martes, 29 de diciembre de 2009

José Antonio Primo de Rivera


José Antonio Primo de Rivera y Saez de Heredia nació el 24 de Abril de 1903 en Madrid, de su padre Don Miguel Primo de Rivera heredó el titulo de marqués de Estella, ganado por su tío abuelo, al acabar la segunda guerra carlista.


Estudió en la Facultad de Derecho de Madrid, trabajando posteriormente como prestigioso abogado. La biografía de José Antonio, esta influenciada fuertemente por las vicisitudes del Gobierno de su padre Don Miguel Primo de Rivera, sobre todo por la su dimisión y los acontecimientos que la acompañaron, como siempre ocurre en las dictaduras cuando se inicia su eclipse y posterior desaparición, grupos que anteriormente habían sido mas o menos incondicionales, adoptan posturas mas cómodas, a José Antonio tanto oportunismo, no pudo menos que repugnarle.

El 2 de Mayo de 1930 acepta el cargo de vicesecretario general de Unión Monárquica, con el propósito de reivindicar la memoria de su padre, a pesar de la repulsa que le ocasionaba la presencia de algunos elementos clericales reaccionarios que militaban en la misma y su poco aprecio por la Monarquía y Alfonso XIII; pero él mismo veía una obligación su presencia en la Unión Monárquica, puesto que dos de los que fueron ministros con su padre pertenecían a ella. Se presenta a las elecciones de 1931 por Madrid, pero es derrotado por su contrincante conservador Bartolomé Cossío, el cual logró el doble de votos que José Antonio; a pesar de ello fue visto como toda una victoria, por el gran número de votos conseguidos en el Madrid socialista de 1931.

Unión Monárquica Nacional (UMN) fue el nombre de diversas formaciones políticas españolas monárquicas y de carácter derechista.

La primera fue fundada en Barcelona en febrero de 1919, recogía el ala más unitaria y de derechas del monarquismo catalán, dirigida por Alfons Sala i Argemí, después conde d'Ègara, diputado y cacique del distrito de Tarrasa, junto con Manuel Rius i Rius, marqués d'Olèrdola, Darius Rumeu i Freixa, barón de Viver, el conde de Fígols, el conde del Montseny, el conde de Santa Maria de Pomers, y Lluís Pons i Tusquet. El secretario fue Aureli Joaniquet i Extremo. Quería ser la oposición al sector regionalista organizado en la Federació Monàrquica Autonomista, pero no recibió ningún apoyo del poder central y no pudo nunca disputar el poder electoral de la Lliga Regionalista, de manera que no pasó nunca de ser un grupo de notables sin base política. Sin embargo, fue el principal soporte en Cataluña de Miguel Primo de Rivera, que nombró a Alfons Sala presidente de la Mancomunidad de Cataluña en 1924-1925. Desapareció cuando se proclamó la Segunda República Española y sus miembros se integraron primero en la Peña Blanca y en Renovación Española en 1923.

Este fracaso le hizo siempre desconfiar de los métodos democráticos. Fue detenido en 1932 bajo la sospecha de haber colaborado con la sublevación organizada por el general Sanjurjo, hecho que él siempre negó, saliendo finalmente de la cárcel sin cargos. En 1933, en pleno auge de los movimientos fascista en Italia y nazi en Alemania, publicó un artículo titulado «Orientaciones hacia un nuevo estado» en el único número del periódico El Fascio. En este artículo preconizaba un estado social en el que las luchas partidistas no existieran.


Junto al aviador Ruiz de Alda a la creación del Movimiento Sindicalista Español, que seria el embrión de Falange Española. A fines de Julio de 1933 de reunen José Antonio, Ruiz de Alda y Valdecasas con Ramiro Ledesma en Bilbao, tratando la posibilidad de unirse con las JONS, pero se rehusa tal opción, al menos momentaneamente.

A pesar de la actitud de la Dirección General de Seguridad, se celebra el acto fundacional de Falange, en el teatro de la Comedia de Madrid, en este acto intervinieron, además de José Antonio, Ruiz de Alda y Alfonso García Valdecasas.

Para las elecciones de 1933 se le ofrece a José Antonio un puesto en la candidatura derechista a elegir por Madrid o Cádiz: se niega a presentarse por Madrid para que no fuera vinculado a la CEDA y acepta presentarse por Cádiz, obteniendo el escaño con facilidad. Destaca su actuación parlamentaria en la adopción de una Ley de Reforma Agraria, siendo sus propuesta ampliamente debatidas y admitidas por ilustres economistas.

El 13 de febrero de 1934 se unifica con el grupo de Ramiro Ledesma bajo el nombre de Falange Española de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Se establece un triunverato formado por José Antonio, Ruiz de Alda y Ramiro Ledesma. Triunverato que duró hasta el 4 de Octubre de 1934, día en el que en reunión del Consejo Nacional se decide adoptar la jefatura única de José Antonio.

Durante 1936 los enfrentamientos callejeros estaban a la orden del día y las actitudes empezaban a radicalizarse. Falange se presenta en solitario alas elecciones parlamentarias, sin conseguir representación parlamentaria. Las elecciones son ganadas por el Frente Popular, aunque de la fiabilidad de aquellas elecciones sea motivo de controversia, debido a la multitud de situaciones de ilegalidad que se produjeron.

Falange Española de las JONS es declarada organización ilegal el 14 de Marzo de 1936, y la gran mayoría de sus principales dirigentes, incluido José Antonio son detenidos y encarcelados en la Prisión Modelo de Madrid. Durante Abril y Mayo es acusado de cuatro delitos, tres de los cuales no furon más que pretextos legales para prolongar su detención. Esto no seria obstáculo para que José Antonio siguiera dirigiendo el movimiento desde la cárcel.

El gobierno no para de presentar cargos en contra del líder de Falange y el 5 de junio de 1936 es trasladado a la cárcel de Alicante.

Conoce, los planes de sublevación de los militares, los cuales sin llegar a aceptar da libertad a sus seguidores para unirse a la rebelión

A pesar de los intentos de salvarle por parte del Bando Nacional, como sobornos a autoridades locales, canje de prisioneros, e incluso el movimiento de una columna de jóvenes falangistas alicantinos (que fueron neutralizados por la Guardia de Asalto y destruidos), José Antonio es juzgado.

