lunes, 16 de noviembre de 2009

Programa de actos en toda España

Día 20 de Noviembre de 2009

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Santa Misa por el Generalísimo Francisco Franco, José Antonio Primo de Rivera y por todos los Caídos por Dios y por España.

Convoca: Comunidad Benedictina del Valle de los Caídos.

Lugar: Basílica del Valle de los Caídos.

Hora: 11:00 horas.

Día 21 de Noviembre de 2009

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Santa Misa por el Generalísimo Francisco Franco y por José Antonio Primo de Rivera.

Convoca: Fundación Francisco Franco.

Lugar: San Jerónimo el Real, Madrid.

Hora: 20:00 horas.

Día 21 de Noviembre de 2009

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Manifestación y Marcha de la Corona

Salida: 21:30 horas.

Lugar: Calle Génova, 24, con Marqués de la Ensenada.

Día 22 de Noviembre de 2009

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Actos conmemorativos del 20-N

Convoca: Hermandad de Ex-Combatientes.

Lugar: Plaza de Oriente.

Hora: 12:00 horas.

http://www.generalisimofranco.com/noticias5/actos_20N_2009.htm

Cierra España.

SUCESOS EN 1932.(4ª parte)

La sublevación que fracasó en Cádiz, La guarnición se mantuvo leal a la República

Han transcurrido 70 años del primer intento de derrocamiento de la 2ª República, que junto a la fracasada revolución de octubre de 1934, contribuyó a cimentar la tragedia de la Guerra Civil que durante tres años asoló España. No se puede entender lo acontecido el 18 de julio de 1936 sin abordar aquel caluroso 10 de agosto de 1932, en el que Cádiz tuvo un papel muy diferente del que muchos pensaron. A las tres de la madrugada de aquel día, se proclamaba desde Sevilla, el siguiente bando de guerra:


"El Excmo. Sr. General Don José Sanjurjo Sacanell, Teniente General de los Ejércitos: Hago saber: Queda declarado el Estado de Guerra en toda la región andaluza, con las consecuencias que dicho estado lleva consigo. Como Capitán General de Andalucía, asumo el mando, concentrando en mi autoridad todos los poderes. Así como Dios me permitió llevar al Ejército Español a la victoria en los campos africanos, ahorrando el derramamiento de sangre moza, confío en que también hoy, me será permitido, con mi actitud, llevar la tranquilidad a muchos hogares humildes y la paz a todos los espíritus. ¡Viva España Unica e Inmortal!"

En Cádiz estaban entonces de guarnición el Regimiento de Infantería nº 27 y el Regimiento de Artillería de Costa nº 1, encontrándose mandado el primero de ellos desde mayo de 1930 por el bilaureado coronel José Enrique Varela Iglesias, considerado incondicional de Sanjurjo, mientras que el segundo lo era por el coronel Felipe Iracheta Mascort.

Casi nadie dudaba, y mucho menos el gobierno de la República, que si Sanjurjo se sublevaba, Varela le secundaría, sacando también sus tropas a las calles de Cádiz. Sin embargo aquello no sucedió. ¿Qué es lo que de verdad pasó?. El contenido del "Archivo General Varela", y en especial su diario manuscrito, despeja siete décadas después bastantes incógnitas de lo que hasta ahora nunca se había escrito sobre lo ocurrido aquellos días en nuestra ciudad.

Efectivamente Varela era un hombre que sentía una profunda admiración, afecto y respeto por quien había sido su comandante general en Melilla y desde luego Sanjurjo contaba con él y con su regimiento para el 10 de agosto, pero los hechos no sucedieron así. Sentimientos contradictorios surgieron en Varela. Su diario personal dejaría posteriormente constancia de ello: "La intención habrá sido equivocada, pero la buena fe y el valor (de Sanjurjo y sus colaboradores) son indiscutibles".

Días antes Varela había recibido una llamada telefónica de una emisaria, la señorita Concha de Rivelles, que lo citó a medianoche en el parque Genovés, siendo su ayudante, el teniente Juan Riaño Castro, el único testigo. En idéntico sentido Varela recibió en su propio despacho a otro emisario de Sanjurjo, el teniente de la Guardia Civil Felipe Palma Hidalgo. Sin embargo, al igual que otros mandos de diferentes guarniciones que igualmente fueron sondeados, no se adhirió a la sublevación.

