viernes, 20 de noviembre de 2009

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. 5ª parte.


INFORME DE LA DEFENSA DE JOSÉ ANTONIO, COMO ABOGADO DE SI MISMO; DE SU HERMANO MIGUEL, Y DE SU CUÑADA, MARGARITA LARIOS, EN LA SESIÓN CELEBRADA EN ALICANTE, EL 17 DE NOVIEMBRE DE 1936 .

Presidente: La defensa tiene la palabra.


José Antonio: Con la venia del Tribunal. Cuando hace cuatro o cinco noches se interrumpió el silencio de la incomunicación en que vivía desde que empezaron los sucesos que conmueven a España; cuando se interrumpió en forma de que, bajo la luz amarillenta de la Prisión, harto menos brillante de la que ahora nos ilumina, allá en nuestra celda, entraron el señor Fiscal y el señor Juez Instructor y nos leyeron de sopetón un Auto de Procesamiento y nos anunciaron que íbamos a comparecer seguidamente, en el término de días, ante el Tribunal Popular, y que quizá no nos correspondiese por turno de Oficio tan excelente defensor como hubiéramos podido proporcionárnoslo nosotros mismos, y que quizá no me concediesen el medio de probar lo que yo necesitaba, cuando se me dijo esto de sopetón, os he de confesar que me corrió por la espalda un escalofrío.

Después ha empezado el Juicio y tengo que daros las gracias al Tribunal porque se me ha permitido instruirme de los Autos, se me ha puesto en condiciones de comportarme sin tener que adquirir nuevos usos ante lo nuevo y el carácter bélico extraordinario que corresponde a este Tribunal, sino como me he comportado en doce años de ejercicio, porque el señor Fiscal que al principio de su informe, como al final no, me señalaba como prototipo del señoritismo ocioso, no le dijo a tiempo al tribunal, que yo llevo doce años trabajando todos los días, según el Fiscal ha dicho, al reconocer que he informado más veces que él, aún llevando él más años de ejercicio y yo tener menos edad, y que en ese trabajo he adquirido alguna destreza en mi oficio que es mi mayor título de dignidad profesional, y esa destreza me ha permitido en dos horas y media instruirme de ese montón de papeles, preparar mi defensa y someterla a vuestra conciencia.

Este homenaje de mi artesanía habitual, honrada y tranquila, es la mejor manera, sin alharacas y sin adulaciones, de expresamos mi agradecimiento.

El señor Fiscal empezó diciendo: "Falange Española es una asociación de tipo dictatorial, que aspira a un régimen político de tipo dictatorial." Mis minutos son pocos, pero sobre esto la benevolencia del Tribunal, administrada con largueza por su Presidente, me permitió hablar ya ante vosotros cuando fui interrogado en calidad de reo. Fui interrogado por el señor Fiscal e inteligentemente por varios miembros del Tribunal, que saben lo que son los partidos y sus sentidos sociales. Dije perfectamente por qué somos sindicalistas y no encuadrados en los partidos que son solamente sindicalistas; por qué añadimos a lo de "sindicalistas", lo de "nacional"; y por qué en lo del sindicalismo que es una posición nueva y de lo nacional, que es lo que parte en dos a toda la juventud de España.

Toda la juventud de España, todas las clases enérgicas de España, las juventudes ardientes, están divididas en dos grupos encarnizados. A esto se debe que, de cuando en cuando, nos matemos como fieras. A que unos aspiran a otro orden social más justo y se olvidan de que forman con el resto de sus conciudadanos una unidad de destino y los otros, ventean y mueven el gallardete del patriotismo y se olvidan de que hay millones de españoles hambrientos y de que no basta pasear la Bandera de la Patria sin remediar a los que padecen hambre. No ahora que comparezco ante este Tribunal, ni por este hecho, sino desde mil novecientos treinta y tres he venido sosteniendo esto sin descanso, hasta enronquecer, y lo atestigua mi declaración que figura al folio 69 de la causa instruida en Madrid, de la que podría leer las partes que se refieren a economía, trabajo, lucha de clases, tierra. ¿Queréis un punto improvisado ahora? "Todos los españoles no impedidos tienen el deber de trabajar. El Estado Nacional-Sindicalista no tendrá la menor consideración al que no cumpla función alguna y aspire a vivir como convidado a costa del esfuerzo de los demás." Punto dieciséis. Éstos son los típicos señoritos, éste es el señorito. Pues ya ve claro y bien el señor Fiscal cuál es la opinión de la Falange Española sobre el señoritismo.