El 17 de Noviembre de 1936 José Antonio es juzgado por rebelión militar, el mismo asumió su propia defensa, la de su hermano Miguel y la esposa de este Margarita Larios.

Su actuación es cálida y brillante, un diario izquierdista alicantino escribía el día siguiente: -"Gesto, voz y palabra se funden en una obra maestra de la oratoria forense, que el público escucha con recogimiento, atención y evidentes signos de interés." El mismo dirigente socialista Indalecio Prieto, amigo de José Antonio, buscó pruebas que desvincularan a José Antonio del alzamiento militar, ante lo cual el gobernador civil de Alicante, que era comunista, ordenó una investigación policial al respecto e intentó obstaculizar las indagaciones. José Antonio adució en su defensa editoriales de Arriba en las que atacaba a las derechas, recalcó que los militares no hicieron el menor intento por liberarle y que los periódicos de la zona rebelde habían publicado listas con los nombres del futuro gobierno "nacional" sin que figurase su nombre.

A pesar de su elocuencia José Antonio es condenado a muerte, su hermano Miguel a treinta años de prisión y Margarita, su cuñada a tres años. Todo ello en base a pruebas circunstanciales.

José Antonio recurrió en apelación; pero el caos reinaba. Así, el Consejo de Ministros se reunía para decidir la ejecución y cuando aún no había llegado a una decisión, era fusilado con 33 años la mañana del 20 de Noviembre en el patio de la cárcel de Alicante, junto a otros cuatro jóvenes del pueblo alicantino de Novelda. Sus últimos escritos fueron su testamento, fechado el 18 de Noviembre y breves notas a amigos y familiares. Su ultima voluntad fue que limpiaran el patio de la cárcel para que su hermano Miguel no tuviera que pisar su sangre.

Sus restos mortales fueron enterrados en una fosa común. En Noviembre de 1939 sus restos fueron trasladados desde Alicante hasta El Escorial, a cuatrocientos cincuenta kilómetros. Posteriormente fue trasladado desde al Valle de Los Caídos de Madrid, a hombros de sus camaradas, monumento levantado a los caídos de ambos bandos durante la trágica Guerra Civil Española.

El anarquista Abad de Santillán escribió: "Los españoles de esta talla, los patriotas como él, no son peligrosos, y no se han de considerar enemigos. ¡ Como habría cambiado el destino de España sí hubiera sido posible un acuerdo entre nosotros como deseaba Primo de Rivera !."

Cierra España.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Se funde F.E. y JONS con el nombre de Falange Española de las Jons


Se funde F.E. y JONS con el nombre de Falange Española de las Jons


Bases aprobadas del acuerdo entre «JONS» y «F.E.»

1.º Creación del movimiento político Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional sindicalista. Lo fundan F.E. y JONS reunidos.

2.º Se considera imprescindible que el nuevo movimiento insista en forjarse una personalidad política que no se preste a confusionismos con los grupos derechistas.

3.º Encaje de las jerarquías de F.E. y JONS. Recusación en los mandos del nuevo movimiento de los camaradas mayores de cuarenta y cinco años.

4.º Afirmación Nacional-Sindicalista de un sentido de acción directa revolucionaria.

5.º El nuevo movimiento ha de ser organizado de modo preferente por los actuales jerarcas Jonsistas en Galicia, Valladolid y Bilbao, y de acuerdo inmediato con las actuales organizaciones de F.E. en Barcelona, Valencia, Granada, Badajoz y sus zonas.

6.º El emblema del nuevo movimiento ha de ser el de las Flechas y el Yugo Jonsista, y la bandera, la actual de las JONS: Roja y Negra.

7.º Elaboración de un programa concreto Nacional-Sindicalista donde aparezcan defendidas y justificadas las bases fundamentales del nuevo movimiento: Unidad, acción directa, anti-marxismo y una línea económica revolucionaria que aseguren la redención de la población obrera, campesina y de pequeños industriales.

Madrid, 13 de febrero de 1934.

Por F.E., José Antonio Primo de Rivera

Por JONS, Ramiro Ledesma

Cierra España.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Julián Besteiro


Madrid 1870-Carmona 1940


Julián Besteiro nació en Madrid en el año 1870, en el seno de una familia de clase media. La desahogada situación económica de sus padres, que regentaban un pequeño negocio de ultramarinos, les permitió enviar a su hijo a estudiar a la Institución Libre de Enseñanza. En este centro, verdadera vanguardia de la experimentación y renovación pedagógicas en España, Besteiro conoció a algunos de sus mejores amigos y profesores, entre los cuales destaca Manuel Bartolomé Cossío, con quien trabará una gran amistad.

En 1887 inició sus estudios de Filosofía en la Universidad Central de Madrid. De esta época cabe destacar su relación con Nicolás Salmerón, que se convertiría en un importante referente y que le introduciría en la militancia política de la mano del Partido Unión Republicana, fundado en 1902.

Tras obtener la licenciatura en Filosofía, y tras unos años de profundizar en el estudio de la Psicología Experimental, Besteiro opositó -y obtuvo- la plaza de Catedrático de Filosofía en un instituto de Orense, primero, y en otro de Toledo, poco después. En esta última ciudad, Besteiro se presentaría a las elecciones municipales de 1903, logrando el puesto de concejal por el partido republicano de Salmerón.

A partir de entonces, los intereses filosóficos y psicológicos y la vocación política se desarrollan paralelamente. En 1908 se produce la escisión lerrouxista del partido republicano, que Besteiro secundó afiliándose al nuevo Partido Radical Republicano. Ese mismo año le fue concedida una licencia de estudios en Alemania que empleó para estudiar durante tres años la filosofía kantiana y preparar su tesis doctoral. También descubrió en esa época la doctrina marxista y conoció los vivos debates entre el reformismo bersteiniano y la ortodoxia de Kaustky, situándose junto a este último. La formación marxista le llevó a alejarse del radicalismo burgués y a acercarse al socialismo, movimiento en el que militaría al volver a España.