El 10 de agosto de 1932 en Cádiz

Al conocerse en Cádiz a las seis de la mañana por Joaquín García Labella, gobernador civil de la provincia, las primeras acciones de los conspiradores en Madrid y Sevilla, el general de brigada Julio Mena Zueco, comandante militar de la plaza, ordenó la inmediata comparecencia en su despacho de los dos jefes de regimiento así como el acuartelamiento de las tropas.

Una vez presentes ambos, les comunicó que acababa de hablar telefónicamente con el ministro de la Guerra, Manual Azaña Díaz, quien le había informado que Sanjurjo, antiguo director general de la Guardia Civil y actual de Carabineros, era el cabecilla, confirmándose dicha noticia al recibirse una llamada del teniente coronel Manuel Ristori Guerra de la Vega, jefe del estado mayor de la 2ª División de Sevilla, afirmando que "en la acera de enfrente estaba Sanjurjo con la Guardia Civil".

Al regresar Varela a su regimiento con la orden de preparar un batallón para unirse a las fuerzas que iban a salir para sofocar la sublevación de Sevilla, que había saboteado el enlace ferroviario con Cádiz, se encontró con su amigo Manuel Muñoz Martínez, diputado gaditano radical-socialista y comandante retirado de Infantería, manteniendo una larga charla sobre los graves sucesos que estaban aconteciendo y manifestando el político su confianza en que el bilaureado militar no se uniría a la sublevación.

Incluso le invitó a que se presentara en el gobierno civil para demostrar así públicamente su adhesión republicana. Varela si bien le aseguró que no pensaba alzarse rehusó tal ofrecimiento ya que él dependía directamente del general Mena y aquello podía provocar malentendidos no deseables y mucho menos en esos momentos.

Por la tarde llegó a Cádiz procedente de Algeciras el Regimiento de Infantería nº 15 con su jefe al frente, el coronel Luis Martín de Pinillos Blanco de Bustamante, para formar parte de la columna que debía reducir a los sediciosos. Sin embargo ya para entonces la suerte estaba echada y habían fracasado. Esperaban un golpe incruento de rápida adhesión militar y la sangre derramada en Madrid, la pasividad de las guarniciones y la enérgica reacción del gobierno de la República, acabaron con sus planes, huyendo Sanjurjo hacia Portugal por Huelva donde fue detenido.

Detenciones y encarcelamientos

A la mañana siguiente entraron en Cádiz las fuerzas del Grupo de Regulares nº 3 que habían salido el día anterior de Ceuta para integrar la columna hacia Sevilla bajo el mando del general Mena, yendo enseguida sus oficiales a saludar efusivamente a Varela, su admirado jefe en las campañas de Marruecos.

Sin embargo sobre las cinco y media de la tarde el coronel Martín de Pinillos se presentó ante Varela con una orden del ministerio de la Guerra: "Lamento darle una mala noticia". Azaña le cesaba en el mando del regimiento quedando en situación de disponible. El bilaureado militar acató disciplinadamente la orden y entregó su unidad al teniente coronel Ernesto Marina Arias, quien por ordenanza le correspondía, retirándose seguidamente a su pabellón.

Casi tres horas después acudió apesadumbrado a verle el teniente coronel Joaquín Fernández Trujillo, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, con otra orden del ministerio: "Proceda a la busca y captura del Excmo. Sr. Coronel Varela y una vez detenido que ingrese en el Castillo de Santa Catalina". Cuando minutos después Varela ingresó en la prisión militar gaditana se encontró que allí ya estaban detenidos el general de Caballería retirado Francisco Merry Ponce de León y dos jefes de la Guardia Civil, el coronel Arturo Roldán Trápaga y el teniente coronel Pedro Romero Basart. Estos eran los mandos del 28º Tercio del Instituto, con cabecera en Jerez de la Frontera, cuya fuerza había sido la única que se había unido inicialmente a la sublevación en la provincia de Cádiz, habiendo llegado a ocupar incluso el ayuntamiento y detener a su alcalde y varios concejales. De madrugada ingresaron nuevos detenidos, esta vez procedentes de Sevilla: Se trataban del hijo y del ayudante personal del propio Sanjurjo, el capitán de Infantería Justo Sanjurjo Jiménez-Peña y el teniente coronel de Estado Mayor Emilio Esteban-Infantes Martín, así como el general de brigada de Ingenieros en situación de primera reserva, Miguel García de la Herrán, segundo jefe de la sublevación sevillana, quedando todos incomunicados en celdas diferentes.

