domingo, 4 de octubre de 2009

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 2ª parte.



Juntas Castellanas de Actuación Hispánica


COMPAÑEROS nuestros, jóvenes que se disponen a actuar en todos los terrenos, dentro de la ley, para defender los principios que han de salvar nuestra civilización de la barbarie comunista y anarcosindicalista, son los que integran la vanguardia de esa agrupación ocasional denominada Acción Nacional, cuyo objetivo es unir a los elementos de orden para que voten conscientemente en las elecciones del 28. No está LIBERTAD identificada con Acción Nacional, pues entendemos que su finalidad transitoria dista mucho de cumplir plenamente las necesidades de defensa a que Castilla necesita; nosotros propugnamos una acción constante, reforzada precisamente más allá de las Cortes, porque no será de ningún modo definitiva la Constitución que en ellas si llega a ser posible se apruebe, ni ésta resolverá todos los problemas. Sin embargo, entusiastas como somos de la acción pertinaz y, sobre todo, de la valentía para acometer de cara a los provocadores que. quieren adueñarse de todo por el terror, aplaudimos a nuestros bravos compañeros, asegurándoles que el porvenir es suyo si son, por lo menos, tan tercos en usar de su derecho como el adversario lo es en la intransigencia. Fiemos mucho, camaradas, del valor cierto de las masas campesinas: en Castilla es axiomático que ningún hombre merece más ni puede más que cada uno, desde el momento en que la lucha surge. La minoría de provocadores será, por tanto, la que nos dé el triunfo, porque a continuación del reto brota en todos los labriegos el amor propio que les pone en actividad, y desde ese momento son indomables.

Sin contradicción no hay vida. Para nosotros la pugna es la victoria.

(Anónimo. Libertad. núm. 1, 13 de junio de 193l.- Se reproducen fragmentos en Onésimo Redondo, págs. 9.10).

CON una frase puede resumirse y expresarse exactamente en qué consiste la exportación de capitales: se trata de un traslado al extranjero de parte de la fortuna nacional. No es, pues, una pérdida neta para la nación equivalente al valor. de los bienes trasladados. Solamente se pierden las cantidades que los nacionales consumen en el extranjero y los gastos efectuados en el traslado, en la administración y en una probable futura reintegración al bloque de los bienes nacionales radiantes en España.

A algunos lectores puede parecerles ociosa esta explicación, que no es ni más ni menos que el desarrollo o explicación de la frase "exportación de capitales"; pero a otros, y para ellos escribimos. les hará concebir con mayor exactitud el alcance y consecuencias del drenaje de capitales al exterior, que algunos creen, sin pararse a profundizar y guiados del lenguaje de alarma que se emplea para comentar estas maniobras, que es un desmembramiento definitivo e importante del acervo nacional.

En estos momentos somos unos acreedores del extranjero en tanta cantidad cuanto importan los capitales enviados y el activo español, modificado por la transformación de algunas partidas, suma exactamente igual que antes de haber hecho los traslados de fondos a que han dado lugar los temores de sucesos políticos.

Bien están las medidas restrictivas y persecutorías que se han tomado. No pueden ellas impedir totalmente las sutiles infiltraciones del dinero, porque éste, judío indudablemente por su ascendencia y por sus cualidades y en manos principalmente de judíos, los eternos detentadores de la riqueza, será batido, castigado y acorralado, pero no vencído, pues preferirá huir profiriendo silenciosas quejas y buscará ambiente tranquilo donde multíplícarse absorbiendo la eficacia creadora del trabajo. Pero no huirá en masa, sino fraccionada y lentamente.

Francia, nación de una suficiente agilidad de recursos estatales, bloqueó al dinero en época de Herriot. Amenazó, castigó, coaccionó los capitales, y no pudo, sin embargo, vencerlos. Pasaban el Canal de la Mancha, volaban a América, invadían centro Europa, tomando posiciones en los robustos y graves edificios bancarios berlineses... El dinero olfateaba los designios radicales, sectarios, populacheros de Herriot..., hacía la maleta y se situaba lejos para presenciar los resultados de la aplicación de teorías propugnadas por 1 a Prensa y las mesnadas políticas del caudillo radical. Después, Poíncaré consiguió repatriarlo. ¿Fue cuestión de abrir o de cerrar las fronteras financieras y bancarias? Indudablemente, no. Poíncaré suprimió de un tajo las enmarañadas trabas que a fuerza de decretos se habían tejido. Abrió una cañada real para que salieran libremente los capitales y amnistió a los que habían huido..., pero simultáneamente elaboró con su poderoso cerebro un vasto plan de gobierno. Abarcó las múltiples y complejas necesidades nacionales y formuló y estructuró sabios remedios. No tuvo tiempo, es verdad, de continuar manteniendo en el ambiente las pomposas disquisiciones - que tan magníficamente airean nuestros Ateneos - acerca de libertad, reacción, opresión..., pero acelero el ritmo de la producción nacional, proveyó a la seguridad de cocinas y despensas, legisló para toda la nación y la nación volvió a compenetrarse alrededor de un ideal patrio de reconstrucción y de trabajo. Ahora gobierna el centro y, sin embargo, el Banco de Francia cede el dinero al 2 por 100; las mercancías están más al alcance de todas las fortunas porque vienen desde entonces descendiendo los precios. Los gobiernos Tardieu, Laval, a pesar de ser conservadores, sieguen empujando a más bajos costes las mercancías. Lo que en 1928 costaba 100 francos, sólo cuesta ahora 82.