Su vuelta a Madrid, en 1911, se precipitó por una convocatoria de oposiciones para la Cátedra de Lógica en la Universidad de Madrid a las que se quería presentar. En noviembre de ese año obtenía el Doctorado en Filosofía y a principios de 1912 aprobaba la citada oposición. Pocos meses después se producía la afiliación al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y a su sindicato hermano, la Unión General de Trabajadores (UGT).

Su carrera en las organizaciones socialistas fue ciertamente meteórica. En 1913 era elegido concejal de la conjunción republicano-socialista en Madrid, dos años después de su afiliación entraba en el Comité Nacional del PSOE, y en 1916 ya era el número dos de una jerarquía que encabezaba, en el partido y el sindicato, Pablo Iglesias.

Sin embargo, su aparición en la vida política nacional no se produjo hasta 1917, en que tuvo una decisiva intervención en el organización de la Huelga General. Esta huelga, acordada entre UGT y la CNT, iba a ser la expresión última de un malestar progresivo entre diversos sectores sociales (obreros empobrecidos por la inflación producida por la Guerra Mundial; militares disconformes con la política africanista del gobierno; nacionalistas catalanes molestos por el rechazo a cualquier proyecto de autonomía, y un descontento latente entre los republicanos ante la decadencia de la Restauración y el turno dinástico), pero escapó del control de la ejecutiva socialista a raíz de una huelga ferroviaria en Asturias, cuya brutal represión precipitó la convocatoria de la Huelga General con el objetivo de derrocar el régimen político existente y convocar unas Cortes Constituyentes.

Esa movilización fracasó ostensiblemente, pero fue el pistoletazo de salida del proceso de descomposición del sistema canovista que habría de culminar en la proclamación de la República en 1931. Los responsables políticos de la Huelga (Besteiro, Largo Caballero, Anguiniano y Andrés Saborit) fueron procesados en consejo de guerra y encarcelados, aunque en mayo 1918 las nuevas Cortes decretaban su amnistía. En las elecciones a esas Cortes, habían obtenido escaños seis dirigentes del PSOE: Iglesias, Prieto y los miembros del Comité de Huelga, Besteiro entre ellos.

Esas Cortes, y las siguientes, fueron el principal escenario de la actividad política de Besteiro en los últimos años del parlamentarismo dinástico. Los efectos políticos y económicos indirectos de la Guerra Mundial en España, así como la drástica decadencia de los partidos garantes de la estabilidad del régimen, el partido conservador y liberal, en beneficio de la oposición republicana, socialista y nacionalista, abrió un proceso de descomposición del modelo político en que descansaba la Restauración que se tradujo en una enorme inestabilidad política y social, en el desgaste que sufrieron los partidos dinásticos como consecuencia de su política de concentración nacional y en la reacción antidemocrática de la oligarquía dominante, que suspendió en repetidas ocasiones las garantías constitucionales. En este contexto, las intervenciones de Besteiro como diputado de la minoría socialista siempre se encaminaron hacia la denuncia de la corrupción y ausencia de libertad, de las injusticias cometidas desde el poder y contra la arbitrariedad de los gobernantes. Uno de los episodios en que su forma de hacer política fue más visible fue ante el desastre del Annual y el conflicto de Marruecos, cuando exigió responsabilidades rigurosas y fue uno de los principales promotores de la investigación parlamentaria que se llevó a cabo.

En 1923, el general Primo de Rivera dio el golpe de gracia al turnismo con el golpe de Estado y la posterior instauración de la dictadura. En este nuevo contexto de represión y autoritarismo, llama la atención que, mientras las organizaciones obreras y opositoras en general fueron prohibidas y perseguidas duramente, el PSOE y la UGT gozaron de una cierta permisividad del régimen, de forma que Largo Caballero llegó a ser consejero de Estado en esta etapa.

Besteiro no fue hostil a esa tolerancia del poder hacia las organizaciones socialistas. Como se dijo anteriormente, desde poco después de su afiliación se había convertido en el virtual líder del socialismo español ante los cada vez más frecuentes achaques de Pablo Iglesias. Cuando éste falleció, en 1925, Besteiro se hizo con las riendas del partido y el sindicato, y desde su posición de liderazgo defendió siempre la importancia de participar en todas las instituciones, legítimas o no, que permitieran la expresión de la lucha de clases y las demandas del proletariado. Ello le situó enfrente de un sector cada vez más numeroso que veía en la participación socialista un colaboracionismo y un soporte a la dictadura que había que evitar. En 1929, cuando la Dictadura ofreció a la UGT la posibilidad de entrar en la futura Asamblea Nacional Constituyente, los comités nacionales del PSOE y el sindicato rechazaron la propuesta, contra la opinión de Besteiro. Fue el primer enfrentamiento del presidente socialista con los sectores más radicales de su partido.

En 1930, tras la dimisión de Primo, empezó a tomar forma la alianza republicana contra la Monarquía. La participación o no del movimiento socialista en esa alianza, de marcado carácter burgués, también dividió profundamente a las organizaciones: Besteiro defendía una participación que no desdibujara el carácter proletario del PSOE y la UGT; mientras otros dirigentes, como Largo, apostaban por involucrarse sin matices en el pacto republicano.

Esa polémica acabó provocando la dimisión de Besteiro como presidente de UGT y PSOE cuando, el 22 de febrero, las direcciones del partido y el sindicato rechazaron su propuesta de canalizar su colaboración con el Comité Revolucionario republicano burgués a través del presidente socialista, y aprobaron designar a dos interlocutores con plena libertad para comprometer al movimiento socialista dentro de Comité. Ello significaba, de hecho, la sumisión del movimiento socialista y proletario español a una alianza republicana esencialmente burguesa, y así lo entendió Besteiro al renunciar a su cargo.

Junto con la acción política en la presidencia, Besteiro desarrolló una importante producción teórica sobre socialismo y marxismo, y no abandonó su docencia en la Universidad, de la que sus compañeros y alumnos guardan muy buenos recuerdos del profesor eficaz, distinguido y recto que era Don Julián.

