martes, 6 de octubre de 2009

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 20ª parte.


¿ESTA FUERA DE LA LEY EL ANTIMARXISMO?


LA GENTUZA SE MOVILIZA

CONOCIDA es nuestra aversión al socialismo. Con las frases más duras empleadas siempre, - eso sí, como comentario concreto a hechos conocidos, que no como insultos - estamos habitualmente combatiendo la obra antinacional del marxismo. Sin embargo, hemos de hacer constar en este caso, que ni a los mismos socialistas les creemos capaces de producir un espectáculo como el que las fuerzas secretas, atacadas, sin duda, en su triste hegemonía, han decretado para Palencia, con motivo del mitin revisionista.

Imponer una huelga ridícula al comercio, so pena de romper lunas; anunciar pomposamente un paro ferroviario, y poner en la calle la chusma criminal, es -todavía- algo explicable en la táctica marxista para lograr una mejora económica. Pero que todo eso se haga por la molestia de que hablen unos señores en favor de sus opiniones políticas, es algo que rebasa los modos del salvajismo marxista, aun del español.

A nadie podemos atribuir esa puerca movilización de unos centenares de gente malsana, sino al gobernador de Palencia, o lo que es lo mismo, a su hombruco de confianza, Cardo, el presunto "delegado del Trabajo" que, por supuesto, no trabaja, y es el especialista de aquel ponciato, en trastornar el trabajo de los demás... Desdichado espectáculo el de la noble ciudad de Palencia, sometida cobardemente - digámoslo claro- a la trama canallesca de unos cuantos personajes rabiosos, validos del gobernador, que han echado a la calle algunas mujeres dudosas y unos grupos de idiotas voceadores ¡armados de piedras! Hace ya quince o veinte años que se ha dejado de ver en las aldeas más atrasadas el espectáculo de recibir forasteros a pedradas: hoy se ve, por obra de los republicanos masones, en ciudades tan hidalgas como Palencia.


Mucho tenemos que hacer los patriotas para barrer a la gentuza que deshonra nuestras ciudades, y a las fuerzas secretas, empeñadas en retornar la figura histórica de España a la de una mancha geográfica de tribus africanas. Muy valientes los camaradas de Va11adolid, que han batido a la chusma cobarde, escondida tras de los postes y portales, produciendo algún respeto, que las autoridades, revéstidas para más ignominia de gran aparato de fuerzas, no han querido imponer.

...Nada gana la República con consentir el desarrollo de esos métodos clandestinos y sucios de represión: si aquélla triunfa con éstos, será, como es lógico, una República sucia, influída en todas las esferas por la gentuza. España perdería en dignidad y cultura lo que pierdan en sus libertades los ciudadanos decentes agredidos; y si, por el contrario, para bien de España, la ciudadanía decente es la que vence a la gentuza, algo tendrá que temer la República que tanto cariño puso en situar violentamente fuera de ella a tantos buenos españoles.

No vale decir que es "el pueblo" o que son "los republicanos", heridos en esto y provocados por lo otro. Ni tampoco pretender que la, autoridad no es poderosa para prevenir esas explosiones de infrahumanidad política, cuando tan diligente se muestra en cometer atropellos contra ideales que le son antipáticos.

Ahí tenemos la famosa Ley de Defensa, prohibiendo las huelgas políticas. ¿Se ha acordado de ella el Gobierno en el caso de Palencia? ¿O es "constitucional" en España que ya todas las leyes sean embudos?


A nuestros lectores repetimos el requerimiento constante de nuestras campañas a emprender una firme actuación de defensa -u ofensiva- nacional para reconquistar la libertad y decoro perdidos en la calle en manos de la chusma protegida.

Hay que formar unidades heroicas de combate que tengan este solo objeto: asegurar la libre propaganda de las ideas antimarxistas y antimasónicas en todo el ámbito y rincones de la Península.

(Libertad, núm. 22, 9 de noviembre de 1931.)

Hay que acabar con el monopolio de la violencia, -el de la palabra y el de la acción- detentado por la chusma musulmana de los socialcomunistas.

Hay que restablecer la decencia hispana a toda costa.

Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 19ª parte.



LA MENTIRA COMO ARMA POLITICA


SI quisiéramos dar una definición del verdadero demócrata, adaptada a lo que la experiencia va acrisolando a medida que la democracia agoniza en el mundo, diríamos: "Demócrata es el que teme al pueblo".

La democracia, virtud más corrompida cuando más voceada, es, como principio ilusorio, "el amor" al pueblo para servirle con espíritu de igualdad.

Como realidad, en las repúblicas donde se concentran los posos ya putrefactos de la falsa democracia decimonónica, ésta no es más que un miedo interesado al pueblo: se le engaña científicamente con apariencia de amor, para vivir de él en la política.