Volvamos a España. La emigración de capitales es un episodio que hará aprender a nuestros gobernantes... y a nuestros gobernados. Se restablecerán las normas sanas de gobierno verdadero y, a despecho de 145 ateneístas de Madrid, se legislará para toda la nación y, después de crisis y sobresaltos, volverá la tranquilidad y volverán a cruzar incesantemente debajo de los arquitos dorados de las ventanillas de los Bancos nuestros billetes estampados con las glorias de nuestro siglo XVI.

(Libertad, núm. 1, 13 de junio de 1931.)

"Nuestra Prensa está podrida" hasta la raíz. El Periodismo en nuestro país, es peor que la prostitución. Se rodea con un manto de moralidad y da amor al bien, actuando como intérprete de la opinión de lo mejor de Francia, cuando no es sino expresión de una pérfida y codiciosa minoría de especuladores." ( Jaurés )

¡LA Prensa! He aquí un valor mayúsculo por excelencia entre todos los que hoy ejercen potencia en el mundo político. La política absorbe las máximas atenciones del Ciudadano; nunca como después de la Revolución abrileña estuvo todo tan pendiente de la Política: se respira un ambiente sofocante de revisión, en el que las mayores audacias tienen eco. El pueblo, como leemos a diario, se ha echado a la calle, sediento de revolución según la Prensa. Ella es la que ha creado este cuadro de turbulencia en el que unos pocos son actores tan violentos como irresponsables, mientras que el verdadero, el gran pueblo, murmura atónito esperando entre confiado y temeroso la solución de sus problemas concretos. En este período, en que todo está por constituir, política y socialmente, he aquí que la Prensa ejerce y monopoliza. un supremo magisterio, sobre la única realidad que podemos llamar constituida, sobre lo único con fuerza eficiente para dejar oír su voz en los ámbitos de gobierno: el público efervescente de los grandes núcleos de población, persuadido por la embriaguez agresiva, que le comunican los diarios de que es necesario derribar mucho para vivir bien; obsesionado por la idea de hecatombe, tras de la cual los órganos de la política catastrófica aseguran con brutal fanatismo hallarse la felicidad del pueblo. A la nación le conviene estar alerta ante todo contra esa invasión de la barbarie forjada en las rotativas, que es el auténtico peligro para la República. Y es a la vez el más delicado inconveniente de que ésta ha venido íntimamente acompañada. Porque así como es evidente que la revolución de abril la han realizado las mayorías proletariorepublicanas de las capitales de provincia, no debe perderse de vista que el fermento propio de esa revolución se cultivó en las columnas de la Prensa demoledora. Ellas dirigen con disimulo o con descaro, según convenga, los primeros tiros de artillería contra lo que ha de ir cayendo: ellas van enfocando a las mesnadas revolucionarias en dirección de lo que ha de sucumbir: debilitan al adversario, que siempre lo es para los literatos revolucionarios el que está en alto; presiden el crecimiento de la marejada oposicionista, dan oportunamente el grito de ataque, y toman a su cargo sin escrúpulos el repugnante papel de rematar moribundos y ensañarse con los cadáveres. Ese es su oficio, y no hay porqué pensar que cesen en su tarea destructora por el simple suceso de que una Monarquía caduca cediera el paso a una república, "conservadora", según creen los espíritus dormidos, que pretenden tranquilizar sus cobardes sobresaltos cerrando los ojos.

