Hoy no voy a hablar sobre política, ahora mismo me la bufa, ni tampoco voy a comentar nada de historia de este país, cómo siempre intento, voy a escribir sobre historia, historia del pueblo de a pie, de una vida real la cual hace 24 horas se a apagado definitivamente.
Con cincuenta y dos años y una segunda Juventud por delante, con el billete de jubilación en el bolsillo para ella y su marido, la vida le vuelve a jugar otra mala pasada, ésta vez sin remisión de mejorar.
Como siempre he escrito el pueblo es sabio, en una de sus muchas frases siempre se ha dicho que todo en esta vida tiene arreglo menos la muerte y que verdad mas grande, cuando menos te lo espera aparece, llama a tu puerta y te vas, sin ni tan siquiera dejarte tiempo para un ultimo adiós a la persona que mas querías.
Hace casi treinta anos, conocí por circunstancias de la vida a una familia, de la cual al final fueron como mis padres, yo pobre imberbe (16 años recién cumplidos) que en esos momentos calzaba uniforme, recién extraído de un petate caqui donde salio un uniforme verde a medida (a medida que ibas pasando ya que así se entregaba),conocí a un viejo infante ya por aquel entonces, con medio Sahara a sus espaldas, jienense de nacimiento y alicantino de adicción, a su señora, alicantina de nacimiento y andaluza de adicción, corría el año ochenta.
Jamás me olvidare el día en que la conocí, sus primeras palabras fueron “déjame el uniforme percha, qué yo te lo arreglare”, así fue, dos días después tenia el salga en perfecto estado de revista, como si de un sastre se hubiera tratado, sin tener porque el haber estado toda una noche con su día reparando un uniforme para quien lo pusiera no fuera un espantapájaros y lo logro, vaya que si lo logro.
A partir de aquí se creo una amistad que aun hasta hoy dura, los vi. de pasar penurias, para criar a cinco hijos, con un sueldo de 25.000 Pts de las de entonces, abonadas cada quincena por el jefe de la unidad, previo pago de los correspondientes descuentos que a cuenta se realizaba en la unidad cuando no llegabas a fin de mes, la vi. de cuidar, criar, educar y alimentar a sus hijos con comida de rancho y leche de la misma, a veces, sólo desayunaban, almorzaban y cenaban los crios leche y giñacao del ejercito con galletas María (las de toda la vida),nunca salieron de sus labios alguna queja contra el estamento al cual su marido pertenece, ni aun en los peores tiempos, se dedico por un misero precio, a lavar los uniformes de campaña, los picantes (calcetines) y gayumbos (calzoncillos) de todos los que dejaban sus ropas sucias después de jornadas de trabajo duras para que ella las lavara y planchara con su almidón en los cuellos, además de coser lo que era inútil de reparar, en aquella época no existían las lavadoras en las bases, si las pilas y el jabón de lagarto, los viernes a las cinco tenias una hora para en formación ir a lavar el uniforme, aún así tenias que ser muy pulcro todos los días, tenias que buscarte la vida y la vida que buscabas era ella.
La amistad llegaba a tal punto, que sabiendo cual era la situación de la tropa casada en aquella época, no se le daba dinero en la mayoría de las veces, sino que llegabas con bolsas de compra y dejabas lo que buenamente podías, para que los crios pudieran comer, mientras que nosotros, incluido su marido nos dedicábamos a las ausencias de un militar, ella era madre y padre de cinco hijos pequeños.
Como los permisos eran reducidos, solo tenias uno al año, los fines de semana y festivos libre de servicio, decidíamos en pasar por la primera tienda que encontrábamos y comprar papas y huevos, ademas de jamón, cervezas, leche y demás, previa recolecta entre todos y nos íbamos a su casa, para que “la yaya” nos hiciera esas tortillas españolas y paellas que ella sabia hacer, aunque parezca mentira, pasábamos horas en esa casa, terminando después con un parchis en la mesa a duro la partida y diez pesetas la matada.
Jamás pidió nada a nadie, siempre estuvo al lado de “el genio y figura”, con la casa a cuesta, de traslados de base en base, con sus hijos. un militar esta preparado para morir, sabiendo de antemano que es lo que dejas tras de ti si llega ese momento y a lo asumes, cómo ella lo asumía, que su marido en cualquier momento podía abrazar ese ultimo tramo, pero para lo que no te preparan es para que la mujer que comparte la vida junto a ti, que por ti a pasado todas las penurias del mundo, se vaya antes que tu, hoy no existen mujeres que tengan ese aguante y poder de superación que tu demostraste en todo estos años, ya no existen, contigo se extingue una forma de vida, siempre era tuya la ultima palabra de aliento, siempre era la tuya la ultima mediación en alguna disputa entre compañeros, siempre fuiste el confesionario de las penas de esos hombres dentro de esta pobre infantería y que nadie se confunda, en tu casa la ultima palabra era la tuya, cómo dice el pueblo de a pie “yo mando en mi casa, con permiso de mi mujer”.
Ya no se cocinaran mas tortillas, ni esas paellas los fines de semana y festivos en el patio de tu casa, ni se arreglaran esos uniformes para que todos fuéramos guapos como tu decías, ahora cocinaras o al menos eso espero (si es que existe otra vida) donde te haya tocado llegar, qué espero que sea arriba, por que el infierno esta aquí abajo, cuídanos desde donde estés y haz un hueco para tu marido y para estos viejos infantes, púes seguramente volveremos a vernos y a jugar esos parchis interminables, buen viaje “yaya” y descansa en paz vieja amiga.
Pasoslargos.
Cierra España.