El anticomunismo, anticapitalismo y aversión por el liberalismo se resumían en la expresión: Ni capitalismo, ni comunismo, sino nacionalsindicalismo. Se expresaba así un deseo de superar el enfrentamiento entre ambas tendencias consideradas perversas e injustas por los falangistas. El nacional-sindicalismo sería así la otra orilla de la dialéctica entre capitalismo y comunismo. Los falangistas se veían a sí mismos como unos adelantados en el devenir histórico superador del caos de ese enfrentamiento. También critican el corporativismo fascista —al que José Antonio define como «buñuelo de viento»— porque no acaba con las relaciones de producción capitalistas.
Es un partido que acaba definiéndose como republicano al considerar que la monarquía ha cumplido hace tiempo su papel histórico en España. Así lo prueban al manifestarse en Madrid (7 de octubre) con banderas republicanas y una pancarta con el lema «Viva la unidad de España», en apoyo del gobierno derechista republicano frente a la Revolución de 1934[1] . En particular, Ramiro Ledesma Ramos se manifestó como un antimonárquico convencido.
Cualquier análisis objetivo de la ideología política de este grupo debe de tener presente que el propio desarrollo político de la doctrina falangista no estaba definido en el momento en que se desata la Guerra Civil Española. Prueba de ello es la expulsión, poco antes del estallido bélico, de uno de sus fundadores, Ramiro Ledesma Ramos, al enfrentarse abiertamente al liderazgo de Primo de Rivera. Ledesma Ramos considera entonces que José Antonio es demasiado moderado y no está dispuesto a adelantarse a una posible revolución proletaria bolchevique que él considera inminente y que ha de ser evitada con una revolución nacional-sindicalista.
Arnaud Imatz considera que, como demócrata, Jose Antonio, defiende el poder basado en la voluntad y el consentimiento del pueblo. Así, en una democracia menos formal y más participativa condena con fuerza por un lado , la democracia individualista y liberal, mampara del régimen plutocrático, por otra parte la democracia colectivista o popular, camuflaje de la expresión socialmarxista y de la Dictadura del Partido Comunista
Los resultados electorales de la Falange en esta época fueron siempre muy pobres. La razón de esta pobreza de resultados hay que buscarla en que, por un lado, la coalición radical-cedista, ganadora de las elecciones de 1933, no estaba de acuerdo con los planteamientos revolucionarios del nacional-sindicalismo, con lo cual sus locales eran frecuentemente registrados y a veces clausurados por la policía.
Por otra parte, la doctrina nacional-sindicalista no logró atraer a la gran masa obrera encuadrada ésta en los sindicatos de clase mayoritarios (UGT y CNT). En este periodo no consiguió tener ningún diputado en las Cortes, ya que aunque José Antonio Primo de Rivera consiguió el acta de diputado en las elecciones de noviembre de 1933 lo hizo a través de una candidatura conservadora de Cádiz, denominada Unión Agraria y Ciudadana.
En las elecciones de 1936 que dieron lugar a la victoria del Frente Popular, José Antonio no consiguió acta de parlamentario al obtener en la primera vuelta sólo 46.000 votos en el conjunto de España[3] , al presentar la candidatura de Falange en solitario. En la segunda vuelta trató de presentar su candidatura a la circunscripción de Cuenca, pero desde la Junta Electoral se declara que solo podrán presentarse en dicha circunscripción los que previamente se hubieran presentado a la primera vuelta, así, José Antonio no pudo mantener su inmunidad parlamentaria[4] .
A partir del triunfo electoral del Frente Popular, la situación de agitación en Madrid y en las principales ciudades aumentó y los enfrentamientos armados entre militantes de los los partidos de la izquierda y los falangistas alcanzaron extrema gravedad. Tras un intento de atentado, el 11 de marzo de 1936, contra el catedrático de Derecho y militante socialista Jiménez de Asúa, llevado a cabo por un militante falangista, el juez municipal que le condenó fue muerto a las 48 horas por pistoleros falangistas[5] .
Estos hechos determinaron la ilegalización de la Falange y sus dirigentes, entre ellos Primo de Rivera, fueron encarcelados el 14 de marzo. Posteriormente los tribunales de justicia —Audiencia de Madrid, en sentencia de 30 de abril de 1936, y Tribunal Supremo, en sentencia de 8 de junio del mismo año—, absuelven a José Antonio y a los suyos declarando legítima, dentro del marco constitucional español —conforme a los artículos 34 y 39 de la Constitución de 1931 y Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887—, la doctrina de Falange Española, quedando sin efecto el procesamiento acordado por el juez de Instrucción contra José Antonio y los falangistas que le acompañan.