LIBERTAD no quiere sumarse al coro infame de sus colegas que hacen de la guerra de los espíritus una pingüe granjería. Por el contrario: en la hora de las responsabilidades, si es que ha llegado, queremos señalar como las más graves y contumaces las de la Prensa, ya que en todos los momentos tristes de nuestras últimas etapas históricas, tan condenadas por esos órganos que se erigen en inmaculados fiscales, han jugado ellos los papeles más abominables: ¿Quién estuvo más cerca de todos los políticos fracasados que el periódico a quien cada uno de ellos daba calor? ¿Quién ha disculpado más errores, ha encubierto con mayor desvergüenza todos los abusos y ha patrocinado con mayor hipocresía todos los planes de mal gobierno que los periódicos a sueldo de la política vieja? La Prensa ha intervenido como actor principal en todos los desastres nacionales, diferenciándose sólo de los demás coautores en que al final de la tragedia, enterrando con desfachatez en sus archivos mil pruebas acusadoras de sus propias columnas, aparecía en el ápice de la irresponsabilidad, escurriendo el bulto y lanzando al pueblo cada día a una nueva confusión... LIBERTAD, con todo el coraje que le presta el ardor juvenil de que viene revestido, protesta, en aras de la honra y de la paz entre los españoles, de la inicua pujanza, del insolente privilegio de clase que disfruta un gremio de ciudadanos profesionales de la discordia, y eternos obstructores de la reconciliación de los espíritus. No pedimos más sino que la moral presida eficazmente el derecho de escribir. Que se destierre para siempre, a costa de los únicos que se atreven a defenderla, los periodistas, la monstruosa presunción de que lo que tiene valor en una sociedad civilizada es discutible y de que hasta la VERDAD, y la honra ajena, se hallan expuestas impunemente a las sórdidas apetencias de escándalo de cualquier delincuente armado de una pluma. El código penal debe regir para todos, hasta para los periodistas. Pedimos la extirpación sumaria de la delincuencia periodística. Trabajaremos por persuadir: a nuestros lectores de que los enemigos de la libertad, y de la paz y grandeza de España no se encuentran en uno u otro grupo ni en tal o cual ideología de las que diferencian a los españoles, sino en la Prensa abonada al escándalo, en los profesionales de la calumnia, la insidia y la agresión impune, en los periodistas libertinos. En estas circunstancias, cuando todos los españoles que trabajan honradamente ven aproximarse las consecuencias de tanta veleidad revolucionaria. el deber nos impulsa a gritar a la faz de todos: "La Prensa, he ahí el culpable, el enemigo."

(Libertad. núm. 1, 13 de junio de 1931.)

Nos parece bien el ardor combativo y el anhelo hispánico de "La Conquista del Estado". Pero echamos de menos la actividad antisemita que ese movimiento precisa para ser eficaz y certero. No nos cansaremos de repetírselo (*).

(*) Reproducido en Onésimo Redondo, Caudillo de Castilla, Valladolid, 1937, pág. 9

 
Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 1ª parte.



Sentido nacional




He aquí nuestra conversación con Ledesma Ramos:


—¿...?


—Localice usted el nacimiento y creación de las Juntas de Ofensiva Nacionalsindicalista en la hora misma en que suspendió su publicación «La Conquista del Estado», víctima del rigor policiaco de Galarza, y tanto como eso, de la atmósfera de entontecimiento demoliberal que se respiraba en España –derecha, izquierda y centro– hasta hace unos meses. «La Conquista del Estado» desapareció hace ya un año y medio; pero sus veinticinco números denunciaron antes que nadie toda la mentira, toda la ineficacia, toda la candidez y todo el peligro de desviación y hasta de traición nacional que representaban aquellos pobres principios decimonónicos de las jornadas abrileñas. Y no era eso oposición a la República, como tal. No. Pues ante nuestra vista estaba bien cercano el pobrísimo impulso y el fracaso terminante de la Monarquía. Era otra cosa: teníamos sentido nacional español, ansia de servicios eficaces a la cultura y a la tierra que constituían nuestro ser de españoles; sabíamos quién era el enemigo –las organizaciones marxistas, poderosas y violentas–, y nos creíamos, por último, en posesión de las técnicas más precisas para debilitarlo.


—¿...?


—Y entonces, abrazados a una interpretación militante de nuestra fe política, dimos paso a las JONS, donde, repito, los grupos de jóvenes lectores que se habían adherido a la consigna de resurgimiento nacional propagada en nuestro periódico, colaboraron durante un año en una tarea silenciosa y resignada, con perfecta cohesión y disciplina. Nos sostenía un espíritu vigilante, seguros de que muy pronto el pueblo español sentiría la necesidad de defender a la desesperada su derecho a una Patria y a una cultura que él mismo había creado. Pues la presencia angustiosa de tres realidades, de tres amenazas, como son: los separatismos roedores de la Unidad, la ola marxista antinacional y bárbara operando en nuestro suelo; la ruina económica y el paro constituyen peligro suficiente para que la gran mayoría de los españoles, o por lo menos la minoría más heroica, tenaz y responsable, aceptasen el compromiso de una acción política encaminada a recuperar la fortaleza de la Patria y la prosperidad económica del pueblo.


La eficacia política


—¿...?


—No hay política, eficacia política, sin acción. No interesa tanto a las JONS atraer millones de españoles a sus banderas como organizar cientos de miles en un haz de voluntades, con una disciplina y una meta inexorable que atrapar. El nombre mismo de nuestros grupos, las Juntas señala la primera preocupación del partido, la de promover a categoría activa, militante, el mero existir pasivo y frío que caracteriza hoy la intervención política del pueblo.


—¿...?


