sábado, 9 de enero de 2010

SUCESOS 1934.4ª parte

El Congreso de los Diputados discute -intensa y violentamente- los haberes pasivos del Clero, a los que se oponen las izquierdas


Diario de Sesiones, de 4 de abril de 1934

Continuando la discusión del dictamen de la Comisión de Justicia sobre el proyecto de ley regulando los haberes del Clero parroquial, dijo

El Sr. Presidente: Se va a dar lectura de nuevo a una proposición que se leyó ayer.

Leída la proposición pidiendo que se diese por suficientemente discutido el dictamen, dijo

El Sr. Presidente: Tiene la palabra el Sr. Pérez de Rozas para defender la proposición.

El Sr. Pérez de Rozas: Muy pocas palabras para defender la proposición de que se acaba de dar lectura, en la cual he tenido el honor de poner mi firma en unión de otros Sres. Diputados.

Un deber de disciplina y un convencimiento de la necesidad de la presentación de esta proposición me obligan a hacer uso de la palabra, como he dicho, brevísimamente, para apoyarla, haciendo uso también del resorte reglamentario que pone en nuestras manos, en las manos de la Cámara, la necesidad de acabar con una discusión que está perfectamente esclarecida. No es necesario gastar aquí muchos argumentos en apoyo de esta proposición; es necesario ir a su aprobación rápidamente, porque nosotros creemos que ha llegado el momento de dar a España la sensación de que el Parlamento tiene cosas que discutir y tiene una labor seria que realizar (El Sr. Alvarez Angulo: En favor de los curas. Protestas.), y no debemos perder el tiempo en discusiones bizantinas. (Rumores.- El Sr. Alvarez Angulo: Vais contra los obreros y contra los intereses del país.- Nuevos rumores y protestas.) Teníamos descontadas esas interrupciones a plazo fijo y, por tanto, no han de hacer mella ninguna en el modesto Diputado que está en el uso de la palabra. (Continúan los rumores y protestas.- El Sr. Presidente reclama orden reiteradamente.- El Sr. Alvarez Angulo: Su señoría no tiene ningún título sino el de ser amigo de Foronda.)

El Sr. Alvarez Angulo está sentado en ese sitio por la generosidad de los votos de las derechas y nuestros. Fué S. S. a pedírnoslos. (El Sr. Alvarez &Angulo: Eso no es cierto.- Signen las protestas y contraprotestas.) Me tiene sin cuidado que S.S. se indigne, porque yo no me pienso indignar. (El Sr. Alvarez Angulo: Su señoría no se merece que yo me indigne.- El Sr. Rey Mora: A ver si contamos las conferencias que el señor Alvarez Angulo dió en América en honor de Primo de Rivera.- El señor Alvarez Angulo: Precisamente hoy he hablado de eso con un periodista.- Rumores.- El Sr. Presidente reclama orden.- El Sr. Alvarez Angulo: A vosotros se os dejó que presentarais todas las enmiendas que quisisteis; a nosotros, no.- Continúan las protestas y contraprotestas.- El Sr. Alvarez Angulo: Esto es un atropello.- El Sr. Martínez Moya: ¡Vosotros atropellasteis a España!.- El Sr. Alvarez Angulo: Vosotros discutisteis lo que quisisteis.- Nuevas protestas.)

El Sr. Presidente: Señores Diputados, yo invito a todos a que se guarden los unos a los otros el respeto que es indispensable en una Cámara deliberante. No creo que nadie estime que responderá a su deber... (Muchos Sres. Diputados pronuncian palabras que no se entienden y que impiden oír a la Presidencia.)

El Sr. Menéndez: ¡Guillotina, pena de muerte, tarifas ferroviarias. cerillas! Eso es lo que hacéis vosotros.

El Sr. Rey Mora: ¡Casas Viejas!

El Sr. Presidente: ¡Orden! ¡Orden! La Presidencia no puede competir en pulmones con los 40 Diputados que hablan a un tiempo. O Sus señorías guardan el respeto que es debido a la Presidencia y la prestan su cooperación, o ésta abandonará su sitio, en el que, sin la debida autoridad, no tiene empeño en mantenerse. (Aplausos.)

