viernes, 20 de noviembre de 2009

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. 4ª parte.Continuacion.


La segunda circunstancia ––para mí más decisiva que la primera––, que influyó en el cambio de actitud del Gobierno, fue el primer bombardeo que sufrió la ciudad de Alicante el día 5 de noviembre. Ello motivó la petición de venganza contra los presos. Es sabido que en los primeros meses de la guerra, los bombardeos, por insignificantes que fueran, producían un auténtico estado de terror entre la población civil y ello motivaba represalias contra los detenidos.[19] Por ello, es lícito pensar que la persona que ordenó el ataque aéreo debía tener el respaldo del Cuartel General de Franco. Pues era de sentido común que dicho ataque no podía tener más que consecuencias negativas en el proceso de José Antonio (en la ciudad atribuían, precisamente, al hecho de estar preso el líder falangista el haberse librado de los bombardeos).[20]


En relación a lo anterior, escribe Luis Covarrubias:

‹‹La ciudad levantina, situada en plena retaguardia republicana, no conoce las atrocidades de la guerra hasta el 5 de noviembre, en que un bombardero “nacional” deja caer 10 artefactos explosivos sobre el puerto, ocasionando dos muertos y un herido […]. El mismo día se cursa el siguiente telegrama: "Comisión de Justicia, Alicante a subsecretario de Justicia. Madrid. Dada situación de ánimos consecuencia bombardeo, urge nombramiento Fiscal especial, don Vidal Gil Tirado, en causa instruida magistrado señor Enjuto. Salúdale. Mira. Alicante 5 noviembre. 1936. Transmítase. P. O. Firma ilegible. Hay dos sellos: Uno dice 'Gobierno Civil. Alicante'; otro, 'Comité Popular Provincial de Defensa. Justicia Popular. Alicante'"››.[21]

Es posible que a estas alturas todavía haya quien piense: ¿Por qué Francisco Bravo y López Zafra silencian el nombre de Juan Serna, cuando su substitución-destitución era un argumento importante para denunciar las irregularidades del juicio de Alicante? ¿Por qué, al final de la guerra, fue castigado tan duramente? La respuesta creo que se deduce de todo lo dicho: Juan Serna conocía las intenciones del Gobierno republicano de canjear a Primo de Rivera.[22]
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* Publicado en Altar Mayor, nº 91 (febrero-abril 2004), p. 506-514.

[1] Tampoco mencionan a Juan Serna los historiadores no falangistas que han tratado del proceso de José Antonio: Carlos ROJAS (Prieto y José Antonio: Socialismo y Falange ante la tragedia civil, 1977), Ian GIBSON (‹‹Prisión y muerte de José Antonio Primo de Rivera››, Historia 16, núm. 127, noviembre de 1980), Julio GIL PECHARROMAN (José Antonio Primo de Rivera. Retrato de un visionario, 1996), César VIDAL (José Antonio. La biografía no autorizada, 1996) y Stanley PAYNE (Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español, 1997). Tampoco en el reciente libro del ex ministro José Barrionuevo, Los procesos políticos en España, que contiene un capítulo dedicado al proceso de Primo de Rivera, encontramos mención alguna al primer fiscal del sumario. Hay que resaltar que, excepto Francisco Bravo, ningún autor, falangista o no, dice haber consultado el sumario, sino que todos se basan en el citado libro de Bravo. Éste, que tampoco ha consultado el original, da pocos detalles y se limita a decir que: ‹‹Una feliz casualidad permitió que a las manos del autor, cronista de la Falange y biógrafo de José Antonio, llegase una copia de las actuaciones del sumario instruido por la Justicia roja contra José Antonio››. Por tanto, cabe preguntarse: ¿Sabe alguien dónde está el sumario? El juicio de Alicante fue siempre un tema espinoso para el franquismo. Así José María Mancisidor no pudo publicar el texto taquigráfico del juicio oral hasta el año 1963, y en una edición que sufrió mutilaciones por parte de la censura. Según GARCÍA DE TUÑÓN AZA, J. M.: José Antonio y la República (2 edición 1996), p. 162, ‹‹Sobre el juicio se publicó hace años una edición clandestina de la trascripción de su texto que difiere de lo publicado por Mancisidor. Esta edición, que no hemos localizado, parece haber sido leída por muchas personas que así lo han testimoniado››.

[2] ‹‹La “justicia” roja trama y consuma la condena de José Antonio a la última pena››, Amanecer y La Gaceta Regional (20/ XI/1938). Este artículo fue recogido en libro Dolor y memoria de España en el segundo aniversario de la muerte de José Antonio (1939), p. 295- 301. José María Sánchez Bohorques, según nos informa Garcia de Tuñón, op. cit. p. 129, ‹‹fue Fiscal suplente de los Tribunales Populares en Alicante››, y no tuvo parte ni en el sumario ni en el juicio oral. También resulta un tanto sorprendente que XIMÉNEZ DE SANDOVAL, F.: José Antonio. Biografía apasionada (1941), siga, pero sin citarlo, a Juan de Valencia para todo lo relacionado con el proceso, y más sorprendente resulta todavía que, en las sucesivas ediciones de su libro, no rectificase los errores que al respecto contiene.

