viernes, 20 de noviembre de 2009

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. parte final.Continuacion.


[29] Publicado en La Nación, de Buenos Aires, el 14 de julio de 1938, y reproducido por A. RÍO CISNEROS y E. PAVON PEREYRA en Los procesos…,op. cit., p. 371-373, de donde lo transcribo.




[30] Aquí hay un error, ya que Enjuto no formó parte del Tribunal (presidido por Iglesias Portal, quien abrazó a José Antonio al final del juicio), sino que se limitó a instruir el sumario.

[31] Se refiere a la propuesta de Gobierno de Reconciliación Nacional que elaboró José Antonio y que lleva fecha de 6 de agosto de 1936.


[32] El fusilamiento tuvo lugar en la madrugada del día 20.

[33] Según anotan Agustín del Río Cisneros y Enrique Pavón Pereyra, ‹‹La aseveración de haber sido “sepultado verticalmente” corresponde a la fantasía del informante. En cambio, es cierto que José Antonio apareció depositado en el fondo de la fosa, con la cara vuelta hacia la tierra. Esta posición produjo un vaciado perfecto de su rostro en la tierra arcillosa y quizá la más sorprendente de las mascarillas que pudieron concebirse.››

[34] Agustín Mora Valero había sido presidente de la Junta Provincial de Unión Republicana de Alicante.

[35] Indalecio PRIETO: Convulsiones de España (México 1967), T. I, p. 145 y ss.

[36] Es curioso que lo designe por su nombre de pila. Esto podría ser un argumento más a favor del supuesto afecto entre los dos políticos.

[37] Cf. Memorias políticas y de guerra (Barcelona 1978), tomo II, p. 84.

[38] Sig.: 2.1/2.204. Este documento, que no lleva firma, es la primera vez que se publica, según creo. En el Archivo, en la sección ‹‹Documentación anterior a 1939. Escritos, cartas y recuerdos››, figura como ‹‹Artículo mecanografiado de Indalecio Prieto sobre la muerte de J.A. Primo de Rivera en Alicante››. Ahora bien, el relator de los hechos no es Prieto, como se desprende de su propio contenido.

[39] Subrayado en el original.

[40] Lorenzo Carbonell Santacruz era el alcalde de Alicante.

[41] Rafael Millá Santos, que era presidente de la Federación Local de la U.G.T., sería elegido, el 29 de septiembre, presidente del Consejo Municipal (o sea, alcalde de Alicante).

[42] José Antonio fue detenido el 14 de marzo de 1936 por orden de José Alonso Mallol, a la sazón director general de Seguridad.

[43] Según este documento, la intervención de Prieto está lejos de ser “decisiva”.

[44] Este sólo hecho, que no tiene parangón en la otra “zona”, demuestra la categoría humana del líder republicano, tan denostado por las "derechas”. Azaña tampoco quiso la muerte “legal” de Primo de Rivera; véase el artículo de Enrique de AGUINAGA, ‹‹José Antonio y Azaña››, publicado en el diario ABC el 6 de junio de 1996 y reproducido por José Mª GARCIA DE TUÑON AZA en José Antonio y la República.

Jeroni M. Mas Rigo

Cierra España.

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. parte final.



RELATO DE LA MUERTE DE JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA HECHO POR EL JUEZ FEDERICO ENJUTO[29]

Toulouse, 13 de julio de 1938 (A. P.).- Amigos del juez que presidió el tribunal[30] que condenó a muerte en Alicante a don José Antonio Primo de Rivera y que se encuentra en esta ciudad de paso para la América del Sur dieron detalles del llamamiento que dirigió el jefe de la Falange Española con el fin de que se constituyera en España un Gobierno dirigido por elementos civiles. Se dice que Primo de Rivera escribió un llamamiento poco antes de que fuera fusilado por los republicanos.


Los amigos del juez referido, don Federico Enjuto, manifestaron que éste tiene en su poder el documento redactado por el ajusticiado, y en el cual Primo de Rivera se dirigió a los dos bandos para que depusieran las armas, declarando una amnistía general y formaran un Gobierno con don Diego Martínez Barrio como jefe de Gabinete.[31]

Las personas aludidas declararon que el señor Enjuto presenció la ejecución de Primo de Rivera, que se llevó a cabo en el patio de la cárcel de Alicante. Según los informantes, el señor Enjuto narró que conversó con el prisionero en su celda varias horas antes de su muerte y que el fundador de la Falange le solicitó que se lavara la sangre en el patio, después de su fusilamiento, con el objeto de que su hermano Miguel ––detenido en la misma prisión–– no se viera obligado a caminar sobre ella.

Cuando el señor Enjuto entró en la celda a notificar la decisión del tribunal popular imponiendo la pena de muerte a Primo de Rivera, encontró a éste redactando su testamento.

Este documento que se halla en poder del señor Enjuto, designa como ejecutores de sus deseos a los señores Fernández Cuesta y Serrano Súñer, actualmente miembros del gabinete del general Franco.

En la madrugada del 19 de noviembre de 1936[32] los milicianos entraron en la celda del condenado para conducirlo al lugar de la ejecución.

En los momentos en que se procedió a vendarle los ojos, el dirigente falangista gritó: “¡Arriba España!” Primo de Rivera recibió dos proyectiles en la cabeza y cuatro en el pecho. Al serle comunicada la noticia de la muerte de su hermano, Miguel Primo de Rivera sufrió un desmayo y los médicos tuvieron que atenderlo durante varias semanas. Según el señor Enjuto, entre los papeles que dejó el extinto hay un largo relato sobre la fundación de la Falange y los objetivos que la organización debería tratar de alcanzar en el transcurso de la guerra.

Primo de Rivera fue sepultado verticalmente con la cabeza hacia abajo, con el objeto de poder identificar su cadáver de los otros cuatro prisioneros que fueron fusilados al mismo tiempo que el jefe falangista.[33]

Entre los nacionalistas se insiste en que José Antonio Primo de Rivera aún se encuentra vivo, y cuando oficialmente se hace referencia a él se le indica como “el ausente”, no obstante que las averiguaciones hechas por Gobiernos extranjeros parecen confirmar su muerte.

Apéndice b)

¿QUIÉN EVITÓ QUE LOS HERMANOS PRIMO DE RIVERA FUERAN PASEADOS?

Indalecio Prieto se atribuye, en “Carta a don Agustín Mora”,[34] haber impedido que José Antonio, Miguel y la esposa de éste, Margot Larios, fuesen ejecutados por los milicianos de Alicante. Escribe:

‹‹¿Se acuerda? Hablamos de José Antonio Primo de Rivera, fusilado meses antes en el patio de la prisión alicantina. Por usted supe que, al ser sentenciado, preguntó con interés si yo figuraba en el Gobierno. Y yo conté detalles curiosos que usted ignoraba. Por ejemplo, mi intervención decisiva para evitar que el fundador de la Falange, su hermano y su cuñada, presos con él en la misma cárcel, fuesen muertos sin juicio previo a comienzos de agosto anterior. El Gobernador había comunicado a Madrid lo que se tramaba. Pretendíase sacar aquella misma noche de la prisión a los tres detenidos, bajo pretexto de conducirles a Cartagena, y, a mitad del camino, pasarles por las armas. El Presidente de la República, don Manuel Azaña, y el jefe del Gobierno, don José Giral, luchaban de modo inútil para evitarlo. El Gobernador se veía impotente para complacerles. Sus esfuerzos eran nulos ante el llamado Comité de Orden Público, que ejercía la autoridad efectiva, como otros comités en diversos territorios. Entonces, aunque yo no formaba parte del Gobierno, se apeló a mí. Llamé al teléfono a Antonio Cañizares, prestigioso líder proletario, venido como usted ahora en el Guinea, y le pedí que hiciese lo posible para ahorrar a la República semejante bochorno. Cañizares, echando sobre los componentes del Comité toda la fuerza de su limpia historia política y sindical, logró persuadirles de que no debían interponerse en la acción de la justicia. Si no la vida de José Antonio Primo de Rivera, ejecutado luego en cumplimiento de fallo legal, se salvó la de su hermano Miguel y la de su cuñada Margot.››[35]

Por su parte, Azaña en su Diario anota, el día 17 de junio de 1937:

‹‹Cuando Ossorio supo, porque yo se lo conté, mi intervención personal para librar a José Antonio[36] del asesinato que iban a perpetrar algunos fanáticos de Alicante, se quedó callado. “¡Cómo! ¿Le parece que he hecho mal? ¿Me he excedido?”. “No sé, no sé…” “¿Resultará que ha sido una pifia”. “¿Por qué no…?”››[37]

En el Archivo Carlos Esplà[38] hay un documento que resuelve la cuestión sobre quién salvó, en agosto de 1936, la vida José Antonio y Miguel (la vida de Margot no corrió peligro). Dice así:

Se reúne en Alicante el frente Popular, para discutir, a propuesta del Partido Comunista, la ejecución o paseo[39] de José Antonio Primo de Rivera. Se celebra esta reunión, deliberadamente, cuando se encuentra ausente de Alicante el Sr. Valdés Casas, Gobernador de la provincia y le sustituye en el cargo D. Lorenzo Carbonell.[40]

Bajo la presidencia del Sr. Millá,[41] del Partido Comunista, se discute la proposición, siendo aprobada con el voto en contra de Unión e Izquierda Republicana, representadas por D. Antonio Ramos y D. José López Pérez. Para cumplir el acuerdo, se obtiene de D. Lorenzo Carbonell la firma de un oficio ordenando el traslado de los hermanos Primo de Rivera al Penal de Cartagena, traslado que debe efectuarse en una camioneta del Cuerpo de Seguridad, al mando de Vicente Alcalde, del Partido Comunista, encargado de realizar la ejecución, una vez la camioneta fuera de la ciudad. Marcha este a la cárcel y conociendo la resistencia de los hermanos Primo de Rivera a abandonarla, les dice que la C.N.T. proyecta asaltarla y matar a los presos. Acceden estos ante este argumento, reciben sus efectos y se disponen a salir. No se encontraba en él, el director del Establecimiento, cuya firma era necesaria para que saliera José Antonio. Este retraso hizo imposible se realizara la ejecución.

Mientras tanto, D. Agustín Mora y D. José Alonso Mallol,[42] y quizás otros republicanos de Alicante, llamaron telefónicamente a Madrid para comunicar el acuerdo al Gobierno y que este tratara de impedirlo. Llama a Alicante D. José Giral. Habla con Presidente del Frente Popular, Sr. Millá, conminándole para que se suspendiera el acuerdo. Este no le hace caso, declarando que era un acuerdo del Frente Popular de Alicante y que el Gobierno no tenía porque intervenir. Parece ser que llamó después D. Indalecio Prieto[43] al Sr. Cañizares. Y por fin, D. Manuel Azaña, Presidente de la República, hablando con el Sr. Cañizares quien pasó el aparato al Sr. Millá. Este comienza a titubear en su conversación con el Presidente, quien le dice que le responde con su cabeza de la vida de José Antonio y que se están jugando la Jefatura del Estado.[44] Al terminar la conversación entre el Sr. Millá y el Sr. Azaña, aquel anuncia que ante la actitud del Sr. Presidente, hay que reconsiderar el acuerdo y suspender la ejecución. Pero como esta se encuentra en vía de realización, se designa a los Señores Cañizares y Antonio Ramos para que rápidamente logren impedirla.

