España, 1937. Acotaciones a un diálogo ítaloespañol
Manuel ESPADAS BURGOS
De la misma manera que agradecí la deferencia que para mí fue la invitación a participar con mi palabra en el homenaje que la Facultad de Geografía e Historia tributó el pasado mes de mayo de 2006 a dos amigos tan apreciados como Guadalupe Gómez-Ferrer y Antonio Fernández, tengo de nuevo que hacerlo a la invitación que ahora recibo de sumar unas páginas al volumen que con el mismo motivo de su jubilación–administrativa que no, por fortuna, intelectual ni docente– le ofrecen amigos y compañeros de la Facultad.
Tanto por la especialidad de ambos como por el propio campo de atención y de ejercicio de la mía, he elegido un apunte para un tema que precisamente a causa del setenta aniversario de aquel momento histórico, el más dramático de nuestra reciente historia, que fue la guerra civil, está hoy de nuevo en la atención del debate histórico y en los propósitos de una renovada investigación. Una de mis áreas de atención, acentuada por una larga estancia en Roma, ha sido la Italia contemporánea y especialmente las relaciones hispano italianas. Por lo que se refiere a los años treinta y, en concreto, a la guerra civil esta atención se materializó en un interesante –y creo que historiográficamente rentable– proyecto como fue la colección de Cuadernos bibliográficos de la guerra de España que dirigiera el profesor Vicente Palacio Atard y publicara el departamento de Historia Contemporánea. En ella también participó uno de los destinatarios de este volumen de homenaje, Antonio Fernández. Entre otros objetivos, me interesé allí especialmente por la intervención de Italia en la guerra civil y por el amplio testimonio de tantos italianos en nuestro suelo, caso por ejemplo de Maurizio Bassi, Guido Mattioli, Giovanni Pesce, Sandro Volta, Filippo Anfuso, Sandro Piazzoni o figuras de mayor protagonismo como Pietro Nenni o Roberto Cantalupo, primer embajador de Italia ante el gobierno de Franco. En años posteriores, en Roma, los fondos del archivo del Ministero degli Affari Esteri así como del Archivio Centrale dello Stato me han proporcionado documentación sobre la que elaborar algunas aportaciones. Me centraré en un documento, procedente de este último fondo y correspondiente a la documentación allí 1 Sobre prensa y propaganda, en las dos zonas en conflicto pero especialmente en la franquista, ha publicado numerosas aportaciones Alejandro PIZARROSO QUINTERO. Entre ellas: “La propaganda radiofónica italiana en la guerra civil española”, en Haciendo Historia. Homenaje al profesor Carlos Seco, Madrid, Universidad Complutense, 1989, pp. 563-572; “Intervención extranjera y propaganda exterior de las dos Españas”, Historia y Comunicación Social, 6 (2001), pp. 63-96.72 Cuadernos de Historia Contemporánea 2007, vol. Extraordinario, 71-80 Manuel Espadas Burgos España, 1937. Acotaciones a un diálogo ítaloespañol conservada del Ministero di Cultura Popolare. Se trata de un coloquio en Salamanca, en la sede del Ufficio Stampa e Propaganda que, formando parte de la Missione Militare Italiana in Spagna y dependiente de la representación diplomática que presidía Roberto Cantalupo, se creó en dicha ciudad en diciembre de 19361. En el coloquio participan el director de dicho centro de la propaganda italiana en España, Guglielmo Danzi2, un periodista, amigo de Galeazzo Ciano, el ministro de Exteriores y yerno de Mussolini, y el coronel Tito Menéndez Rubio3, miembro del Directorio General y Jefe de Propaganda de Falange Española, hombre muy cercano a Manuel Hedilla, por entonces jefe de la Falange en “ausencia” de José Antonio. Danzi desempeñó la dirección de este centro desde mediados de diciembre de 1936 al 15 de julio de 1937, en que le sucedería el responsable de la sección de radio, Lamberti Sorrentino, que trasladaría tal oficina a San Sebastián, para desde allí volver a Salamanca en enero de 1938, ahora dirigida por el cónsul Carlo Bossi. Hay que recordar para la exacta ubicación de este coloquio el clima que habían creado en el seno de la Falange la prisión de José Antonio y su posterior fusilamiento, la confirmación de Manuel Hedilla como Jefe de Falange (2 Septiembre 1936) o decisiones del gobierno de Franco como el decreto de 20 de diciembre de 1936 que militarizaba a las diversas “milicias” combatientes, poniéndolas en la jurisdicción del código de justicia militar y bajo el mando directo de militares profesionales. Cuando se reorganiza el departamento de Prensa, el delegado nacional de Propaganda va a ser el citado Tito Menéndez Rubio.