El día 13 fueron conducidos a Madrid, García de la Herrán, Esteban-Infantes y el hijo de Sanjurjo para ser juzgados, permaneciendo incomunicados el resto. Mientras tanto en Cádiz el juez de instrucción Juan García Murga, cumplimentando un exhorto del magistrado Dimas Camarero, delegado especial de la Sala de Justicia Militar del Tribunal Supremo, empezó a tomar manifestación a los detenidos y les comunicó su procesamiento, siendo Varela asistido en calidad de defensor por el capitán de Artillería Julio Ramos Hermoso.

El 25 de agosto, fecha en que Sanjurjo era condenado en juicio sumarísimo por el delito de rebelión militar junto a sus más directos colaboradores, se levantó la incomunicación a Varela, siendo trasladado por el comandante de la Guardia Civil José Romero Fialo hasta Sevilla, en automóvil "con el fin de evitar publicidad", en donde se encontraban otros implicados en la trama golpista.

Horas antes había sido interrogado sobre si había animado a sublevarse a los comandantes de Infantería Antonio Vega Montes de Oca y Apolo Ruiz Marset así como si había participado en unas reuniones secretas en el domicilio gaditano de Ramón de Carranza, contestando negativamente si bien reafirmó la buena amistad que mantenía con el antiguo alcalde de la ciudad.

El castillo de Santa Catalina no obstante volvió a custodiar a algunos de los condenados por dicha sublevación. Incluso su promotor, el propio general Sanjurjo, cumplió parte de su condena entre sus muros, tras ser trasladado bajo escolta policial el 6 de enero de 1934 por el comisario jefe de la División Social Telmo Almellones, desde el penal cántabro de El Dueso.

Varela absuelto y conspirador

El 12 de diciembre Varela pasó a la cárcel central de Guadalajara y el 14 de febrero de 1933 fue puesto en libertad por sobreseimiento provisional de su causa, quedando en situación de disponible. Casi un año después, como consecuencia de su brillante expediente militar se incorporó, no sin polémica y reticencias de algunos sectores, a la Escuela Superior de Guerra para asistir al curso de ascenso a general, obteniendo el primer puesto de su promoción.

El 9 de noviembre de 1934 se recibió en el Ministerio de la Guerra el testimonio judicial que le exoneró definitivamente de responsabilidad penal por la "Sanjurjada", siendo finalmente ascendido el 30 de octubre del año siguiente a general de brigada, si bien la República nunca volvió a darle un destino.

Sin embargo ya para entonces Varela, que sufrió injustamente prisión por los sucesos de 1932, si se había convertido en esta ocasión en un conspirador contra la República y en el verdadero hombre de Sanjurjo -exiliado en Portugal- para una nueva conjura militar.

Durante el periodo carcelario, en el que se volvió profundamente crítico contra el sistema, contactó con numerosos militares antirrepublicanos y destacados miembros del Requeté, también presos, llegando incluso a redactar sus ordenanzas castrenses. Su camino para liderar la sublevación gaditana del 18 de julio de 1936 había comenzado al día siguiente de fracasar la "Sanjurjada" y se forjó en los meses de prisión que siguieron a continuación.

¿Qué hubiera pasado si Varela sólo hubiera sido cesado y no detenido y encarcelado en 1932? Tal vez no hubieran cambiado mucho los acontecimientos históricos, pero lo cierto es que a partir de entonces el militar gaditano quedó estigmatizado por la República.

Cuando tras la frustrada intentona golpista madrileña del 19 de abril de 1936 fue confinado en Cádiz, su relevo en la conspiración fue el general de brigada de Infantería Emilo Mola Vidal, quien sería conocido en la preparación de la sublevación militar del 18 de julio como "El Director".

Éste a su vez dio entrada en el grupo de generales conspiradores a dos hombres que Varela no quiso incorporar y que sin embargo tuvieron un peso específico en el alzamiento: Gonzalo Queipo de Llano Sierra, Inspector General de Carabineros y Miguel Cabanellas Ferrer, jefe de la 5ª División Orgánica de Zaragoza.

Setenta años después, queda mucha historia por escribir.

