Movimiento revolucionario anarco-sindicalista en varias partes de España
ABC, 14 de diciembre de 1933
Informes oficiales. El ministro de la Gobernación dice que la situación está totalmente despejada
El Sr. Rico Avello manifestó ayer que la situación estaba totalmente despejada. La tranquilidad es completa en todo el país.
En Zaragoza, ayer por la noche, volvieron a tirotear desde los tejados de varias casas de los arrabales. Se supone que son seis o siete individuos que se dedican a producir alarma disparando únicamente para poner en jaque a la fuerza pública. El gobernador ha dado orden de que no se conteste a los disparos, y supongo -añadió el ministro- que la situación quedará normalizada, porque se va a realizar una operación policíaca encaminada a detener a los revoltosos que quedan.
En Córdoba está también despejada la situación, e igualmente en La Coruña, donde no ha habido novedad.
Del descubrimiento de depósitos de bombas en Gijón
Esta noche pasada -añadió el ministro- se ha prestado en Asturias un servicio excelente. Guardias civiles y de Asalto supieron que en Gijón, en el barrio obrero denominado Pumarín, distante dos kilómetros de la ciudad, se preparaba una intentona. Las fuerzas fueron recibidas a tiros, pero consiguió dominar la situación y detener a los revoltosos sin producir ni un herido. Estrechados a preguntas los detenidos, confesaron que se hallaban encargados de custodiar una cueva, en la cual se halló un verdadero arsenal de bombas. Uno de estos sujetos confesó que en el domicilio de un tal Enrique Fernández, que vive en Gijón, en la calle de Cifuentes, número 5, había también un depósito de armas y municiones. Practicado un registro fueron halladas ocho bombas grandes, 10 más cargadas de metralla; 16, de tamaño menor; 60 de las llamadas de piña; 450 cartuchos de dinamita, ocho kilos de clorato, varios paquetes de sustancias que se están analizando ahora, algunos otros paquetes más de sustancias desconocidas, 60 metros de mecha gruesa y 20 metros de mecha delgada.
En La Felguera se preparaban graves atentados
Además de este servicio, que como ustedes ven es uno de suma importancia, en La Felguera, pero también anarcosindicalista, se supo que iban a cometerse actos de sabotaje en una línea eléctrica de alta tensión, de 5.000 voltios, que distribuye energía a numerosas poblaciones de Asturias, y que, según creo, la suministra también para el ferrocarril del Norte. Cuando se disponían a colocar bombas, y en la línea férrea, fueron detenidos siete sujetos. Ya habían colocado dos bombas con mecha en un poste y siete más en distintos lugares. Confesaron además los detenidos que también habían colocado explosivos en la línea del ferrocarril de Langreo. Los artefactos fueron recogidos por la fuerza pública.
En Candás se practicaron varios registros domiciliarios, el resultado de los cuales fue la recogida de varias armas y municiones. Se detuvo a seis individuos, y a estas horas están convictos y confesos de haber colocado explosivos en el ferrocarril de Carreño a Gijón.
Como ustedes ven -siguió diciendo el señor Rico-, todos los días se descubren pequeños focos en distintos puntos de España. El movimiento que se preparaba no ha llegado a tener toda la importancia que se proponían los revoltosos, gracias a las previsiones del Gobierno, pues puedo asegurar que, de no habernos preocupado de seguir con toda atención los manejos de los revolucionarios, su intentona hubiera tenido una resonancia enorme.
En la relación de las víctimas causada por los revolucionarios figuran diez guardias civiles muertos y numerosos heridos.
Agregó el ministro que se estaba haciendo una relación de las víctimas ocasionadas por los insurgentes.
-Desde luego, hay diez guardias civiles muertos y numerosos heridos.
El Gobierno se propone recompensar los esfuerzos realizados, tanto por los elementos militares de fuerza pública como por los obreros ferroviarios, que han trabajado abnegada y heroicamente. En esta recompensa habrá, naturalmente, una graduación, que estará en relación con los servicios prestados por cada uno. Ya está también redactado el decreto que equipara los sucesos a hechos de guerra, para beneficios de las víctimas.
A preguntas de un periodista dijo que el conflicto de camareros se halla en manos del ministro de Trabajo, y expuso su impresión favorable a la resolución de la huelga.
Después dijo que se mostraba satisfecho de la actuación de la fuerza pública, que actúo con ponderación, serenidad y prudencia, y que ha obedecido ciegamente las órdenes recibidas. Es de señalar la actitud del Ejército en los servicios auxiliares que ha prestado con todo entusiasmo y magnífico espíritu, dándose por primera vez el caso en la República de que los militares hayan actuado directamente bajo las órdenes del Poder civil. Este debe ser un motivo de honda satisfacción para todos los españoles.
