viernes, 16 de octubre de 2009

Movimiento español JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalista) 29ª parte.

José Antonio Primo de Rivera supo expresar en su discurso de aquel día todo lo que las J.O.N.S, de Castilla habían soñado. En su oratoria justa supo comprender a Castilla -y con esto sumar para siempre F.E, con las J.O.N.S.:


"Esta tierra de Castilla, que es la tierra sin galas, sin adornos, la tierra absoluta, la tierra que no es el color local, ni es la característica, ni es el río, ni es el lindero, ni es el altozano. La tierra, que no es ni mucho menos los agregados de unas cuantas fincas, ni el exponente de unos intereses agrarios, para regatearlos en Asambleas, sino que es, la tierra.

"La tierra: la tierra como depositario de esos valores eternos, la austeridad en la conducta, el sentido religioso de la vida y la alianza, la solidaridad entre los antepasados y la tradición.

"Y sobre esta tierra absoluta, el cielo absoluto,. El cielo, tan azul, tan sin celajes, tan sin reflejos verdosos de frondas eternas, que se dijera que es casi blanco de puro azul. Y así Castilla, con la tierra absoluta y el cielo absoluto mirándose, no ha sabido nunca ser una comarca, ha tenido siempre que ser un imperio, Castilla, no ha podido entender lo local nunca, Castilla sólo ha podido entender lo universal, y por eso Castilla se niega a sí misma, no se fija en dónde concluye ni a lo ancho ni a lo alto, y Castilla, esta tierra llena de nombres maravillosos, como Tordesillas, Medina del Campo, Madrigal de las Altas Torres; esta tierra de Chancillería, de las ferias de Castilla -el decir todo esto, es decir tierra de la Justicia, de la Milicia y del Comercio- nos puede enseñar cómo fue aquella España que nosotros llevamos en el corazón con la nostalgia de su ausencia".

Todo el mitin transcurrió en fervorosa vibración nacional-sindicalista. Al terminar la gente gritaba entusiasmada nuestras consignas, El espectáculo de aquellas masas clamando dentro del teatro por una España nueva, era verdaderamente aleccionante y conmovedor. Como muy bien decía "Libertad" al siguiente día, con este mitin comienza la reconquista de la Patria; es el primer acto de la juventud nacional para la liberación de España. En ambiente de emoción y alegría nacionalista se inicia la salida. Abiertas las puertas del teatro, salieron los primeros camaradas, que por acaso fueron -en gran parte- los que habían concurrido de Bilbao. Grupos de marxistas apostados en la Plaza se lanzaron como lobos sobre los que trasponían las puertas, dando gritos diversos entre los que sobresalían el de "muera España", los agredidos acometieron con coraje a los marxistas, haciéndoles replegarse y causándoles las primeras bajas. Se recogieron algunos heridos, y los rojos transportaban uno que parecía muerto, hacia donde estaban otros de los suyos que, con la vista en la víctima, se enfurecieron, arreciando, en la calle de las Angustias, Plaza de la Libertad con sus mueras a España, mientras arrojaban gran cantidad de piedras.

La Guardia Civil y la de Asalto, hubo de hacer entonces diversos disparos al aire que dispersaron a los bolcheviques. También ordenó la policía, encañonando hacia el teatro, que fueran cerradas todas las puertas, como se hizo. En el interior hervía la gente en deseos de salir y fueron necesarias órdenes severísimas de Primo de Rivera, para contener a la multitud. Por la puerta del escenario la salida se efectuaba normalmente. Formados los grupos de choque mandados por Girón, Anselmo de la Iglesia, Salcedo y Luis Otero, abriéronse de nuevo las puertas principales y en un instante se llenó de gente la Plaza de las Angustias. Mientras los grupos de choque se iban directamente hacia los provocadores, Ruiz de Alda quiso formar a la gente en grupo compacto para evitar agresiones aisladas, y así se hizo en el primer momento bajo los arcos del teatro. Sin embargo, la policía impidió este propósito y obligó a caminar en grupos pequeños por diversas calles.

Se produjeron entonces muchos incidentes. Uno en la subida de la calle de la Libertad, donde fue agredido a navaja un camarada de Valladolid. Sus compañeros se arrojaron con porras sobre el agresor, derribándole al suelo y propinándole una terrible paliza. En ese momento un guardia de Asalto hizo varios disparos al aire y dispersó al grupo.

Entre las calles de Teresa Gil y Regalado, hubo también refriega, repartiéndose numerosos palos y sonando disparos en abundancia. Los guardias despejaron enérgicamente. También hubo disparos en la Plaza Mayor sin que, afortunadamente, causasen víctimas. En la Plaza de los Arces un grupo de marxistas, con una barra de hierro, mataron al estudiante de Medicina, Angel Abella. En la calle de Teresa Gil, Ruiz de Alda, el aviador Ansaldo, el Jefe del SEU, Valdés, y otros jefes locales, que obedeciendo a la policía iban disgregados en grupos de diez, dieron frente valentísimamente a un grupo de cincuenta socialistas. En plena refriega, cuando rodaban por el suelo, agarrados unos a otros, y a puñetazo limpio, llegaron los de Asalto, que a golpe de porra disolvieron a los contendientes.

Al frente de un pequeño grupo, en el que iban Arredondo y Peláez, de Madrid, Bedoya, Narciso y otros. Primo de Rivera, pistola en mano, resistió impertérrito los gritos exasperados de la chusma en Fuente Dorada, y dando después la cara nuevamente a los marxistas que les hicieron objeto de una pedrea en la calle de Regalado. En Cánovas del Castillo, Girón, José María Gutiérrez, Palma y otros actuaron enérgicamente; Onésimo Redondo, Sánchez Mazas y Anselmo, recorrieron los sitios de peligro varias veces.

Todos, desde los jefes hasta el último de los afiliados dieron prueba de serenidad, de valor y de entereza.

Todos buscaron el peligro y emplearon con alegría la violencia.

Como un anuncio entre tiros, sangre y muerte dio su primer paso en la vida pública FALANGE ESPAÑOLA DE LAS J.O.N.S, Onésimo Redondo aquel día, por la noche, comentaba alegre el resultado de la jornada. Parecía ver, allá a lo lejos, que otro día, de nuevo, él con sus camaradas jóvenes habría de empuñar las armas contra los marxistas bajo la misma bandera roja y negra que había presidido la decidida actuación de la juventud nacional aquella mañana inolvidable del 4 de marzo.

Cierra España.


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