Marchan estos, sin escolta, en un coche y encuentran en las puertas de la Cárcel al Sr. Alcalde con los hermanos Primo de Rivera que se disponían a marchar. Al anunciar que queda suspendido el traslado de los presos, José Antonio pregunta que a que se debe esa medida, contestándole Cañizares que “lo que se pensaba realizar, ya no se realizaría”. El Sr. Alcalde insiste en llevar a cabo la ejecución. Se discute y únicamente logra el Sr. Ramos, invocando la disciplina existente dentro del Partido Comunista, que hablé con Millá (el hombre más destacado de este Partido en Alicante) y obedezca sus razones. Así lo hace, ordenando Millá al Alcalde suspenda la ejecución, volviendo los hermanos Primo de Rivera a ser internados en la cárcel.
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* Publicado en Altar Mayor, nº 94 (julio-agosto 2004), p. 909-926.

Cierra España.

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. 5ª parte.Continuacion.



El señor Fiscal sabe ya cuáles han sido mis viajes al extranjero. He estado en Berlín una sola vez, en mayo de 1934. No asistí al mitin que se decía organizado por Hess y con intervención de Mosley. No conozco ni a uno ni a otro. En cambio, nadie me preguntó si conocía a Hitler, lo que podía ser más comprometido, y sin embargo confieso que sí le he visto. Le vi unos minutos, cuatro o cinco, y ya comprenderéis en ese espacio de tiempo lo que pueden hablar un alemán y un español, un alemán que no sabe español y un español que no sabe alemán. ¿Que estaba preparando entonces esta revolución? Pero ¡Si ha tenido que ir Sanjurjo! El Fiscal no ha aportado ninguna prueba respecto a este aspecto. La única sombra de prueba es que Sarrión, que no sé si vive en estos momentos, el Abogado y compañero mío de despacho (está justificado que viniera mucho a verme porque, por fortuna, mi despacho era bastante próspero y de actividad), no ha rectificado una información tomada por El Liberal de Murcia, y en vista de que Sarrión, el pobre Sarrión, no ha rectificado al murciano y el murciano no ha rectificado al inglés, yo tuve que haber ido a Alemania. ¿Qué culpa tengo yo de todo esto? Mi vida se refleja en nuestro periódico semanalmente. Cada semana he estado en un sitio de España dando un mitin. A ver si es posible que estuviera en Alemania al mismo tiempo.


Tenemos las dos cartas de Sanjurjo. La del 21 de marzo y la del 23 de abril, que figuran a los folios 93, 94 y 95 del Sumario. En el folio 98 están estas cartas famosas del General Sanjurjo; me escribe una carta por mi santo, me dice cuatro generalidades. Como por lo visto se pierden las cartas de Sanjurjo y los telegramas, yo aprovecho una visita de no sé quién, que me dice que va a Portugal y le digo que le dé las gracias. Y escribo al margen: "Contestado de palabra por persona segura." Si sería segura aquella persona que en abril me escribe nueva carta y me dice: "No sé si habrás recibido la mía anterior." No sólo no había recibido la suya anterior. Me vuelve a decir en otra nueva carta nuevas generalidades, me da el pésame por mi primo Andrés, que acababa de morir y nada más. El General me habla de tú y yo a él de usted, me escribe dos cartas sin clave, donde no se menciona ningún asunto, donde me dice: "Vuelvo de Alemania." Y ello ¿qué demuestra? Esto, que es lo importante: que Sanjurjo y yo no tenemos correspondencia, puesto que para la segunda carta se sirve de alguien, lo que revela que no recibió la contestación a la primera, y que esta falta no le preocupó ni poco ni mucho. Esta carta es todo el indicio respecto a las comunicaciones con Alemania.

Y bien, yo digo: Toda esta recapitulación de mi vida anterior, la creación de Falange, mis visitas, todo esto, ¿a qué viene? A mí no se me acusa de nada de esto, sino por haber participado en el Movimiento revolucionario y no menos que en jerarquía de jefe, según se ha dicho por el señor Fiscal. Cuando hay que condenar a hombres y mujeres no se puede decir: "Porque pudiera ocurrir que en aquella fecha los presos... Porque a lo mejor hicieron..." "Porque quizá aprovecharan..." Esto no. Si a mí no se me han visto las cartas, ¿pude haberlas empleado para promover un movimiento revolucionario? Lo mismo pude haberlas empleado desde aquí en dirigir una fábrica de moneda falsa. Esto es evidente. Cuando no consta lo que se ha hecho, es posible que se haya hecho todo lo humanamente realizable. Pero ni el señor Fiscal puede acusarme de esa manera, ni el señor Fiscal puede acusarme con esa base.

El Tribunal necesita algún principio de prueba positiva. ¿En qué consiste esta prueba? Que yo tenla comunicaciones, visitas... Todos los Oficiales, los procesados y los no procesados han dicho cómo eran. Muchedumbres que venían a verme, a las que yo ni siquiera conocía. Gruñía por su abundancia, hasta el extremo de que yo rogaba a mi hermano Miguel que las recibiera él, lo que le molestaba tanto como a mí. Y comunicaciones por el locutorio de Abogados, con Sarrión por ejemplo y algún personaje amigo. Pues bien, esto es un indicio, y como no se nos intervenían, es posible que estuviésemos allí maquinando. Pues bien, en estas "entrevistas" ha habido como testigos más o menos tolerantes, los Oficiales, y como coro, la población y la provincia. Cuando aquellas gentes volvían a sus pueblos después de recibir mis instrucciones, no serían todas ellas tan discretas que callasen en los pueblos los consejos y órdenes que yo les daba. De modo que diez o doce o quince mil personas, han tenido que saber que yo daba órdenes para una rebelión militar. Nadie ha quebrantado el secreto. Nadie ha puesto de relieve que yo estaba preparando un alzamiento contra la República.

Esta mañana vino un digno representante de la Comisión de Orden Público y montó en cólera porque yo, con el respeto que estoy manifestando ante el Tribunal, le dije: "¿Usted tiene la convicción moral de que el movimiento lo he hecho yo?". "Eso es siempre una segunda operación". "¿Recuerda quién le dio la primera sospecha?". "La conciencia pública, me respondió". Le dije: "Pero esa no es una voz, no es un dato, eso no es una persona". "No sé a qué he venido aquí, me respondió, a contestar a qué he venido", y se me fue todo furioso. Yo he insistido hasta ser machacón, pero ¿ha oído alguien que se dijese que aquí se estaba maquinando eso? Nadie ha oído, ni visto, ni sabe que yo estuviese barruntando maquinaciones contra el régimen, y algunos de los miembros del Tribunal que con más sagacidad han intervenido en los interrogatorios parecen barruntar una posibilidad de que no era en las visitas donde se había maquinado, sino en las cartas. Esto es evidente. En cartas puedo haber tenido esta comunicación. Pero tampoco hay el más mínimo rastro de prueba de que haya podido tener estas comunicaciones. ¡Si cuando empezó el levantamiento militar habían transcurrido treinta y cinco días de mi prisión aquí y no había recibido menos de cuatrocientas cartas! Cartas entusiastas, de camaradas, manifestaciones de afecto y hasta baladronadas, si queréis, propias de la juventud. Pero naturalmente esos son los que venían a verme y los que me escribían. Pero ¿quién iba a venir si no? indicios evidentes de que aquí se maquillase algo, ¡nada!

No hay más que estas tres o cuatro cosas. "¡Se rajó Aldave!" Uno de los que han manifestado más inteligente audacia en sus manifestaciones de ayer, ante la previsión ya, de un careo, dijo que él no había querido decir que se hubiese oído esta frase en un grupo en el que figurásemos mi hermano y yo, sino que se había oído en un grupo de falangistas presos. Si se dijo, pues, entre un grupo de falangistas que no éramos ninguno de los dos, nada tengo que decir.

Segundo. Una visita de mi cuñada el día de la muerte de Calvo Sotelo. ¡Sospechosa visita! Pues todo lo contrario. Calvo Sotelo murió una madrugada. Cualquier persona bien informada, los representantes de la prensa local pueden recordarlo, a las cinco o a las siete de la madrugada, podían ya saber que habían asesinado a Calvo Sotelo. Mi cuñada, que por lo visto tiene un hilo especial con sus amigos para comunicar, se enteró de este suceso cuando ya había oscurecido. La noticia era, en efecto, algo interesante porque supone algo de prolongación familiar. ¡Seis años de trabajar junto con mi padre! Mi cuñada, la que tenía hilo especial de información y espionaje, se enteró de que ha muerto Calvo Sotelo cuando hace diez o doce horas que no hay quien lo ignore.

Las pistolas aparecen el dieciséis de agosto. Dos pistolas. Han podido venir de los siguientes modos: o lanzadas por encima de una tapia, cosa hacedera según creencia de algunos Oficiales de Prisiones, que conocen otros casos en que esto ha ocurrido; o han sido facilitadas por el locutorio de Abogados; o ese iracundo testigo que dice que le consta, que lo sabe, porque se lo ha dicho un moribundo o alguien que sabía que estaba a punto de morir que han sido introducidas en una paella; o en una cuarta forma, que el Oficial de esta Prisión señor Muñoz dice que quizá de haber sido introducidas en paellas no hubiera sido en una sino en dos. De modo que han venido por el aire, por el locutorio de Abogados, por una paella o por dos. Esta abundancia de versiones me permite robustecer la versión que he tenido siempre sobre la ignorancia de la venida de las pistolas. Pero como esto no es el tema, vamos a suponer que sí, que por uno de esos cuatro medios o por otro cualquiera, nos hemos hecho introducir esas pistolas. No olvide el Tribunal una cosa. Esas pistolas están en nuestra celda el dieciséis de agosto. El día dos de agosto ha habido "motín" y han roto los cristales de nuestras celdas. Es justo que unos presos nos consideren, como el señor Fiscal, culpables de que España esté así.

Pregunto a todos los Oficiales si siguió hasta el dieciséis de agosto el régimen de tolerancia, y coinciden todos en que don Adolfo Crespo lo cambió de medio a medio. Pues si el dos de agosto hemos estado en riesgo inminente de perder la vida hubiera sido muy justo que nos hubiéramos procurado dos pistolas para defendernos de un segundo "motín". Pero si el señor Fiscal y el Tribunal han oído que nuestras comunicaciones con los camaradas de Falange no estaban intervenidas, sino que las teníamos a espaldas y nadie vigilaba nuestras visitas, ¿íbamos, siendo veintitantos, a formar como todo arsenal este depósito de dos pistolas? ¿Se creerá que para cooperar con la rebelión nos íbamos a quedar con aquellas dos pistolas, que hubieran servido como máximo para una defensa y agresión de dos minutos? Si hubiera sido posible, como dijo el señor Fiscal, con la actividad de mi cuñada introducir una ametralladora a piezas, tenga la seguridad el señor Fiscal que nosotros, comprometidos en el movimiento, hubiéramos hecho lo que se ha hecho en otras poblaciones. Quien ahora resulta nada menos que el autor de la rebelión y su dirigente, hubiera hecho algo más que meter estas pistolas en una paella, dos paellas o tres paellas.