Por lo mismo que el demócrata vive del pueblo sin amarle, su afán constante, su necesidad, es mantenerle perfectamente alejado del conocimiento directo de los asuntos públicos, sustraído a la verdad de la vida, que por sí misma enseña, aún a los más lerdos. Antes, el problema del miedo al pueblo se resolvía por la fuerza y el llamado oscurantismo o ignorancia de las masas. Ahora, cuando la misma gárrula doctrina democrática se ha obligado a desplazar los regímenes declarados de fuerza, a ésta la sustituye el fraude, la mentira.

El desenvolvimiento de los medios de difusión, la prensa, creada para asentar en el pueblo la dominación demo-liberal, agudiza a un tiempo la necesidad y la posibilidad de la mentira como instrumento político. Es el nuevo oscurantismo, el del fraude, que ha sucedido al de la fuerza. No son raros los casos en que mentira y absolutismo, fraude y fuerza, se combinan inmoralmente para vivir del pueblo.

* * *

No es fácil descubrir, por su enormidad, los daños que a una nación causa este inicuo recurso de la democracia, esgrimido con ritmo diario, sempiterno, por periodistas y políticos. Como se hace depender el régimen del Estado, la suerte toda de la Nación, de la " opinión pública", y ésta se crea y se conduce con la hipocresía como bandera, la falacia como verbo y la mentira como dato, resulta

que el pueblo, o la parte de él que haga su oficio en el tinglado de la farsa demo-liberal, empujará infaliblemente la cosa pública por el camino inverso al que al pueblo conviene.

Este es el secreto de la clásica ineptitud de los españoles para gobernarse bien; la razón específica de que en sus cambios políticos casi nunca acierten. Como la picardía, que es el arte de engañar con éxito, ha alcanzado entre nosotros en todo tiempo una perfección inigualada, la nación ha vivido

siempre fustigada y enferma por sus efectos. Cuando, con la erección de la democracia liberal a la categoría de única forma posible de gobierno, la picardía, la mentira como arma política, ha alcanzado sus prerrogativas mayúsculas, puede calcular la magnitud de las consecuencias todo el que sepa discurrir.

Por eso es visible que una parte considerable del país con entusiasmo, y su totalidad con una gama de tristes complicidades, ha metido a la nación en una situación tan extraña al pensamiento nacional, y tan extraviada de las rutas de lo conveniente, que todos sentimos, en escaso plazo, la desazón del desengaño.

Decimos todos, como Ortega y Gasset, poco sospechoso de parcial: "NO ES ESO; NO ES ESO."

Tal es el himno nacional de la democracia liberal: la voz del pueblo eternamente engañado, extraviado conscientemente por los vividores demócratas de las rutas de su conveniencia.

Las responsabilid3des de los autores del fraude popular, de los que, cada día se cuidan de engañar al pueblo porque le temen y viven de él, sólo una revolución de verdad, ejecutada bajo la enseña de la fidelidad nacional en favor del pueblo y en contra de la democracia corrompida, podía sancionarlas con rápido y durísimo proceder.

Caerían no sólo los señalados a diario como máximos responsables, que a menudo son víctimas en medio de su aparente triunfo -los jefes ineptos-, sino también, y principalmente, los impenitentes embaucadores anónimos, los reptiles del periodismo, calentados a todos los sones del vaivén político, adaptados con dúctil inconsecuencia a las múltiples contradicciones a que el azar opinionista, por ellos provocado, les obliga. Son los sujetos de las grandes pequeñas responsabilidades.

* * *
Concretamente, en el suceso de Burgos, aunque insignificante, muy acomodado para comprobar las reflexiones de este artículo, porque se ha hecho jugar en él la actitud del "pueblo", podemos ver con toda claridad el mecanismo de la mentira como arma política.

He aquí algunas de las que la prensa masónica -doctora de la falsa democracias-, o simplemente la prensa liberal, ha usado hábilmente para embaucar en la información del incidente:

Que las voces de quienes vendían LIBERTAD fuesen molestas para los partidarios del régimen.

Que "el público", o sea una callejera, indistinta representación de la ciudad burgalesa, se sintió provocado: La verdad es que una turba de fanatizados, preparados de antemano, promovieron el alboroto.

Que dicho público -la ciudad- arrebató los ejemplares y los quemó con cantos libertarios. No hubo tal secuestro de periódicos ni actuaba el público.

Que "un oficial de artillería" se pusiera al frente de los llamados "provocadores" contra los provocados, y empuñando una pistola. Falso en todas sus partes.

Que el periódico sea monárquico y... que los jesuitas tengan la participación que las turbas conducidas, con tan ridículo afán les atribuyen siempre.

La mentira ha lanzado, pues, su democrática proyección sobre el asunto, y "el pueblo" liberal se ha quedado tan indignado y tan civil como de costumbre.