En las elecciones municipales de abril de 1931, que precipitaron la proclamación de la República, Besteiro fue elegido concejal en el Ayuntamiento de Madrid. Meses más tarde, asumía la presidencia de las Cortes Constituyentes, cargo que ejercería entre 1931 y 1933 con mucho acierto y no pocas dificultades, a juzgar por la opinión generalizada de prensa y parlamentarios.

A partir de 1933, coincidiendo con el triunfo de las derechas en las elecciones y la constitución del gobierno radical-cedista, el movimiento socialista, influido por la experiencia rusa, inició un proceso de radicalización que lo llevó a alejarse del parlamentarismo y de las instituciones republicanas. Julián Besteiro se situó siempre en contra de esta radicalización, apostando por la legalidad constitucional y el respeto a las formas democráticas. Otros sectores, agrupados en las Juventudes Socialistas esencialmente y representados en el Partido por Francisco Largo Caballero, desconfiaban de la lealtad de las derechas gobernantes y se marcaron como objetivo tomar el poder a través de una Revolución social proletaria, siguiendo el modelo soviético.

En julio de 1934, Largo forzaba la retirada de la minoría socialista del Parlamento, contra la opinión de Besteiro y De los Ríos, principalmente. Sin embargo, el máximo exponente de esta bolchevización fue la Revolución de Octubre de ese mismo año, que ocasionó un grave enfrentamiento entre Besteiro y la dirección del PSOE, respaldada por los sectores más radicales. Esta polémica, en que Besteiro apostó decididamente por fortalecer las instituciones republicanas y mantenerse dentro de las reglas democráticas, le supuso una pérdida muy importante de prestigio entre cierta militancia socialista.

La revolución fracasó en la práctica totalidad del territorio nacional. Sólo en Cataluña, donde el presidente de la Generalidad proclamó la independencia y fue apresado por el Ejército, y en Asturias, donde los obreros se hicieron con el control de los medios de producción y del poder, tuvo un cierto éxito, aunque fue reprimida con dureza. La insurrección, tal y como había previsto Besteiro, sólo sirvió para fracturar la sociedad española y fortalecer a los sectores más reaccionarios que propugnaban una "solución autoritaria" a la crisis.

La crispación social fue acompañada por un clima de división y enrarecimiento en el seno del socialismo español. Las discusiones entre los partidarios de Besteiro y los elementos más radicales a propósito de la Revolución derivaron en un durísimo enfrentamiento abierto entre los sectores más moderados (centristas y besteiristas), con fuerza en UGT; y los núcleos caballeristas, que controlaban la Ejecutiva del PSOE y las Juventudes. El pulso entre revolucionarios y moderados se desarrolló muy intensamente hasta el año 1936 en el campo de la acción política (en la que Largo vetó la vuelta a la Cámara contra la opinión del resto de sectores), de la propaganda y el debate teórico (Araquistáin y Baráibar, entre los caballeristas; Saborit, Mario de la Coca y el propio Besteiro entre los moderados, desarrollaron una verdadera guerra editorial desde publicaciones afines que llevó al socialismo al borde de la quiebra), e incluso degeneró en episodios de violencia contra los líderes moderados, como el propio Besteiro.

Cuando se produjo el Alzamiento fascista, y al contrario que muchos políticos republicanos, Besteiro declinó todas las invitaciones que se le hicieron desde el Gobierno para abandonar el país y permaneció en Madrid, argumentando que "creo mi deber acompañarles [a los madrileños] en las circunstancias difíciles en que actualmente se encuentran y las que todavía les esperan verosímilmente". Aparte de eso, y en consonancia con su desacuerdo con la línea desarrollada por el Partido Socialista, abandonó cualquier cargo y actividad en el partido y se limitó a trabajar por la defensa de Madrid; primero desde el Comité de Reforma, Reconstrucción y Saneamiento de Madrid, y posteriormente, cuando Cataluña cayó y las instituciones republicanas había naufragado (Azaña había dimitido como Presidente y el gobierno dependía cada vez más de los comunistas), a través del Consejo Nacional de Defensa, negociando la rendición de la capital e intentando evitar un derramamiento de sangre en la toma nacionalista de Madrid.

Su actuación en el CND, que desconoció la autoridad del agonizante gobierno de Negrín en el tramo final de la guerra, ha provocado dudas sobre una lealtad a la República que en ese momento era incontestable. La situación era que en Madrid, los responsables militares de la zona veían con temor la deriva comunista de un gabinete que ya no era constitucional y lo consideraban un lastre para negociar con los nacionalistas una rendición con las mejores condiciones posibles. Por ello, el general Casado, responsable militar del Centro, negoció con partidos y sindicatos madrileños (IR, UGT, PSOE, UR, CNT, etc.) la participación en el CND y solicitó a Besteiro que apoyara al Consejo para evitar bajas innecesarias, a lo que éste accedió. Tras algunos enfrentamientos armados con organizaciones comunistas, el Consejo se hizo con el control de Madrid y negoció la rendición de la capital a las tropas franquistas. Cuando llegaron éstas, Besteiro les esperó y, una vez más, rehusó huir.

Tras el fin de la guerra, Besteiro fue juzgado y sentenciado a cadena perpetua por un tribunal militar. Tanto en la farsa de juicio que se le organizó como en las sucesivas cárceles que recorrió, mantuvo la dignidad, la rectitud y el compromiso con los principios y los ideales que había defendido durante toda su vida. Falleció el día 27 de septiembre por una negligencia médica, en la prisión de Sevilla. A pesar de las dificultades que pusieron las nuevas autoridades para enterrarlo, dos obreros consiguieron llegar hasta el ataúd del político y pensador socialista. Uno de ellos, poniendo una mano sobre el féretro, afirmó sencillamente: "Este hombre ha muerto por nosotros". Y difícilmente podían haberle hecho un mejor, y más sentido homenaje; y difícilmente podía haberse hecho una síntesis más breve, y más fiel, a lo que Julián Besteiro, el lord marxista, "el hombre de la víspera y del día después", el aficionado a nadar contra corriente, el socialista, el marxista, el filósofo, pero sobre todo, el hombre austero, recto y profundamente comprometido con los problemas de su tiempo, significó y significa.