En el mes de julio de 1936, Primo de Rivera, seguía encarcelado en Alicante, después de dos juicios por distintas causas. Mientras, La Falange miraba con recelo y desconfianza la conspiración que se estaba gestando para derribar la República y que culminaría con la rebelión, el 17 de julio, del Ejército de África, liderado por el general Franco, seguida al día siguiente de muchas guarniciones peninsulares.
El día 26 de mayo de 1935 intervino José Antonio en un acto político en el Teatro Principado de Oviedo: «Toma la palabra en primer lugar el catedrático ovetense Yela Utrilla, quien dijo que había que trabajar por el advenimiento de un nuevo orden de cosas para hacer una España grande. Le siguió el obrero Manuel Mateo que censuró a los gobernantes del bienio porque a pesar de que en el Gobierno figuraban tres ministros socialistas no se había hecho nada para corregir el paro». El día 12 de junio se produjo una explosión en la sede de Falange en Oviedo (Campomanes 23), en la que fallecen dos obreros y otro resulta herido grave (falleciendo a los pocos días): los tres eran falangistas procedentes del comunismo; la policía sospecha que la explosión se debe a un artefacto que estaban manipulando y el gobernador ordena la detención de todos los dirigentes de Falange en Asturias: una docena de personas entre las que se encuentra Yela Utrilla. Permanecen en la cárcel hasta que se celebra el juicio, el 8 de julio de 1935, encargándose de la defensa de Yela el abogado Manuel Sarrión, pasante de José Antonio, llegado de Madrid. «Después es Yela Utrilla quien contesta a las preguntas del fiscal. Afirmó que no es posible que en el local pudiera haber explosivos porque estaba terminantemente prohibido. A su juicio, la explosión fue a consecuencia de un atentado y que Molina [el obrero herido que luego falleció] tenía algunos temores por haber pertenecido al Partido Comunista». Ese mismo día, a pesar de que el fiscal pedía doce años de cárcel para cada acusado, quedaron todos en libertad, con una multa de cinco mil pesetas que impuso el gobernador a cada miembro de Falange.
A finales de 1935 y principios de 1936 interviene Yela Utrilla, en pleno clima preelectoral, en varios actos públicos celebrados en Asturias por Falange (en la plaza del mercado de Llanera el 22 de diciembre, el día 29 en el Cine España de Tudela Veguín, a principios de enero en el Teatro Cervantes de Pola de Siero, en el Cine Moderno de Pola de Laviana, y en Trevías, Navia, Tapia de Casariego, etc.). El 28 de enero de 1936 José Antonio intervino en un acto celebrado en los teatros Principado y Santa Cruz de Oviedo: «Habla en primer lugar Yela Utrilla, que dice entre otras cosas: Vamos contra la revolución, pero nosotros también somos revolucionarios, con un sentido más espiritual, ...». Dos días antes de las elecciones del 16 de febrero de 1936 intervenía, de nuevo en Oviedo, José Antonio: «A las siete de la tarde de hoy se celebrará en los Campos Elíseos un mitin de propaganda organizado por Falange Española en el que pronunciará un discurso el jefe de dicha organización política don José Antonio Primo de Rivera. Intervendrán además en el acto los siguientes elementos: don Enrique Cangas, jefe de la zona de Gijón; don Juan Francisco Yela, secretario de la organización de Asturias y don Manuel Valdés Larrañaga, de la Junta Política de Falange. La entrada será por invitación.». La candidatura que en Asturias presentó Falange para las elecciones de febrero de 1936 (una misma persona podía presentarse en varias provincias) estaba formada en este orden: José Antonio Primo de Rivera, Julio Ruiz de Alda, Raimundo Fernández-Cuesta, Manuel Mateo, Leopoldo Panizo, Juan Francisco Yela, Emilio Alvargonzález, Enrique Cangas, José David Montes, Santiago López, Manuel Valdés Larrañaga, Alfonso de Lillo y Juan Lobo, y los resultados obtenidos fueron desastrosos: José Antonio 818 votos, Panizo 507 votos, (...) Yela 233 votos... frente a los entre 150 y 170.000 votos obtenidos en Asturias por cada candidato del Frente Popular (71). El resultado electoral supone el incremento de la persecución de los falangistas, clausurándose locales y deteniéndose a los dirigentes. «[Celso] García de Tuñón recibe por aquellos días [marzo de 1936] una llamada telefónica de Yela Utrilla previniéndole de que la Policía tiene orden del gobernador de proceder a su detención por lo que conviene que se ausente de Oviedo...»