Hay un único principio. Aquí sí que ruego al Tribunal atención. Hay una única cosa. El Fiscal dijo: "Se ve la relación de JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA en este movimiento no sólo por las actuaciones de este Sumario, sino por la existencia de ese almanaque." Perdonen si me he equivocado; de este almanaque que fue encontrado en un centro, que no tiene padre reconocido. Salvo esto, dice el señor Fiscal: "Se han instruido y fallado por el Tribunal Popular juicios sobre la rebelión militar en Alicante y en otras muchas provincias de España..." Pues bien, si aparece la inequívoca prueba de que JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, tenía algo que ver con eso, pudiera ocurrir que alguien nos hubiera acusado por que sí, el señor fiscal que lo sabe, traerá esos juicios. En efecto, el Fiscal trae dos o tres juicios de Alicante y en ellos, ni el señor Fiscal ni la sagacidad del Tribunal me van a dejar mentir; el nombre de PRIMO DE RIVERA aparece pronunciado por un individuo llamado Nicanor Manzano, que en el pliego once del juicio doce contra Miguel Salinas y otros más en los últimos momentos del juicio oral, cuando se ve en el riesgo de una condena que le abruma dice: que el día diecinueve a las cuatro de la mañana llamaron a su casa diciéndole que sacara un coche y que era Antonio Macía para venir a la mañana del día diecinueve a Alicante. Esta fecha fue para Nicanor Manzano, la decisiva de su existencia: fue la que le proporcionó la muerte. El intento de alzamiento en el Cuartel se hizo el diecinueve. No se equivocó de fecha. El diecinueve por la mañana vinieron a Alicante. Fueron al Reformatorio donde habló Macía con PRIMO DE RIVERA, sacaron una carta y se fueron al Cuartel de Benalúa. Luego le dijo Macía que no se preocupara expresándose en esta forma: "Somos los amos". Es la única vez que nos cita Nicanor Manzano. Y Nicanor Manzano se equivocó. Dice que estuvieron en el Reformatorio. Nicanor Manzano no tenía el espíritu para esos, distingos. Vinieron el diecinueve. La trágica fecha de autos que le costó la vida. Si se coge el registro de mis visitas, llevado esos últimos días con extraordinaria minuciosidad, el Director interino en eso sí que no transigía, se verá que el día diecinueve no tuve ninguna visita. Antonio Macía, no estuvo, pues, en ese día. Ni con su nombre, ni con nombre supuesto, ¿Está claro? Las últimas visitas las tengo el día dieciocho. El día diecinueve no se atreven a venir a verme. El veinte vienen tres personas: dos mujeres y un hombre. Yo no recibí a nadie más. El pobre Nicanor Manzano, que quiere sacudirse una responsabilidad diciendo que vinieron a verme, coloca esta escena un día diecinueve, en un inconfundible día diecinueve de julio, en que yo no tuve ninguna visita., ¿Que Antonio Macía estuvo alguna vez en la Cárcel? No sé cuantas veces. Yo no sé quién era éste pobre Antonio Macía. Yo he recibido mil cuatrocientas visitas de otros tantos y teniendo en cuenta las que se repetían, figuran setecientas u ochocientas personas en un registro de un sitio donde no había estado nunca. Agradezco estas visitas y les dedico un recuerdo póstumo. Ni se llevó carta al Cuartel ni pasó nada de esto, y éste es el único dato positivo acusatorio que hay en toda la actitud y en todo el informe del señor Fiscal.

Y no quisiera molestar más...

Varios Jurados. (Los señores Moreno Peláez y Domenech, de Izquierda Republicana y Partido Comunista respectivamente): Puede la defensa seguir hablando el tiempo que quiera.

José Antonio: ¡Ah! ¿Sí? Se lo agradezco mucho, ¡Cuánto se lo agradezco!

Si yo no quisiera más que referirme a las bases, a la falta de pruebas. ¿Cómo me vais a condenar sin indicios contra mí? No sólo no los hay, sino que hay indicios muy fuertes a mi favor. Sólo tengo que revelar con la misma sinceridad con que hasta aquí me he pronunciado, cual es el secreto de mi aislamiento.

La política de las derechas respecto de mi partido ha sido siempre la misma; querer aprovechar el brío combatiente de mis muchachos. Esta es la clave. Por eso de cuando en cuando a mis muchachos les buscaban la gracia. Eso sí, querían impedir a toda costa, pero que a toda costa, que a estos muchachos los dirigiera yo. ¿Por qué? Porque dicen que estas cosas que yo decía de la tierra y demás, eran señuelos que yo utilizaba para atraer a las clases obreras, porque las derechas tienen el error de creer que a las clases obreras se las atrae con señuelos.

Yo sé que la clase obrera me va a dar la terrible angustia de no creerme, pero aseguro que responde a una convicción personal honrada. Las derechas suponen que es señuelo; yo sé que no lo es. Las derechas suponen que es falso; yo sé que es verdadero. La Monarquía es una Institución que ha tenido su momento histórico. Las derechas tienen esa actitud respecto de mí, pero en cambio dicen: "Esos miles de chicos valerosos, arrojados, un poco locos si queréis, esos son utilísimos. Con estos tenemos que contar nosotros." Y entonces me maquinan disensiones dentro de mi Movimiento. Me organizan la de Ramiro Ledesma y Sotomayor, me someten a un cerco político, económico y personal espantoso, me vienen a dejar sin cuartos. Estamos cuatro meses sin poder pagar la casa en Madrid, nos cortan el teléfono y nos quitan la casa y así estamos porque las derechas quieren a toda costa que no me interponga. Y surge mi encarcelamiento y la ocasión es "pintiparada": ahora sí que es fácil levantar el coraje de estos chicos magníficos, valerosos y un poco ingenuos, sin que se nos interponga el majadero ese que nos viene con la cosa de la reforma agraria y del Movimiento Nacional-Sindicalista. ¿Pruebas de esto? Van a ser tan cabales como las del Fiscal. Son pruebas fortísimas.

Sabe perfectamente el Tribunal que en esta comarca, en esta región de Levante, predomina entre el elemento militar, la Unión Militar Española. La U. M. E. tenía un Jefe con el que soñaba, que era el pobre Calvo Sotelo y tenía un órgano en la Prensa que es La Época, que es el pequeño foco intelectual militar ultrarreaccionario y Calvo Sotelo era el Profeta. La Época me tenía la simpatía que demuestra este tremendo artículo ofensivo publicado en primero de julio en contestación a mi artículo a que me refería antes. Aquí está la prueba y la pondrá a disposición del Tribunal el señor Secretario. Hágame el favor (dirigiéndose al Secretario del Tribunal). Estando yo en la cárcel se me injuria. Este es el pago de la U. M. E. que no tiene fuerza en casi ninguna región de España pero en ésta de Alicante sí. Estas son precisamente las guarniciones que no se sublevan. Luego ha habido algunos que han sostenido gallardamente su decisión. Pero estas guarniciones no se sublevan y forman un cerco alrededor de Alicante, del sitio dentro del cual yo estoy. Es el centro de un semicírculo geográfico perfecto. Estas son las guarniciones que no se sublevan, menos una: la de Albacete. Allí sale un teniente coronel ardoroso. Dirige un mensaje telegráfico. Y en el mensaje telegráfico acaba: "Arriba España", ¿Qué le pasa a ese teniente coronel? Pasan días y días y nadie le socorre. Era en los primeros días, cuando no habíais hecho esfuerzo alguno de organización y teníais frente a vuestra falta de organización casi todo un ejército sublevado. Creo que este teniente coronel se comportó de una manera muy brava. Persiste un día y otro día y de cuando en cuando comete la nueva temeridad de decir "Arriba España". "Mandadme socorro." Y nadie le socorre. El teniente coronel CHAPULI, que había roto este semicírculo geográfico, fracasa. Es el fracaso más notable de la rebelión.

El punto tercero. He rogado insistentemente, acaso haya llegado ya, que la prensa local diese un número de un periódico en el que publicara la lista de los futuros Gobiernos encontrada a un Oficial sublevado de la guarnición de Barcelona.

Este era, naturalmente, de la U. M. E. que domina en toda esta costa de Levante. Se le encontraron dos listas de Gobiernos que han de sucederse en el Poder según los propósitos de los sublevados. La primera es una Junta compuesta por unos cuantos Generales. En seguida se da paso a un Gobierno civil más estable, de personajes políticos. En ese Gobierno (yo os ruego que mováis los resortes posibles para que llegue un ejemplar en donde vinieran esas listas encontradas a un Oficial), figuran personajes de primer orden, de segundo, tercero, cuarto y hasta quinto orden: El Doctor Albiñana, del que tengo una carta toda llena de ampulosidades, y a la que contesto: "Gracias", Rosa Urraca Pastor... Personas, que sin pecar de soberbia, considero que tienen una representación política o intelectual algo inferior. Todas estas personas son Ministros en la lista oficial de la U. M. E. El que no aparece ni para Subsecretario, ni para Gobernador Civil es JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, supuesto Jefe de esta rebelión militar.

Punto cuarto. Mis declaraciones al yanqui, al periodista americano Allen. ¿Creerá el Tribunal todavía que yo he podido pedir que viniese esa visita? Había salido ya de la tolerancia. Regía la Comisión de Orden Público que me trajo a aquel señor, a quien había visto ya otra vez en mi vida. Le hago unas declaraciones que reproduce con mediana regularidad. Inserta un párrafo que no le dije y que podía en estos momentos haberlo dicho o decir que le dijera; el párrafo es este: "Yo no hubiese tolerado que estuviese Falange Española combatiendo con los mercenarios y fuerzas traídas de fuera." Me convenía haber pronunciado esa frase. Pues bien, yo no la pronuncié. Son fuerzas que han luchado por España en África vertiendo su sangre y no puedo menospreciarlas.

Pero sobre todo, el indicio más fuerte de todos y el Tribunal estoy seguro que ha de valorarlo: Todos los que temían que la rebelión podía ser más o menos larga, más o menos favorable, ¿qué hicieron con sus familiares? Las mandaron al extranjero, ¿para qué voy a decir nombres? Éste y el otro. Y los que no tenían fervor combatiente, Gil Robles por ejemplo, que no es seguramente por lo visto, un Cid, no queriendo tomar las armas se marchó a Portugal.

Yo me quedé aquí. Dice el señor Fiscal que estaba aquí por mi gusto. Pues entonces, Casares Quiroga, me dio ese gusto, estaba en combinación conmigo. Que no estaba en la Cárcel por mi gusto, es obvio. Mi hermano y otra hermana y una tía septuagenaria que están en el Reformatorio, ¿iban a estar aquí por gusto?, ¿iba a tener el gusto, esta voluptuosidad del peligro, de que les cogiesen, les encarcelasen, les metiesen en el Reformatorio? ¿Es posible que yo hiciera esto? Que se quedasen aquí todos los elementos femeninos de mi familia.

Pero hay otra cosa. Yo escribí, lo ha declarado el Vigilante de Prisiones Francisco Sampere, al folio 16 del Sumario y creo que lo declaró otro de los procesados, una carta a Martínez Barrios. La escribí a primeros de agosto con el pensamiento puesto en la España de todos y con el pensamiento puesto en la tragedia actual, y dije esto: Estoy viendo que España se está haciendo pedazos, y estoy viendo que esto puede ser la vuelta a las pequeñas guerras entre españoles y por este camino se puede retroceder en el orden social, político y económico y llegar a estados de confusión y oscuridad. Yo no puedo hacer más que una cosa: que ustedes me proporcionen un aeroplano; yo voy a la otra zona dejando empeñada mi palabra de volver, que avala el temor entrañable personal de mi familia: tengo mis hermanos y una tía mía que ha hecho las veces de madre. Aquí dejo esta prenda. Voy a la otra zona y voy a hacer una intervención para que cese esto.