1. Vayamos al documento, para fijarnos en sus puntos más interesantes:
Me complace informar a ese Ministerio de que en la tarde de ayer, 28 de febrero, he recibido la visita del señor Menéndez Rubio, miembro de la Jefatura Nacional y Jefe de Propaganda de la Falange Española, que me visita en nombre de Manuel Hedilla para manifestarme el deseo de los Jefes de la Falange de establecer contactos con el Partido Nacional Fascista. El señor Menéndez Rubio ha añadido, explicándome las razones de su visita, que los dirigentes de la Falange no son precisamente convencidos fascistas en el sentido originario –es decir, italiano– de la palabra, y de los devotos admiradores de Mussolini, pero están convencidos de que el futuro prestigio y la futura potencia de la Nación española procederán de una política totalitariamente italófila. Esta certeza impele hoy a los hombres representativos del Falangismo a encaminar sus pasos para hacer conocer a los italianos cuáles son el verdadero rostro y la verdadera alma de la Falange Española. Tito Menéndez Rubio me ha anunciado la próxima visita de Manuel Hedilla, jefe provisional de la Falange, el cual desea manifestarme su deseo de “hacer saber a Roma que pese a que los alemanes habían ayudado al movimiento falangista e intentado estrechar fuertes vínculos entre nazismo y falangismo, mientras que los italianos hasta hoy mismo se han desinteresado absolutamente de la Falange, ellos han intentado siempre con respecto a los jefes nazis mantener una actitud de cortés prudencia porque piensa que si la Falange precisa de una paternidad espiritual.
2 Guglielmo DANZI fue autor del libro Europa senza europei?, con prólogo de Benito Mussolini (Roma, Edizioni Roma, S.A.).
3 En otras ocasiones aparece como Meléndez. Así en Joan THOMÀS: Lo que fue la Falange, Barcelona, Plaza&Janés, 1999, pp. 119 y 133. Cuadernos de Historia Contemporánea 73 2007, vol. Extraordinario, 71-80 Manuel Espadas Burgos España, 1937. Acotaciones a un diálogo ítaloespañol soliniana”. “Nosotros pensamos –me ha dicho el señor Menéndez– que la diferencia entre Hitler y Mussolini estriba en esto: Mussolini ha hecho Italia, mientras Alemania ha hecho a Hitler.
Fue este precisamente uno de los temas más controvertidos en el seno de las relaciones ítaloespañolas durante la guerra y, especialmente, en sus primeros meses. Una cosa era la ayuda, no sólo la material que todavía muchos años después se consideraba excesiva para los recursos de Italia4, sino la especialmente significativa en hombres, donde la participación italiana superó a la de cualquier otro país, si bien al principio fuera reticente y condicionada a lo que hicieran otros gobiernos5. Las “confidencias” de Roberto Cantalupo dejan muy clara la resistencia inicial de Mussolini a prestar la ayuda solicitada por Franco6. Cosa distinta era el modelo político o la sintonía ideológica con los protagonistas del levantamiento militar a la hora de diseñar un nuevo Estado7, pues como afirma un especialista en el tema como Gianluca André, en Roma no existió ningún programa concreto de fascistización de España. Ideas de este género fueron ciertamente acariciadas en los ambientes más ortodoxos del Partido, especialmente en la medida en que aumentaba la participación italiana en la guerra civil, pero –y esto es lo que cuenta– aquellas ideas no fueron seriamente recibidas por quien tomaba las decisiones, Mussolini, y todavía menos por quien era el encargado de aplicarlas, es decir, Ciano8.La actitud de Italia contrastaba con “la voluntad decidida de Falange de llegar al poder” que había hecho manifiesta el propio Hedilla9. Las reservas por parte de Franco eran más que expresas.