Cierra España.

SUCESOS 1934.2ª parte



El socialismo español se decide por Largo Caballero abandonando a Prieto (centrista) y Besteiro (moderado)


Claridad, de 27 de enero de 1934

Ayer se celebró en el salón terraza de la Casa del Pueblo la importante reunión de la Unión de Grupos Sindicales Socialistas.
A las diez y media de la noche dio comienzo la sesión, bajo la presencia del representante del Grupo de Albañiles, Gancedo, y actuando de secretario el representante del Grupo de Oficinas, Liqueta.

El Grupo de Artes Gráficas presenta una proposición previa, manifestando que la Unión de Grupos Sindicales no tiene por qué deliberar sobre el orden del día que se somete por la Ejecutiva, por no tener ninguna atribución para fijar posiciones políticas, que corresponden únicamente a la Comisión ejecutiva del partido socialista.

El de Vidrieros y Fontaneros protesta de la forma en que se ha hecho la convocatoria, por considerarla antirreglamentaria.

Por la Comisión ejecutiva hace uso de la palabra Alvarez del Vayo, que en defensa de la posición mayoritaria mantenida por él, Rubiera y Peinado manifiesta que «la Ejecutiva de la U.G.S.S. ha estimado necesario convocar este Pleno extraordinario. Coincidía con la petición de algunos Grupos Socialistas Sindicales la necesidad que siente esta Ejecutiva de fijar y aclarar la misión de la U.G.S.S. Dentro de la Ejecutiva se habían marcado dos criterios antagónicos: uno, mayoritario -que es el que yo represento en este momento-; un criterio que sujeta estrictamente la función de la U.G.S.S., creada por la Agrupación Socialista de Madrid, que sujeta esta actuación a seguir las directrices de la Agrupación Socialista Madrileña y a extender estas directrices en los Grupos Socialistas Sindicales, y otra concepción que parecía adjudicar a la U.G.S.S. una cierta función aparte, por así decir, neutral, independiente de las directrices que marcara la Agrupación Socialista de Madrid.

Nosotros hemos creído que era preciso traer estos criterios divergentes a la asamblea de los Grupos Socialistas Sindicales y ver si había aquí una mayoría coincidente con el criterio de la Ejecutiva, que sostiene que la misión exclusiva, la misión predominante de la U.G.S.S. es ser un vehículo de las directrices y de las orientaciones de la Agrupación Socialista Madrileña en los distintos Grupos Sindicales, y que no puede ser otra. Este es el criterio que mantiene el núcleo mayoritario de la Ejecutiva y que somete a vuestra consideración. Deseoso, evidentemente, de oír la opinión de todos en toda su amplitud, sin querer imponer criterio ninguno, sino aguardando a ver si este criterio obtiene el asentimiento de la mayoría, y si no, proceder en consecuencia.»

Nuevamente protesta el Grupo de Vidrieros, rechazándose su posición por la mayoría de la asamblea.

Artes Blancas dirige una pregunta a la Comisión ejecutiva, contestando a uno y otro Alvarez del Vayo en forma adecuada.

Piedra y Mármol manifiesta que es necesario que la Comisión ejecutiva proponga una resolución completa y no hable de la forma en que lo ha hecho. Entonces lee Alvarez del Vayo la siguiente proposición:

«La asamblea extraordinaria de delegados de los grupos que integran esta Unión de Grupos sindicales Socialistas acuerda la siguiente proposición:

»Que consecuente con sus postulados, y estimando hoy más que nunca imprescindible fijar una posición que, por su firmeza, no permita equívoco alguno y sirva, por tanto, de consigna para la actuación de todos los militantes, declara:

»a) Su absoluta identificación con la Agrupación Socialista Madrileña, cuyas directrices no sólo acata, sino que se compromete a propagar con todo entusiasmo dentro de las organizaciones sindicales respectivas, contribuyendo así a darles su máxima eficacia.

»b)Por la extraordinaria importancia que tiene, y no obstante figurar entre las directrices de la A.S.M. la de procurar la unificación del proletariado, consignamos como nuestro deber más imperioso de esta hora el de realizar cuanto esté de nuestra parte por lograr dicha unificación, premisa esencial de nuestra victoria proletaria.

»c) En razón de todo lo que antecede, la U. de G.S.S. se congratula de la actuación meritísima que está realizando en ese sentido el camarada Largo Caballero.

»d) La U. de G.S.S. declara que todos sus militantes no obedecerán otras consignas ni realizarán otras actuaciones que aquellas que emanen de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. y de la A.S.M. o de las que en cada caso puedan ser dictadas por la Comisión ejecutiva de la U. de G.S.S.»

El secretario da lectura al siguiente voto particular de Atalaya:

«Aun estando de acuerdo con algún punto de la citada proposición, como he de explicar al Pleno, con el fin de no dejar nada confuso, entiendo que lo que procedía al convocar a este Pleno extraordinario era marcar una orientación a los Grupos Sindicales Socialistas, con el fin de que su actuación dentro de los Sindicatos correspondientes, y en sus relaciones con los demás Grupos, tuviera la eficacia para la que fueron creados en su tiempo por la Agrupación Socialista Madrileña, infiltrando en ellos la savia socialista, según los acuerdos emanados de los Congresos de nuestro Partido.

Como sigo entendiendo que esto no es lo que se hace en la referida proposición, es por lo que se permite proponer al Pleno de delegados rechace la aludida proposición, por estimar que lo que en ella se hace es marcar más las diferencias en el seno de nuestro Partido, cosa que no creo sea de la competencia de la U. de G.S.S.»

Interviene Atalaya para defender su posición, manifestando que en principio fueron constituídos los grupos sindicales socialistas para que los Sindicatos tuvieran un impulso por parte de los elementos afiliados o simpatizantes a la organización socialista. Pero esta Unión de Grupos no puede aceptar otras posiciones que no sean las aprobadas por el Partido Socialista.

Analiza la posición de la mayoría, la que acepta; pero, a pesar de esto, formula el voto particular.