Se me dijo: creo que el Gobierno no podrá aceptar esta proposición.

Yo les dije: Si puedo prestar este servicio, no a la República sino a la paz de España, no voy a fingir celo repentino, aquí estoy.

No se aceptó el servicio. Lo que yo ofrecí quizá no fuese posible, pero lo ofrecí y no vinieron a darme contestación. Es un círculo de indicios bastante más lleno que los indicios acusatorios del señor Fiscal.

Toda esta rebelión se ha hecho aprovechando mi encarcelamiento, y como yo sabía que esto estaba ocurriendo, yo no descansaba en mi celda y por eso me pasaba los días y horas escribiendo, y rogando a Miguel que pasase a recibir aquellas visitas abigarradas, donde no se ventilaba nada, y él bajaba a ver aquellos montones de gente, cosa que él hacía molesto. Me pasaba el día escribiendo a mi gente, a Julio Ruiz de Alda, segundo del Movimiento, le decía: "No tengo noticias, no tengo casi información, ¿qué va a pasar?" Y me contestaba: "Tampoco tengo información pero tengo la convicción de que las derechas, con la imbecilidad de siempre, están maquinando." Y escribo en No Importa, periódico clandestino: "VISTA A LA DERECHA. Aviso a los 'madrugadores': la Falange no es una fuerza cipaya". "Desde la izquierda se nos mata y se nos acomete, pero ¡cuidado, camaradas! no está en la izquierda todo el peligro. Desde las derechas ya se está especulando como siempre y se acercan un día sí y otro no, a nuestros jefes, visitas misteriosas, de los conspiradores de esas derechas con una pregunta así entre los labios: ¿Podrían ustedes darnos tantos hombres? Al que os haga esta pregunta, escupidle. ¿Pero, qué supone esa gentuza? ¿Que la Falange es una carnicería donde se adquieren al peso tantos o cuantos hombres? ¿Suponen que cada grupo local de la Falange es una tropa de alquiler a disposición de las empresas? La Falange es una e indivisible, milicia y partido. Su brío combatiente es inseparable de su fe política. Cada militante en la Falange está dispuesto a dar su vida por ella, por la España que ella entiende y quiere, pero no por ninguna otra cosa. El "madrugador" no tiene escrúpulos. A codazos se abrirá paso en sus propias filas. Traicionará y tratará de eclipsar a sus propios jefes. Contraerá a cada instante la voz y el gesto con los que más pueda medrar. Y cultivará sin recato la adulación. Y será inútil el madrugón. Aunque el "madrugador" triunfara le serviría de poco su triunfo. La Falange con lo que tiene de ímpetu juvenil, de acervo intelectual, de brío militante, se le volvería de espaldas. Veríamos entonces, quién daba calor a estos "fascistas" rellenos de viento. Nosotros, para ver pasar sus cadáveres, no tendríamos más que sentarnos a la puerta de nuestra casa bajo las estrellas. La Falange a disposición de un político "madrugador", con un general de más o menos buena fe, pero sin formación política: ¡Eso no! "Y decía en esos artículos palabras de una virulencia que escapan a la posibilidad de responder a toda otra intención, como decía ayer a otro miembro del Tribunal. Porque lo que se hace a veces es ocultar la trama interna a los ojos de la masa con consignas totalmente opuestas a la consigna interna del Movimiento, ya que entonces la masa no puede obedecer y el Movimiento se frustra. No. Dije exactamente lo que respondía a la situación de mi espíritu, y lo dije con tal fijeza que entonces fue cuando La Época, el órgano de la U. M. E. de los "madrugadores", de los que aspiraban a valerse de mí, insistieron, escribiendo ese artículo que también dejo entregado a la consideración del Tribunal.

Y ésos fueron mis trabajos desde aquí. Cartas y más cartas, circulares, consignas, para evitar que esto ocurriera. Quizá dentro de un año hubiera habido Revolución Nacional-Sindicalista y que la hubiera capitaneado yo, pero sin esta incomunicación de mi encierro, no hubiera habido lo de ahora.

De pronto, vino la muerte de Calvo Sotelo. El suceso fue verdaderamente tremendo. Se conturbó todo, salieron regimientos a la calle, los muchachos de Falange, llenos de inexperiencia política, de valor y de voluntad se unieron en unos sitios y en otros no. Yo no sé nada. No sé de verdad y quisiera saberlo. Daría dos o tres años de mi libertad por unos cuantos periódicos de estos meses que he pasado encerrado en la Cárcel. Y me entero aquí, encerrado entre rejas, descorazonado de saber que está España matándose y sin poder tomar parte para evitarlo. Ésta es mi historia.

Yo creo que el Tribunal, a falta de otras pruebas más fuertes, el Tribunal repito, note en mis palabras una cierta sinceridad. No he derrochado esa elocuencia de que me hacía elogio el señor Fiscal. Sólo he contado los hechos.

Y unas palabras de mis dos hermanos. Creo que con éstos, dado lo exento que yo estoy de todo, no es necesario que insista mucho en lo exentos que ellos están. De estos dos hermanos lo único probado en serio, es que pasaban horas y horas hablando por la reja. Se casaron hace un año. Nos traen aquí el seis de junio. El nueve viene mi cuñada detrás de su marido y se dedica a hablar con él por la reja cuantas horas le permiten. No interrumpe su comunicación más que unos días que va a Madrid, Serrano 86, modesta casa que está a disposición del Tribunal. Escribe desde allí una carta bastante improcedente, llena de bromas en inglés escritas con un humor extraordinario, escribe unas cuantas cosas hijas de la propia fantasía y fanfarronadas. Tiene la nota irónica para una muchacha que no sabe por qué se coloca una corona, como yo me podía poner una tiara pontificia, y pone una corona y una frase escrita en inglés, que no es caldeo ni nada indescifrable. Carta a mi hermano. Si mi cuñada y mi hermano estuvieran complicados no dirían esas cosas improcedentes, hijas de la poca edad, y no lo harían en inglés. Estando en Alicante tendría que ir a hacer esas gestiones, traer y llevar recados, cumplir las consignas que se le daban. Pero que le daba ¿quién? ¿Ella era mi enlace y yo el jefe del Movimiento? Resulta absolutamente probado que a mí casi no me veía. Yo, cuando ella venía, bajaba un momento y como conocía la índole conyugal de sus visitas, la saludaba y me marchaba a trabajar. Ésta es la actuación de mi cuñada que además se queda en Alicante, incorpora en los días más peligrosos a su hermana política y a su tía, y que esto hace que las encierren a todas en el Reformatorio.

Creo que con esto ha terminado mi defensa.

Una sola palabra al Tribunal.

Creo que es usual en los políticos de algún relieve, que cuando se ven en un trance así, como este en que vosotros me ponéis, empiezan o acaban soltando una heroica baladronada para la posteridad, diciendo: "En fin, yo soy el responsable de todo. Haced de mí lo que queráis. Cumplo con mi deber. Disponed de mi vida."

Esta decisión ha sido interrumpida algunas veces por algunos jefes revolucionarios de izquierdas. Yo prefiero imitar a éstos y, no a los otros. No os voy a decir nada de esto: "No me importa dar la vida por esto o por lo otro". El señor Fiscal ha dicho que soy valiente. No soy valiente. Quizá no sea cobarde... Sí me importa dar la vida. Hay que arrostrar los sucesos de la vida con decorosa conformidad. Os digo que prefiero con mucho no morir. Que creo que la vida no se nos ha dado para que la quememos como una bengala al final de una función de fuegos artificiales.

Si yo no he tenido parte en esto, si no he participado en esto, ¿para qué voy a venir aquí y hacer el papel de víctima?

Yo os ruego que estiméis mi causa en conciencia y la causa de estos dos y que en conciencia dictéis veredicto de inculpabilidad.

Vuestro rigor no va a ser puesto en duda por nadie. Habéis defendido a las instituciones que os han encargado de defender, con severidad. Vuestro entusiasmo por el Régimen, tampoco. Os ruego que no veáis en mí si soy fulano o mengano, sino que soy un acusado que viene aquí a comparecer ante la justicia con otros dos. Que peséis mi causa con todos los indicios y todas las pruebas; y porque creo que lo merecemos y no tenéis que acreditar vuestro rigor y os interesa seguir acreditando la absoluta justicia de este Tribunal Popular, os pido dictéis un veredicto de inculpabilidad para los tres.

Yo os aseguro que en nombre de todos y mío he de agradecéroslo muy de veras, que me alegraré muy de veras esta noche encontrarme con la vida en el cuerpo, con esta vida que modestamente he dedicado y seguiré dedicando, a que contribuya con mucho o poco a que el Pueblo Español tenga uno de los lemas de nuestro Movimiento: "LA PATRIA, EL PAN Y LA JUSTICIA".

Cierra España.

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. 5ª parte.


INFORME DE LA DEFENSA DE JOSÉ ANTONIO, COMO ABOGADO DE SI MISMO; DE SU HERMANO MIGUEL, Y DE SU CUÑADA, MARGARITA LARIOS, EN LA SESIÓN CELEBRADA EN ALICANTE, EL 17 DE NOVIEMBRE DE 1936 .

Presidente: La defensa tiene la palabra.


José Antonio: Con la venia del Tribunal. Cuando hace cuatro o cinco noches se interrumpió el silencio de la incomunicación en que vivía desde que empezaron los sucesos que conmueven a España; cuando se interrumpió en forma de que, bajo la luz amarillenta de la Prisión, harto menos brillante de la que ahora nos ilumina, allá en nuestra celda, entraron el señor Fiscal y el señor Juez Instructor y nos leyeron de sopetón un Auto de Procesamiento y nos anunciaron que íbamos a comparecer seguidamente, en el término de días, ante el Tribunal Popular, y que quizá no nos correspondiese por turno de Oficio tan excelente defensor como hubiéramos podido proporcionárnoslo nosotros mismos, y que quizá no me concediesen el medio de probar lo que yo necesitaba, cuando se me dijo esto de sopetón, os he de confesar que me corrió por la espalda un escalofrío.

Después ha empezado el Juicio y tengo que daros las gracias al Tribunal porque se me ha permitido instruirme de los Autos, se me ha puesto en condiciones de comportarme sin tener que adquirir nuevos usos ante lo nuevo y el carácter bélico extraordinario que corresponde a este Tribunal, sino como me he comportado en doce años de ejercicio, porque el señor Fiscal que al principio de su informe, como al final no, me señalaba como prototipo del señoritismo ocioso, no le dijo a tiempo al tribunal, que yo llevo doce años trabajando todos los días, según el Fiscal ha dicho, al reconocer que he informado más veces que él, aún llevando él más años de ejercicio y yo tener menos edad, y que en ese trabajo he adquirido alguna destreza en mi oficio que es mi mayor título de dignidad profesional, y esa destreza me ha permitido en dos horas y media instruirme de ese montón de papeles, preparar mi defensa y someterla a vuestra conciencia.

Este homenaje de mi artesanía habitual, honrada y tranquila, es la mejor manera, sin alharacas y sin adulaciones, de expresamos mi agradecimiento.