(Libertad, núm. 20, 26 de octubre de 1931)

La nueva ley de Defensa de la República es temerosa por su imprecisión. Apenas se concreta en ella otra cosa que la prohibición de alabar el régimen monárquico.

Otras aclaraciones son precisas, si la libertad legítima. no ha de quedar en manos de la arbitrariedad; los ciudadanos debemos saber cuál es lícito y cuál es vedado en el orden de las opiniones políticas. Por ejemplo:

Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 18ª parte.



EL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA


HAY una violencia física, ejecutada en la calle, dirigida contra las personas, los edificios o los símbolos que se odian. Entre nosotros la violencia física sólo la ponen en práctica los tumultuarios secuaces de la lucha de clases y los enemigos fanáticos de la Religión católica, emborrachados con centenares de fábulas incultas. Hay también la violencia de la palabra y la de la pluma. El primer lugar en una y otra lo ocupan los ogros alquilados para ello por Moscú. La violencia del lenguaje, como la de la acción, cuando se esgrime en la política, va enderezada no tanto a la defensa propia ni al castigo vindicatorio contra el adversario, como a la agitación: al propósito de producir en el ánimo público un movimiento de ventaja, ya por la excitación favorable de las opiniones, por el escándalo o por la intimidación. Y como quiera que las masas llamadas populares por antonomasia, las menos cultas, son más propicias a operar con arreglo a los estímulos de la palabra violenta, los partidos llamados populares, que quiere decir -aunque no debiera ser así- demagógicos, son los que cultivan la violencia del discurso, del apóstrofe, con mayor éxito. Las fuerzas secretas conocen los resortes para influir tácticamente en la llamada opinión pública, y que, además, utilizan esos resortes prescindiendo de todo escrúpulo moral, yendo por caminos tortuosos o descubiertos, según les convenga, a conseguir el lucro revolucionario, son las maestras en el arte de la violencia demagógica. Por eso los periódicos masónicos, los judíos y los marxistas se caracterizan por su destreza y entusiasmo en el ejercicio de la violencia. A fuerza de grandes titulares, rumores abultados, gritos catastróficos y alardes, ya de glorificación, ya de bravura, deshacen planes de gobierno, sepultan en la ruina o el desdén prestigios o personas, derriban instituciones, congregan masas fanatizadas y ganan elecciones viciadas por la verdadera coacción de la palabra calumniosa, amenazadora, apocalíptica o simplemente estridente: por la violencia. Conocen bien el poder de este ariete de la opinión, y quisieran monopolizar su uso. Saben que ellas mismas sólo con idénticas armas pueden ser vencidas. Su lema es tratar despiadadamente y, si se puede, calumniosamente al adversario, sacando escandaloso partido de sus culpas o errores o inventándolos si no los hallan. Y como pueden ellas, esas fuerzas ocultas y los partidos que son su hechura, morir de la misma muerte, prohiben con avidez y sin escrúpulos el uso de parecidas armas, cohibiendo la violencia contraria, aun la circunscrita a normas lícitas. Esa es la dictadura de las izquierdas.

(Anónimo. Libertad, núm. 20, 26 de octubre de 1931.)

"El primer deber de todo Gobierno es durar", dice el dictador Mussolini.

Por eso nos parece bien la ley de Defensa de la República para que el Gobierno dure.

Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 17ª parte.




ESPAÑA, HOY


Triste es que España, autora de pueblos y sembradora de rutas originales de grandeza, Se encuentre dominada, "colonizada", a estas alturas del mundo, por la invasión anacrónica de esos supuestos dogmáticos precisamente en los momentos en que una crisis universal sacude a las naciones con el estertor de una agonía que dará a luz nuevas formas. Reconocemos que el ambiente público, sugestionado en la "postdictadura" por la esperanza redentora de la acción popular, es propicio provisionalmente al sufragio universal. No se hará esperar mucho el escarmiento. Si en la antigua etapa monárquica vio España fracasar algunas docenas de legislaturas antes de consentir, alborozada, en la supresión del Parlamento, la nueva etapa republicana con su vorágine demagógica gastará mucho más pronto la ilusión demoliberal y veremos al Parlamento, inepto para toda labor útil, caer estrepitosamente ante la temprana repugnancia, pública.

Prepárese la juventud para sustituirle con formas de autoridad viril y democracia también viril que destierre definitivamente, a un tiempo, la autocracia personalista y la corrupción populachera del sufragio individualista.

Nuestra fecunda historia, empalmada con las jóvenes experiencias de la economía corporativa. nos dará la solución de un régimen de sinceridad eficacia de imperio.

(Libertad, núm. 17, 5 de octubre de 1931.)

La coeducación o emparejamiento escolar es un crimen ministerial contra las mujeres decentes. Es un capítulo de la acción judía contra las naciones libres. Un delito contra la salud del pueblo, que deben penar con su cabeza los traidores responsables

¡ OBREROS !