—Sí. Delimitamos, por ahora, el sector de nuestras propagandas. Sabemos que el espíritu y la táctica de las JONS, es decir, sus ideas y su estilo de acción, sólo puede ser aceptado por la juventud española universitaria y obrera. Esto es, hijos de burgueses y proletariado joven, unidos en dos logros supremos: el resurgimiento de la grandeza y dignidad de España y la elaboración de una economía nacional, de sentido sindicalista, corporativo, sin lucha de clases ni marxismo. Sólo la juventud sabe que las instituciones y procedimientos que sirven de base al Estado liberal-burgués son una ruina en nuestro siglo, capaces tan sólo de despertar la adhesión y el entusiasmo de las gentes viejas. Y sólo ella sabe también que no hay licitud política alguna a extramuros de una idea nacional indiscutible, irrevisable, y que para mantener en su más firme pureza esa fe nacional, ese sentimiento de la Patria, es hoy necesario formar en unas filas uniformadas y violentas que contrarresten y detengan las calidades temibles del enemigo rojo.


El pueblo español


—¿...?


—En efecto: imperio y pan. No hay grandeza nacional y dignidad nacional sin estas dos cosas: un papel que realizar en el mundo, en la pugna de culturas, razas y regiones que caracteriza el vivir humano del planeta; un pueblo satisfecho, de coma y alcance, un nivel de vida superior, o, por lo menos, igual que el de otras naciones y países. Pero hay más. Si la economía nacional ha de ser próspera, es decir, lo necesariamente rica para asegurar el esplendor vital del pueblo, el primer factor es el de tener como base una pujanza y una fortaleza nacionales, una capacidad productora y un optimismo creador, imperial, que sólo consiguen y atrapan los pueblos que aparecen en la historia formados apretadamente en torno a la bandera de su Patria. Por ejemplo, la España del siglo XVI. Y hoy, el fascismo italiano.


—¿...?


—Nada es hoy posible sin un orden, una disciplina y una colaboración activísima de las masas. Quien rechace o prescinda de las masas como de algo molesto y negativo está fuera del espíritu español de nuestro siglo, de la realidad que ahora vivimos. Las JONS aceptan, acogen y comprenden en su verdadera significación esa especie de glorificación de las masas a que asistimos hoy. Y por ello creemos que la única garantía de que pueda lograrse en España un orden permanente, una fecunda disciplina española, es aceptar, o más aún, reclamar la presencia palpitante del pueblo, de las masas españolas. Demostraremos al marxismo que no nos asustan las masas, porque son nuestras. Es, pues, tarea del partido, primera justificación del partido, el encontrar los moldes, los perfiles recios, durables y auténticos sobre que volcar la colaboración, efusividad y fuerza creadora del pueblo español. El marxismo encrespa las masas e inutiliza su carácter de españolas, movilizándolas bajo consignas negativas y rabiosas. Las hace bárbaras, insolidarias y hasta criminales. Al contrario de eso, las JONS intentarán ofrecer, aclarar y señalar a las masas hispánicas cuál es la ruta del pan; es decir, de la prosperidad y del honor; esto es, de su salvación como hombres libres y como españoles libres. Sabemos bien que sólo será libre el pueblo español cuando recobre su ser, su coraje y su fuerza –que viene negando o desconociendo desde hace dos siglos– y proyecte todo eso sobre el cerco enemigo que le ataca.


Moviles de índole nacional


—¿...?


—Nuestra negación radical es el marxismo. Nuestra afirmación primera, la grandeza y dignidad de España. Claro que estos dos afanes pueden compartirlos asimismo –en la letra, no en el espíritu– los sectores burgueses de izquierda; pero las JONS saben bien que sólo coronando esos propósitos con una política de sacrificio y de violencia, de realidad nacional y no de farsa parlamentaria, de heroísmo en la calle popular frente a los rojos, pueden ser obtenidos rotundamente. Esperamos, pues, la adhesión inmediata de esas juventudes burguesas de izquierda, ilusionadas hasta ahora por los mitos del siglo XIX, ingenuos, candorosos, y lo que es peor, ineficaces y blandos ante el enemigo.


—¿...?


—Las JONS constituyen, puede decirse, un partido contra los partidos. No admitimos como lícitos en política otros móviles que los de índole nacional. España va a la deriva, gobernada por el egoísmo de los partidos, que hacen jirones la unanimidad histórica de España, su capacidad de independencia y sus defensas esenciales. Queremos el partido único, formado por españoles sin calificativo alguno derrotista, que interprete por sí los intereses morales, históricos y económicos de nuestra Patria. Queremos la dictadura transitoria de ese partido nacional, forjado, claro es, en la lucha y asistido activamente por las masas representativas de España. ¡¡Dictadura nacional frente a la dictadura del proletariado que propugnan los rojos y frente a los desmanes de la plutocracia capitalista!! Hasta conseguir las nuevas instituciones, el nuevo orden español, el nuevo Estado nacional de España. Nada nos liga a la España liberal y blanducha anterior al 14 de abril. Nada nos impide, pues, comenzar nuestro camino desde esta situación republicana que hoy existe. Pero, repito, la historia de España es gloriosa, formidable. Algunos de sus Reyes, magníficos jerarcas, geniales creadores de alma nacional, y de ellos estamos orgullosos ante el mundo. Ahora bien: hoy España, el pueblo español, vive una forma republicana de gobierno, y las JONS declaran que se librarán mucho de aconsejar al pueblo su abandono. En todo caso, ni Monarquía ni República: el régimen nacional de las JONS, el nuevo Estado, la tercera solución que nosotros queremos y pedimos.