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el "DIARIO DE CADIZ" del 11 de agosto de 2002.
 
Cierra España.

SUCESOS EN 1932.(3ª parte, los intelectuales)

Los intelectuales tuvieron un protagonismo especial durante la Segunda República. Muchos de los dirigentes republicanos y socialistas, como Manuel Azaña, Fernando de los Ríos o Julián Besteiro, pertenecieron al mundo de la cultura,. Otros, como Ortega y Gasset, Antonio Machado o Gregorio Marañón, apoyaron expresamente al nuevo régimen agrupándose en la Agrupación al Servicio de la República.


El apoyo unánime se fue resquebrajando con el paso del tiempo. A partir de 1932, algunos intelectuales, como Ortega o Unamuno, adoptaron una posición crítica con el Gobierno republicano-socialista.

La mayoría, sin embargo, apoyó la política reformista del gobierno de Azaña y colaboró en la acción de extensión cultural del Gobierno republicano-socialista. Algunas compañías teatrales, integradas por actores profesionales y estudiantes, visitaron pueblos apartados del país llevando las principales obras del repertorio teatral español. La más conocida de ellas fue La Barraca, un proyecto personal del poeta García Lorca.

Las Misiones Pedagógicas tuvieron un objetivo similar, la difusión de la cultura entre una población mayoritariamente analfabeta: bibliotecas ambulantes, conferencias, charlas, recitales de poesía, proyecciones de peliculas, exposiciones con reproducciones de obras del Museo del Prado...

La generación del 27 pasó al primer plano durante el periodo republicano. El grupo de poetas fue excepcional. Basta simplemente con mencionar a sus integrantes: Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Miguel Hernández y García Lorca. Ramón J. Sénder fue el más destacado novelista.

Cierra España.

SUCESOS EN 1932.(2ª parte)

Sucesos de Castiblanco. Versión de «El Socialista»


El Socialista, 2 de enero de 1932

Sobre unos sucesos. El verdadero culpable

La tierra extremeña se ha teñido estos días con sangre, consecuencia dolorosa de una situación de violencia a la que es urgente e imprescindible poner remedio. Por desgracia, hechos como los que lamentamos ahora han venido siendo, de algún tiempo a esta parte, demasiado frecuentes. Ha tenido en esto, como villanamente han procurado poner de manifiesto sus enemigos, poca fortuna la República. A la situación ruinosa en todos los órdenes que la monarquía legó al régimen nuevo vino a sumarse el pavoroso problema del paro en la agricultura, especialmente en las regiones andaluzas y extremeñas, en donde la crisis se hacía más aguda y difícil por la notoria mala fe que en muchos casos han empleado los propietarios para fomentarla. No necesitamos citar ejemplos que comprueban esta afirmación. Todo ello ha creado una situación de descontento en las zonas afectadas por la falta de trabajo. Es natural que una población campesina que se ve azotada por el hambre sienta la irritación que ha de producirle su propia desgracia. Y si a esa irritación instintiva se añade la indiferencia o la hostilidad con que aquellos que están más directamente llamados a procurar remedio contemplan ese espectáculo de angustia, entonces nada tiene de extraño que se produzcan hechos lamentables que en circunstancias normales hubieran podido evitarse sin esfuerzos.