La prensa marxista os engaña. Estáis haciendo un juego indigno a los enchufistas inmorales, que os desorientan a diario con mentiras libertarias.

El socialismo es una burocracia burguesa y antinacional, que a todos arruina, menos a los que ocupan los buenos cargos.

LA SOLUCIÓN

CUANDO en la confusión de una catástrofe de tierra o mar el pasaje, alocado por la tragedia, se pregunta qué solución cabe en medio de ella, no es inverosímil que el motor del vehículo, aunque averiado, continúe su ritmo impertinente, inút11, como una nota de sarcasmo puesta en medio de la angustia general.

Tal sucede hoy en el cuadro de las tristezas españolas. El motor del Estado, con su Parlamento impertinente, su ritmo ministerial rutinario y enfermizo y su coro: de prensa servil y aun de "malditos", reclutados entre el pueblo, se esfuerzan en mantener una sarcástica apariencia de normalidad. No nos engañemos: la catástrofe es real y a todos alcanza. El daño causado al pueblo por la hipócrita voracidad parlamentario-socialista es tan cuantioso que afecta a todos los componentes de la economía y a todos los prestigios de civilización. Y es tan rápido que, por vestir el negro color de la tradición, clama contra los culpables la pronta ejemplaridad de un castigo sangriento. Es necio que el espíritu generoso ciudadano conceda nueva confianza al sistema desbaratador de nuestro patrimonio de civilización y riqueza, como sería imbécil conceder plazo o tolerancia a los malhechores adueñados de la propia finca. Hay que preguntarse, como lo hace en realidad el país, volviendo la espalda con asco a los traidores, ¿cuál es la solución?.. De ninguna manera una reincidencia perenne en el parlamentarismo. No podemos confiar en el sufragio universal, como institución perpetua, porque es el origen de los males, que no se eliminarán mientras subsista el fracasado sistema liberal: el sufragio es la alegre viña del escándalo, donde el más despreocupado hace mejor negocio, cambiando votos por meras palabras. En este campo, abonado para todas las traiciones, prospera la hidra marxista, que sin el barullo de las elecciones muere por asfixia.

La desgracia, el enemigo nacional, es el marxismo. Y de éste no se libra el país sino por extirpación voluntariosa, desalojando del país, por traidores y disolventes, sus propagandas : la solución está, pues, en una dictadura antimarxista. No es extraño que a muchos sorprenda y decepcione esta palabra, tomándola, como hasta aquí se ha hecho, por un recurso desesperado, por una militarada en la que el remedio se encomienda, cobardemente, a la taumaturgia imposible de un general.

No es eso: nada de dictaduras autocráticas, personales, y mucho menos de clase, ni obrera ni burguesa. Hablamos de una dictadura popular, del pueblo. Un gobierno fuerte, ganado en la calle por la lucha franca, impuesto férreamente por el arte de los patriotas y por la adhesión del pueblo, y poseedor no de unas fórmulas mediocres de paz y buena voluntad, sino de un querer histórico y total para encaminar a la raza por nuevos rumbos de grandeza; poseedor también de una concepción económica radical que cancele el problema de las clases, reforzando desde el primer momento la producción, sin necesidad de una hecatombe previa, como necesita el marxismo.

Este movimiento no se trama en camarillas ni en cuartos de banderas: no se implanta por resorte, sin previa noticia ciudadana. Tampoco es necesariamente estéril como las dictaduras de ese tipo.

Se gana en la calle como decimos, arrojando, cueste lo que cueste, la máscara de la cobardía que nos tiene ignominiosamente sujetos a la procaz dictadura marxista, marchando abiertamente a liberar al pueblo de la engañosa disciplina con que las fuerzas internacionales -antinacionales explotan su ingenua fe y entretienen su miseria creciente.

¡Queremos una dictadura nacional, de origen popular, que liquide el mito histórico del parlamentarismo y extirpe del suelo patrio la traición marxista!

(Anónimo. Libertad, núm. 18, 12 de octubre de 1931.)

En el día de hoy, 12 de octubre, Fiesta de la Raza, enviamos un saludo a los pueblos hispanos de América.

Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 16ª parte.



LA MISIÓN DEL SOCIALISMO


El socialismo significa, fatalmente, la ascensión a la cumbre de una nación de lo más ilustre de sus mediocridades, y la elevación de unas simples hipótesis tan pueriles como malignas a la categoría de normas de gobierno.

El liberalismo afiigió a Europa en lo económico hasta provocar el marxismo, por la creación de una inmensa legión de desamparados, y en lo político, creando una guerra interior perpetua, por la elevación amañada de una mayoría electoral al despotismo del Estado. El socialismo conserva este abuso permanente de poder de las mayorías y sustituye la despiadada postergación del trabajo por la despiadada persecución al capital.