4 Vittorio VIDALI, el famoso “Comandante Carlos” del Quinto Regimiento, todavía en 1975 recordaba que “Mussolini destinó a los franquistas material bélico con tan ventajosa prodigalidad que cuando decidió entrar en aquella feroz guerra que llevó a Italia al abismo, el ejército italiano se encontró gravemente carente de medios, de municiones y de material de apoyo” (Prólogo a Berardo TADDEI: Veronesi nella Spagna repubblicana, Verona, 1975, p. 5).
5 Decisión que ha quedado bien analizada en obras como las de Ismael SAZ: Mussolini contra la II República, en especial la tenida como “marcha atrás” del gobierno francés tras su primera decisión de ayudar al gobierno de Madrid (p. 201). Si bien en material de guerra los efectivos alemanes fueron superiores, los más de ocho mil miembros de las milicias encuadrados en las camisas negras y los dos mil miembros del ejército regular, al mando de 257 jefes y oficiales en los primeros, y de 96 militares profesionales para los segundos, eran claro exponente en 1937 de esa importante presencia italiana en el conflicto.
6 Roberto CANTALUPO: Fu la Spagna. Ambasciata presso Franco (febbraio – aprile 1937), Milano, Mondadori, 1948.
7 Redactando estas líneas, al consultar el estudio de Javier TUSELL: Franco en la guerra civil española.Una biografía política (Barcelona, Tusquets, 1992), veo que ha tenido conocimiento de este documento en la versión que se encuentra en los fondos del Archivio del Minstero degli Affari Esteri, dentro de la sección Ufficio Spagna y que parece diferir en algún punto concreto, teniendo en cuenta que sólo cita algunas frases de la larga entrevista, de la transcripción, naturalmente en italiano, que utilizo para estas líneas procedente del fondo del Ministero de Cultura Populare, en el Archivio Centrale dello Stato, como por ejemplo la fecha de la reunión (1 de marzo) y el nombre del interlocutor español que unas veces aparece como Menéndez y otra como Meléndez.
8 Gianluca ANDRÉ: “L’intervento in Spagna e la politica estera fascista”, en Manuel ESPADAS BURGOS (coord.), Italia y la guerra civil española, Madrid, Centro de Estudios Históricos. CSIC, 1986, p. 25.
9 Javier TUSELL: Franco en la guerra civil, p. 102. 74 Cuadernos de Historia Contemporánea 2007, vol. Extraordinario, 71-80 Manuel Espadas Burgos España, 1937. Acotaciones a un diálogo ítaloespañol De la conciencia que se tenía del lado falangista respecto de ese aparente o real desinterés de Italia son muy claras las siguientes palabras de Menéndez:
Vengo a expresarle mi admiración y la de Hedilla por cuanto ustedes, italianos, están haciendo en pro de nuestra Patria. Admiración y reconocimiento de los españoles. Como falangistas, por otra parte, nos ha apenado constatar que Italia hasta ahora ha demostrado ignorar el valor de nuestro movimiento.
Danzi: Puedo asegurarle, señor Menéndez, que cuanto usted opina está totalmente lejano de la realidad. Basta hojear los diarios y las revistas italianas para convencerse. El falangismo ha suscitado desde hace tiempo no sólo la simpatía de nuestra juventud sino también el atento interés de los estudiosos y de los intelectuales. Los “puntos” de la Falange han sido traducidos y comentados por un joven escritor toscano y el libro editado –me parece– por Valdecchi, de Florencia, ha tenido amplísima difusión. En los cines italianos se han proyectado largos documentales sobre las organizaciones falangistas10.