Yo he redactado casi todo el ideario de Falange Española, de la que soy Jefe. Que soy el Jefe es evidente, sería pueril negarlo. Que Falange Española se mueve dentro de la legalidad republicana lo he demostrado también ayer. Y no he sido yo solo. Lo ha dicho el Tribunal Supremo de la República hace muy pocos meses, mucho después de triunfar el Frente Popular, y lo ha dicho una de las Salas, que por los antecedentes de quienes la componen os debe ofrecer las mayores garantías. Estoy seguro que al hacer el programa me he movido dentro de la misma Constitución. Ahora, si esto es delito, yo ruego, y de manera especial al Tribunal de Derecho que ha de redactar las preguntas para el Veredicto que no involucro este hecho mío innegable: Toda la responsabilidad para mí por haber sido el fundador de esa entidad y por ser el autor de su programa, pero que no la envuelvan hacia otras cosas que han sucedido después y que no tienen nada que ver con mi condición de Fundador de Falange Española.

¡Actos delictivos! Este es otro pasaje de mi vida pasada. Resulta que Falange Española ha cometido varios actos, de esta índole.

También me persiguen los minutos. La mayoría de los que formáis el Jurado pertenecéis a partidos enérgicos. Habéis tenido bajas y habéis comprobado que camaradas vuestros han abierto bajas en otras filas. Solo hay una cosa indecorosa en este género de lucha. La lucha en sí es triste. Es terrible, es dolorosísimo que lo más brioso, lo más enérgico de la juventud de España, en nuestras filas y en las vuestras, se mate a tiros. Hay, repito, solamente una cosa indecorosa en estas luchas, y es que se emplee el pistolero profesional. En este trance para mí tan solemne, os digo, que la Falange Española no lo ha hecho nunca. Vosotros que estáis hechos a la lucha sabéis que el pistolero profesional no sirve para nada, no hay quien se juegue la vida por cinco duros. Se lo juega por nada el que siente dentro de sí un Ideal. Vuestros militantes y los nuestros han sentido el ardor cada uno de su Ideal y se han matado.

¿Cuántas veces habréis visto en estos hechos a la Prensa gruesa, a la prensa burguesa, achacar la comisión de los mismos a pistoleros profesionales para mancillar el nombre de una organización? Vosotros sabéis que generalmente las Organizaciones de lucha no tienen para pagar esos profesionales, ni los usan, porque quieren cobrar y no arriesgar la vida. La Policía localiza siempre los grupos de delincuentes habituales. La Policía no puede, ni mucho menos, cazar a todo el que entra en la lucha de partidos numerosos, pero cuando hay pequeños grupos de pistoleros asalariados, los caza siempre. Pues ¿cómo la Policía, que tantas veces nos echó en cara esta condición nuestra, cómo no ha cogido nunca el cogollo de estos grupos? ¿Porque estaba a nuestro favor? La Policía nos ha encontrado bombas y las ha encontrado también en vuestros locales, sin que vosotros las hubieseis puesto. La Policía, Muñoz Castellanos, Jefe de Policía de este bienio que llamáis negro y que yo bauticé con el nombre de "bienio estúpido", nos armó este y diecisiete enredos más y nos clausuró los Centros que teníamos, y nos suspendió los periódicos que editábamos. Era mano derecha de Valdivia, hombre tan afecto a la República, tan defensor de la República, que cuando dejé de leer periódicos por mi incomunicación creo que fue uno de los últimos que encarcelasteis como sospechoso cuando comenzó el Movimiento.

Ésta ha sido la vida de la Falange Española. Muertos de un lado y de otro. Pero no venimos aquí a cancelar las deudas de sangre en papel sellado. ¡Ojalá dejásemos de matar! Venimos a juzgar si yo he participado o no en el actual Movimiento, y no vais a aprovechar esta coyuntura para hacer una liquidación de cuentas más o menos falsas.

Enemigo destacado del régimen, según el señor Fiscal. Ayer os expliqué las circunstancias en que vino el régimen y las circunstancias de ánimo en que su venida me cogió a mí, dolorido en lo entrañable del recuerdo de mi familia. No quiero insistir en esto porque parecería hasta indecoroso que en un trance como este me dedicase a tocar la nota de lo sentimental. Ayer la toqué y la dejo encomendada a vuestro recuerdo.

Ahora bien, este carácter de enemigo del régimen, dice el señor Fiscal, se ha manifestado más cuando alcanzaba el Poder alguna situación izquierdista y proletaria, y señalaba una fecha. Este entusiasmo y ardor contra el régimen, nacía en todas las derechas españolas y singularmente en JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA cuando se triunfó en las elecciones del 33, que dieron el triunfo a las derechas. En ellas fui elegido Diputado. Debíamos haber participado en aquella alegría colectiva. Os ruego que en la colección de Arriba no dejéis de mirar un número, el número 23, de 12 de diciembre de 1935, en que se reproduce otro más antiguo, el artículo que escribí y publiqué en "Falange Española", "F. E." el 7 de diciembre de 1933, a raíz de las elecciones. Basta su título. Se acababa de ganar la victoria de las derechas. Escribí un artículo, cuyo texto leeréis vosotros y que se llama nada menos que así: "La victoria sin alas." Esta fue mi manifestación de contento en aquellas elecciones en que fui elegido.