Es la cumbre de la civilización materialista, vinculada al interesado afán sufragista de amaestrar a las masas con la predicación de derechos, con la bulla de las libertades y reivindicaciones. Nacido del liberalismo y conservando todas las enormidades del farisaico credo demo-liberal, significa un paso más en la insensata y alegre emancipación del concepto humano de los deberes familiares y políticos: por eso su ocaso es tan próximo a su aurora y mediodía, que bastará un cuarto de generación, diez años de vida, para ser testigos de su fugacidad.

No esperamos que el escarmiento sea tan rápido como el fracaso: todas las naciones acogidas al credo racionalista, a la divinización de la vida industrial, están condenadas necesariamente a pasar por el doloroso invierno de la experiencia marxista si han de purgar el curso de sus ya seculares aberraciones, cuya última etapa desemboca en la sima comunista.

LA POSICIÓN DE ESPAÑA

Sólo España, entre los pueblos occidentales con cultura propia, aparecía, en el fondo de la totalidad de su pueblo, al margen del desenfreno progresista, que, incorporado hace siglo y medio a las costumbres de gobierno, ha sido el secreto de ese divorcio permanente entre el régimen y la nación, entre los políticos y el interés de la Patria. La realización de la Revolución abrileña. tomada por tantos, de buena fe, como histórica realización para encontrar el propio camino, el gobierno genuinamente español, ha sido, tristemente, la mayor victoria hasta aquí conseguida de la perversión parlamentario-socialista sobre el pueblo engañado por la calumnia científicamente explotada y por la extremación de las promesas irrealizables. Por eso su triunfo ha sido rápido y casi total, pero su fracaso es fulminante, como se va viendo. Celebremos, por España, el trágico paso del socialismo por el Poder: conviene, aunque resulte doloroso, que así nos adelantemos al escarmiento mundial, para recoger en breve tiempo la lección y reanudar el curso de nuestra Historia, acudiendo a las reservas propias de nuestra cultura imperial, ni racionalista, ni atea, ni mucho menos socialista.

(Libertad, núm. 16, 28 de septiembre de 1931.)

Los profesionales del escándalo esperan con morbosa deleitación sadista la semana en que se va la discutir el problema religioso.

Mientras los jabalíes afilan sus colmillos y el tenor prepara su romanza, los obreros se mueren de hambre y la industria nacional se paraliza. No puede seguir ni un momento más esta farsa indignante.

POLITICOCRACIA

EL ESCLAVISMO DEMOCRÁTICO

COMO no tenemos fe en la superstición del sufragio universal, rechazamos la intervención de la mujer en los comicios. El "un hombre, un voto", extendido hoy a "una persona, un voto", como fórmula de salud pública, es el resumen de un turbión de hipotéticas falsedades y supuestos infantiles: es la raíz de la llamada democracia liberal, negación de la verdadera democracia. A los que sienten aptitud, ambición y probabilidad de conquistar posiciones políticas, seduciendo a la muchedumbre de ignorantes, les conviene reducir la vida política -y aun toda la vida- del ser humano a este supuesto antinatural: "el individuo es libre y es igual bajo el Estado". Unica libertad, la del individuo. Única soberanía, la del individuo, también, pero delegada en el Estado -o sea en los políticos- por medio del voto. El voto engendra la plena soberanía; frente al Poder, conquistado por la suma mayoría de votos sueltos, ya no hay más libertades que las que consienta el partido dominante. El absolutismo parlamentario, construido así con la mecánica falaz de las papeletas electorales, domina en toda la dilatada existencia social situada entre el votante -que desfloró su soberanía en la urna- y el Estado Todopoderoso.

La Familia, la Escuela, la Propiedad, el Trabajo. la Asociación libre, todas las libertades y formas de convivencia quedan de rodillas ante el Poder’, que dispone de cárceles y ametralladoras.

Esta es la traza exacta de la llamada "democracia liberal", que es, de hecho, una "políticocracia absolutista". Sus principios o, más exactamente, sus supuestos -emisión libre y consciente del voto, poder constituyente de la mayoría de los individuos-, después de ser un tejido burdo de arbitrariedades mentales, contienen una lógica tan brutal, que autorizan las intromisiones más despóticas de la clase dominadora en la vida y voluntad de los dominados: es el fatalismo esclavista, elevado a principio de civilización.

La humanidad, bajo el mito del sufragio universal, resulta prisionera moral de ese mito y sierva físicamente de sus consecuencias. Porque a nadie le es posible sustraerse al dogma de la soberanía se puede votar en contra del candidato popular adverso, mas el voto contra el sistema, que es lo que importa, no tiene alcance práctico. ¿Qué derechos tiene el elector que no quiere a ningún candidato porque todos le parecen funestos? La papeleta en blanco, que es la sumisión, con manos atadas, a los mismos que detesta. Aunque la mayoría de los electores deteste a todos los elegidos -como viene a suceder en la España de hoy-, es forzoso aguantar la soberanía de los repudiados. No hay razón de bien público que abone el despotismo de los partidos dominantes, pero no importa. Basta que el dogma del sufragio, casado con la farsa electoral -trama caciquil y música demagógica, les hayan hecho soberanos. Su "poder constituyente" lo puede todo. Creemos que hasta hacer de los hombres mujeres y de las mujeres hombres...

Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 15ª parte.



LA LECCIÓN INGLESA



UNA CIVILIZACIÓN DECAE

LA juvenil afirmación, repetidamente proclamada en este semanario, de que España es una reserva con vida propia, un depósito de originalidad cultural con vigor nuevo, frente al desgaste irremediable de los pueblos europeos traspirenáicos, ha venido a cobrar fulgor de actualidad con el gravísimo suceso inglés.

No es necesario divulgar, porque ya ha llegado a todos esta reflexión, que la crisis financiera de la Gran Bretaña rebasa con mucho por su origen y por sus efectos el campo de lo económico. Sólo atendiendo al efecto que para Inglaterra supone situar su glorioso hegemónico "terling" al nivel de las divisas de los pueblos más libres, ya se puede hablar por ahora de una grave derrota. Pero la interpretación dilata y las consecuencias desfavorables para el poder inglés y aun para la civilización europea se multiplican, si consideramos siquiera someramente las causas fundamentales de este grandioso crujido en el monumento imperial más encumbrado del mundo después de la declinación hispana.

Podemos reducir dichas causas a tres: la progresiva decadencia imperial por la suplantación de mercancías inglesas en los mercados mundiales; la ventaja monetaria de la Banca de otros países sobre la City, conseguida paulatinamente en los últimos años por Holanda, Francia y Norteamérica, especialmente, y, por último, la gestión socialista en el Gobierno de la Gran Bretaña.

Esto quiere decir que la hegemonía mundial inglesa declina definitivamente: muere porque pueblos numerosos -continentes completos- nacen a una nueva suficiencia, salen de una esclavitud económica que precisamente era la clave del imperio inglés.

Suramérica y Asia rechazan pacíficamente, por la voz de sus Aduanas, la tutela universal británica que parecía eterna. Y frente a este crecimiento de las naciones jóvenes o rejuvenecidas, Inglaterra presenta en sus alturas la ineptitud de una madurez materialista: el socialismo en el Poder. Esta es la fuerza encargada de asestar el golpe de gracia a la civilización europea, racionalista e industrial.

Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 14ª parte.





EL PACTO DE SAN SEBASTIÁN


SI no fuera porque la víctima es España, podríamos alegrarnos, con estricta justicia, del atolladero en que los parlamentarios se encuentran atascados con el pleito catalán.

Han caído en sus propias redes, se ahogan en los conflictos que ellos han creado; tengamos piedad para España, pero odiemos al régimen que provoca tamaños problemas, y preparemos a la juventud para arrojar violentamente de sus puestos y perseguir hasta el ostracismo , perpetuo a estos hombres de la farsa democrática.

La demagogia ha sacado el problema de Cataluña de sus justos términos. Necesitaba envenenar este asunto para que las multitudes, enardecidas por el mito libertario, aupasen a los vividores de la industria sufragista, y he ahí transformado en odiosa espina de nacionalismo un razonable problema autonomista.

El pacto clandestino de San Sebastián no es, como falsamente se predica, la alanza de dos zonas populares de opinión, la transacción de un antiguo pleito.

Fue, simplemente, el trazado de un plan de agitación, con el designio de repartirse los frutos demagógicos, Los demagogos saben que las multitudes, propensas siempre a otorgar su aplauso a las desmesuradas promesas, encumbran a los que más sombríamente pintan el presente, situando la clave de la felicidad en un imaginado horizonte de libertad, que supone, por de pronto, la elevación política de los charlatanes.

De este modo cada fracción política confió en San Sebastián en todas las que estaban dispuestas a servir sin escrúpulos un monstruoso plan de agitación, y se dio alegre acogida a los separatistas catalanes.

Estos han fomentado con la propaganda en su región la suicida opinión antiespañola que ve la felicidad de Cataluña en una infantil ilusión de independencia.

El problema, pues, en su espinosa situación actual, no es anterior, sino posterior al pacto de San Sebastián. Consiste en la pugna que los políticos no pueden menos de sentir entre su compromiso, su necesidad de satisfacer a la opinión libertaria que ha producido más de 30 diputados en Cataluña y su miedo a despedazar España.

Uno u otro hecho producirá el desprestigio fulminante de los partidos dominantes. Este es el atolladero, típicamente parlamentario, en que se encuentran encerrados por su gusto de ayer y su dolor de hoy nuestros constituyentes.

