EL DOLOR DE ESPAÑA
TOMAMOS la pluma en este día vibrando de indignación. España pasa unas horas -que muy posiblemente sean sólo las primeras- de bochornosa y catastrófica agitación. Seguirá nuestro nombre sirviendo al extranjero de pintoresca ocasión para sus cómodas burlas: "guerrilleros en los tejados, cañones en las calles...".
El maldiciente deseo de nuestros enemigos exteriores abultará, como de costumbre, los sucesos -harto escandalosos esta vez para necesitar la ampliación malévola del adversario- y las noticias de España servirán por mucho tiempo de despiadada diversión. El mundo interrogará asombrado cómo es posible que hoy, cuando la gigantesca fatalidad de los desastres económicos obliga a las naciones a matizar todas las posibilidades de paz interior y de concordia internacional, sólo un pueblo europeo se ha creado problemas que no tenía, suscita en su seno oposiciones de primitiva agresividad y se obstina torpemente en caminar de espaldas a su brillante destino.
La política -no la República ni la Monarquíaacabará con la Nación si una fuerte conmoción espiritual del instinto de conservación hispánico no pone coto a las criminales orgías de libertad que darán con el pueblo en la servidumbre moral y en la miseria económica.
Nosotros nos levantamos, en presencia de los actuales conflictos, por encima de la pugna ocasional de dos organizaciones obreras, que es su causa inmediata. No nos interesa principalmente ni la vic- toria de una sobre otra ni el registrar esa insospechada maravilla de que la artillería pueda más que las pistolas.
Remontamos nuestra acongojada visión hacia las causas superiores de estas vergonzosas luchas fratricidas que manchan y mancharán, por mucho tiempo quizá, el suelo y la Historia patrios. Y renegando de la simpleza y ramplonería -muchas veces cubierta de felonía- con que la Prensa se contenta señalando como culpables a Va11ina. Pestaña o... Fuentes Pila.... ponemos una vez más el dedo en dirección de los verdaderos culpables: los gremios políticos y la Prensa.
España no tiene esos problemas fatales a que la claudicante o villana mentalidad de los oligarcas y periodistas dominantes atribuye los conflictos: crisis financiera endémica y paro "forzoso". Ni el Presupuesto tiene déficit ni una nación, no más pobre que otras prosperas, pero con la tercera parte de densidad que ellas, necesita tener desocupados a sus trabajadores y socorrerlos con limosnas o expoliaciones.
España padece durante toda una Edad, apenas interrumpida, las consecuencias de una progresiva especulación contra la conveniencia del pueblo, ejercitada por los gremios de la politica y la publicidad: la nación no es más que un teatro infeliz de la lucha de diversas pandillas que se lucran...
del mando y del Presupuesto, haciendo danzar macabramente a la raza al son de sus querellas. Esta es la explicación de la profunda guerra que divide a los espíritus y es la causa de que las mediocridades más escandalosas y desaprensivas sean las más propicias a encaramarse sobre todos.
Es una necedad pensar que el cambio de régimen ha solucionado en lo más mínimo ese problema, que es el único de España. No ha hecho más que aumentar el botín de las facciones con la eliminación de una magistratura hereditaria y ensanchar el campo de las apetencias al otorgar mayores libertades.
Por eso, poco importa en realidad la solución del presente episodio. Nada apenas gana la nación con que momentáneamente una facción elimine a la otra y los periodistas "de la situación" se libren de lo que hoy es un estorbo y ayer fue un trampolín. Lo que importa es purificar radical e históriamente el estadio político con un gesto de honradez hispana, llegando a extirpar cruentamente, si hace falta, a ]os eternos merodeadores de la farsa trágica, profesionales del negocio de la Libertad, que imposibilitan con sus interesadas mentiras la convivencia patriótica de todos los españoles.
(Anónimo. Libertad. núm. 7, 27 de julio de 1931.)
¡OBREROS!
HABÉIS traído la República con el anhelo de poseer más libertad: bien.
Habéis votado al Socialismo porque representa un movimiento de reivindicación para la clase: bien.
Pero no olvidéis que la república y el socialismo o son para vuestra libertad y bienestar o no son nada.
No consintáis que sirvan de trampolín para elea nuevos explotadores.
Rebelaos, pues, contra los jefes que por seguir sus caprichos políticos dejan sin pan a vosotros o vuestros compañeros, hundiéndoos en la sima del paro forzoso con la paralización de las obras públicas.
Los que mandan suspender las obras de pantanos y ferrocarriles por "economías", sirven a la burguesía y no al proletariado: Son unos traídores a la causa obrera.
Exigid a vuestros ministros y a vuestro partido la máxima libertad para desenvolver vuestra actividad de hombres en la educación de vuestros hijos. Ni el Estado ni nadie tiene derecho a la educación de los hijos por encima de la familia. Los que quieren privar al hijo del obrero de educación religiosa son fanáticos inquisidores de conciencias, traidores a la causa de la Libertad, siervos de la masonería. Ningún hombre puede obligar a otro a aborrecer a Cristo.
(Anónimo. Libertad, núm. 7, 27 de julio de 1931.)
Cierra España.
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