La represión en Villanueva de la Serena se ajustó a la ley, dentro de la mayor prudencia
-Dos compañeros de ustedes -continúo- me han visitado para pedirme detalles de lo ocurrido en Villanueva de la Serena. Parece ser que este asunto ocupa preferentemente la atención. Yo les he dicho que no hay derecho a informar deformando la realidad. El caso fue tratado con la máxima prudencia. Desde aquí se dieron órdenes a la fuerza para que en todo momento procurase capturar a los revolucionarios, a fin de poderlos entregar a la acción de la Justicia.
La fuerza resistió pacientemente hora tras hora el fuego incesante de los rebeldes. Yo tengo aquí el informe del jefe que mandaba la fuerza, que es el del 11.º Tercio de la Guardia Civil, de Badajoz, don José Fernández Mijares, que, coincidiendo con los que me ha facilitado el gobernador civil y varios diputados republicanos que visitaron el lugar de los sucesos, denotan que se procedió con la mayor paciencia posible, con toda cautela y de acuerdo con las órdenes emanadas desde aquí cada media hora. Además, allí ha actuado un juez constantemente, y, por tanto, las actuaciones judiciales harán ver a todos la realidad de lo ocurrido.
Yo, por mi parte, tengo la conciencia tranquila, pues me ha desvelado por que no ocurriese nada que pudiese suponer ensañamiento de la fuerza pública, y estoy seguro de que no ha ocurrido tal cosa.
Este caso no admite parangón con ningún otro. No hay, según dijo ayer el presidente del Consejo, paridad posible.
Manifestó, por último, que a las tres y media de la tarde entraría en Madrid, por el puente de Segovia, el cadáver del sargento muerto por los revolucionarios en Villanueva de la Serena, a cuyo entierro tenía el propósito de asistir.
-Después del entierro -agregó- asistiré al Parlamento, donde no sé si tendré que hablar, lo que lamentaría, porque, ocupada mi atención en los sucesos ocurridos estos días, no he podido leer detenidamente los expedientes electorales que obran en mi poder y los datos verbales que me dieron que están ya un poco borrados de mi memoria.
Manifestaciones del ministro de la Guerra. La admirable labor del Ejército en el actual movimiento. Cómo se desarrolló el asedio en Villanueva de la Serena.
El ministro de la Guerra recibió a las dos de la tarde a los periodistas, ante los cuales hizo las siguientes manifestaciones, en respuesta a distintas preguntas de éstos:
-El movimiento anarcosindicalista tiende a su fin. Podrá haber algún chispazo suelto, cosa natural en un marco tan extenso como el de la actual revuelta, de tan profundas como dilatadas ramificaciones, pero será rápida y enérgicamente sofocado.
Refiriéndose al triste episodio de Villanueva de la Serena, el señor Iranzo dijo:
-La actitud del sargento Sopena respondía, más que a su carácter exaltado y a sus ideas extremas políticas, a ciertos antecedentes clínicos, que le consideraban como un enfermo mental. Desde que ingresó en el servicio fue conocido por su temperamento rebelde y extremoso, estado que hubo de acentuarse al recibir en Africa, en ocasión de pertenecer a las fuerzas del Tercio, un balazo en la cabeza. En Algeciras, adonde fue destinado a su salida de Marruecos, también dio muestras de esa anormalidad. No sabía yo que había estado destinado aquí, en el ministerio, hace pocos meses; pero es indudable que se trataba de un espíritu exaltado, siempre rebelde a las normas de obediencia y respeto de la disciplina militar.
El detalle de lo ocurrido en el asedio de la casa-convento no ha podido sorprender al Gobierno, y menos a mí, que seguí paso a paso las vicisitudes de la lucha desarrollada en todo momento por parte de las fuerzas atacantes, con la mayor prudencia dentro del rigor que las circunstancias imponían. En las veintitantas horas que duró el ataque -añadió el Sr. Iranzo- no perdí el contacto con el coronel jefe de la Guardia Civil que mandaba la columna organizada para reducir a los sediciosos de Villanueva de la Serena. Por cierto que el mando de estas fuerzas del Ejército y de la Guardia Civil y Seguridad convinimos en que fuera ejercido por el citado coronel, ya que en dicha agrupación había buen número de ellas que pertenecían a este Instituto y tenían un mayor conocimiento de las circunstancias en que se realizaba el asedio.
