Carta Magna, su emblema.

Palabras de José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S

"La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía a acudir a cierto congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreaux es totalmente falsa. El jefe de Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación, por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas".

lunes, 8 de marzo de 2010

Patente de corso.

Cuatro minutos
Me llegan, por amigo interpuesto, los comentarios de uno de los infantes de marina que estaban en el Índico durante el secuestro del Alakrana -del que, por cierto, nadie explicó de modo satisfactorio qué bandera llevaba izada, o no, cuando le dijeron buenos días-. El citado mílite es uno de los que intervinieron en la persecución de los piratas somalíes cuando éstos, después de trincar la pasta, salieron a toda leche para refugiarse en la costa. Viniendo de donde vienen, no es raro que los comentarios revelen insatisfacción por las órdenes recibidas y por el grotesco desenlace. Desde su comprensible anonimato, el infante de marina se desahoga, contando que los malevos estuvieron a tiro, pero las órdenes eran no disparar bajo ningún concepto, pues nadie estaba dispuesto a admitir muertos ni heridos en aquel sainete.

Todo es conocido de sobra, y no merece volver sobre ello. Pero hay una frase que tengo por significativa, porque explica no sólo lo delAlakrana, sino muchas otras cosas: «Tuvimos de tres a cuatro minutos para detenerlos. Pedimos órdenes y hubo silencio». Con esas interesantes palabras en el aire, les invito a un bonito e instructivo ejercicio. Cierren los ojos e imaginen. Lo han visto veinte veces en el cine o la tele: las lanchas de los piratas zumbando hacia la playa, los infantes de marina teniéndolos en el punto de mira y con la posibilidad de bloquearles el paso, y el jefe del operativo pidiendo por radio instrucciones a sus superiores. «Permiso para intervenir», o algo así. Dice. Y ahora trasládense a Madrid, al gabinete de crisis o como se llame lo que montaron allí. También, en este caso, las películas nos facilitan el asunto: un mapa del Índico en una pantalla en la pared, pantallas de ordenador, la ministra de Defensa con las gafas puestas, el JEMAD ese de la barba que siempre va de azul, el resto de la plana mayor y toda la parafernalia. Con el pesquero liberado previo pago de su importe, todos más pendientes ya del telediario que de otra cosa. Y la voz que viene del Índico sonando en el altavoz: «Tenemos tres o cuatro minutos y solicitamos órdenes. Repito: solicitamos órdenes». El reloj en la pared haciendo tictac, o lo que hagan los relojes de los gabinetes de crisis, y la ministra, y el de la barba, y el resto de artistas, mirándose unos a otros, callados como putas. Y más tictac. Nadie dice «bloquéenlos», ni nadie dice «déjenlos escapar». Sería mojarse demasiado en uno u otro sentido, y las palabras las carga el diablo. Tanto el «sí» como el «no» pueden causar problemas en las tertulias radiofónicas y los titulares de los periódicos, según vayan éstos a favor o en contra del Gobierno. Así que punto en boca. Silencio administrativo, cuatro minutos, uno detrás de otro, mientras allá abajo, en el mar, los infantes de marina, el dedo en el gatillo y locos por la música, que para eso están, blasfeman en arameo, por lo bajini, mientras ven cómo se escapan los flacos con la pasta. Y al cabo, la desolada frase final: «Han llegado a la playa». Suspiro de alivio en el gabinete de crisis. Fin de la historia.

Les cuento la escena -imaginaria, aunque no tanto- por si ustedes llegan a la misma conclusión que yo. Esos cuatro minutos de silencio no son los del Alakrana. Son todo un síntoma, una marca de fábrica. Una manera de entender la vida en este pintoresco lugar llamado España porque de alguna manera hay que llamarlo. Esos cuatro minutos de silencio se dan a cada instante, en cualquiera de las diarias manifestaciones de nuestra estupidez, nuestra mala baba y nuestra impotencia. Calla siempre, los cuatro minutos precisos, el político de turno, y el policía, y el juez, y el periodista, y el vecino del quinto. Callamos todos ante lo que vemos y oímos, pendientes del tictac del reloj, esperando que el tiempo aplace, resuelva, permita olvidar el problema. Una cosa es la teoría, las declaraciones oficiales, la España virtual. Qué ligeros de lengua somos legislando para un mundo perfecto, con nuestra inquebrantable fe en el hombre -y en la mujer, que diría Bibiana-. Y qué callados nos quedamos, como la otra ministra y el de la barba, cuando la realidad se impone sobre nuestra imbecilidad endémica. Cuando el maltratador defendido por la maltratada, el corrupto reelegido para alcalde, el violador reincidente, el terrorista que apenas paga su crimen, el hijo de puta menor de edad, la tía marrana que aprovecha la ley para vengarse del marido inocente, el pirata somalí que rompe el tópico del buen negrito, nos meten el Kalashnikov por el ojete. Entonces nos quedamos callados, no sea que la vida real nos reviente la teoría obligándonos a señalar al rey desnudo. Y así, de cuatro en cuatro, pasan los minutos de nuestra cobardía.

Arturo Perez Reverte.

Cierra España.

Seguidores

Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, Junio de 1932

Estas autoridades de la República han de tener la obligación de conocer el catalán. Y eso, no... Si en un tiempo hubo aquello, que indudablemente era algo más que grosero, de «hable usted en cristiano», ahora puede ser a la inversa: «¿No sabe usted catalán? Apréndalo, y si no, no intente gobernarnos aquí.»... La disciplina de partido termina siempre donde empieza la conciencia de las propias convicciones.

Luis Araquistáin,socialista publica en abril de 1934

"En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta".

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

“La verdad es, lo he publicado antes de ahora, que el país no recibió mal a la dictadura, ni la dictadura hizo daño material al país. Es decir, no gobernó peor que sus antecesores. Les llevó la ventaja de que impuso orden, corto la anarquía reinante, suprimió los atentados personales, metió el resuello en el cuerpo de los organizadores de huelgas y así se estuvo seis años. Nunca la simpatía personal ha colaborado tan eficazmente en formar de un gobernante como el caso de Primo de Rivera, [...]”

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

Frente Popular (Febrero 1936 - Marzo 1939)



Calvo Sotelo, sesion del 16 de junio de 1936.

"España vive sobrecogida con esa espantosa úlcera que el señor Gil Robles describía en palabras elocuentes, con estadísticas tan compendiosas como expresivas; España, en esa atmósfera letal, revolcándose todos en las angustias de la incertidumbre, se siente caminar a la deriva, bajo las manos, o en las manos —como queráis decirlo— de unos ministros que son reos de su propia culpa, esclavos, más exactamente dicho, de su propia culpa...
Vosotros, vuestros partidos o vuestras propagandas insensatas, han provocado el 60 por 100 del problema de desorden público, y de ahí que carezcáis de autoridad. Ese problema está ahí en pie, como el 19 de febrero, es decir, agravado a través de los cuatro meses transcurridos, por las múltiples claudicaciones, fracasos y perversión del sentido de autoridad desde entonces producidos en España entera.
España no es esto. Ni esto es España. Aquí hay diputados republicanos elegidos con votos marxistas; diputados marxistas partidarios de la dictadura del proletariado, y apóstoles del comunismo libertario; y ahí y allí hay diputados con votos de gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a las profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero al dar sus votos al camino de perdición por donde os lleva a todos el Frente Popular".

La memoria analfabeta es muy peligrosa

Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.

Arturo Pérez-Reverte