En junio de 1936 es detenido Juan Francisco Yela Utrilla. El 18 de julio de 1936 se inicia la guerra civil española: «Mientras tanto, Yela Utrilla, que ocupaba en ese momento el cargo de jefe accidental provincial de Falange porque seguía detenido Leopoldo Panizo, ante los micrófonos de Radio Asturias pronunció una conferencia bajo el título "Nuestra guerra y la guerra de los marxistas". Yela señalaba las diferencias que se observaban en la lucha que mantenían los sin Patria, los sin Dios y los ciudadanos y militares movilizados que anteponían a todo sus propias creencias religiosas y el amor a la Madre Patria. "Aquellos –decía Yela– se lanzan a la destrucción, a la barbarie, al pillaje; éstos aspiran a construir, a entender la cultura, a conseguir que los hombres se traten como hermanos". Viajó Yela a Burgos y allí se entrevistaría con Manuel Hedilla, quien le informa de los nuevos nombramientos que quería hacer en Asturias. A últimos del mes de octubre esos nombramientos eran publicados en la prensa de Oviedo. Hedilla ratificaba al propio Yela Utrilla como secretario provincial de FE-JONS en Asturias, a la vez que le nombraba jefe territorial provisional. (...) A su regreso de Burgos, Yela Utrilla hizo unas declaraciones en los distintos medios de comunicación de Oviedo donde manifestaba que según noticias que traía, podía asegurar que José Antonio Primo de Rivera estaba vivo.».
«El 19 de diciembre de 1936, sábado, aparece en Oviedo el primer número del periódico La Nueva España, diario de la Falange Española de las JONS (...) Ni una sola línea se publicaba, como sería lógico, de quien en ese tiempo ostentaba el mando de Falange en Asturias, en este caso Juan Francisco Yela Utrilla, ni ninguno de los otros mandos locales o provinciales, lo que hace que sigamos creyendo que el periódico estaba al servicio del Ejército y no de Falange. (...)»«Manuel Hedilla no parece muy conforme con la línea que estaba llevando el periódico falangista, ni tan siquiera con el título del mismo, por lo que decide escribir una carta a Francisco Bravo, delegado de la Junta de Mando en Asturias y Galicia. La carta llevaba fecha 17 de febrero de 1937 y dice: "(...) Creo que en este sentido debes fijar tu atención principalmente y por de pronto en Yela y en el director de La Nueva España, Francisco Arias, y también en Ricardo Fernández a quienes creo principalmente culpables de la mala organización de la provincia (...)"». El 18 de abril de 1937 se celebra en Salamanca «la elección de Jefe Nacional de Falange Española y de las JONS con la asistencia de los asturianos García de Tuñón y Yela, pero éste sólo asistiría al acto de la elección ya que por motivos familiares tuvo que ausentarse el segundo día, según nota que él mismo enviaba al Consejo: "Cuando me disponía ir al Consejo, me comunican noticias que por retrasadas me dan más cuidado sobre novedades en mi familia, por lo cual me veo obligado a regresar urgentemente a Oviedo".». Al día siguiente Franco decreta la Unificación que supone la caída definitiva de Hedilla, y la desaparición de Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas, transformada en FE Tradicionalista de las JONS. (Hasta aquí los datos obtenidos del libro de José María García de Tuñon Aza, Apuntes para una historia de la Falange asturiana, Oviedo 2001.)
La guerra civil terminó en Asturias en 1937, reanudando Yela su actividad como autor: la editorial FET (Falange Española Tradicionalista) de Oviedo publicó en 1938 su Segundo curso teórico práctico de lengua latina y en 1939 Las concepciones político-sociales contemporáneas. Intervino en el renacimiento de la Universidad de Oviedo, destruida por las llamas revolucionarias de octubre de 1934 y que algunos incluso deseaban reiniciar en otra ciudad fuera de Asturias. En 1940 la Universidad de Oviedo publicó su ensayo: Una nueva concepción de la historia de España como historia patria.
A finales de 1940 ingresó Juan Francisco Yela Utrilla en el Cuerpo de Catedráticos de Universidad (el 22 de noviembre), ocupando la cátedra de Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos de la Universidad de Barcelona, trasladándose al poco a la Universidad de Madrid, para desempeñar esa misma cátedra. Fue vicedirector segundo del Instituto «Luis Vives» de Filosofía, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Durante la década del cuarenta, en que fue uno de las catedrádicos de Filosofía más influyentes de la Universidad española, Yela Utrilla encabeza la más numerosa estirpe de jóvenes doctores en filosofía, de las tres estirpes de doctores en filosofía que pueden distinguirse tras la guerra civil: la de Juan Zaragüeta (1883-1974, 8 tesis dirigidas en los años cuarenta), la de Juan Francisco Yela (1893-1950, 13 tesis dirigidas en los años cuarenta) y la de Santiago Montero (1911-1985, 10 tesis dirigidas en los años cuarenta). El prematuro fallecimiento de Juan Francisco Yela Utrilla, el 26 de abril de 1950, supuso sin duda una evolución ulterior de la filosofía institucional en España diferente a la que hubiera ocurrido de haber estado presente Yela durante los decisivos años cincuenta.
Cierra España.
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