[3] El libro de Montes Agudo nunca fue reeditado y hoy es casi una rareza bibliográfica.

[4] Reproducido por A. del Río Cisneros y E. Pavón Pereira en op. cit., p. 121-130. Estos autores, en la ‹‹Bibliografía››, citan otro artículo de Tomás López Zafra: ‹‹Cómo y por quién fue incoado el sumario de Alicante››, Arriba, 19/XI/1952, pero no sé de nadie que haya hecho alguna referencia a ese artículo. (Según información de la Biblioteca Nacional: ‹‹le comunicamos que se ha revisado el diario “Arriba” (19 de noviembre de 1952) y no se ha localizado el artículo solicitado›› Nota: esta comunicación es posterior al artículo no publicado en Altar Mayor).

[5] Federico Enjuto (nacido el 23 de mayo de 1884 en Arecibo, Puerto Rico) llegaría a ser magistrado del Tribunal Supremo, fue iniciado en la masonería (el día 26 de julio de 1933, en la Logia Pitágoras de Palma de Mallorca por delegación de la Logia Concordia de Madrid) y era amigo de Indalecio Prieto. Se exilió en 1938, en circunstancias no del todo claras. En carta dirigida al Ministro de Justicia, de 3 de octubre de 1938, pide que se le vuelva a reponer en su cargo de magistrado del Tribunal Supremo. Ya en el exilio, y mientras ejercía de Abogado Investigador del Instituto Jurídico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, escribió el libro 400 años de legislación comunal en la América Española (México 1945), donde justifica la dominación española. Tanto Enjuto como Serna desempeñaron, temporalmente, sus cargos en la Audiencia de Palma, si bien en épocas diferentes.

[6] Este oficio, así como la certificación de las notas obtenidas por Serna, fue reproducido en su totalidad por PONS BESTARD, J: Cómo viví la represión franquista en Mallorca (1939-1975) (Palma 2000). Se trata de un libro un tanto deslavazado, no siempre exacto en sus juicios y escrito con rencor. Josep Pons, antiguo masón y antifranquista radical, es muy amigo de la familia Serna. Amistad que data de la época (tercer decenio del pasado siglo) en que el fiscal estuvo destinado en la Audiencia de Palma.

[7] Vidal Gil, según Montes Agudo, había sido Gobernador de Murcia y Badajoz. López Zafra nos informa que los nacionales le habían matado un hijo en Badajoz, según me especificó Manuel Serna (ver nota nº 10), fue fusilado en Don Benito. A principios de septiembre había sido nombrado presidente del Tribunal Popular de Alicante, una de las primeras reuniones de dicho Tribunal fue para juzgar a los sesenta y un falangistas (48 fueron condenados a muerte) de Callosa de Segura y de Rafal que tomaron parte en la intentona del 19 de julio para libertar a José Antonio. Después del juicio de José Antonio, a principios de diciembre de 1936, Gil fue premiado con el nombramiento de magistrado del Tribunal Supremo (El Luchador, 12 de diciembre de 1936), cito por SÁNCHEZ RECIO, G: Justicia y guerra en España. Los tribunales populares (1936-1939) (1991), p. 103.

[8] Esta palabra no se lee claramente en la vieja fotocopia que me ha sido facilitada por Manuel Serna.

[9] En la fotocopia falta una última línea. Esta nota, que tiene importancia a mi entender, no es recogida por Josep Pons; lo cual también resulta, como mínimo, curioso. La verdad es que Pons no siente ninguna simpatía por el líder falangista.

[10] Manuel Serna Añón (1914), abogado, capitán del ejercito republicano y miembro de la selección nacional de waterpolo que iba a participar, el 19 de julio de 1936, en la Olimpiada Popular a celebrar en Barcelona. Quiero testimoniarle mi gratitud por su amabilidad en atenderme en su casa de Valencia, el 10 de enero de 2003, a pesar de encontrarse gravemente enfermo.

[11] Cf. FERNÁNDEZ-CUESTA, R: Testimonio, recuerdos y reflexiones (1985), p. 109. Hay que señalar que la ‹‹confesión›› de Prieto se produjo a finales de septiembre de 1937 (o sea, sólo diez meses después del fusilamiento), días antes que Fernández-Cuesta fuera canjeado por Justino Azcárate.

[12] Hay una corrección manuscrita que dice: ‹‹destitución››.

[13] Seguramente fue por ese motivo por lo que estuvo a punto de ser “paseado” por elementos de la FAI.

[14] Para Manuel, ‹‹Enjuto se portó bien, en cambio López Zafra era de peor calidad››. Según Montes Agudo (p. 308-309), Enjuto recibió sucesivas amonestaciones por tener con José Antonio ‹‹una consideración excesiva. En el fondo de todo estaba la actitud intransigente de Gil Tirado››.

