Carta Magna, su emblema.

Palabras de José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S

"La noticia de que José Antonio Primo de Rivera, jefe de Falange Española de las J.O.N.S., se disponía a acudir a cierto congreso internacional fascista que está celebrándose en Montreaux es totalmente falsa. El jefe de Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación, por entender que el genuino carácter nacional del Movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional. Por otra parte Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas".

sábado, 28 de noviembre de 2009

SUCESOS EN 1933.6ª parte

«La Tierra», diario de la CNT, ataca a la Repúbica por sus «deslealtades con la revolución»

La Tierra (CNT), 14 de abril de 1933

Evocación de una efemérides gloriosa.

Cumple hoy el régimen republicano dos años de vida.

El recuerdo de su instauración inunda el espíritu de gratas e impresionantes emociones, sobre todo en quienes, como La Tierra, pusieron su esfuerzo y su fervor en la conquista de la República.

Habíanse celebrado con ejemplar civismo las elecciones municipales el 12 de abril. En todas las capitales de importancia los escrutinios asignaban gran mayoría a las fuerzas enemigas de la dinastía borbónica, cuyo derrumbe era fatal e irremediable. El entusiasmo republicano aumentaba por momentos y suplía con creces el lamentable efecto de las indecisiones y cobardías de los que luego, a la hora del triunfo, habían de encaramarse sobre el pueblo para adueñarse del Poder.

España en pie se aprestaba a convertir en eficaz y definitiva realidad el gran avance que el resultado de los elecciones municipales había significado.

Transcurrió el día siguiente en medio de un ambiente de honda fe revolucionaria. Aquella tarde, como ayer recordábamos, La Tierra pedía con virilidad y energía el cambio de poderes a favor del Gobierno provisional. Y a partir de entonces el pueblo, congregado en las calles céntricas de Madrid, se pronunciaba espléndidamente por la República.

La noche del día 13 la fuerza monárquica había ensangrentado el paseo de Recoletos. Era la última sangre que los Borbones hacían derramar, eligiendo víctimas propiciatorias en un grupo de jóvenes republicanos que, con afanes incontenibles, se preguntaban dónde estaban y qué hacían los hombres que a la tarde siguiente se constituían en Gobierno provisional.

Llegó el día 14. Un día espléndido. De sol radiante y luminoso. Durante la mañana hubo en los barrios populares de Madrid múltiples y entusiastas manifestaciones. El ocaso de la secular monarquía se dibujaba, con todo el recio perfil precursor de su desplazamiento para siempre.

Y mientras el Gobierno que presidía el fallecido almirante Aznar intentaba en vano aplicar emplastos al cuerpo cadavérico monárquico, el pueblo, sin previa consigna, pero con delirante frenesí, se congregaba ante el Ministerio de la Gobernación, vitoreando clamorosamente a la República.

A las tres de la tarde, los funcionarios de Correos y Telégrafos izaron en el Palacio de Comunicaciones la primera bandera tricolor que ondeó en Madrid, y con decisión no exenta de riesgo circularon a toda España la noticia de que el régimen republicano se hallaba triunfante.

Horas después, un grupo de republicanos, sin reparar en las entonces todavía posibles consecuencias, irrumpía en Gobernación, y mientras ciertos personajillos, que luego se autodeclararon "héroes", titubeaban y buscaban al conde de Romanones para efectuar una jurídica transmisión de poderes, izaban también la bandera republicana -federal por más señas- en el balcón central del Ministerio y entre ovaciones ensordecedoras.

¡Magnífico e inolvidable espectáculo aquel del 14 de abril en Madrid! ¡Espléndida expresión de la voluntad de un pueblo que depositaba toda su fe en la República!

Fue ya mucho después, cuando la República estaba proclamada y el pueblo había impuesto su decisión, cuando los políticos que a sí mismos se habían nombrado ministros se decidieron a salir de sus escondites.

Entonces ya no había riesgos. Entonces ya su labor era fácil. Jamás se habrá dado en la historia de las revoluciones un caso más manifiesto de falta de colaboración al triunfo por parte de los que afanosamente se repartieron luego el botín que no habían conquistado.

Quienes vivimos íntimamente el episodio de la proclamación de la República sabemos bien del grado de temor y de cobardía que revelaron los que hoy, en declaraciones tan falsas como pintorescas, se atribuyen una gloria que correspondió única y exclusivamente al pueblo.

De entonces a ahora.

Dos años. ¡Y en dos años, qué descenso se ha operado en el espíritu público! Mantiene el pueblo español la fe en la República. Tiene adquirido el pleno convencimiento de que "lo otro", aquello "otro", oprobioso e indigno, no volverá a España. No puede volver. Se fue demasiado saturado de podredumbre como para que puedan tomarse ni medianamente en serio los delirios histéricos de las totalmente mermadas huestes monarquizantes.