Después mi participación en el entusiasmo de las derechas. Un recuerdo a un difunto: José Calvo Sotelo. Fue el colaborador de mi padre y esto me basta para que le cite siempre con respeto y afecto. Pero en lo político, con algún remordimiento tengo que contaros que a Calvo Sotelo le hice yo esto: El era fogoso, tenía una oratoria confusa, se le disparaban torrentes de palabras que algunas veces hasta llegaban a perder el sentido. Calvo Sotelo iba diciendo por ahí: "No hay más que dos fuerzas nacionales, Falange Española y los hombres del Bloque Nacional." Entonces yo le contesté con una coz, con una cosa durísima que se encuentra en uno de esos pasquines en letras grandes que veréis a la cabeza de todos los números de nuestro periódico. Si no doy con él y no lo encuentro, vosotros me haréis el favor de buscarlo y leerlo. Me parece que fue en la cabeza del número 22. Le contesté la siguiente amabilidad al pobre José Calvo Sotelo: "Algún orador se dedica a decir por ahí que las únicas fuerzas nacionales son las de la Falange y las suyas. ¿Por qué no deja en paz a la Falange? Su elogio nos hace la misma gracia que ese refrán de: "El hombre y el oso cuanto más feos más hermosos." Que nos llamen feos no nos importa, pero que nos empareje con el oso..."

Llegan las nuevas elecciones. Regocijo de las derechas. Blanco y Negro organiza aquella encuesta de que os hablé y me pide mi opinión. Se publicó el 25 de diciembre y está reproducida en la página última, página cuarta del número 33 de Arriba. Era la pregunta: ¿Quién cree que ganará? ¿Triunfarán las derechas? ¿Cuál será la composición del nuevo Parlamento? Hice conjeturas bastante aproximadas corno pude comprobar más tarde, una vez conocido el resultado de las elecciones. "¿Qué sucesos prevé para el año próximo?", y le contesté esto: "Las izquierdas burguesas volverán a gobernar sostenidas en equilibrio dificilísimo entre la tolerancia del Centro y el apremio de las masas subversivas. Si los gobernantes —Azaña por ejemplo—, tuvieran el inmenso acierto de encontrar una política nacional que les asegurara la sustitución de tan precarios apoyos por otros más fuertes y duraderos, acaso gozara España horas felices. Si como es más probable, no tiene ese acierto, la suerte de España se decidirá entre la revolución marxista y la revolución nacional."

Como se ve, mi actitud, la actitud nuestra ante la coyuntura probable de un gobierno Azaña, era bastante benévola. Estaba llena de interés, interés benévolo y discreto. Nuestra actitud no era de hostilidad cerrada ni nada semejante, quizá porque este panorama del retorno de Azaña estaba predicho por mí desde el 28 de marzo de 1935, cuando escribí en Arriba: "Antes de la primavera del año próximo tendremos a Azaña en el Poder", y lo hice como resultado de una política estúpida de las derechas. Yo auguré que vendría Azaña, y cuando triunfó el Frente Popular y entró Azaña escribí en este periódico: "Sucedió lo que debía suceder. Azaña ha tenido dos ocasiones. La de ahora es peligrosa. Si no se vuelve a las chinchorrerías del primer bienio, a coger a un Comandante y a echarlo porque su mujer vaya demasiado a misa; si no se vuelve a estas cosas con este ímpetu, puede hacer el Gobierno una gran obra y tiene la obligación de hacer una obra revolucionaria en lo social, mucho más amplia de la que hizo la otra vez." Esto lo encontraréis en un trabajo que titulé "Azaña" comentando el discurso pronunciado por Azaña en el Campo de Comillas.

Adhesión total, entusiasta a cuanto hicieron las derechas, no; a las izquierdas, tampoco.

Yo creo que el Gobierno de Casares Quiroga tuvo en mucho la culpa de que pudiera estallar este movimiento, porque sembró aquel dislocamiento de todas las fuerzas, metió en la cárcel a tal cantidad de personas —entre las que me cuento—, sembró pequeñas incomodidades que predispusieron a todos y creció el espíritu crítico. Sin eso podríais tener la seguridad de que no habría en la lucha tanto joven, ni de que se hubiera podido provocar una locura de éstas a espaldas de personas responsables. De mí, por ejemplo, no os voy a decir hipócritamente que no me hubiera sumado a la rebelión. Creo que en ocasiones la rebelión es lícita y la única salida de un período angustioso.