El señor Fiscal empezó diciendo: "Falange Española es una asociación de tipo dictatorial, que aspira a un régimen político de tipo dictatorial." Mis minutos son pocos, pero sobre esto la benevolencia del Tribunal, administrada con largueza por su Presidente, me permitió hablar ya ante vosotros cuando fui interrogado en calidad de reo. Fui interrogado por el señor Fiscal e inteligentemente por varios miembros del Tribunal, que saben lo que son los partidos y sus sentidos sociales. Dije perfectamente por qué somos sindicalistas y no encuadrados en los partidos que son solamente sindicalistas; por qué añadimos a lo de "sindicalistas", lo de "nacional"; y por qué en lo del sindicalismo que es una posición nueva y de lo nacional, que es lo que parte en dos a toda la juventud de España.

Toda la juventud de España, todas las clases enérgicas de España, las juventudes ardientes, están divididas en dos grupos encarnizados. A esto se debe que, de cuando en cuando, nos matemos como fieras. A que unos aspiran a otro orden social más justo y se olvidan de que forman con el resto de sus conciudadanos una unidad de destino y los otros, ventean y mueven el gallardete del patriotismo y se olvidan de que hay millones de españoles hambrientos y de que no basta pasear la Bandera de la Patria sin remediar a los que padecen hambre. No ahora que comparezco ante este Tribunal, ni por este hecho, sino desde mil novecientos treinta y tres he venido sosteniendo esto sin descanso, hasta enronquecer, y lo atestigua mi declaración que figura al folio 69 de la causa instruida en Madrid, de la que podría leer las partes que se refieren a economía, trabajo, lucha de clases, tierra. ¿Queréis un punto improvisado ahora? "Todos los españoles no impedidos tienen el deber de trabajar. El Estado Nacional-Sindicalista no tendrá la menor consideración al que no cumpla función alguna y aspire a vivir como convidado a costa del esfuerzo de los demás." Punto dieciséis. Éstos son los típicos señoritos, éste es el señorito. Pues ya ve claro y bien el señor Fiscal cuál es la opinión de la Falange Española sobre el señoritismo.

Yo he redactado casi todo el ideario de Falange Española, de la que soy Jefe. Que soy el Jefe es evidente, sería pueril negarlo. Que Falange Española se mueve dentro de la legalidad republicana lo he demostrado también ayer. Y no he sido yo solo. Lo ha dicho el Tribunal Supremo de la República hace muy pocos meses, mucho después de triunfar el Frente Popular, y lo ha dicho una de las Salas, que por los antecedentes de quienes la componen os debe ofrecer las mayores garantías. Estoy seguro que al hacer el programa me he movido dentro de la misma Constitución. Ahora, si esto es delito, yo ruego, y de manera especial al Tribunal de Derecho que ha de redactar las preguntas para el Veredicto que no involucro este hecho mío innegable: Toda la responsabilidad para mí por haber sido el fundador de esa entidad y por ser el autor de su programa, pero que no la envuelvan hacia otras cosas que han sucedido después y que no tienen nada que ver con mi condición de Fundador de Falange Española.

¡Actos delictivos! Este es otro pasaje de mi vida pasada. Resulta que Falange Española ha cometido varios actos, de esta índole.

También me persiguen los minutos. La mayoría de los que formáis el Jurado pertenecéis a partidos enérgicos. Habéis tenido bajas y habéis comprobado que camaradas vuestros han abierto bajas en otras filas. Solo hay una cosa indecorosa en este género de lucha. La lucha en sí es triste. Es terrible, es dolorosísimo que lo más brioso, lo más enérgico de la juventud de España, en nuestras filas y en las vuestras, se mate a tiros. Hay, repito, solamente una cosa indecorosa en estas luchas, y es que se emplee el pistolero profesional. En este trance para mí tan solemne, os digo, que la Falange Española no lo ha hecho nunca. Vosotros que estáis hechos a la lucha sabéis que el pistolero profesional no sirve para nada, no hay quien se juegue la vida por cinco duros. Se lo juega por nada el que siente dentro de sí un Ideal. Vuestros militantes y los nuestros han sentido el ardor cada uno de su Ideal y se han matado.

¿Cuántas veces habréis visto en estos hechos a la Prensa gruesa, a la prensa burguesa, achacar la comisión de los mismos a pistoleros profesionales para mancillar el nombre de una organización? Vosotros sabéis que generalmente las Organizaciones de lucha no tienen para pagar esos profesionales, ni los usan, porque quieren cobrar y no arriesgar la vida. La Policía localiza siempre los grupos de delincuentes habituales. La Policía no puede, ni mucho menos, cazar a todo el que entra en la lucha de partidos numerosos, pero cuando hay pequeños grupos de pistoleros asalariados, los caza siempre. Pues ¿cómo la Policía, que tantas veces nos echó en cara esta condición nuestra, cómo no ha cogido nunca el cogollo de estos grupos? ¿Porque estaba a nuestro favor? La Policía nos ha encontrado bombas y las ha encontrado también en vuestros locales, sin que vosotros las hubieseis puesto. La Policía, Muñoz Castellanos, Jefe de Policía de este bienio que llamáis negro y que yo bauticé con el nombre de "bienio estúpido", nos armó este y diecisiete enredos más y nos clausuró los Centros que teníamos, y nos suspendió los periódicos que editábamos. Era mano derecha de Valdivia, hombre tan afecto a la República, tan defensor de la República, que cuando dejé de leer periódicos por mi incomunicación creo que fue uno de los últimos que encarcelasteis como sospechoso cuando comenzó el Movimiento.

Ésta ha sido la vida de la Falange Española. Muertos de un lado y de otro. Pero no venimos aquí a cancelar las deudas de sangre en papel sellado. ¡Ojalá dejásemos de matar! Venimos a juzgar si yo he participado o no en el actual Movimiento, y no vais a aprovechar esta coyuntura para hacer una liquidación de cuentas más o menos falsas.

Enemigo destacado del régimen, según el señor Fiscal. Ayer os expliqué las circunstancias en que vino el régimen y las circunstancias de ánimo en que su venida me cogió a mí, dolorido en lo entrañable del recuerdo de mi familia. No quiero insistir en esto porque parecería hasta indecoroso que en un trance como este me dedicase a tocar la nota de lo sentimental. Ayer la toqué y la dejo encomendada a vuestro recuerdo.

Ahora bien, este carácter de enemigo del régimen, dice el señor Fiscal, se ha manifestado más cuando alcanzaba el Poder alguna situación izquierdista y proletaria, y señalaba una fecha. Este entusiasmo y ardor contra el régimen, nacía en todas las derechas españolas y singularmente en JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA cuando se triunfó en las elecciones del 33, que dieron el triunfo a las derechas. En ellas fui elegido Diputado. Debíamos haber participado en aquella alegría colectiva. Os ruego que en la colección de Arriba no dejéis de mirar un número, el número 23, de 12 de diciembre de 1935, en que se reproduce otro más antiguo, el artículo que escribí y publiqué en "Falange Española", "F. E." el 7 de diciembre de 1933, a raíz de las elecciones. Basta su título. Se acababa de ganar la victoria de las derechas. Escribí un artículo, cuyo texto leeréis vosotros y que se llama nada menos que así: "La victoria sin alas." Esta fue mi manifestación de contento en aquellas elecciones en que fui elegido.

Después mi participación en el entusiasmo de las derechas. Un recuerdo a un difunto: José Calvo Sotelo. Fue el colaborador de mi padre y esto me basta para que le cite siempre con respeto y afecto. Pero en lo político, con algún remordimiento tengo que contaros que a Calvo Sotelo le hice yo esto: El era fogoso, tenía una oratoria confusa, se le disparaban torrentes de palabras que algunas veces hasta llegaban a perder el sentido. Calvo Sotelo iba diciendo por ahí: "No hay más que dos fuerzas nacionales, Falange Española y los hombres del Bloque Nacional." Entonces yo le contesté con una coz, con una cosa durísima que se encuentra en uno de esos pasquines en letras grandes que veréis a la cabeza de todos los números de nuestro periódico. Si no doy con él y no lo encuentro, vosotros me haréis el favor de buscarlo y leerlo. Me parece que fue en la cabeza del número 22. Le contesté la siguiente amabilidad al pobre José Calvo Sotelo: "Algún orador se dedica a decir por ahí que las únicas fuerzas nacionales son las de la Falange y las suyas. ¿Por qué no deja en paz a la Falange? Su elogio nos hace la misma gracia que ese refrán de: "El hombre y el oso cuanto más feos más hermosos." Que nos llamen feos no nos importa, pero que nos empareje con el oso..."

Llegan las nuevas elecciones. Regocijo de las derechas. Blanco y Negro organiza aquella encuesta de que os hablé y me pide mi opinión. Se publicó el 25 de diciembre y está reproducida en la página última, página cuarta del número 33 de Arriba. Era la pregunta: ¿Quién cree que ganará? ¿Triunfarán las derechas? ¿Cuál será la composición del nuevo Parlamento? Hice conjeturas bastante aproximadas corno pude comprobar más tarde, una vez conocido el resultado de las elecciones. "¿Qué sucesos prevé para el año próximo?", y le contesté esto: "Las izquierdas burguesas volverán a gobernar sostenidas en equilibrio dificilísimo entre la tolerancia del Centro y el apremio de las masas subversivas. Si los gobernantes —Azaña por ejemplo—, tuvieran el inmenso acierto de encontrar una política nacional que les asegurara la sustitución de tan precarios apoyos por otros más fuertes y duraderos, acaso gozara España horas felices. Si como es más probable, no tiene ese acierto, la suerte de España se decidirá entre la revolución marxista y la revolución nacional."

Como se ve, mi actitud, la actitud nuestra ante la coyuntura probable de un gobierno Azaña, era bastante benévola. Estaba llena de interés, interés benévolo y discreto. Nuestra actitud no era de hostilidad cerrada ni nada semejante, quizá porque este panorama del retorno de Azaña estaba predicho por mí desde el 28 de marzo de 1935, cuando escribí en Arriba: "Antes de la primavera del año próximo tendremos a Azaña en el Poder", y lo hice como resultado de una política estúpida de las derechas. Yo auguré que vendría Azaña, y cuando triunfó el Frente Popular y entró Azaña escribí en este periódico: "Sucedió lo que debía suceder. Azaña ha tenido dos ocasiones. La de ahora es peligrosa. Si no se vuelve a las chinchorrerías del primer bienio, a coger a un Comandante y a echarlo porque su mujer vaya demasiado a misa; si no se vuelve a estas cosas con este ímpetu, puede hacer el Gobierno una gran obra y tiene la obligación de hacer una obra revolucionaria en lo social, mucho más amplia de la que hizo la otra vez." Esto lo encontraréis en un trabajo que titulé "Azaña" comentando el discurso pronunciado por Azaña en el Campo de Comillas.

Adhesión total, entusiasta a cuanto hicieron las derechas, no; a las izquierdas, tampoco.

Yo creo que el Gobierno de Casares Quiroga tuvo en mucho la culpa de que pudiera estallar este movimiento, porque sembró aquel dislocamiento de todas las fuerzas, metió en la cárcel a tal cantidad de personas —entre las que me cuento—, sembró pequeñas incomodidades que predispusieron a todos y creció el espíritu crítico. Sin eso podríais tener la seguridad de que no habría en la lucha tanto joven, ni de que se hubiera podido provocar una locura de éstas a espaldas de personas responsables. De mí, por ejemplo, no os voy a decir hipócritamente que no me hubiera sumado a la rebelión. Creo que en ocasiones la rebelión es lícita y la única salida de un período angustioso.