El nombre de José Antonio Primo de Rivera es muy conocido entre nosotros. Pero la intervención italiana en España tiene grandiosos planteamientos ideales que superan hombres y circunstancias. Es la intervención de una civilización en defensa de otra civilización amenazada. Digamos sencillamente en defensa de una civilización hermana. El hecho en sí de que estemos aquí, consagrando con la sangre vertida nuestra presencia, atestigua que nosotros os reconocemos a vosotros, españoles, todos los medios necesarios para reconstruir mañana vuestra Patria liberada del bolchevismo. Pero el honor y el peso de la reconstrucción deberán descansar totalmente sobre vuestras espaldas. Doy por supuesto que estáis muy sensibilizados de ello. En la extrema reserva de Italia respecto a la política interna de la España Nacional debéis apreciar una prueba no sólo de nuestro leal desinterés, sino incluso de nuestra confianza en vosotros.
Menéndez: Para mí es una verdadera alegría oiros decir tales cosas. Pero creo percibir que hasta el momento ha faltado entre nosotros y el Fascismo cualquier contacto directo bien sea de carácter informativo, cultural o espiritual, por mucho que nosotros hubiésemos deseado tenerlo; y la prueba de cuanto afirmo está en el hecho mismo de queyo haya venido a informarle de que Hedilla se sentirá muy satisfecho de conocerle y de hablar con usted.
Danzi: Será un honor para mí encontrarme con el señor Hedilla
Menéndez: ¿Cómo cree usted que podría tener lugar ese encuentro?
Danzi: El señor Hedilla no tendrá más que comunicarme la hora en que mejor le convenga pasar por aquí y yo estaré dispuesto a atenderle
Menéndez: ¿No sería mejor buscar para este encuentro un “terreno neutro”? Se podría, por ejemplo, organizar una excursión al campo y encontrarse, como por casualidad, en cualquier pueblo vecino …
10 Ver Alejandro PIZARROSO: “La propaganda cinematográfica italiana y la guerra civil española”, en Fernando GARCÍA SANZ (coord.), Españoles e italianos en el mundo contemporáneo, Madrid, CSIC, 1990,pp. 263-278. También, Renato MORO: “L’immagine del franchismo nei cinegiornali e nei documentari dell’Italia fascista”, en Fascismo e Franchismo. Relazioni, immagini, rappresentazioni, a cura di Giuliana di Febo e Renato Moro, Rubbetino Editore, 2005, pp. 277-305.Cuadernos de Historia Contemporánea 75 2007, vol. Extraordinario, 71-80 Manuel Espadas Burgos España, 1937. Acotaciones a un diálogo ítaloespañol.
Danzi: ¿Y por qué, señor Menéndez? Creo que la mejor cosa para el señor Hedilla sería honrar con su visita nuestros despachos. Aquí vienen todos: funcionarios del gabinete del Jefe del Estado y militares, periodistas y políticos. Es un continuo ir y venir de personas. Yo he establecido, entre otras cosas, incluso un pequeño “centro de información sobre el Fascismo”. Nada más natural que el Jefe de la Falange venga a visitar nuestras instalaciones. ¿No le parece?
Menéndez: Lo considero muy justo. Pero como hace muy pocos días el señor Hedilla ha declinado una invitación de los alemanes para acercarse a visitar su “Oficina de Prensa y Propaganda …
Danzi: El señor Hedilla puede venir aquí cuando quiera y puede también cumplir con los alemanes cuando mejor le parezca
Menéndez: ¡Ya! En suma, a usted no le agradaría ver a Hedilla fuera de aquí
Danzi: No es cuestión de gusto, sino de oportunidad. No está entre mis funciones la de asumir la iniciativa que usted me propone …
Menéndez: Queda entonces acordado que el señor Hedilla vendrá a verle. Le comunicaremos por teléfono el día y la hora. ¿Usted no conoce a Hedilla, verdad? Le diré en dos palabras quién es. Se trata de un trabajador auténtico, de un autodidacta. Estuvo entre los primeros en adherirse al movimiento. Era el jefe de la Falange en Santander. Honrado, limpio, valeroso, lo hemos elegido como símbolo de rectitud moral en espera de que, aniquilado el bolchevismo, José Antonio Primo de Rivera recupere su puesto. Entonces Hedilla volverá a ser un simple militante.
Cierra España.
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