España espera vigilante: cuando el fracaso se haya consumado, intervendrá con mano viril, puesto el pensamiento en la Historia y el porvenir patrios para anular la mentirosa y pasajera ilusión libertaria de Cataluña y purificar la nación para siempre de demagogos y marxistas antinacionales.

(Anónimo. Libertad, núm. 16, 28 de septiembre de 1931.)

Con la misma elocuencia parlamentaria que hoy emplea A. Zamora para defender el nacionalismo catalán, combatió hace años un proyecto de autonomía.

¿ Es que es decente mudar de opinión como los abogados, que defienden y cobran? ¿Se puede jugar así con España

Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 13ª parte.



EL DESASTRE PARLAMENTARIO


LA España que, empobrecida de patriotismo y aturdida por el escándalo hipócrita de la Prensa, llegó a encomendar la salvación del país a una revolución parlamentaria, comienza a soportar los trallazos del desengaño.

DOS SON LAS MAS PREGONADAS ESENCIAS DEL PARLAMENTO. PUREZA DEMOCRATICA Y AUSTERIDAD FINANCIERA. ¿Qué bienes de una y otra ha reportado a la nación esta Cámara? Nunca como en los meses de Parlamento constituyente }a arbitrariedad ha dominado el ejercicio de las libertades ciudadanas. Hemos cambiado la dictadura franca de la espada por la tiranía encubierta de los discursos.

Los derechos individuales están en manos del director de Seguridad; los gobernadores son sucesores directos -a veces sin mudar las personasde los dictadorzuelos de Unión Patriótica; las provincias se administran por delegados gubernativos y TODAS ESTAS EXTRALIMITACIONES LAS CONFIRMA Y ALIMENTA CON APLAUSO SERVIL UNA CAMARA DEMOCRATICA.

Peor va todavía, y no menos entregada al capricho personal, sin fiscalización, la gerencia de los caudales públicos. Continúa el juego antiguo de los Monopolios con concesiones otorgadas al margen de toda ley. se ha contratado Deuda exterior previo empeño en el extranjero de su importe; se han autorizado 300 millones de pesetas para obras públicas sin plan, y en pocos meses el Gobierno ha cambiado un superávit de 50 millones en un déficit considerable.

FRENTE A ESTE DESASTRE, LA CAMARA HA CELEBRADO EN TARDIES REPETIDAS EL IN GENIO VERDADERAMENTE MACABRO DE IN DALECIO PRIETO, que corteja con ocurrencias festivas su confesada muerte como ministro, a consecuencia de los grandes fracasos.

Más importancia tiene en nuestras cortes la interrupción virulenta o festiva de un diputado de la mayoría que un proyecto de obras públicas por cientos de millones.

La Cámara HACE INJURIA DIARIAMENTE A SU ORIGEN DEMOCRATICO Y TRAICIONA EL MANDATO DEL PUEBLO. No sirve alegar que esta Asamblea se ha elegido sólo para fines constituyentes. Aparte de que en este aspecto da, igualmente, muestras alarmantes de su frivolidad y lentitud, no se puede desprender un Parlamento de su función eficazmente fiscalizadora. Las libertades ofrecidas por la revolución parlamentaria deben estar bajo la salvaguardia de la Cámara; y la Administración de la Hacienda, la suerte de la moneda, no pueden quedar sustraídas a la austeridad legal que dé a la España republicana la sensación de ser gobernada como lo aviso al votar la República.

Todo lo demás es fraude, traición; el pueblo aprenderá de nuevo LA VIEJA VERDAD, TRISTEMENTE OLVIDADA, DE QUE SUS MAYORES MALES PROVIENEN DE LA INMORALIDAD DE LOS PARTIDOS, culminante en una Cámara irresponsable integrada por los negociantes electoreros, que eternamente prometen lo que no tienen intención de cumplir.

HAY QUE SUPERAR EL ORGANISMO PARLAMENTARIO, DECADENTE EN EL MUNDO, desplazado en realidad de la vida dirigente por todos los Estados que han conquistado una nueva época y por los que han tenido que salvar las profundas, crisis que anuncian el tránsito hacia una civiliza-ción postliberal. Pretender anclar el destino de España en la mentirosa democracia de un Parlamento demagógico es acallar con miras de partido la voz de mando del momento histórico y condenar a nuestra cultura a vivir de los despojos podridos de las otras.

BASTA YA DE MENTIRAS LUCRATIVAS. La Nación necesita y pide con angustia una gerencia viril de sus negocios públicos, liberada de las charlatanerías burdas y anacrónicas de quienes compran votos con promesas de libertad y formalidad que luego no se disfrutan por parte alguna.

La nueva ruta del porvenir de España, si no queremos inutilizar otro siglo y arrastrar a la nación a mayor envilecimiento, debe ser presidida por UN REGIMEN DE SILENCIO Y EFICACIA GRANDIOSOS, INCOMPATIBLE CON LA ESTERIL VOCINGLERIA DE UN PARLAMENTO A LA FRANCESA.