Ahora, una rebelión que han preparado en España y fuera de España haciendo gestiones en Alemania e Italia, con lo difícil que son las negociaciones en estos países las dos naciones de diplomacia más intrincada y difícil, en donde hace falta meses para llegar a conocer el vocabulario, para que un día en la cárcel me encuentre con que ya está todo armado, sin saber a dónde va y que hay muchos míos, unos matando, otros muriendo, otros haciendo las ferocidades de que el señor Fiscal me da ahora la primera noticia; atrocidades que por otra parte me va a permitir que ponga en cuarentena, porque sé que mis camaradas no son capaces de cometerlas. Son trámites difíciles con finalidades turbias, inexplicables por lo menos, con pactos sobre si se entrega parte del territorio o no, y yo encerrado en la Cárcel de Alicante, sin comunicación con nadie y sometido al Tribunal Popular.

Eso no hubiera pasado si yo no hubiera estado encarcelado, y no hubiera pasado si los Jefes de mis organizaciones no hubieran estado perseguidos como alimañas, separados de sus familias, de sus camaradas.

Por haberse puesto a España en este avispero ha sido posible que estalle este movimiento que ahora tendremos todos que lamentar.

No os adulo. No encuentro toda la política de las izquierdas acertada, ni mucho menos.

También veréis que dije en este trabajo: "Azaña ha tenido dos ocasiones en la historia", en la última plana, en cabecera así de ancha (señala con las manos), que decía: "Azaña vive su segunda ocasión. La primera se malogró, si se malogra la nueva ocasión de Azaña se habrá perdido ya sin remedio y probablemente no tendrá ninguna más."

Presidente: Ruego al Letrado que prescinda de esas consideraciones.

José Antonio: En realidad, señor Presidente, el proceso es puramente político. Pero como no adulo al Tribunal por la política que le pueda inspirar, corto aquí. Basta. Con las derechas mi disidencia ha sido constante. Mi agresión durísima, encarnizada. No insistiré más en esto. Aquí os entrego mis textos y os ruego que hagáis el favor de repasar esta modesta vida que no hubiera traído a cuento si no lo hubiera hecho el señor Fiscal.

¿Que yo he dado muestras de esta aversión al pueblo? No sé cómo aprovechar los minutos para hacer un índice.

Yo en las Cortes me levanté un día para pedir que se ampliara la amnistía concedida por las derechas, gracias a la cual salieron a la calle varios millares de afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo; y otro día, cuando se presentó el proyecto de anulación de la Reforma Agraria, pronuncié dos discursos para impedir que se anulara la primera Reforma Agraria y expuse de la tierra este concepto que está escrito en el número del 21 de noviembre de 1935 de Arriba, página 5, quinta columna, también dice: (leyendo). "¿En qué consiste desde un punto de vista social, la reforma de la agricultura? Consiste en esto: Hay que tomar al pueblo español hambriento de siglos y redimirle de las tierras estériles, donde perpetúa su miseria; hay que trasladarle a las nuevas tierras cultivables; hay que instalarle sin demora, sin esperar siglos, como quiere la ley de contrarreforma agraria, sobre las tierras buenas. Me diréis: Pero ¿pagando a los propietarios o no? Y yo os contesto: Esto no lo sabemos; dependerá de las condiciones financieras de cada instante. Pero lo que yo os digo es esto: Mientras se esclarezca si estamos o no en condiciones financieras de pagar la tierra, lo que no se puede exigir es que los hambrientos de siglos soporten la incertidumbre de si habrá o no habrá Reforma Agraria; a los hambrientos de siglos hay que instalarlos, como primera medida, luego se verá si se pagan las tierras, pero es más justo y más humano y salva a más número de seres que se haga la Reforma Agraria a riesgo de los capitalistas, que no a riesgo de los campesinos." Cuando el señor Fiscal hablaba, con razón, de la tragedia del campo español, quizá no formulaba frases tan enérgicas como éstas.

Y cuando la revolución de Asturias, me levanté en las Cortes y dije, que en una revolución hay que atender siempre a dos cosas. Primero a dominarlas, y después a ver si tenían razón. Una revolución no estalla sin razón nunca.

Cuando decían frívolamente: "Los mineros de Asturias, ¿qué quieren si ganan diecisiete pesetas?" Yo les decía: "Pero, ¿es que creéis que lo hacen por ganar dos o tres pesetas más? Han empezado a votarse edificios, por los campesinos andaluces que ganan una peseta o seis reales. Esto es lo que hay en la revolución de Asturias si tenéis inteligencia para remediarlo. Y esto, ahora que habéis dominado la revolución no haréis más que enjuiciar y precipitar la segunda revolución de Asturias." He querido que vengan los discursos. Algunos están aquí, por ejemplo el que pronuncié cuando me opuse a la proposición acusatorio contra el señor Azaña. Como sabéis la fecha, no os costará encontrarlo.

Vamos al tercer capítulo de mi vida privada. Señor Fiscal, perdóneme.

Cierra España.

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. 4ª parte.Continuacion.


La segunda circunstancia ––para mí más decisiva que la primera––, que influyó en el cambio de actitud del Gobierno, fue el primer bombardeo que sufrió la ciudad de Alicante el día 5 de noviembre. Ello motivó la petición de venganza contra los presos. Es sabido que en los primeros meses de la guerra, los bombardeos, por insignificantes que fueran, producían un auténtico estado de terror entre la población civil y ello motivaba represalias contra los detenidos.[19] Por ello, es lícito pensar que la persona que ordenó el ataque aéreo debía tener el respaldo del Cuartel General de Franco. Pues era de sentido común que dicho ataque no podía tener más que consecuencias negativas en el proceso de José Antonio (en la ciudad atribuían, precisamente, al hecho de estar preso el líder falangista el haberse librado de los bombardeos).[20]


En relación a lo anterior, escribe Luis Covarrubias:

‹‹La ciudad levantina, situada en plena retaguardia republicana, no conoce las atrocidades de la guerra hasta el 5 de noviembre, en que un bombardero “nacional” deja caer 10 artefactos explosivos sobre el puerto, ocasionando dos muertos y un herido […]. El mismo día se cursa el siguiente telegrama: "Comisión de Justicia, Alicante a subsecretario de Justicia. Madrid. Dada situación de ánimos consecuencia bombardeo, urge nombramiento Fiscal especial, don Vidal Gil Tirado, en causa instruida magistrado señor Enjuto. Salúdale. Mira. Alicante 5 noviembre. 1936. Transmítase. P. O. Firma ilegible. Hay dos sellos: Uno dice 'Gobierno Civil. Alicante'; otro, 'Comité Popular Provincial de Defensa. Justicia Popular. Alicante'"››.[21]

Es posible que a estas alturas todavía haya quien piense: ¿Por qué Francisco Bravo y López Zafra silencian el nombre de Juan Serna, cuando su substitución-destitución era un argumento importante para denunciar las irregularidades del juicio de Alicante? ¿Por qué, al final de la guerra, fue castigado tan duramente? La respuesta creo que se deduce de todo lo dicho: Juan Serna conocía las intenciones del Gobierno republicano de canjear a Primo de Rivera.[22]
_________________

* Publicado en Altar Mayor, nº 91 (febrero-abril 2004), p. 506-514.

[1] Tampoco mencionan a Juan Serna los historiadores no falangistas que han tratado del proceso de José Antonio: Carlos ROJAS (Prieto y José Antonio: Socialismo y Falange ante la tragedia civil, 1977), Ian GIBSON (‹‹Prisión y muerte de José Antonio Primo de Rivera››, Historia 16, núm. 127, noviembre de 1980), Julio GIL PECHARROMAN (José Antonio Primo de Rivera. Retrato de un visionario, 1996), César VIDAL (José Antonio. La biografía no autorizada, 1996) y Stanley PAYNE (Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español, 1997). Tampoco en el reciente libro del ex ministro José Barrionuevo, Los procesos políticos en España, que contiene un capítulo dedicado al proceso de Primo de Rivera, encontramos mención alguna al primer fiscal del sumario. Hay que resaltar que, excepto Francisco Bravo, ningún autor, falangista o no, dice haber consultado el sumario, sino que todos se basan en el citado libro de Bravo. Éste, que tampoco ha consultado el original, da pocos detalles y se limita a decir que: ‹‹Una feliz casualidad permitió que a las manos del autor, cronista de la Falange y biógrafo de José Antonio, llegase una copia de las actuaciones del sumario instruido por la Justicia roja contra José Antonio››. Por tanto, cabe preguntarse: ¿Sabe alguien dónde está el sumario? El juicio de Alicante fue siempre un tema espinoso para el franquismo. Así José María Mancisidor no pudo publicar el texto taquigráfico del juicio oral hasta el año 1963, y en una edición que sufrió mutilaciones por parte de la censura. Según GARCÍA DE TUÑÓN AZA, J. M.: José Antonio y la República (2 edición 1996), p. 162, ‹‹Sobre el juicio se publicó hace años una edición clandestina de la trascripción de su texto que difiere de lo publicado por Mancisidor. Esta edición, que no hemos localizado, parece haber sido leída por muchas personas que así lo han testimoniado››.

[2] ‹‹La “justicia” roja trama y consuma la condena de José Antonio a la última pena››, Amanecer y La Gaceta Regional (20/ XI/1938). Este artículo fue recogido en libro Dolor y memoria de España en el segundo aniversario de la muerte de José Antonio (1939), p. 295- 301. José María Sánchez Bohorques, según nos informa Garcia de Tuñón, op. cit. p. 129, ‹‹fue Fiscal suplente de los Tribunales Populares en Alicante››, y no tuvo parte ni en el sumario ni en el juicio oral. También resulta un tanto sorprendente que XIMÉNEZ DE SANDOVAL, F.: José Antonio. Biografía apasionada (1941), siga, pero sin citarlo, a Juan de Valencia para todo lo relacionado con el proceso, y más sorprendente resulta todavía que, en las sucesivas ediciones de su libro, no rectificase los errores que al respecto contiene.

[3] El libro de Montes Agudo nunca fue reeditado y hoy es casi una rareza bibliográfica.

[4] Reproducido por A. del Río Cisneros y E. Pavón Pereira en op. cit., p. 121-130. Estos autores, en la ‹‹Bibliografía››, citan otro artículo de Tomás López Zafra: ‹‹Cómo y por quién fue incoado el sumario de Alicante››, Arriba, 19/XI/1952, pero no sé de nadie que haya hecho alguna referencia a ese artículo. (Según información de la Biblioteca Nacional: ‹‹le comunicamos que se ha revisado el diario “Arriba” (19 de noviembre de 1952) y no se ha localizado el artículo solicitado›› Nota: esta comunicación es posterior al artículo no publicado en Altar Mayor).