No hay peor consejera que el hambre. Es verdad. Pero conviene añadir, a renglón seguido, que no hay nada que estimule tanto a la insubordinación como la injusticia. Sobre todo cuando la injusticia va acompañada de la burla. Y éste es el caso que se está repitiendo de día en día. No solamente no han encontrado apoyo alguno los obreros de aquellas regiones castigadas por el paro, sino que constantemente se han visto vejados en sus más elementales derechos de ciudadanía. Se está tratando de hacer creer que los sucesos luctuosos que se han desarrollado en tantos pueblos de España tienen una sola causa: los pretendidos desmanes de unos trabajadores hostigados en parte por la penuria, pero soliviantados, principalmente, por propagandas políticas avanzadas. Con esa explicación tan cómoda figurando en los informes oficiales se justifican todos los atropellos y las mayores enormidades. La realidad, sin embargo, es bien distinta. Tan absurdo sería dar por válida esa versión como suponer nosotros, arrimando el ascua a nuestra sardina, que la intervención de las autoridades en conflictos de esa naturaleza es siempre, en todos los casos, arbitraria y despótica. Aunque no sean los más, tenemos ejemplos, lealmente reconocidos, que demuestran lo contrario. Ni la primera ni la segunda -menos aquélla que ésta- son afirmaciones que puedan hacerse a priori. La clave de la cuestión es otra, sobre la cual hemos insistido ya muchas veces y tendremos que insistir, por lo visto, muchas más aún. Se trata, sencillamente, de que no se ha desarraigado el viejo caciquismo rural, planta maldita que ha envilecido durante tantos años la vida española. Al contrario, lejos de ceder, cada día parece cobrar el caciquismo nuevos bríos. Con una extraordinaria facilidad de adaptación ha sabido reponerse pronto del quebranto que pudo causarle el cambio de régimen, y está reforzando de manera ostensible sus posiciones. Tímido y cauteloso en los primeros días de la República, vuelve a ser ya desvergonzado y cínico, como en sus mejores tiempos de desafuero. Ahí, y no en explicaciones interesadas, es donde hay que buscar la causa principal del descontento que existe en los pueblos y la razón de los sucesos sangrientos que se originan con tan dolorosa frecuencia. El de Castilblanco, más tremendo que ninguno por sus proporciones, no es sino uno de tantos en la serie.

Por lo que se refiere a la actuación de la guardia civil, es evidente que adolece de un defecto gravísimo sobre el cual conviene meditar muy detenidamente en interés de todos, y, acaso más que nadie, en interés de la propia guardia civil. Durante la monarquía, la guardia civil se vió forzada, por exigencias de un régimen consustancial con la violencia y el abuso, a servir intereses particulares o ilegítimos que nada tenían que ver con la función propia que le estaba encomendada. Aunque no lo quisiera nada iba ganando con ello- la guardia civil ha tenido que ser una fuerza de protección en la que se escudaba el caciquismo. Cabía esperar costumbres de la política rural. Ya se ha visto que no. Los monárquicos de ayer son republicanos hoy. Por procedimiento tan sencillo han seguido en muchos pueblos los caciquillos de campanario su antiguo dominio. En donde no lo han conseguido aún, aspiran a conseguirlo el día de mañana. Y se da el caso absurdo de que haya muchos miembros de la guardia civil que, por un explicable acomodamiento al través de varios años de relación y trato con aquellos elementos, sigan representándose a éstos provistos de más autoridad que quien la ejerce legítimamente por voluntad popular. Así ocurre que muchas veces puede más en el ánimo de un jefe de puesto una sugerencia del caciquillo que una orden de un alcalde socialista, por ejemplo. A independizar y alejar de esa influencia a la guardia civil deben tender los esfuerzos del Gobierno si se quiere evitar la repetición de hechos como los que motivan estas líneas

Cierra España.

SUCESOS EN 1932.(1ª parte)

ANTE LOS SUCESOS DEL 10 DE AGOSTO DE 1932


Desde la cárcel Modelo de Madrid, donde se hallaban incomunicados, José Antonio y Miguel Primo de Rivera elevaron un escrito al juez, el 19 de agosto de 1932, en demanda de justicia. No se les había dicho el motivo de su detención. José Antonio se hallaba desde el día 5 de agosto en San Sebastián y el día 11 se trasladó a Irún para recibir el cadáver de la duquesa de Fernán Núñez, fallecida en Berlín. Al regresar de la estación, la Policía le detuvo, y acto seguido fue conducido a Madrid. Miguel se encontraba desde el 16 de julio en Jerez de la Frontera y desde allí se había trasladado a San Sebastián, donde, a su llegada, fue detenido. "Los autores de estas líneas –se dice en el escrito autógrafo de José Antonio, dirigido al Juzgado especial, que figura en el sumario instruido por los sucesos del 10 de agosto– eran totalmente ajenos al Movimiento. Es absurdo que, estando complicados en él, y dadas su juventud y su significado familiar, hubieran dejado que los colegas de conspiración arrostraran todos los peligros del combate que se desarrolló aquella madrugada, mientras ellos gozaban de su veraneo. Por otra parte, si les quisiera alguien suponer a tal extremo precavidos, era mucho más lógico haber esperado noticias al otro lado de la frontera (uno pasó a Francia la víspera del Movimiento; el otro estaba a pocos kilómetros de Gibraltar) que no dejarse prender inocentemente después del fracaso. Además, ni el uno iba a pasar en el tren la noche de los acontecimientos, ni uno y otro iban a exhibirse al otro día de frustrarse la intentona en sitios tan visibles como el hotel Continental, de San Sebastián, y la estación de Irún durante un traslado fúnebre muy notorio y concurrido. Por último, no dejará de pesar en el ánimo del Juzgado esta consideración: don Fernando Primo de Rivera, oficial aviador, hermano de los firmantes, estuvo de guardia en el aeródromo de Getafe en la noche de los sucesos, y ha sido públicamente ensalzado por la puntualidad con que cumplió las órdenes superiores; y es inadmisible que una familia, unida hasta el punto de que todos los hermanos, no obstante ser huérfanos de padre y madre y mayores de edad, viven en la misma casa, se hubieran dividido en dos bandos en trance tan serio como la rebelión del día 10" (1).