Ahora, una rebelión que han preparado en España y fuera de España haciendo gestiones en Alemania e Italia, con lo difícil que son las negociaciones en estos países las dos naciones de diplomacia más intrincada y difícil, en donde hace falta meses para llegar a conocer el vocabulario, para que un día en la cárcel me encuentre con que ya está todo armado, sin saber a dónde va y que hay muchos míos, unos matando, otros muriendo, otros haciendo las ferocidades de que el señor Fiscal me da ahora la primera noticia; atrocidades que por otra parte me va a permitir que ponga en cuarentena, porque sé que mis camaradas no son capaces de cometerlas. Son trámites difíciles con finalidades turbias, inexplicables por lo menos, con pactos sobre si se entrega parte del territorio o no, y yo encerrado en la Cárcel de Alicante, sin comunicación con nadie y sometido al Tribunal Popular.

Eso no hubiera pasado si yo no hubiera estado encarcelado, y no hubiera pasado si los Jefes de mis organizaciones no hubieran estado perseguidos como alimañas, separados de sus familias, de sus camaradas.

Por haberse puesto a España en este avispero ha sido posible que estalle este movimiento que ahora tendremos todos que lamentar.

No os adulo. No encuentro toda la política de las izquierdas acertada, ni mucho menos.

También veréis que dije en este trabajo: "Azaña ha tenido dos ocasiones en la historia", en la última plana, en cabecera así de ancha (señala con las manos), que decía: "Azaña vive su segunda ocasión. La primera se malogró, si se malogra la nueva ocasión de Azaña se habrá perdido ya sin remedio y probablemente no tendrá ninguna más."

Presidente: Ruego al Letrado que prescinda de esas consideraciones.

José Antonio: En realidad, señor Presidente, el proceso es puramente político. Pero como no adulo al Tribunal por la política que le pueda inspirar, corto aquí. Basta. Con las derechas mi disidencia ha sido constante. Mi agresión durísima, encarnizada. No insistiré más en esto. Aquí os entrego mis textos y os ruego que hagáis el favor de repasar esta modesta vida que no hubiera traído a cuento si no lo hubiera hecho el señor Fiscal.

¿Que yo he dado muestras de esta aversión al pueblo? No sé cómo aprovechar los minutos para hacer un índice.

Yo en las Cortes me levanté un día para pedir que se ampliara la amnistía concedida por las derechas, gracias a la cual salieron a la calle varios millares de afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo; y otro día, cuando se presentó el proyecto de anulación de la Reforma Agraria, pronuncié dos discursos para impedir que se anulara la primera Reforma Agraria y expuse de la tierra este concepto que está escrito en el número del 21 de noviembre de 1935 de Arriba, página 5, quinta columna, también dice: (leyendo). "¿En qué consiste desde un punto de vista social, la reforma de la agricultura? Consiste en esto: Hay que tomar al pueblo español hambriento de siglos y redimirle de las tierras estériles, donde perpetúa su miseria; hay que trasladarle a las nuevas tierras cultivables; hay que instalarle sin demora, sin esperar siglos, como quiere la ley de contrarreforma agraria, sobre las tierras buenas. Me diréis: Pero ¿pagando a los propietarios o no? Y yo os contesto: Esto no lo sabemos; dependerá de las condiciones financieras de cada instante. Pero lo que yo os digo es esto: Mientras se esclarezca si estamos o no en condiciones financieras de pagar la tierra, lo que no se puede exigir es que los hambrientos de siglos soporten la incertidumbre de si habrá o no habrá Reforma Agraria; a los hambrientos de siglos hay que instalarlos, como primera medida, luego se verá si se pagan las tierras, pero es más justo y más humano y salva a más número de seres que se haga la Reforma Agraria a riesgo de los capitalistas, que no a riesgo de los campesinos." Cuando el señor Fiscal hablaba, con razón, de la tragedia del campo español, quizá no formulaba frases tan enérgicas como éstas.

Y cuando la revolución de Asturias, me levanté en las Cortes y dije, que en una revolución hay que atender siempre a dos cosas. Primero a dominarlas, y después a ver si tenían razón. Una revolución no estalla sin razón nunca.

Cuando decían frívolamente: "Los mineros de Asturias, ¿qué quieren si ganan diecisiete pesetas?" Yo les decía: "Pero, ¿es que creéis que lo hacen por ganar dos o tres pesetas más? Han empezado a votarse edificios, por los campesinos andaluces que ganan una peseta o seis reales. Esto es lo que hay en la revolución de Asturias si tenéis inteligencia para remediarlo. Y esto, ahora que habéis dominado la revolución no haréis más que enjuiciar y precipitar la segunda revolución de Asturias." He querido que vengan los discursos. Algunos están aquí, por ejemplo el que pronuncié cuando me opuse a la proposición acusatorio contra el señor Azaña. Como sabéis la fecha, no os costará encontrarlo.

Vamos al tercer capítulo de mi vida privada. Señor Fiscal, perdóneme.

Cierra España.

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