[5] Federico Enjuto (nacido el 23 de mayo de 1884 en Arecibo, Puerto Rico) llegaría a ser magistrado del Tribunal Supremo, fue iniciado en la masonería (el día 26 de julio de 1933, en la Logia Pitágoras de Palma de Mallorca por delegación de la Logia Concordia de Madrid) y era amigo de Indalecio Prieto. Se exilió en 1938, en circunstancias no del todo claras. En carta dirigida al Ministro de Justicia, de 3 de octubre de 1938, pide que se le vuelva a reponer en su cargo de magistrado del Tribunal Supremo. Ya en el exilio, y mientras ejercía de Abogado Investigador del Instituto Jurídico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, escribió el libro 400 años de legislación comunal en la América Española (México 1945), donde justifica la dominación española. Tanto Enjuto como Serna desempeñaron, temporalmente, sus cargos en la Audiencia de Palma, si bien en épocas diferentes.

[6] Este oficio, así como la certificación de las notas obtenidas por Serna, fue reproducido en su totalidad por PONS BESTARD, J: Cómo viví la represión franquista en Mallorca (1939-1975) (Palma 2000). Se trata de un libro un tanto deslavazado, no siempre exacto en sus juicios y escrito con rencor. Josep Pons, antiguo masón y antifranquista radical, es muy amigo de la familia Serna. Amistad que data de la época (tercer decenio del pasado siglo) en que el fiscal estuvo destinado en la Audiencia de Palma.

[7] Vidal Gil, según Montes Agudo, había sido Gobernador de Murcia y Badajoz. López Zafra nos informa que los nacionales le habían matado un hijo en Badajoz, según me especificó Manuel Serna (ver nota nº 10), fue fusilado en Don Benito. A principios de septiembre había sido nombrado presidente del Tribunal Popular de Alicante, una de las primeras reuniones de dicho Tribunal fue para juzgar a los sesenta y un falangistas (48 fueron condenados a muerte) de Callosa de Segura y de Rafal que tomaron parte en la intentona del 19 de julio para libertar a José Antonio. Después del juicio de José Antonio, a principios de diciembre de 1936, Gil fue premiado con el nombramiento de magistrado del Tribunal Supremo (El Luchador, 12 de diciembre de 1936), cito por SÁNCHEZ RECIO, G: Justicia y guerra en España. Los tribunales populares (1936-1939) (1991), p. 103.

[8] Esta palabra no se lee claramente en la vieja fotocopia que me ha sido facilitada por Manuel Serna.

[9] En la fotocopia falta una última línea. Esta nota, que tiene importancia a mi entender, no es recogida por Josep Pons; lo cual también resulta, como mínimo, curioso. La verdad es que Pons no siente ninguna simpatía por el líder falangista.

[10] Manuel Serna Añón (1914), abogado, capitán del ejercito republicano y miembro de la selección nacional de waterpolo que iba a participar, el 19 de julio de 1936, en la Olimpiada Popular a celebrar en Barcelona. Quiero testimoniarle mi gratitud por su amabilidad en atenderme en su casa de Valencia, el 10 de enero de 2003, a pesar de encontrarse gravemente enfermo.

[11] Cf. FERNÁNDEZ-CUESTA, R: Testimonio, recuerdos y reflexiones (1985), p. 109. Hay que señalar que la ‹‹confesión›› de Prieto se produjo a finales de septiembre de 1937 (o sea, sólo diez meses después del fusilamiento), días antes que Fernández-Cuesta fuera canjeado por Justino Azcárate.

[12] Hay una corrección manuscrita que dice: ‹‹destitución››.

[13] Seguramente fue por ese motivo por lo que estuvo a punto de ser “paseado” por elementos de la FAI.

[14] Para Manuel, ‹‹Enjuto se portó bien, en cambio López Zafra era de peor calidad››. Según Montes Agudo (p. 308-309), Enjuto recibió sucesivas amonestaciones por tener con José Antonio ‹‹una consideración excesiva. En el fondo de todo estaba la actitud intransigente de Gil Tirado››.

[15] Ruiz Funes figuraba como ministro de Agricultura en el Gobierno de Reconciliación propuesto por José Antonio en agosto de 1936. Es posible, después de tanto tiempo transcurrido, que Manuel Serna ––de cuya buena fe no dudo en absoluto–– extienda la conformidad de algunos ministros a todo el Gabinete. En cualquier caso, se sabe que tanto Azaña como Prieto intervinieron para evitar que Primo de Rivera fuera “paseado” por los milicianos alicantinos.

[16] Esa es también la opinión de COVARRUBIAS ARRIAZA, J.: ‹‹¿Quién ordenó el fusilamiento de José Antonio?››, Nueva Historia, 22 (noviembre de 1978). P. 67-69.

[17] Según SÁNCHEZ RECIO, op. cit., p. 14, ‹‹La entrada de la CNT en el gobierno, en los primeros días de noviembre, y la designación de García Oliver como ministro de justicia, en sustitución de Ruiz Funes que pertenecía a IR, fueron el factor determinante para que en la administración de justicia se impusiera la “normalidad revolucionaria”››.

[18] Citado por el periodista anarcosindicalista MÉNDEZ LUENGO, E.: Tempestad al amanecer (1977), p. 225. No cabe duda que el fusilamiento de Primo de Rivera fue objeto de debate por los dirigentes anarcosindicalistas. Según ABAD DE SANTILLÁN, D.: Por qué perdimos la guerra (1940), ‹‹No estaba en manos nuestras impedirlo, a causa de las relaciones tirantes que manteníamos con el Gobierno central, pero hemos pensado entonces y seguimos pensando que fue un error de parte de la República el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera; españoles de esa talla, patriotas como él no son peligrosos, ni siquiera en las filas enemigas›› (p. 43 de la 2ª edición de 1975). Parece como si Abad quisiera disculpar la actitud de García Oliver, ya que es difícil de creer que en 1940 olvidase que, precisamente en las fechas del juicio, en el gabinete había cuatro ministros anarquistas. Resulta más verosímil cuando le aseguró a Ramón GARRIGA (La España de Franco, 1ª edición española 1976, p. 41) que: ‹‹De haber estado prisionero en algún lugar de Cataluña, José Antonio Primo de Rivera no habría sido fusilado››. Garriga también cita el testimonio de Jacinto Toryho, director del diario de la CNT Solidaridad Obrera: ‹‹Yo era partidario, y otros compartían mi opinión, de llevarlo a la frontera pirenaica y dejarlo en libertad››.

[19] Como consecuencia del segundo ataque aéreo, acaecido en la noche del 28 de noviembre de 1936 y que causó tres muertos, en acción de represalia las masas asaltaron la Cárcel Provincial de donde sacaron 53 presos que fueron fusilados en las paredes del cementerio; cf. Vicente RAMOS: La Guerra Civil (1936-1939) en la provincia de Alicante, T. p. 144-143. (Esta nota es posterior al articulo de Altar Mayor).

[20] Julian ZUGAZAGOITIA, que fuera director de El Socialista y ministro de la Gobernación en el Gabinete de Negrín, escribe: ‹‹En Alicante habían pasado de los furiosos arrebatos colectivos en que se pedía la inmediata ejecución del caudillo falangista, a la convicción de que en tanto viviera la ciudad no sería bombardeada››¸cfr. Guerra y Vicisitudes de los Españoles (cito por la edición de 1978, 1ª edición 1940), tom I, p. 259. (Esta nota es posterior al articulo de Altar Mayor).

[21] COVARRUBIAS ARRIAZU, L.: op. cit., que cita como fuente: La guerra civil (1936-1939) en la provincia de Alicante (1974), Tomo I, p. 313, de Vicente Ramos. Cuando hablé con Manuel Serna éste también atribuyó el nombramiento de Vidal Gil a las protestas populares por dos guardias muertos, pero él las consideraba consecuencia de un intento fallido para liberar a Primo de Rivera por parte de un grupo de falangistas de un pueblo de Alicante. Como esos intentos de liberación se produjeron en los inicios de la sublevación, pensé que Manuel estaba en un error y no le di mayor importancia. Pero ahora, cuando he leído lo que escribe Covarrubias, creo que en lo sustancial estaba en lo cierto, sólo que confundía el motivo de la indignación popular.

[22] Según Manuel Serna, ‹‹hubo hasta cuatro intentos de canje, el último con un juez de Extremadura. El canje iba a realizarse de la siguiente manera: cuando José Antonio estuviera a bordo del buque alemán Emden, los nacionales liberarían al juez. No fue posible porque Franco siempre contesto no a todas las propuestas de canje, alegando que no se fiaba del Gobierno del Frente Popular››. También las gestiones de Don Juan de Borbón para salvar al líder falangista, esta vez en un barco inglés, obtuvieron esta respuesta de Burgos: ‹‹No interesa››, citado por ANSÓN, L. M.: Don Juan (1996). Según SÁINZ RODRÍGUEZ, P: Un reinado en la sombra (1981), idéntica respuesta obtuvieron los alemanes del Cuartel General de Salamanca: ‹‹No interesa››.

Jeroni M. Mas Rigo

Cierra España.

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. 4ª parte.



JUAN SERNA Y EL PROCESO DE JOSÉ ANTONIO EN ALICANTE

Es sabido que el fiscal que actuó en el proceso incoado contra José Antonio, en Alicante, por el delito de rebelión militar, fue Vidal Gil Tirado; pero lo que normalmente se ignora es que Gil no fue el primero. El primer fiscal fue Juan Serna Navarro. Francisco Bravo, que en su libro José Antonio ante la justicia roja (1941) reproduce gran parte del sumario, no se refiere para nada a Serna, lo cual de por sí ya resulta un tanto sospechoso. Tampoco lo hacen Agustín del Río Cisneros y Enrique Pavón Pereyra en Los procesos de José Antonio (1963).[1] Según Juan de Valencia: ‹‹Para el juicio hubo que introducir modificaciones en el tribunal. El Bohórquez (sic) abandonó la fiscalía, que fue ocupada por el propio Vidal Gil››.[2] Gumersindo Montes Agudo sí menciona a Serna en su libro Vieja Guardia (1939, p. 305-306). Dice Montes:


‹‹Para actuar de fiscal se había señalado a don Juan Serna. Este se presentó cuando Enjuto ya tenía el sumario en marcha. Tienen un cambio de impresiones en el que no llegan a un acuerdo y entonces marchan a Madrid, donde el Gobierno concede toda su confianza a Enjuto y destituye al Fiscal señor Serna››.[3]

Tomás López Zafra, secretario del Juzgado Especial Instructor del sumario, tampoco menciona a Serna en el extenso artículo que publicó en Arriba[4] (20/XI/1948) sobre los detalles del proceso. Sólo cita a Gil y cuando se refiere a Serna calla su nombre. Hasta tal punto resulta esto extraño, que cualquiera que lea el artículo creerá que cada vez que menciona al “fiscal” se está refiriendo a Gil Tirado. Tampoco en la Causa General. La dominación roja en España (1944), en el anexo dedicado José Antonio, que recoge la declaración prestada por López Zafra (si bien, no se le nombra por su nombre, sino por el ‹‹Secretario judicial››), se menciona para nada a Serna.

Juan Serna Navarro (1884-1957) era el hijo mayor (tenía dos hermanos) de una familia muy modesta. Al quedar huérfano de padre y madre, a los once años, pasó a vivir con un tío suyo y, mientras cuidaba el rebaño de ovejas, estudió el bachillerato con unas notas excelentes. Lo que motivó que en un número de la revista Blanco y Negro, correspondiente al año 1902, se publicase una nota con este título «Un pastor bachiller». Posteriormente estudió Derecho (1903-1909), sacando matrícula de honor en todas las asignaturas (20) de la carrera y le fue adjudicado, por unanimidad, el premio extraordinario de licenciatura en Derecho. Aunque no estaba afiliado a ningún partido político, su ideología era republicana, liberal y con una gran sensibilidad para las cuestiones sociales.