Seguidamente interviene Alvarez del Vayo, que comienza diciendo:

«No podía hacer observaciones al compañero Atalaya antes de oírle. Sólo tengo que decir a la asamblea que lo que la Ejecutiva se ha planteado es esto: La U.G.S.S. ¿va a estar encuadrada en la línea de la Agrupación Madrileña, sí o no? ¿Es ésa su función? Para precisarlo nosotros formulamos esta proposición, que no difiere en absoluto con lo que anteriormente he manifestado. Si nosotros tenemos una discrepancia en la Ejecutiva, era un deber de lealtad y de sentido de la responsabilidad de quienes tienen la dirección de un organismo de la importancia de éste, venir a la asamblea y decir: En la Ejecutiva hay dos criterios que se reducen a esto: un criterio que sostiene que la U. de G.S.S. está o debe estar al servicio de una tendencia o interpretación de los problemas del Partido Socialista, que es la que representa la Agrupación de Madrid, y otro que cree que la U. de G.S.S. puede adoptar una actitud superior o de neutralidad y ponerse un día al lado de una tendencia y al otro día al lado de la tendencia contraria. Y para aclarar esto se ha convocado esta asamblea. Nosotros decimos por qué hemos venido aquí. Atalaya ha mostrado su extrañeza porque se hubiera convocado un pleno extraordinario, y nosotros venimos aquí a justificar la convocatoria del pleno diciendo que era necesario que se discuta esto y sepamos si tenemos la mayoría total de los grupos a favor de nuestra posición.»

Piedra y Mármol plantea una cuestión de no ha lugar a deliberar, basándose en que la Unión de Grupos Sindicales Socialistas no tiene por qué dar instrucciones u orientaciones ni a la Agrupación ni al Partido Socialista. Los Grupos Sindicales son organizaciones auxiliares del Partido y, por consiguiente, tienen que hacer lo que éste determine.

Califica la posición de la mayoría de la Ejecutiva de la Unión de Grupos de escisionistas, produciéndose en este momento un revuelo entre los delegados, que piden retire esas manifestaciones. Encuadernadores interviene, manifestando que no debe permitirse bajo ningún concepto que se hagan manifestaciones de este tipo.

Rubiera manifiesta que no es pertinente, conveniente ni eficaz el que se plantee una proposición como la de Piedra y Mármol, porque en buena norma de discusión todos los problemas que se traen a deliberación de la Asamblea tienen que ser discutidos inmediatamente. El colocarse en la posición de no discutir significa un voto de censura para esta Ejecutiva.

Valentín López, por el Vestido y Tocado, manifiesta que la Unión de Grupos no viene a escindir a nadie. Lo que pasa es que no hay una línea clara marcada por la Ejecutiva del Partido Socialista; pero es que, además, nosotros estamos bajo las órdenes de la Agrupación Socialista Madrileña, y, por consiguiente, tenemos que aceptar todas las orientaciones y normas que ellas nos dé.

Piedra y Mármol hace nuevamente uso de la palabra para manifestar que en vez de ocuparse de estas cosas, el Comité debía preocuparse de que hay conflictos huelguísticos en Madrid y tenía que dar unas normas para luchar por la consecución de las mejoras de los trabajadores.

Interrumpe un delegado y le responde Vayo adecuadamente. la Asamblea increpa al interruptor, que trata de explicar lo que ha dicho.

Después de una breve rectificación de Vicente López, hace uso de la palabra Alvarez del Vayo:

«El compañero que ha interrumpido desconoce probablemente -y es la única observación de tipo personal que me permito hacer- que en todos los años, desde 1912, en que yo milito en el Partido Socialista Obrero Español, por una convicción absoluta, jamás he reaccionado ante un ataque de tipo personal. Y ésa ha sido mi fuerza. Y, constantemente, en las reuniones de la Agrupación, de aquí o de donde fuese, yo he dicho que aunque contra mí se dirijan todos los ataques que se quiera, yo reduciría siempre la controversia al terreno de la teoría y de la táctica, de la conducta socialista. Y cuando yo veo al lado de todas las polémicas de tipo personal cierta tendencia a dirigir ataques contra mí, afirmo mi convicción de que de lo que ha adolecido nuestro Partido ha sido de querellas de tipo polémico y no de llevar la discusión de los problemas específicos y fundamentales del Partido.

»Si yo he reaccionado de la manera dura en que he reaccionado esta noche, no es porque yo considerase el ataque contra mí, y si lo ha habido lo desdeño en absoluto, sino porque eran observaciones concretadas sobre cuál es la actuación de la minoría parlamentaria. Y el hecho de que esta Unión de Grupos, que yo presido por accidente, la presida el mismo que preside la minoría parlamentaria, me ha hecho ver claro a dónde iban dirigidos los ataques. Y por eso, no en defensa de una posición mía, sino de alguien ausente, que merece todos los respetos y que es la esencia de la verdad y de la línea justa del Partido y que está midiendo los minutos, los segundos, para que lleguemos al Congreso extraordinario, ordinario o como se llame, para, por encima de todas esas discusiones personales y por mucho que quieran embarullar, con toda una fe apasionada en favor de la clase obrera española y de la revolución proletaria española, que yo siento desde hace años, desde niño, con una intensidad que nadie me puede superar, llevar allí los problemas de fondo de nuestro Partido.

»Decía Rojas: ¿Es que la actitud de la Agrupación puede quizás marcar directrices que lleven a los afiliados a una actitud de indisciplina en contra de los acuerdos generales de los Congresos?

»¿Está la Agrupación de Madrid en una actitud de perfecta obediencia con los acuerdos generales de los Congresos del Partido? Yo no quiero tratar aquí esta noche de la discusión sobre el problema general del Partido. Nosotros veremos en el Congreso quién estaba dentro no sólo de la justa posición socialista, sino de la ley socialista, concreta y terminante del Partido Socialista Obrero Español.