No queremos dictaduras oligárquicas, ni militan res, ni parlamentarias. Pero pedimos un Poder fuerte, libre y responsable: representante no de las promesas insinceras y los aplausos gregarios del régimen de demagogia, sino de los pueblos hispánicos orgánicamente concebidos y de los intereses sociales y económicos combinados para la construcción de una España grande.

El desastre progresivo del Parlamento constituyente hará eco a nuestra voz, de verdad revolucionaria y al mismo tiempo tradicional.

(Anónimo. Libertad, núm. 14, 14 de Septiembre de 1931.)

La juventud hispana no puede resignarse a ver morir nuestra gran Nación a los pies dela farsa parlamentaria.
¡Estad en guardia, jóvenes hispanos! Pronto.
tendremos que acudir a detener la Patria en su caída.
¡Abajo el contubernio inmoral de periodistasparlamentarios !Demos a España una política nacional y decente.

Ciera España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 12ª parte.



UNA CARTA PERDIDA


EN estas columnas hemos venido sosteniendo la falsedad de los episodios revolucionarios -para la Historia no serán otra cosa- del 12 de abril y, sobre todo, del 28 de junio.

Hemos explicado, proclamado y repetido hasta la machaconería que todo ello no ha sido sino una falaz revolución de periodistas, tramada por éstos, apoyada por el añejo resentimiento de todas las minorías políticas de izquierda, que van a una revancha anticlerical, y servida por espectaculares convulsiones de la Monarquía, hábilmente explotadas con la calumnia científica. El pueblo se encontró de repente sin camino; tenía que pronunciarse forzosamente, y dio su voto de buena fe, pero sin ilusión honda, ajeno a toda esperanza firme, a los que más alto chillaban, no porque poseyeran méritos ni soluciones proporcionadas al aliento que una verdadera Revolución requiere, sino por la vulgar y casi meramente física ventaja de no haber estado en el poder hasta entonces.

Gastados de verdad todos los discos de la Monarquía parlamentaria y de la dictatorial, el país hubo de ensayar, "para ver que tal", el inédito de la República, también parlamentaria, que con tan descomunales voces se ofrecía a arreglarlo todo: la furiosa campaña de Prensa, tanto más fuerte cuanto más inmoral hizo el milagro en pocos meses de atraer el voto, aunque no la fe, en pro de los caudillos demagógicos.

Aunque esto haya tenido grandes apariencias de revolución, no ha sido sino el ensayo, al azar, de un registro intacto, una papeleta más en la rifa de las soluciones políticas. Esa es la más profunda intermediación, la dada por el País, al "salga lo que saliere" que se pronunció -y no lo censuramos- como símbolo de pureza electoral. Pues bien: han pasado varios meses a partir de los días en que la Nación tomó su billete en la ruleta parlamentario-socialista, y ya se pregunta, apremiante, qué se ha hecho de tantas promesas, cómo llevan el Estado los primeros hombres de la segunda República.

Nosotros, que, como no tenemos compromiso con nadie, podemos decir sin remilgos la verdad a cualquiera hora, proclamamos, si no con excesiva prudencia, con la mayor claridad, que esto está fracasado. Y no lo afirmamos por el parcial afán de hacer campaña: nos hacemos honradamente eco del clamor general. Repetimos, sin novedad, aunque sea más rotundamente, la conclusión que ya no recata la Prensa extranjera y los pocos talentos independientes que sirven a la República de cerca -Unamuno, Ortega y Gasset-. Léase el " Aldabonazo" de éste.

Después de habérsenos ido en la jugada algunos miles de millones, por la depresión, la desbandada y el desorden en lo social y económico, el pueblo ve cada vez más claramente que los problemas se agrandan y se achica la capacidad de los órganos y los hombres de esta primera situación de la segunda República.

Ahora nos disponemos a jugar otra carta al azar Parlamentario, la solución Lerroux. Dejemos -puesto que otra cosa por hoy no se ofrece mejor- correr a la Nación tras de esta nueva ilusión, fría, porque lleva dentro el obstáculo del Parlamento, que al pueblo español nunca ha convencido, ni mucho menos satisfecho. Y entre tanto, alejados de toda restauración monárquica, que carecería tanto de eficacia como de originalidad, prepárese la juventud a dar a España un régimen fuerte, sacado de la entraña del país y no de la mentirosa bulla periodística, reñido para siempre con la farsa parlamentaria y con la funesta convulsión de los odios de clase.

(Anónimo. Libertad, núm. 14, 14 de septiembre de 1931.)

El régimen social y político que no sea capaz de hacer frente al paro forzoso debe desaparecer.
Pedimos una política de sinceridad y de disciplina. queremos que manden los mejores en la acción y los más imperiales en la idea.

Cierra España.