Revolucionarias y católicas


—¿...?


—Las JONS se consideran revolucionarias. Por su doble índole de partido que utiliza y propugna la acción directa y lucha por conseguir un nuevo orden, un nuevo Estado, subvirtiendo el orden y el Estado actuales. Somos, en lo económico, sindicalistas nacionales. Tenemos en nuestro programa la sindicación forzosa de productores, y desde los Sindicatos de industria a la alta Corporación de productores –capital y trabajo–, una jerarquía de organismos nacionales garantizará a todos los legítimos intereses económicos sus rotundos derechos. Otra cosa es en nuestra época caos, convulsión, ruina de los capitales y hambre del pueblo. Sólo nosotros, nuestro sindicalismo nacional, puede hacer frente a todo eso, aniquilando la lucha de clases y la anarquía económica.


—¿...?


—¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España. Pero quede bien claro que las JONS aceptan muy poco, se sienten muy poco solidarias de la actuación política de los partidos católicos que hoy existen en España. Viven éstos apartados de la realidad mundial, y al indicar como metas aceptables las conquistas y los equilibrios belgas, denuncian un empequeñecimiento intolerable de sus afanes propiamente nacionales, españoles.


—¿...?


—Sí. ¡Viva España! Vamos a airear este grito, haciendo que las masas lo hagan resonar con orgullo. Una de las más tristes cosas, de tantas cosas tristes como se ofrecían a los españoles desde hace sesenta años, era esta realidad de que el grito de ¡Viva España! fuese considerado como un grito reaccionario, al que había que proscribir en nombre de Europa y del progreso. ¡Oh, malditos!


Cierra España.

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) prologo.


Siempre que a lo largo de estos años se ha hablado de Ledesma, Onésimo y José Antonio, ha sido hablar de FE de las JONS, de su fundación, de sus actos y sobre todo de su figura principal, José Antonio.


Pero realmente, que era JONS? De donde nacen estas siglas?, de que fusión vienen?, salio de aquí la mayor parte de los 27 puntos por el cual FEJONS se regiría a lo largo y ancho de su historia?, hablar de JONS , seria hacerlo ante todo de las juntas castellanas y de acción católica, sin omitir la unión de sus dos lideres en uno, Ledesma y Onésimo.

Así que hablaremos de JONS y que mejor que lo hagan estas dos figuras de la política e historia de este país, con sus propias palabras. Para así poder llegar a entender que es FE de las JONS.
Qué son las JONS?


El fascio se encuentra al nacer con el hecho gratísimo de que existe en España una organización de juventudes, las JONS, disciplinada en torno a ideales muy afines a los nuestros. Pondremos a disposición de estos grupos, verdaderos fascios de jóvenes combatientes, una página de nuestra revista, desde la que lanzarán sus consignas, sus razones y sus gritos. Hoy, uno de los fundadores más destacados, Ramiro Ledesma Ramos, señala los orígenes, las rutas y las metas de las JONS.

Las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) fueron un movimiento político español de ideología Nacional-sindicalista cuya doctrina, inspirada en el sindicalismo revolucionario, reclamaba la creación de un Estado Nuevo en el que los trabajadores fueran la piedra fundamental de éste y en el que la grandeza de la Patria, su engrandecimiento y su unidad fuera el otro gran objetivo.

Las J.O.N.S están consideradas como de ideología nacional-revolucionaria por buscar la revolución social antes nombrada y a su vez dotar a este movimiento revolucionario de un halo nacional que mantuviera al pueblo como sostén del nuevo Estado. Fueron las pioneras en adoptar el símbolo de las cinco flechas entrecruzadas en un yugo o junta, así como el lema "¡España Una, Grande y Libre!" y "¡Arriba los valores hispánicos!", grito precursor del posterior "¡Arriba España!" falangista.

Las JONS surgieron en octubre de 1931 de la fusión del grupo liderado por Ramiro Ledesma Ramos, fundador del semanario "La Conquista del Estado" con las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, grupo fundado por Onésimo Redondo Ortega, antiguo propagandista de Acción Católica, organización que abandonó por considerarla tibia y transigente.

El Nacionalsindicalismo, también denominado impropiamente falangismo, es una corriente ideológica obrerista nacida en 1931 en España (aunque aplicable en otros países en algunos de sus principios) basada, según sus pro pugnantes, en un hondo sentimiento nacional y revolucionario, con un especial acento en las ideas de patria y justicia social.

Su origen tiene lugar en el ámbito de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), movimiento ideológico formado por la unión del grupo reunido en torno al semanario "La Conquista del Estado", liderado por Ramiro Ledesma Ramos y las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica de Onésimo Redondo Ortega.