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(1) Joaquín Arrarás: "Historia de la Segunda República Española", Madrid, 1956, tomo I, pág. 458 in fine. A propósito de aquella intentona monárquica, José Antonio solía hacer estas consideraciones:

– "Yo no podía estar de acuerdo con aquello. Nosotros tenemos que hacer las cosas por una España interpretada y sentida revolucionariamente, por una España a la que metamos en el alma afanes de imperio. Nuestra lucha despiadada con el marxismo y el anarquismo nos ha enseñado a ser implacables. Y no nos pasará lo que a ellos." Francisco Bravo: "José Antonio. El hombre, el jefe, el camarada". Ediciones Españolas, S. A., Madrid, 1939, págs. 188–189.

Cierra España.


Otra de memoria historica ( en toda la boca.......... vamos)

Este miércoles el diario El País ha publicado una carta al director titulada "La memoria histórica" y que está firmada por dos hermanas. El objetivo de la misiva no es otro que corregir al rotativo sobre una foto que ilustra un reportaje sobre la mal llamada memoria histórica.


El pasado 30 de octubre aparecía publicado un reportaje titulado "Los barrancos de la memoria", que trata sobre un filme realizado sobre las fosas de la Guerra Civil y dirigido por un cineasta belga, hijo de exiliados españoles.

Para dar la noticia, El País utiliza fotogramas de la película, "Los caminos de la memoria", protagonista del reportaje. Una de estas fotos es la de un represaliado por el bando franquista en el que aparece su ficha con su nombre, Faustino Mantecón Cepedano.

Sin embargo, en la carta publicada este miércoles sus hijas aseguran: "Nuestro padre, don Faustino Mantecón Cepedano, no fue uno de los represaliados del franquismo, sino que fue asesinado en Madrid, el día 11 de noviembre de 1936, por milicianos del Gobierno de la República".

De este modo, realizan un matiz importante tanto al diario de Prisa como al cineasta belga que realizó la película, lo que pone en entredicho la realización y lo poco contrastado que estaba todo lo publicado por ambos. El propio diario dice que esta ficha formará parte del futuro Centro de la Memoria Histórica que se realizará en Salamanca.

Sin embargo, las hijas del "represaliado", pero por parte de los milicianos republicanos, aportan más luz al asunto. "De hecho, las fotografías de nuestro padre que ilustran el mencionado artículo proceden de los Archivos de la Dirección General de Seguridad del Gobierno de la República", aseguran en la carta al director.

En este sentido, confiesan su "sorpresa" al ver que aparecía la foto de su padre como víctima del franquismo en un reportaje que contenía frases como "un recuento del empeño de devolver la dignidad de los represaliados del franquismo".

El director de la película, José Luis Peñafuerte, aseguraba en El País que el filme tenía como fin conseguir "un reequilibrio de la memoria" ya que, a su juicio, "la balanza está todavía en el lado de los vencedores".

Es más, Peñafuerte añade que "no hay nadie en los ámbitos judiciales europeos e internacionales que entienda la persecución que sufre Garzón. A no ser que se les hable de una perversa lógica de manos negras...si no es por eso, no entra en la cabeza".

De este modo, realizan un matiz importante tanto al diario de Prisa como al cineasta belga que realizó la película, lo que pone en entredicho la realización y lo poco contrastado que estaba todo lo publicado por ambos. El propio diario dice que esta ficha formará parte del futuro Centro de la Memoria Histórica que se realizará en Salamanca.


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