Más de treinta veces estuve hablando por teléfono con el jefe de las fuerzas que mantenían el cerco de la Caja de Recluta. De forma que la acción de las tropas tuvo en todo momento el conocimiento y aprobación de las autoridades superiores, atentas a cortar con la debida prudencia, pero con toda energía, aquel tenaz foco de sedición y de violencia que ya había costado la vida a unos cuantos defensores de la fuerza pública.
No ha habido hasta ahora que lamentar una sola baja en las fuerzas del Ejército que están ayudando a las de Orden Público a sofocar el movimiento. La conducta admirable de las tropas me tiene verdaderamente entusiasmado. Su colaboración no ha podido ser más efectiva y entusiasta, en todo momento y en todas las categorías. El Ejército ha puesto estos días de revuelta bien de manifiesto sus virtudes, y el Gobierno y el ministro de la Guerra se complacen en ponerlo de manifiesto. Y no sólo la misión del Ejército se ha reducido a cumplir con exactitud, lealtad y obediencia las órdenes de la superioridad, sino que se ha excedido en el cumplimiento de su deber, ofreciendo iniciativas, haciendo propuestas para ayudar al Poder público en poner término a la revuelta; iniciativas que jamás eran puestas en ejecución sin previa consulta y confirmación, pero que demuestran un espíritu de adhesión y de sacrificio que en estos momentos hay que poner bien de relieve, porque han sido muchos, y muy abnegados, los servicios prestados por nuestras tropas; bien es verdad que respondiendo a la admirable y heroica conducta de las fuerzas de Orden Público.
Este espíritu del Ejército lo he podido apreciar mejor porque creo que no ha quedado jefe de división o comandante militar con el cual no haya estado en comunicación, y en todos he encontrado ese deseo de colaborar en la obra de poner fin al actual movimiento. Aquí, al pie de este teléfono, hemos permanecido de guardia tres o cuatro ministros durante tres noches, y otros tantos o el resto en el ministerio de la Gobernación. Durante ese tiempo ningún ministro ha dormido en su casa. El movimiento ha sido duro e intenso, en proporciones tales que da lugar a reflexionar, porque no se comprende la cantidad de los elementos destructores que se han reunido y el número y extensión de los hombres movilizados sin una ayuda o colaboración de ciertos sectores ciudadanos incorporados a la violencia. Por lo cual el Gobierno que nos suceda habrá de estudiar la importancia de esas ramificaciones y su anulación.
Yo creo que la vida del Gobierno terminará antes de fin de semana, sin que pueda concretar la fecha. Verdad es que pocas veces se habrá dado el caso de que la mayor popularidad de un Gobierno acompañe a su etapa final cuando tiene contados los días; pero, sofocado en sus principales focos el movimiento anarcosindicalista -terminó diciendo el ministro de la Guerra, Sr. Iranzo-, el levantamiento de los estados de alarma y de prevención puede ser inmediato, y entonces habrá llegado el momento de abandonar estos puestos satisfechos de haber cumplido con nuestro deber.
Declaraciones del ministro de Obras Públicas acerca de lo ocurrido en las obras del ferrocarril de enlace y del origen de la catástrofe de Puzol.
El ministro de Obras Públicas, al recibir a los periodistas, les hizo la siguientes manifestaciones:
-En los trenes está ya todo normalizado. Solamente aquí, en Madrid, en el túnel de Hormaeche y Agromán, se han repartido unas hojas en las que se llama traidores a los dirigentes de la U.G.T. y se invita a abandonar el servicio. Actualmente trabajan unos y otros no, y no va a haber más remedio que tomar una resolución.
Sobre las manifestaciones que hizo en la Cámara ayer el diputado comunista Sr. Bolívar respecto a no saberse si fue bomba o corte de vía la causa de la catástrofe ferroviaria en Puzol, tengo que decirles a ustedes que el comisario del Estado en la Compañía del Norte, el ingeniero Sr. Estibau, que está allí dirigiendo los trabajos de salvamento, aún no me ha remitido el informe, pero sí sus primeras impresiones. Y en ellas me dice que en un espacio de catorce metros hay varios vehículos de los grandes formando un solo bloque, quedando entre ese montón informe varios cadáveres. Cuando se crea que no quede ninguno, se pegará fuego a ese material para dejar la vía libre. Dicho ingeniero me dice también que está plenamente convencido, por haberlo visto comprobado, que la causa del accidente no fue por la explosión de ninguna bomba, sino que se quitó, desbridándolo un carril, lo que indica que los autores del hecho tienen conocimiento del oficio.
Terminó el Sr. Guerra del Río manifestando que su impresión era que el movimiento está totalmente terminado.
Cierra España.