»¿Que no debíamos haber venido aquí a traer este problema? Pero, ¿qué concepto se tiene de la responsabilidad de dirección? ¿Por qué estoy yo aquí, sino como vicepresidente de la Agrupación Socialista Madrileña y en quien el camarada Largo Caballero, presidente de la Agrupación, ha delegado, sino únicamente en relación con la Agrupación de Madrid, presidiendo la asamblea de la U. de G.S.S.? En el momento en que salga la U. de G.S.S. del arbitrio de la Agrupación, ¿qué relación tenemos nosotros con la U. de G.S.S. ni por qué tenéis vosotros al presidente de la Agrupación como presidente nato de vuestros Grupos Sindicales Socialistas? ¿Para que después cada uno tire por su lado enfrente de la Agrupación?

»Yo quiero saber lo que presido y hasta qué punto la mayoría de la U. de G.S.S. está con la Agrupación. Yo no discuto que la U. de G.S.S. pueda tener otra misión independiente; pero, en relación con la Agrupación, no tiene más que esa misión: la de ser un vehículo en los medios sindicales de las concepciones de la Agrupación de Madrid. Y si no es eso, vosotros podéis, por mayoría, modificar su función; pero yo y la Agrupación Socialista, si vosotros cambiaseis vuestra fisonomía, no veo por qué tendríamos que continuar unos lazos de conexión que habrían perdido lógicamente toda su razón de ser.»

Puesta a votación la propuesta de no ha lugar a deliberar del Grupo de Piedra y Mármol, es rechazada por 31 contra 9.

Ocho de los nueve que han votado en contra intervienen para explicar el voto. Produciendo continuos incidentes para que no se discutiera la propuesta.

Después de intervenir en contra de la propuesta el Grupo de Postales y de defenderlo el de Ferroviarios, se aprueba la proposición de la Comisión ejecutiva por 28 votos en pro y tres en contra.

A más de la una de la madrugada terminó esta importante reunión, que ha representado un nuevo triunfo para la tendencia izquierdista del Partido Socialista

Cierra España.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Lorca, Ian Gibson y la gran cagada.(continuacion)



GARCÍA LORCA DECIDE MARCHARSE A GRANADA


El día 12 de julio de 1936 Federico cenó en casa del poeta chileno Pablo Neruda, donde manifestó: “Me voy a Granada, porque allá trabajo. Hay visos de tormenta y me voy a mi casa, donde no me alcancen los rayos”. Por su parte uno de los comensales le aconsejó: “Quédate aquí. En ningún lugar estarás más seguro que en Madrid”. [27] Pero no hizo caso, sobre todo cuando al día siguiente, el 13, corrió la noticia de que había sido asesinado el diputado derechista José Calvo Sotelo. Por la tarde ya corrían rumores de que los autores del crimen eran guardias de asalto socialistas que actuaron por su cuenta. En el tren de la medianoche salió Federico para Granada. Así lo informa el diario “El Defensor” de esta ciudad del día 15: “Don Federico García Lorca se encuentra desde ayer en Granada”.

Pero no sólo Federico se despidió de sus amigos socialistas, sino también de su amigo falangista Edgar Neville: “Me voy, porque aquí me están implicando en la política, de la que no entiendo nada ni quiero saber nada. Yo soy amigo de todos y lo único que deseo es que todo el mundo trabaje y coma. Me voy a mi pueblo para apartarme de la lucha de banderías y de las salvajadas” [28] . Son las palabras lógicas de quien ve atropellos por parte y parte.

Ahora cabe pensar si algunos marxistas de Madrid empezarían a mirar mal a Federico, que huía de compromisos con el Frente Popular, y de quien conocían sus amistades falangistas. Tampoco les harían mucha gracia los constantes temas católicos de su poesía. Esto parece deducirse de lo publicado por el periódico frentepopulista “El Heraldo de Madrid”, del 18 de julio, es decir, cuando la prensa acababa de hacerse eco del levantamiento militar. Publicaron los izquierdistas una cruel caricatura de Federico vestido de Primera Comunión y un texto despectivo con la liturgia del Corpus bajo el título “García Lorca, ‘Niño Mono, orgullo de Mamá’ ”; palabras que parecen insinuar, de forma peyorativa, la orientación sexual del poeta [29] .

Al respecto de estos días, el prestigioso escritor Ramón Pérez de Ayala, republicano desengañado, llegó a acusar al poeta comunista Rafael Alberti de provocar la detención de su propio amigo Federico, pues estuvo recitando por una emisora de radio que se oía en Granada, versos injuriosos contra los militares alzados, atribuyéndolos falsamente a Lorca. Además, Isabel García Lorca telefoneó a Alberti pidiéndole que no se refiriera más a su hermano, pues podía peligrar su vida [30] . Pero Alberti insistió por radio en que una quinta columna, desde dentro de Granada, les informaba de la situación de los alzados [31] .

EL ALZAMIENTO EN GRANADA

En Granada, ciudad en la que triunfaron las derechas en las elecciones de febrero de 1936, el ambiente estaba bastante caldeado, pues el día 10 de marzo, milicianos de izquierdas arrasaron el local de Falange, incendiaron el diario “Ideal” y quemaron tres iglesias [32] .

La sublevación comenzó el día 20 de julio y no concluyó hasta el 23. Las fuerzas militares granadinas, al mando de oficiales jóvenes y acompañadas de grupos civiles, incluidos falangistas, se enfrentaron a los republicanos, que carecían de armas. De inmediato los militares leales fueron sometidos por los alzados.