Su doctrina se basa en una particular interpretación pseudo corporativista del sindicalismo revolucionario pero desechando partes importantes de su filosofía y programa (por lo que no es tampoco propiamente un corporativismo), y se sitúa en un plano alternativo al marxismo y al capitalismo, a los que critica ferozmente desde una posición que sólo se puede calificar como de "sindicalismo nacional". Al ser "tercerposicionista", se sitúa en un ámbito distinto a la tradicional división de corrientes ideológicas entre izquierdas (marxista o liberal) y derecha liberal, división que, al entender de los defensores del Nacionalsindicalismo, provoca una visión solamente parcial de los problemas de España.



El Nacionalsindicalismo tiene un referente filosófico en la obra de José Ortega y Gasset y de la Generación del 98, aunque el peso en él del pensamiento tradicional español y del catolicismo y la Doctrina Social de la Iglesia resultan en él también determinantes.

En el ámbito económico recibe sus ideas fundamentales de movimientos sindicalistas y socialistas utópicos, así como de la Doctrina Social de la Iglesia en esta materia. Así propone la organización de la economía a través de sindicatos unitarios, como organización natural de los trabajadores, que de esta forma, recuperan la plusvalía y tienen la propiedad de los medios de producción y el control de la gestión de la empresa. Aunque pretenden superar el concepto de sindicato de clase, reconocen que los sindicatos son el instrumento de lucha del proletariado en tanto no concluya la lucha de clases, pugna que el Nacionalsindicalismo quiere superar mediante la implantación de un radical sistema de Justicia Social. El trabajo se considera un medio de dignificación social, y no existe ninguna contemplación con aquellos que, pudiendo, no dedican sus capacidades al trabajo.

Los principios ideológicos del nacional-sindicalismo son los siguientes:

Es un movimiento revolucionario. Revolución significa la alteración de un sistema de cosas que se han hecho anticuadas o que son injustas, y su sustitución por un orden más justo.

Critica tanto al liberalismo como al marxismo, tachando ambos movimientos de materialistas y clasistas, y proponiendo una concepción más espiritual de la vida.

Los tres ejes del estado nacionalsindicalista son la familia, el municipio y el sindicato. El Estado está al servicio del ciudadano, ya que está integrado por los órganos de convivencia real del ciudadano, en donde pueden plantearse sus necesidades y aspiraciones, mediante una democracia directa y participativa.

El Nacionalsindicalismo parte de una consideración católica de la persona, sin constituirse en una ideología clerical, ya que considera que ello pertenece a aspectos íntimos del hombre. Establece una separación entre funciones del Estado y de la Iglesia más que entre religión y política, por lo que defiende el principio de colaboración entre uno y otra sin intromisiones mutuas.

Cultura y educación. Solo puede ser verdaderamente libre una sociedad culta, y en este aspecto se ve, como en otros muchos, una diferencia clara con las ideólogas totalitarias.

España es una "unidad de destino en lo universal": patriotismo trascendental. El concepto de patria no se basa en características raciales, lingüísticas o incluso culturales similares, sino en la existencia de una misión común a llevar a cabo por pueblos diversos unidos por la historia. Mientras el nacionalismo aislado tiende a cerrarse en sí mismo, el patriotismo le otorga las fuerzas para conseguir un objetivo común ("el nacionalismo es el individualismo de los pueblos", llegará a criticar José Antonio Primo de Rivera).

En el plano económico, el Nacionalsindicalismo defiende la organización de la actividad económica en torno al sindicato unitario:

El capital no es más que un instrumento al servicio de la producción.

El trabajo es el factor principal de producción. El trabajo es el esfuerzo (físico o intelectual) realizado por el hombre para transformar cosas. El papel de trabajador no debe depender de la aportación de capital.

La propiedad de los medios de producción debe ser del trabajador (no del estado ni de quien aporta el capital) por medio del Sindicato (una especie de cooperativismo estructurado sindicalmente).

La propiedad privada está permitida según la naturaleza de las cosas, y por ello siempre supeditada a su doble función individual y social. En todo caso la propiedad queda delimitada según su naturaleza (bienes de uso y consumo individuales, bienes familiares, bienes sindicales, bienes municipales, etc.). Nunca se permitirá el control privado sobre los medios de producción (que serían sindicales por naturaleza).

En una empresa, todos los que trabajan en ella, obreros y directivos (que son diferenciados de los capitalistas), participan en la propiedad y la gestión. La plusvalía de producción es asignada al trabajo (no al capital).

La agrupación de empresas por ramas de producción da lugar a los sindicatos nacionales que son los pilares sociales y económicos del estado nacionalsindicalista.

La banca debe ser nacionalizada, pudiendo estar en parte estatalizada y en parte sindicalizada para cumplir como servicio público a la economía nacional.


Acción Católica es una asociación pública de fieles que tiene su origen en el mismo seno de la Iglesia católica. Fundado por el papa Pío XI. Su finalidad es la de la misma Iglesia, la evangelización. No asume como propio uno u otro campo de apostolado particular, sino la finalidad de la Iglesia, el anuncio del Evangelio a todos los hombres y ambientes. De modo que el carisma propio es no tener nada propio sino prestar disponibilidad a todas las necesidades de la Iglesia en cada lugar.