El Sr. Pérez de Rozas: Lamento mucho que la minoría socialista, para la que tengo todos mis respetos... (Varios Sres. Diputados: ¡Muchas gracias! No nos importa el respeto de S.S.) No por lo que vosotros sois; sino por las fuerzas que representáis. (Nuevas protestas y contraprotestas.) Vuelvo a decir que lamento mucho que la minoría socialista se haya prestado y se esté prestando al juego de dos personalidades que obran tras la cortina y que la manejan hábilmente; la una por no haber podido lograr sentarse entre nosotros; la otra, por sentarse aquí, a veces, gracias a la generosidad del Sr. Prieto. Estos dos señores son los que manejan hábilmente el tinglado, para que vosotros vengáis aquí a hacer una obstrucción como ésta, a pesar de que estáis convencidos de que no podéis ni debáis hacerla. (El Sr. Menéndez: Estamos en el secreto.) Yo agradecería mucho al Sr. Menéndez que no me llevase a un terreno al que no quiero ir, porque yo he sido Gobernador de Asturias... (El Sr. Alvarez Angulo: ¡Qué miedo! ¡Hay que descubrirse ante el señor gobernador! ¡Pobre Asturias!.- El Sr. Menéndez: ¿Y qué va a decir S.S.? ¿Que evitó el atropello?.- Un Sr. Diputado: Os ha llamado borregos.- Grandes protestas y contraprotestas.- El Sr. Menéndez Fernández: El Sr. Pérez de Rozas, que anda con insidias, debe aclararlas, porque yo voy a aclarar lo que hace S.S. en contra del Sr. Martínez Barrio y de sus compañeros.- Protestas en los radicales.- Su señoría es el jefe de la intriga y de la traición.- Nuevas protestas.) Y termino diciendo que con la misma razón que en las Cortes Constituyentes se aplicó el art. 23 para aprobar los artículos 31 y 32 del proyecto de ley de Congregaciones religiosas, con la misma razón nosotros proponemos que se aplique en esta discusión. (Fuertes rumores.- El Sr. Alvarez Angulo: ¡Viva el socialismo!.- El Sr. Rey Mora: El socialismo de S.S. es como para estar riéndose durante tres siglos, Sr. Alvarez Angulo.- Grandes protestas.)

El Sr. Presidente: El Sr. Cordón Ordás. tiene la palabra.

El Sr. Cordón Ordás: Con la defensa que ha hecho el digno Diputado radical de la presentación del voto que se discute, no sé qué contestarle (Rumores.), porque no hay razón que justifique el atropello que se intenta cometer contra las minorías ante un proyecto de ley claramente anticonstitucional. (Grandes protestas.)

Las dos minorías de oposición más importantes de la Cámara, la minoría socialista y la minoría de esquerra catalana, ni siquiera han podido defender una sola de sus enmiendas. Yo tengo presentadas 18 enmiendas, y no habrá ni uno solo de los Diputados que se sientan en esta Cámara que pueda decir que mis enmiendas son de tipo obstructivo. Todas ellas tienen un clarísimo fundamento y tienden a investigar si, en efecto, es necesario que se le exija al contribuyente español ese sacrificio, que en nada, absolutamente en nada, como con justicia decía ayer el Sr. Calderón, beneficia al Clero rural y que, en cambio, ocasiona un gran perjuicio al crédito de las instituciones republicanas. ¿Qué pretende el partido radical, patrocinador de este atropello? Yo no me lo explico. Cinco veces consecutivas se trató en la Cámara Constituyente, por los señores representantes entonces de una exigua minoría de derechas, el problema que ahora se trata en este proyecto de ley, desde que comenzó la discusión del art. 26 de la Constitución vigente hasta el artículo 44 de la última ley de Presupuestos aprobada por aquella Cámara. Expusieron cuantas razones tuvieron por conveniente; problema hubo que se debatió durante varias sesiones consecutivas, en forma de votos particulares, en forma de enmiendas, y nadie impidió que todos los argumentos que tuvieran que exponer los expusieran, y a mí se me impide demostrar, como pretendía: primero, que la Iglesia católica no necesita para nada de ese auxilio del Estado laico; segundo, que por incumplimiento del art. 38 del Concordato (Fuertes rumores.) de 16 de marzo de 1851 le debe la Iglesia al Estado de 2.000 a 3.300 millones de pesetas (Más rumores.); tercero, que es perfectamente aplicable el precepto por virtud del cual la Iglesia tiene que dar al Estado español el 20 por 100 de todos sus bienes, más los intereses de demora. (Continúan los rumores y las protestas.- Un Sr. Diputado: ¿Y la prescripción?) No hay prescripción en este caso, porque, según acuerdo de un Concilio de León, la prescripción no existe para la Iglesia católica. (Rumores.- Un Sr. Diputado: Pero era para ella.) Sí, es la ley del embudo, que practicó siempre la Iglesia en todas sus relaciones con el Estado.