Juan Serna, como fiscal jefe que era de la Audiencia Territorial de Valencia, fue comisionado, el día 3 de octubre de 1936, para que ‹‹en representación del Ministerio Fiscal y como delegado de esta Fiscalía General de la República, intervenga e inspeccione el sumario que por supuestas responsabilidades en la actual rebelión militar, se sigue en Alicante contra José Antonio Primo de Rivera para el que ha sido nombrado por la Sala de Gobierno de este Tribunal Supremo, Juez especial el Magistrado Don Federico Enjuto Ferrán,[5] y actúe en su día ante el Tribunal Popular especial de Alicante en la expresada causa››.[6]

En el dorso de este escrito hay una anotación manuscrita del propio Serna, que dice así:

«Nota. Sustituido en la Comisión por orden telegráfica del Fiscal General de la República en 7 de noviembre de 1936, por el Fiscal de Alicante Vidal Gil Tirado[7] que fue el que continuó hasta la celebración del juicio oral días después. (Las causas de la sustitución quedan en el misterio, aunque las supone el que suscribe, y son seguramente el celo con que procuraba que no se cometieran infracciones legales ni se cumpliesen[8] ofrecimientos ni coacciones morales con los detenidos, como se opuso a las sugerencias…».[9]

¿Se referían esas sugerencias a la petición de la pena capital para Primo de Rivera? Es posible. No es ilógico suponer que el fiscal general, antes de tomar la decisión de la substitución-destitución, se quisiera asegurar de las intenciones de Serna.

La sustitución del primer fiscal se produjo veintidós días después de haber empezado las declaraciones testificales y tres días antes de principiar la declaración de José Antonio (10 de noviembre) y nueve antes del inicio del juicio oral (16 de noviembre). Hasta el cambio de fiscal no había habido ninguna prisa en tramitar el sumario. Esto podría desmentir lo afirmado por los historiadores franquistas de que el Gobierno había decidido, cuando se incoa el sumario, eliminar a Primo de Rivera. Según Montes Agudo, ‹‹Enjuto tramitaba el sumario con lentitud, pues prefería vivir tranquilamente en Alicante a regresar a Madrid, en plena fiebre asesina›› (p. 308). La lentitud era debida, para López Zafra, a ‹‹razones ajenas en absoluto al juez instructor››, pero sin especificar cuáles eran esas razones. No obstante, en la Causa General se nos informa que el 25 de octubre Enjuto y López Zafra viajan a Madrid para conferenciar con Prieto, a la sazón ministro de Marina. A la reunión no asistió López Zafra. Regresando a Alicante a principios de noviembre, ‹‹procurando el Secretario aclarar cuáles fueran las instrucciones que el Juez recibió de Indalecio Prieto, sacando la impresión de que éste había ordenado a Enjuto llevara con calma la tramitación del sumario››. Las razones de Prieto ‹‹en llevar con calma el sumario se desconocen››.

Para Manuel Serna,[10] hijo de Juan Serna, la demora era consecuencia de que el Gobierno quería ganar tiempo para poder canjear a Primo de Rivera con algún político de relieve que estuviera encarcelado por los rebeldes. Esto resulta perfectamente plausible, toda vez que sabemos que a Raimundo Fernández-Cuesta[11] (secretario general de Falange) Prieto le dijo que ‹‹la condena de José Antonio, además de un crimen, resultaba una equivocación. Que él se opuso a que se llevara a efecto, pero no consiguió vencer la decisión del “animal” de Largo Caballero››.

Después de lo expuesto, parece claro que López Zafra no dijo toda la verdad. En 1974, Antonio Gibello (José Antonio. Apuntes para una biografía polémica, p. 382) escribe: ‹‹López Zafra testimonia en 1948, en circunstancia política difícil, propicia a la manipulación y a la insinceridad. ¿Trataba de congraciarse López Zafra con el Gobierno nacional o es veraz?››. Parece como si Gibello supiera, o sospechase, alguna cosa más, que tampoco osa confesar ¿Por qué miente el secretario judicial? Todo apunta que el motivo no es otro que el ocultar que el Gobierno republicano (o parte de él, Azaña, Prieto, Ruiz Funes…) querían canjear a Primo de Rivera, como sostiene Manuel Serna.

Después de la Guerra Civil, Juan Serna fue condenado por un Consejo de Guerra de Oficiales Generales (5 de octubre de 1942) a doce años y un día de reclusión menor, ‹‹como responsable en concepto de autor de un delito consumado de auxilio a la rebelión››, a pesar de que el fiscal pedía sólo un año de prisión menor (ya que su único delito fue seguir ejerciendo la carrera fiscal). El capitán general de la Tercera Región Militar consideró que el delito cometido era de adhesión a la rebelión y la pena a imponer debía ser de treinta años de reclusión mayor. Por ello hubo de intervenir el Consejo Supremo de Justicia Militar que, en sentencia de 17 de marzo de 1943, confirmó la pena de doce años impuesta por el Consejo de Guerra, si bien acordó conmutar dicha pena por la de seis años y un día de reclusión menor.

En la sentencia del Consejo Supremo se dice lo siguiente:

‹‹durante el período en que desempeñó la Fiscalía en la Audiencia Territorial de Valencia fue comisionado para intervenir en el Sumario instruido contra José Antonio Primo de Rivera, detenido a la sazón en Alicante, limitándose el procesado a recibir dos o tres declaraciones testificales, y a presentarse en el Ministerio de Justicia para hacer constar la parcialidad con que actuaba el instructor de dicho Sumario Federico Enjuto, si bien la protesta de Don Juan Serna, no motivó otra cosa que la ratificación de la confianza que en Enjuto habían depositado las Autoridades Marxistas, que acordaron la situación[12] del procesado››.

Por lo visto haber actuado a favor de Primo de Rivera, haber pedido el sobreseimiento de los sumarios instruidos en Murcia[13] y haber dado órdenes a los fiscales de los Tribunales Populares para que actuasen con imparcialidad (todo ello reconocido en la sentencia) no fue suficiente para impedir que la “justicia” franquista lo condenase a doce años, sino que, además, el capitán general consideró que la pena a imponer era de treinta años.

Según Manuel Serna:

‹‹Mi padre, con la conformidad de Enjuto,[14] pensaba pedir una pena de dos años y pico por conspiración. Consideraba que, al estar preso Primo de Rivera cuando se produjo el alzamiento, no era posible acusarlo de rebelión militar. Azaña y el Gobierno (en el que figuraba como Ministro de Justicia el eminente penalista Ruiz de Funes[15]) estaban de acuerdo con la calificación del fiscal››.

¿Por qué cambio de parecer el Gobierno del Frente Popular? En mi opinión,[16] por la confluencia de dos circunstancias. La primera fue el cambio de Gobierno producido en la noche del 4 de noviembre de 1936, cuando las tropas nacionales estaban a 13 kilómetros de Madrid. Entre los nuevos ministros había cuatro anarquistas, entre ellos el de Justicia ––García Oliver.[17] Éste convocó en Valencia, nueva sede del Gobierno, a Enjuto, Gil Tirado y López Zafra y, según éste último, les dijo que ‹‹no se explicaba la demora en la terminación del sumario, pues bien se sabía la sentencia: la muerte para José Antonio››. ‹‹Concluida esta conferencia ––sigue relatando López Zafra––, que se celebró en el hotel Ingles, Enjuto acudió al lugar del comedor donde se encontraba Indalecio Prieto, en cuyo conocimiento puso cuanto acababa de ocurrir, órdenes que éste ratifico››.

Esto es lo que escribe López Zafra en el mencionado artículo del diario Arriba. Ahora bien, cuando declaró en la Causa General no dijo eso. Veámoslo:

‹‹Pero el Gobierno del Frente Popular no comparte este interés político de Indalecio Prieto ––cuyas razones en llevar con calma el sumario se desconocen–– y desde Valencia, donde reside dicho Gobierno, el Ministro de Justicia, García Oliver, llama por teléfono pocos días después al Juzgado, así como al Fiscal de la causa contra José Antonio, Vidal Gil Tirado, que hasta entonces había figurado como Presidente del Tribunal Popular, para que vayan a conferenciar con él››.

Eso merece un comentario. En primer lugar, hay que repetir que, entre el 25 de octubre y el 8 de noviembre, se ha producido un cambio de Gobierno. Por tanto, es este último Gobierno (no el de antes) el que no comparte el criterio de Prieto. Parece como si hubiera un interés en confundir los dos gabinetes. En segundo lugar, se reconoce que es a partir de la conferencia con García Oliver cuando empieza a actuar como fiscal Gil Tirado. ¿Por qué no se menciona que éste substituye a Juan Serna? Continuemos con el relato de la Causa General:

Cumpliendo la orden, acto seguido, desde Alicante se dirigen a Valencia, adonde llegan anochecido [seguramente, el sábado 7 de noviembre], reuniéndose con el Ministro de Justicia, García Oliver, el Subsecretario Sánchez Toca, el Juez Enjuto, el Fiscal Vidal Gil Tirado y el Secretario judicial que actúo en el sumario.

El Ministro y el Subsecretario piden noticias del sumario y concretan sus intenciones, diciendo que a José Antonio había que condenarlo a muerte y que el sumario tenía que terminarse, añadiendo García Oliver que, dada la resonancia mundial del proceso, había que darle la más sólida apariencia jurídica… “pero con prisa…”

Aquellas misma noche el Juzgado y el Fiscal salen de Valencia, llegando a Alicante de madrugada, y el día 9 de noviembre de 1936, en cumplimiento de las instrucciones recibidas, se reanuda la instrucción rápida del sumario; dictándose auto de procesamiento con fecha 13 de noviembre, notificándosele a José Antonio, en la celda que ocupaba en la cárcel, el día 14; encarándose José Antonio con Enjuto, a quien le dice: “¿No le da a usted vergüenza, llevar canas y vestir toga?”

En este relato, López Zafra no dice nada de la entrevista ––‹‹en el comedor››–– de Enjuto con Prieto. Nadie puede creer que esa ‹‹historia››, si hubiera sido cierta, la hubiese omitido el ‹‹secretario judicial››. Para el franquismo no podía haber dudas, todos los miembros del Gobierno republicano, incluido el socialista Prieto, habían deseado la muerte de José Antonio.

Es de justicia señalar que no todos los anarquistas estuvieron a favor del fusilamiento del fundador de la Falange. También es posible que García Oliver actuase presionado por los comunistas, que en aquellos momentos detentaban un gran poder gracias a la ayuda soviética y a las brigadas internacionales, ayuda que permitió que Madrid resistiera el avance de las tropas franquistas. Según el líder de la Federación Anarquista Ibérica, el mítico Durruti:

‹‹Con la muerte de José Antonio, si llega a consumarse, morirá también toda esperanza de reconciliar a los españoles antes de muchas décadas. Pero, en esta guerra, cada día menos civil y más internacional, se ventilan muchos intereses extraños a los propios españoles, que ni el mismo Gobierno de la República está en condiciones de desestimar o combatir››.[18]

Cierra España.