Según el artículo la fortuna del Lamennais e prime manifestazioni d'Azione Cattolica in Italia ("Civiltà Cattolica" del 4 de octubre de 1930), el origen de la acción católica es un largo periodo de gestación en la que destacan entre otros los movimientos de restauración del Antiguo Régimen como que en Italia y en otros países de Europa se dan durante el periodo de la 1ª y 2ª restauración (1821-1831) y que tiene sus precedentes, entre otros, en el neoguelfismo italiano.

La Conquista del Estado, semanario de lucha y de información política, se publicó en Madrid entre marzo y octubre de 1931, primer resultado de la organización política que con el mismo nombre impulsaba Ramiro Ledesma Ramos (1905-1936) y cuya declaración ideológica y táctica figura en el primer número, publicado el 14 de marzo de 1931 (justo un mes antes de que se proclamara la segunda República española). El principal colaborador de Ledesma en la realización del periódico fue Juan Aparicio López. Hasta el número 13 (6 de junio) aparece Ramiro Ledesma Ramos como Director Fundador, desde el número 14 (13 de junio) sólo figura como Director. La Redacción y Administración siempre en Avenida Eduardo Dato, 7, su teléfono el 90327, y el anuncio de que se reciben visitas en La Conquista del Estado los lunes, miércoles y viernes, de siete a nueve de la noche. Apareció semanalmente sin interrupción desde el nº 1 (14 de marzo) hasta el nº 18 (11 de julio). El nº 19 lleva fecha de 25 de julio y el nº 20 no aparece hasta el 3 de octubre, reanudándose el ritmo semanal hasta el nº 23, de 24 de octubre de 1931, último publicado.

Al reaparecer en octubre, tras no ser publicado este periódico durante agosto y septiembre, ya anuncia La Conquista del Estado que están organizando las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS). El semanario dejó de publicarse ese mismo mes, al culminarse la metamorfosis en las JONS de la organización política que había nacido como La Conquista del Estado.

Con formato de diario (600 x 420 mm) y texto a seis columnas, hasta el nº 15 (20 de junio) estaba formado por 6 páginas. Desde el número 16 al 23 sólo ocupó 4 páginas. En total 112 grandes páginas. Hasta el nº 15 utilizó la Imprenta de la Editorial Albero (sita en Avenida Reina Victoria 8, calle que desde el nº 13 figura con su nuevo nombre: Avenida Pablo Iglesias. En el nº 16 se avisa a los lectores de un cierre inesperado de los talleres habituales, que ha obligado a reducir a cuatro las páginas y buscar un nuevo taller: Imprenta Zoila Ascasibar, Martín de los Heros 65. Los últimos cuatro números (20 al 23) se imprimieron en Gráfica Literaria, Hernani 34.

Hasta el nº 16 figura como precio 25 céntimos, el nº 17 (4 de julio) cuesta 20 céntimos y desde el nº 20 se hacen figurar 15 céntimos. Se admitían suscripciones por seis meses o un año, con precios diferentes para España, Africa española, Portugal y América hispana (12 pesetas al año en el nº 1, 8 pesetas en el nº 23) y Extranjero (18 y 16 pesetas respectivamente). Y suscriptores protectores: un año, 50 ptas. en el nº 1, un año, desde 50 ptas. a partir del nº 20. Aunque del número 1 al 7, y en el nº 14, se hace figurar la tarifa de precios para los anuncios (una página 600 pesetas, media 400, un cuarto de página 200 pesetas...), no contó con ninguna publicidad salvo un anuncio de la pastelería La Vienesa y otro de la revista cómica infantil Manolo en el primer número, y unas líneas anunciando el Centro Exportador Librero en los números 2 y 3 (además de algunos avisos de la propia imprenta en la que se realizaron los primeros números, y sobre los libros que comenzó a publicar el periódico).

Onésimo Redondo Ortega (Quintanilla de Abajo, hoy Quintanilla de Onésimo, Valladolid, 16 de febrero de 1905-Labajos, Segovia, 24 de julio de 1936) fue un dirigente nacionalsindicalista español, uno de los fundadores de las JONS, partido que luego se integró en Falange Española de las JONS) (11 de febrero de 1934). Durante el régimen franquista se le conoció como "caudillo de Castilla".

En 1927, gracias a la mediación de Ángel Herrera Oria, director del periódico católico El Debate, obtuvo una plaza como lector de español en la Universidad de Mannheim, en Alemania. Es posible que esta estancia en Alemania tuviese importancia en su futura carrera política, ya que por entonces el Partido Nacionalsocialista Alemán estaba experimentando un fuerte crecimiento. En octubre de 1928 regresó a España.

Inició su carrera política como líder del Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla la Vieja, o "Sindicato Remolachero". En 1929 cumplió su servicio militar en Valladolid. Durante esta época conoció a Mercedes Sanz Bachiller, con la que contrajo matrimonio el 12 de febrero de 1931.