Se me ha impedirlo demostrar ante esta Cámara que la Iglesia tiene múltiples, extraordinarios medios de recolección de dinero para atender sobradamente a sus ministros. Los tiene en esos acervos píos, cuyo interés debió entregarse al Estado para atender a las necesidades del presupuesto de Culto y Clero y que no se ha entregado. Nueve millones tiene la diócesis de Madrid; 33 millones tiene la diócesis de Avila; 12 millones tiene la diócesis de Astorga, y así sucesivamente. (Rumores y protestas.) Las cofradías sobre las cuales canónicamente se pueden imponer tributos por la Iglesia son en España riquísimas. Basta un solo ejemplo, el de la venerable Orden Tercera de Penitencia de San Francisco, en Madrid, que tiene ella sola más casas que entre Romanones y Allende juntos, que son los más ricos propietarios; igualmente las Fundaciones, las Capellanías y la Obra Pía, en la cual, por cierto, existen más de 200.000 documentos que contienen páginas extraordinarias de la Historia de España y que el Estado no tiene en su poder.

Con todos estos y otros muchos medios la Iglesia puede llenar cumplidamente las necesidades de sus eclesiásticos. Lo demuestra, Sres. Diputados, el hecho de que exista próximamente una doble población de religiosos de las Ordenes monásticas, de hombres y mujeres, que de Clero secular; y esos religiosos, que no reciben ningún auxilio del Estado, viven perfectamente; lo demuestra el hecho de que en Madrid, donde hay treinta parroquias, haya exactamente cinco veces más de iglesias particulares, sin contar las iglesias y los oratorios familiares, que se sostienen muy bien, sin necesidad de auxilio alguno del Estado.

El Sr. Presidente: Señor Gordón Ordás, según el Reglamento, su intervención sólo puede durar cinco minutos... (Fuertes rumores y protestas en la minorías de izquierda impiden oír a la Presidencia y al señor Gorrión Ordás.- Entre Diputados de la minoría Socialista y de Esquerra y la Radical y de Derecha se cruzan frases que es imposible percibir.)

El Sr. Gorrón Ordás: Protesto contra ese atropello, por virtud del cual se coarta mi libertad.

El Sr. Presidente: El Reglamento dice textualmente, en su página 14, que la explicación del voto durará cinco minutos.

El Sr. Gorrón Ordás: Es cierto que lo dice el Reglamento, pero con las manos sobre la conciencia (Rumores.) puedo decir que es un atropello que se limite el tiempo a quien está defendiendo un principio esencialmente republicano y no se ponga dificultad alguna a quienes desde otros sectores hablan cuanto quieren, como quieren y cuando quieren. (Continúan los rumores y las protestas.)

El Sr. Presidente: El Reglamento lo habéis hecho vosotros. Yo lo cumplo y lo haré cumplir.

El Sr. Gordón Ordás: Yo no discuto si el Reglamento lo hemos hecho nosotros o S.S., que también era Diputado. (Un Sr. Diputado: Pero no lo votó.) Lo que digo es que aquí; ha habido quien ha invertido cerca de una hora en la explicación de un voto y no veo la razón por la cual se me impidió ayer terminar la defensa de una enmienda y hoy se me impide defender el voto de esta minoría, cuyos miembros sienten en el fondo de su alma el atropello insólito que se comete contra un Diputado... (Grandes rumores.- EL Sr. 0'Shea: Consta en el Diario de Sesiones que ibais a hacer la obstrucción.- Protestas en los socialistas.)

El Sr. Presidente: Señor Gordón Ordás, yo tengo a S. S. por un hombre digno y no creo que, aprovechándose de las circunstancias, pueda someter a la Presidencia de la Cámara a una coacción del género que podría desprenderse de sus palabras. Invito a S.S, a que cumpla el Reglamento; y a que termine dentro de un plazo prudencial que le puedo conceder brevísimamente.

