LA BATALLA DE BRUNETE
La Legión se trasladó inmediatamente al frente de Madrid, donde se desarrollaba una ofensiva republicana. La oposición en el aire resultó más seria que en el norte (se perdió por primera vez un Bf-109 en combate aéreo), pero las nuevas tácticas dieron poco a poco la superioridad a los nacionales. Tras estas batallas, la Legión acusaba ya su cansancio, pero Franco insistía en explotar la iniciativa, volviendo al norte para tomar Santander a finales de agosto.
Esto se convirtió en la norma: incursiones sucesivas sobre localidades muy distantes, provocando la desorganización y la desmoralización del enemigo. Los alemanes siguieron consiguiendo victorias: el 7 de febrero de 1938, los cazas de la Legión atacaron una formación de 12 Katyuschas y derribaron a 10 de ellos, sin ninguna baja propia, pero el cansancio estaba empezando a notarse. Algunas tripulaciones volaban hasta 7 misiones diarias, en condiciones terribles y el único consuelo era que los pilotos nacionales, instruidos por la Luftwaffe, estaban empezando a aparecer en mayor número.
EL ASALTO FINAL
La Legión empezó a reducirse poco a poco de tamaño, no antes de que tuvieran lugar duros combates. En junio de 1938, cuando las tropas de Franco avanzaban por Aragón, la fuerza de cazas de la Legión estaba bastante maltrecha (de sus 30 Bf-109, sólo quedaban 16 en servicio), y los He-51 estaban ya peligrosamente anticuados, incluso para su papel de ataque al suelo. Entre julio y octubre de 1938, la Legión sólo contaba con 70 aviones para el apoyo a las operaciones a lo largo del río Ebro, perdiendo 10 de ellos en combate. Se aprovechó para ensayar sobre el terreno aviones más modernos, como el Bf-109E, el He-111J y el Henschel Hs 126A, mientras que el Ju-87 "Stuka" realizaba ataques en picado en febrero de 1939, cuando Franco avanzaba en el interior de Cataluña; el 26 de marzo los republicanos aceptaron la derrota y Madrid, totalmente aislada, se rindió.
El último desfile oficial de la Legión Cóndor en España fue el 22 de mayo de 1939; cuatro días después, 5.136 oficiales y soldados salieron por barco hacia Alemania, llevándose con ellos unas 700 toneladas de equipo y la mayor parte de los aviones que quedaban. Desde julio de 1936 destruyeron 386 aviones enemigos (313 en combate aéreo) con la pérdida de 232 (de los cuales sólo 76 lo fueron por acción enemiga), lanzando unas 21.000 toneladas de bombas, y perdiendo la vida 226 hombres.
Cierra España.
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