[15] Ruiz Funes figuraba como ministro de Agricultura en el Gobierno de Reconciliación propuesto por José Antonio en agosto de 1936. Es posible, después de tanto tiempo transcurrido, que Manuel Serna ––de cuya buena fe no dudo en absoluto–– extienda la conformidad de algunos ministros a todo el Gabinete. En cualquier caso, se sabe que tanto Azaña como Prieto intervinieron para evitar que Primo de Rivera fuera “paseado” por los milicianos alicantinos.

[16] Esa es también la opinión de COVARRUBIAS ARRIAZA, J.: ‹‹¿Quién ordenó el fusilamiento de José Antonio?››, Nueva Historia, 22 (noviembre de 1978). P. 67-69.

[17] Según SÁNCHEZ RECIO, op. cit., p. 14, ‹‹La entrada de la CNT en el gobierno, en los primeros días de noviembre, y la designación de García Oliver como ministro de justicia, en sustitución de Ruiz Funes que pertenecía a IR, fueron el factor determinante para que en la administración de justicia se impusiera la “normalidad revolucionaria”››.

[18] Citado por el periodista anarcosindicalista MÉNDEZ LUENGO, E.: Tempestad al amanecer (1977), p. 225. No cabe duda que el fusilamiento de Primo de Rivera fue objeto de debate por los dirigentes anarcosindicalistas. Según ABAD DE SANTILLÁN, D.: Por qué perdimos la guerra (1940), ‹‹No estaba en manos nuestras impedirlo, a causa de las relaciones tirantes que manteníamos con el Gobierno central, pero hemos pensado entonces y seguimos pensando que fue un error de parte de la República el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera; españoles de esa talla, patriotas como él no son peligrosos, ni siquiera en las filas enemigas›› (p. 43 de la 2ª edición de 1975). Parece como si Abad quisiera disculpar la actitud de García Oliver, ya que es difícil de creer que en 1940 olvidase que, precisamente en las fechas del juicio, en el gabinete había cuatro ministros anarquistas. Resulta más verosímil cuando le aseguró a Ramón GARRIGA (La España de Franco, 1ª edición española 1976, p. 41) que: ‹‹De haber estado prisionero en algún lugar de Cataluña, José Antonio Primo de Rivera no habría sido fusilado››. Garriga también cita el testimonio de Jacinto Toryho, director del diario de la CNT Solidaridad Obrera: ‹‹Yo era partidario, y otros compartían mi opinión, de llevarlo a la frontera pirenaica y dejarlo en libertad››.

[19] Como consecuencia del segundo ataque aéreo, acaecido en la noche del 28 de noviembre de 1936 y que causó tres muertos, en acción de represalia las masas asaltaron la Cárcel Provincial de donde sacaron 53 presos que fueron fusilados en las paredes del cementerio; cf. Vicente RAMOS: La Guerra Civil (1936-1939) en la provincia de Alicante, T. p. 144-143. (Esta nota es posterior al articulo de Altar Mayor).

[20] Julian ZUGAZAGOITIA, que fuera director de El Socialista y ministro de la Gobernación en el Gabinete de Negrín, escribe: ‹‹En Alicante habían pasado de los furiosos arrebatos colectivos en que se pedía la inmediata ejecución del caudillo falangista, a la convicción de que en tanto viviera la ciudad no sería bombardeada››¸cfr. Guerra y Vicisitudes de los Españoles (cito por la edición de 1978, 1ª edición 1940), tom I, p. 259. (Esta nota es posterior al articulo de Altar Mayor).

[21] COVARRUBIAS ARRIAZU, L.: op. cit., que cita como fuente: La guerra civil (1936-1939) en la provincia de Alicante (1974), Tomo I, p. 313, de Vicente Ramos. Cuando hablé con Manuel Serna éste también atribuyó el nombramiento de Vidal Gil a las protestas populares por dos guardias muertos, pero él las consideraba consecuencia de un intento fallido para liberar a Primo de Rivera por parte de un grupo de falangistas de un pueblo de Alicante. Como esos intentos de liberación se produjeron en los inicios de la sublevación, pensé que Manuel estaba en un error y no le di mayor importancia. Pero ahora, cuando he leído lo que escribe Covarrubias, creo que en lo sustancial estaba en lo cierto, sólo que confundía el motivo de la indignación popular.

[22] Según Manuel Serna, ‹‹hubo hasta cuatro intentos de canje, el último con un juez de Extremadura. El canje iba a realizarse de la siguiente manera: cuando José Antonio estuviera a bordo del buque alemán Emden, los nacionales liberarían al juez. No fue posible porque Franco siempre contesto no a todas las propuestas de canje, alegando que no se fiaba del Gobierno del Frente Popular››. También las gestiones de Don Juan de Borbón para salvar al líder falangista, esta vez en un barco inglés, obtuvieron esta respuesta de Burgos: ‹‹No interesa››, citado por ANSÓN, L. M.: Don Juan (1996). Según SÁINZ RODRÍGUEZ, P: Un reinado en la sombra (1981), idéntica respuesta obtuvieron los alemanes del Cuartel General de Salamanca: ‹‹No interesa››.

Jeroni M. Mas Rigo

Cierra España.

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