este punto nos movemos en un mar de dudas sobre sus movimientos políticos y militares en Alcalá de Henares y en Madrid. Aún así podemos esbozar una línea secuencial de sus actos siguiendo las referencias de autores como Gibson que han investigado la vida del teniente aunque de forma secundaria.
   Su ingreso en Asalto coincidió con una oleada de atentados contra diversos cargos de la izquierda y con la detención y encarcelamiento de José Antonio Primo de Rivera como presunto instigador de éstos. Era el inicio de la Primavera Negra en Madrid, augurio de la guerra que se aproximaba y en la que izquierdas y derechas plasmaron en asesinatos selectivos los odios recíprocos que sentían. Las huelgas y manifestaciones, muchas de ellas espontáneas, se incrementaron de forma alarmante y solían terminar con altercados en los que se producían víctimas, que a su vez provocaban nuevos odios y venganzas en una espiral violenta ante la que el gobierno del Frente Popular se mostró impotente y carente de autoridad. Castillo comenzó a formar parte de estos odios cuando es destinado a cubrir con sus hombres muchas de las manifestaciones, teniendo que intervenir duramente contra las derechas. Especial relevancia tuvo su intervención en el entierro del alférez de los Reyes el día 16 de abril, guardia civil fallecido dos días antes en los incidentes que se produjeron en la celebración del V aniversario de la República. El entierro se convirtió en una manifestación de las derechas contra el gobierno del Frente Popular y el resultado fue de un muerto a manos de uno de los hombres de la sección de Castillo y de un herido grave por disparo realizado por él mismo. El muerto era nada menos que Andrés Sáenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera, y el herido un joven carlista estudiante de medicina llamado José Llaguno Acha al que los rumores dieron por muerto durante varias horas. Según relatan los testigos entrevistados por Gibson, Castillo había perdido los nervios cuando disparó contra el joven carlista y estuvo a punto de ser linchado por la masa furiosa que se abalanzó contra él. Afortunadamente los hombres de su sección lo rescataron y lo condujeron a la Dirección General de Seguridad para prestar declaración por lo sucedido. Fue puesto libertad a las pocas horas. A partir de ese día el teniente se convirtió en una prioridad para las centurias de Falange, que llegaron a situarlo en el número uno de su lista de objetivos a eliminar.
   Aquella noche a las nueve, el teniente José Castillo, de la guardia de asalto, salía de su casa, en la calle Augusto Figueroa, en el centro de Madrid, para empezar su servicio. En Abril de este mismo año había ostentado el mando de los guardias de asalto que reprimieron los disturbios en el entierro del teniente De los Reyes, de la guardia civil, muerto durante la celebración del quinto aniversario de la implantación de la República. Después Castillo había colaborado en la instrucción de las milicias socialistas. Desde entonces, la Falange había señalado a Castillo como futura víctima de su venganza. Se Había casado en junio, y su novia, la vispera de su boda, había recibido una carta anónima en la que le preguntaban por qué se casaba con un hombre que pronto no sería “más que un cadáver”.
   Al salir de casa el 12 de julio, un caluroso domingo del verano madrileño, Castillo fue muerto a tiros por cuatro hombres armados de revólveres, que escaparon rápidamente por las calles llenas de gente. Los asesinos de Castillo eran falangistas, a pesar de que José Antonio había dado una contraorden para evitar la ejecución.
   Era el segundo oficial socialista que habían asesinado en los últimos meses. El capitán Carlos Faraudo, un ingeniero que también había ayudado a instruir a las milicias socialistas, había sido asesinado por unos falangistas en mayo, mientras paseaba con su mujer por Madrid. Así pues, la noticia de la muerte de Castillo causó ira al llegar a la jefatura de los guardias de asalto, en el cuartel de Pontejos, junto al Ministerio de la Gobernación, en la Puerta del Sol. El cuerpo fue expuesto en la Dirección General de Seguridad, dentro del ministerio. Los camaradas del teniente muerto criticaron particularmente al gobierno, que había permitido que ocurriera aquello, pidieron medidas contra la Falange. Un grupo fue a quejarse al ministro de la Gobernación, Juan Moles, y le pidió autorización para detener a ciertos falangistas que todavía estaban en libertad. El accedió, pidiendo a los oficiales su palabra de honor de que sólo detendrían a aquellos cuyos nombres figuraban en la lista y de que entregarían a los detenidos a la autoridad competente. Ellos dieron su palabra.
Entre estos hombres estaban un capitán de la guardia civil, Fernando Condés, que había sido íntimo amigo de Castillo. La muerte de Castillo dejó abrumado a Condés. Salió en un coche oficial sin una idea muy clara de adónde iba a dirigirse, acompañado por varios guardias de asalto vestidos de paisano. El conductor llevó a Condés a la dirección de un falangista, ésta resultó ser falsa.
   “Vayamos a casa de Gil Robles” dijo alguien. Condés todavía aturdido, no dijo nada. Fueron a casa de Gil Robles, pero este estaba en Biarritz. Alguien sugirió que fueran a casa de Calvo Sotelo.
Cierra España.

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Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, Junio de 1932

Estas autoridades de la República han de tener la obligación de conocer el catalán. Y eso, no... Si en un tiempo hubo aquello, que indudablemente era algo más que grosero, de «hable usted en cristiano», ahora puede ser a la inversa: «¿No sabe usted catalán? Apréndalo, y si no, no intente gobernarnos aquí.»... La disciplina de partido termina siempre donde empieza la conciencia de las propias convicciones.

Luis Araquistáin,socialista publica en abril de 1934

"En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta".

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

“La verdad es, lo he publicado antes de ahora, que el país no recibió mal a la dictadura, ni la dictadura hizo daño material al país. Es decir, no gobernó peor que sus antecesores. Les llevó la ventaja de que impuso orden, corto la anarquía reinante, suprimió los atentados personales, metió el resuello en el cuerpo de los organizadores de huelgas y así se estuvo seis años. Nunca la simpatía personal ha colaborado tan eficazmente en formar de un gobernante como el caso de Primo de Rivera, [...]”

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

Frente Popular (Febrero 1936 - Marzo 1939)



Calvo Sotelo, sesion del 16 de junio de 1936.

"España vive sobrecogida con esa espantosa úlcera que el señor Gil Robles describía en palabras elocuentes, con estadísticas tan compendiosas como expresivas; España, en esa atmósfera letal, revolcándose todos en las angustias de la incertidumbre, se siente caminar a la deriva, bajo las manos, o en las manos —como queráis decirlo— de unos ministros que son reos de su propia culpa, esclavos, más exactamente dicho, de su propia culpa...
Vosotros, vuestros partidos o vuestras propagandas insensatas, han provocado el 60 por 100 del problema de desorden público, y de ahí que carezcáis de autoridad. Ese problema está ahí en pie, como el 19 de febrero, es decir, agravado a través de los cuatro meses transcurridos, por las múltiples claudicaciones, fracasos y perversión del sentido de autoridad desde entonces producidos en España entera.
España no es esto. Ni esto es España. Aquí hay diputados republicanos elegidos con votos marxistas; diputados marxistas partidarios de la dictadura del proletariado, y apóstoles del comunismo libertario; y ahí y allí hay diputados con votos de gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a las profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero al dar sus votos al camino de perdición por donde os lleva a todos el Frente Popular".

La memoria analfabeta es muy peligrosa

Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.

Arturo Pérez-Reverte