El Sr. Gordón Ordás: Yo agradezco mucho esa concesión al Sr. Presidente y continúo. Decía el Sr. Maura dirigiéndose al Sr. Gil Robles, en una reciente intervención, algo relativo a los periódicos del Sr. Gil Robles.

El Sr. Presidente: Va a continuar brevísimamente S.S., porque si no me pondrá en el caso de llamarle al orden. Estoy dispuesto esta tarde, más que nunca, a cumplir inflexiblemente el Reglamento. (Protestas en las minorías de izquierda.)

El Sr. Prieto: ¿Esta tarde? (Rumores.)

El Sr. Gordón Ordás: El Sr. Gil Robles, con justísima razón, contestaba al Sr. Maura que él no tiene periódicos. Es verdad, son los periódicos los que le tienen al Sr. Gil Robles. El Debate, que es la edición española del Observatore Romano (Rumores.- Un Sr. Diputado: Mucho sabe S.S.) Sé más de lo que S.S. se figura. El Debate, y quiero llamar sobre ello la atención del partido radical, porque la opinión de estos señores de la minoría popular agraria en este proyecto de ley no me interesa (Siguen los rumores.), publicó el año pasado un artículo al que pertenece este párrafo:

«Por eso desearíamos que mientras la derecha ayuda al Gobierno a descombrar el camino que dejó intransitable la política anterior, se preocupe de la obra constructiva futura, en la que tendrá que hacerlo casi todo, empezando por la reforma de la misma Constitución del Estado.» (Aprobación en las derechas.)

Esta posición indica claramente el papel que el Vaticano os reserva a vosotros (Rumores.), que es el de acabar con toda la obra laica de la República para descombrar el camino en beneficio de estos señores. Porque, en efecto, en la sustitución de la enseñanza no habéis traído una disposición que la impida; pero la realidad es que no se hace absolutamente nada en este problema fundamental...

El Sr. Presidente: Señor Gordón Ordás, S.S. no puede continuar: le llamo al orden por primera vez.

El Sr. Gordón Ordás: Su señoría puede retirarme la palabra cuando lo estime por conveniente, no sin que conste mi protesta más enérgica...

El Sr. Presidente: Constará.

El Sr. Gordón Ordás: Y mi decidida fiscalización para que jamás por nadie, ni por ningún motivo, se quebrante en esta Cámara el Reglamento. (Rumores.)

El Sr. Presidente: Tiene la palabra el Sr. De los Ríos.

El Sr. De los Ríos: La minoría socialista me ha encomendado la misión de formular esta tarde, en su nombre, la más enérgica protesta por la aplicación del art. 23 al proyecto de ley de Haberes del Clero. Yo desearía del Sr. Presidente que explicara el alcance que él da al art. 23, porque hasta ahora el art. 23 ha sido interpretado como una clausura de debate a la que se le fija un plazo: yo quiero saber si es esta misma la interpretación que da el Sr. Presidente.

El Sr. Presidente: La interpretación de la Presidencia es muy fácil en este caso, porque no tiene otra cosa que hacer que acomodarse al texto mismo del artículo que dice: «Cuando la mayoría absoluta de la Cámara, a propuesta de 15 Diputados, del Presidente o del Gobierno, estimen suficientemente discutido un artículo, se suspenderá la disensión de enmiendas, procediéndose, desde luego, a la votación de aquél (es decir, del artículo), una vez consumidos los turnos reglamentarios en el debate del dictamen de la Comisión.», Los turnos reglamentarios de totalidad están consumidos: de modo que una vez que se vote esa proposición, la Cámara, tramitado un solo turno, votará el artículo único que compone el dictamen. (Rumores y protestas.- Entre los Diputados de distintas minorías se cruzan palabras que no se perciben y que originan varios incidentes en el hemiciclo.) Ruego a los Sres. Diputados que ocupen sus escaños. Puede continuar el Sr. De los Ríos.

El Sr. De los Ríos: Siento muy vivamente, Sres. Diputados, haber sido designado por mi minoría para llevar esta tarde su voz; y lo siento por razones que no escapan ciertamente a la consideración de la Cámara. (Rumores.)

Cierra España.

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