Inicialmente vinculado al movimiento de Acción Católica, se distanció de esta organización, que consideraba anclada en el liberalismo burgués. Tras la proclamación de la II República, fundó, en agosto de 1931, un grupo político denominado Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, que rechazaba el sistema democrático y propugnaba la acción directa como medio para la conquista del poder. Poco antes, en junio del mismo año, había fundado la revista que sería el principal órgano de expresión de su movimiento, Libertad, en la que firmó varias soflamas contra el marxismo, los judíos y el capitalismo burgués, y expresó su admiración por los regímenes fascistas europeos.

En noviembre de ese mismo año, su organización se fundió con la que lideraba Ramiro Ledesma Ramos, quien editaba la revista La Conquista del Estado. Resultado de esta fusión fueron las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), que adoptaron como emblema el yugo y las flechas que antaño eran el anagrama de los Reyes Católicos. Las JONS, cuyos estatutos se aprobaron oficialmente el 30 de noviembre, estaban dirigidas por un Triunvirato Central, formado por Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma y Francisco Jiménez (más adelante sustituido por Antonio Bermúdez Cañete).

El objetivo de este nuevo partido, declaradamente antimarxista, es la creación del Estado Nacionalsindicalista, de carácter totalitario. Como método de acción propugnaban la acción directa, y rechazaban el sistema electoral, por considerarlo "liberal-burgués" y corrupto. Aunque Redondo había sido antes, en su época de Acción Católica, partidario de la monarquía, en 1931 no se oponía a la república como forma del estado. El órgano principal del partido continúa siendo la revista Libertad, en el que, por esas fechas, Redondo publicó una traducción comentada del famoso libelo antisemita Protocolos de los sabios de Sión.

En 1932 tomó parte en la fracasada sublevación del general Sanjurjo. Para evitar ser detenido, cruzó la frontera y se exilió en Portugal, primero en Curia y luego en Oporto. Desde el exilio impulsó la publicación de un nuevo semanario nacionalsindicalista, Igualdad, que apareció el 14 de noviembre de 1932, y al que Redondo envió desde su exilio portugués numerosos artículos políticos.


En abril de 1933 creó, junto con Ledesma Ramos, una nueva revista, J.O.N.S., como órgano de su partido. En octubre regresó a España y volvió a instalarse en Valladolid. Decidió presentarse candidato a las elecciones legislativas del 19 de noviembre de 1933, pero a última hora retiró su candidatura para evitar perjudicar a la derecha de la CEDA.

Para entender bien el nacional-sindicalismo de Ramiro es necesario conocer a este autor: Georges Sorel.

Nació en Cherburgo, hijo de un mercader de vino en bancarrota. Estudio en la École Polytechnique de Paris. Se volvió ingeniero en jefe con el departamento de trabajos públicos y se retiró en 1892. Participó del lado de los dreyfusianos durante el Caso Dreyfus.

Sorel tenía lazos amistosos con Antonio Labriola y escribió un prefacio a la traducción de Labriola de los Ensayos sobre la concepción materialista de la historia. Aunque Labriola atacó el trabajo de Sorel, sus libros influenciaron el surgimiento del fascismo y fueron elogiados por otros pensadores italianos como Vilfredo Pareto, Benedetto Croce y Antonio Gramsci.

Política

Sorel había sido un monarquista y un tradicionalista políticamente antes de volverse al marxismo ortodoxo en los 1890s, aunque durante su carrera siguió apoyando valores comúnmente asociados con el conservadurismo. Trató de llenar los huecos que veía en la teoría marxista pero al final creo una variante extremadamente heterodoxa de la ideología. Criticó lo que consideraba como el racionalismo de Marx y sus tendencias utópicas, creyendo que el centro del pensamiento de Marx estaba más cerca del cristianismo primitivo que de la Revolución Francesa. Rechazó las teorías marxistas del materialismo histórico, el materialismo dialéctico y el internacionalismo. No veía al marxismo como 'verdadero' en un sentido científico, como hacían los marxistas ortodoxos. Más bien, era 'verdadero' en tanto prometía un papel redentor al proletariado dentro de una sociedad terminalmente en decadencia.

Sorel fundó teóricamente el sindicalismo revolucionario como una corriente sindical diferente del socialismo, del anarquismo y del comunismo. Como Proudhon, veía al socialismo como una cuestión principalmente moral. También estaba fuertemente influenciado por Henri Bergson, quien desarrolló la importancia del mito y demolió el materialismo científico, por el culto a la grandeza y el odio a la mediocridad de Nietzsche, y por la habilidad de reconocer la corrupción en la democracia de conservadores liberales como Tocqueville, Taine y Renan, por estas razones Sorel suele ser asociado al anarquismo. Por sus reflexiones sobre la violencia suele ser asociado al terrorismo. Y a pesar de su desdén por la socialdemocracia, Sorel también respetaba a Eduard Bernstein y estaba de acuerdo con muchas de sus críticas del marxismo ortodoxo, por lo que ha sido asociado con los revisionistas y también con la nueva izquierda.

Cierra España.