Y, sin embargo, forzoso es reconocer que en el ánimo del pueblo no palpitan ya aquellos fervores y aquellos entusiasmos que hoy hace dos años se exteriorizaban con intensidad sin precedentes.

¿Por qué?

Sencillamente, porque República es un concepto abstracto que adquiere su concreción en el Gobierno. Y el Gobierno de la República, con sus errores, con sus torpezas y con sus deslealtades para con la revolución, ha hecho posible ese entibiamiento de afectos, ese desmayo que se percibe en la opinión, que no se siente satisfecha, ni interpretada, ni atendida, por quienes han hecho del régimen un coto cerrado para sus apetencias y ambiciones.

Porque República es revolución. Este sentido dio al régimen el pueblo hoy hace dos años. La República por sí es un término ambiguo. Define, a lo más, un régimen. Denomina un sistema político. Pero, evidentemente, la República, para que sea amada por el pueblo, precisa de un contenido de justicia social, de autoridad, de rectitud y de abnegación que hasta ahora no se ha manifestado por los que la vienen rigiendo desde que fue instaurada.

Dijo D. José Ortega y Gasset, hace muchos meses, que la República estaba triste. Y triste continúa.

De que lo esté hay un directo y único responsable: el Gobierno.

Es necesario, pues, en estos momentos de tantas y tantas evocaciones inolvidables y gloriosamente cívicas, exaltar la fe republicana. Alentar en el pueblo sus afanes revolucionarios. Reavivar aquel entusiasmo que ha decaído por culpa de crímenes como los de Arnedo, Sevilla y Casas Viejas, y de persecuciones ensañadas que tienen en las cárceles cientos y cientos de proletarios y campesinos.

La República ha de reconquistar sus prestigios mediante una política honesta, justiciera, cordial, honrada y generosa.

En otro caso, subsistirá, pero sin contar con el calor de la opinión, que ojalá no hubiese decrecido nunca.

República es revolución.

Quien así no lo entienda debe resignarse a un ostracismo voluntario o impuesto, sin perjuicio de que sea en su día implacablemente responsabilizado por sus actos.

Y en ese caso se hallan los actuales e impopulares políticos que rigen el régimen.

Cierra España.

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Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, Junio de 1932

Estas autoridades de la República han de tener la obligación de conocer el catalán. Y eso, no... Si en un tiempo hubo aquello, que indudablemente era algo más que grosero, de «hable usted en cristiano», ahora puede ser a la inversa: «¿No sabe usted catalán? Apréndalo, y si no, no intente gobernarnos aquí.»... La disciplina de partido termina siempre donde empieza la conciencia de las propias convicciones.

Luis Araquistáin,socialista publica en abril de 1934

"En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta".

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

“La verdad es, lo he publicado antes de ahora, que el país no recibió mal a la dictadura, ni la dictadura hizo daño material al país. Es decir, no gobernó peor que sus antecesores. Les llevó la ventaja de que impuso orden, corto la anarquía reinante, suprimió los atentados personales, metió el resuello en el cuerpo de los organizadores de huelgas y así se estuvo seis años. Nunca la simpatía personal ha colaborado tan eficazmente en formar de un gobernante como el caso de Primo de Rivera, [...]”

Alejandro Lerroux, Mis memorias.

Frente Popular (Febrero 1936 - Marzo 1939)



Calvo Sotelo, sesion del 16 de junio de 1936.

"España vive sobrecogida con esa espantosa úlcera que el señor Gil Robles describía en palabras elocuentes, con estadísticas tan compendiosas como expresivas; España, en esa atmósfera letal, revolcándose todos en las angustias de la incertidumbre, se siente caminar a la deriva, bajo las manos, o en las manos —como queráis decirlo— de unos ministros que son reos de su propia culpa, esclavos, más exactamente dicho, de su propia culpa...
Vosotros, vuestros partidos o vuestras propagandas insensatas, han provocado el 60 por 100 del problema de desorden público, y de ahí que carezcáis de autoridad. Ese problema está ahí en pie, como el 19 de febrero, es decir, agravado a través de los cuatro meses transcurridos, por las múltiples claudicaciones, fracasos y perversión del sentido de autoridad desde entonces producidos en España entera.
España no es esto. Ni esto es España. Aquí hay diputados republicanos elegidos con votos marxistas; diputados marxistas partidarios de la dictadura del proletariado, y apóstoles del comunismo libertario; y ahí y allí hay diputados con votos de gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a las profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero al dar sus votos al camino de perdición por donde os lleva a todos el Frente Popular".

La memoria analfabeta es muy peligrosa

Pérez-Reverte se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus argumentos.

- Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.

Arturo Pérez-Reverte