La represión al mes siguiente sería muy sangrienta. La acumulación de odio y miedo, la sensación de acorralamiento, por estar Granada completamente cercada de fuerzas del Frente Popular, y las noticias llegadas de Málaga sobre las matanzas que se estaban llevando a cabo contra los alzados, dieron impulso a la vorágine de terror y durísima represión por los elementos más sanguinarios. Efectivamente, desde Málaga llegarían noticias a los sublevados granadinos de las sacas efectuadas por milicianos del Frente Popular desde el día 11 de agosto, con el consiguiente asesinato de 19 militares y guardias civiles, y esto solamente hasta el día 16. Entre ellos, y a pesar de haberse rendido sin ocasionar ni una sola víctima, negándose a disparar sus cañones contra el Gobierno Civil para evitar muertes, el día 11 el capitán Huelin y el 12 el teniente Segalerva, fueron arrancados de la prisión, linchados y asesinados, cuando se hallaban a la espera de juicio. Esta represión izquierdista en Málaga fue mucho antes que la de los del Movimiento, aunque solamente esta última sea la que se recuerde en los libros y en la tele. En Málaga hubo 2.761 muertos en la represión izquierdista, a priori, y 3.864 muertos en la represión derechista, a posteriori. Entre los primeros, por ejemplo, el jefe provincial de Falange en Málaga, Domingo Lozano Molina, sin que hubiera participado ni en guerra, ni en lucha ni en represión alguna. Fue detenido en su casa y fusilado por los milicianos del Frente Popular, en agosto. [33] Quizás por todas estas cosas, en Granada, viejos testigos dirían: “Eran ellos o nosotros” [34] .

Aislados de otros lugares en donde triunfó el Alzamiento, el cual ni siquiera tenía aún un jefe decidido a nivel nacional, asumió el poder en Granada, como gobernador civil, el comandante José Valdés Guzmán, recién ingresado en Falange, aunque no solamente no era falangista, sino que se jactaba en público de rechazar los principios del falangismo, imponiéndose e imponiendo a otros en los puestos de mando de dicha organización. Formó un grupo represivo a su alrededor, variopinto, no falangista ni en el fondo ni en el nombre, compuesto por el jefe de la Policía, Julio Romero Funes; Pablo Rodríguez, “un matón y asesino cruel y vengativo, más conocido por el apodo ‘Italobalbo’ ”; Ramón Ruiz Alonso, de la derechista CEDA, por la que fue diputado; “el Chato de la Plaza Nueva”; “el Panadero”; la “Escuadra Negra”, constituida por un grupo heterogéneo de individuos, la mayoría jóvenes y procedentes de familias de elevados ingresos económicos de la ciudad... [35] ; y, por último, los “camisas nuevas” de Falange (es decir los recién ingresados sin ideales, que querían arrimarse al calor de los vencedores).

La Falange anterior al 23 de julio, es decir anterior a los tejemanejes ultraderechistas de Valdés y anterior a las inscripciones masivas de gente de todo pelaje, era minoritaria: sólo unas decenas de afiliados. Pero también era la única fuerza con ideales, e idealista, entre los alzados de Granada. E inmediatamente, Valdés quiso dominarla. (En el caso granadino se ve con claridad lo que fue el triste sino de este partido a partir de la guerra.) Para ello Valdés impuso como jefe de milicias falangistas a alguien ajeno a la Falange: Manuel Rojas Feijespán, capitán de la republicana Guardia de Asalto. Rojas, en enero de 1933, había sido el responsable de la matanza de los anarquistas de Casas Viejas, los cuales iniciaron una revolución en su pueblo, matando a dos guardias de asalto en los enfrentamientos. Rojas siempre mantuvo que la orden de no hacer prisioneros vino directamente de Azaña, pero fue condenado a 21 años de prisión. [36] Es fácil comprender la mala fama de Falange si se considera que los auténticos falangistas, como los hermanos Rosales, salieron de Granada para luchar en el frente, cara a cara, mientras que en la ciudad y pueblos cercanos, en la retaguardia, a quienes se veía era a los falsos falangistas: un aluvión de dos mil afiliaciones nuevas realizadas en un alistamiento de apenas dos semanas y ante unos mandos que tampoco eran falangistas. Lo único que tenían de la Falange era la camisa azul, y con ella obedecían las órdenes de Rojas: detener a los sospechosos que se les señalaban. Además, la falsa Falange granadina actuaba aislada y todos los líderes nacionales falangistas ya estaban asesinados o detenidos: José Antonio, Ledesma, Onésimo, Ruiz de Alda, Raimundo...

En este ambiente, el falso falangista Valdés necesitaba motivos para domeñar las inquietudes sociales y humanitarias de los auténticos falangistas: los hermanos Rosales y, sobre todo, Patricio González de Canales. Éste tenía nombramiento directo de José Antonio y había acordado un pacto de no agresión con los anarquistas. Pero lo que enfureció a Valdés es que Patricio se negó a que los falangistas participaran en detenciones y ejecuciones. Cuando Valdés dio órdenes al respecto, Patricio las prohibió “terminantemente”. Se produjo un enfrentamiento durísimo entre los dos, y luego entre Patricio y Ruiz Alonso, a resultas de la dura represión de éste. Además la antipatía de Ruiz Alonso venía de lejos; cuando intentó ingresar en Falange tiempo atrás, José Antonio se lo negó, apodándole “el sindicalista domesticado de la CEDA”. Y precisamente habían sido los hermanos Rosales los que le transmitieron la negativa de José Antonio, por lo que las relaciones entre Ruiz Alonso y los Rosales eran de pura enemistad.

Fue tal la dureza del enfrentamiento de González de Canales contra Valdés y Ruiz Alonso, que éstos tomaron la decisión de reconvertir a Falange en una fuerza reaccionaria de choque. Para ello, el primer paso era deshacerse de González de Canales. Valdés, de acuerdo con Queipo de Llano, requirió una avioneta, que desde Sevilla llegó a Granada para llevarse al “díscolo” prácticamente detenido. No se le permitiría volver a Granada. Ahora sólo quedaba el paso definitivo: un golpe contra los hermanos Rosales [37] . Patricio González, al año siguiente pasaría a la clandestinidad, como uno de los fundadores de la Falange Auténtica, fiel al condenado Hedilla.

LA FALANGE DEFENDIÓ A FEDERICO GARCÍA LORCA

La detención de Federico García Lorca “se debe a Ruiz Alonso, más por agredir a la familia Rosales que al poeta mismo. La decisión para fusilarlo la tomó José Valdés Guzmán...” Esto afirma el prestigioso historiador inglés Hugh Thomas [38] .

Desde el día 14 de julio, “Federico García Lorca se había mantenido tranquilo en la Huerta de San Vicente, acompañado de sus padres, de su hermana Concha, un par de sobrinos y Angelina, una niñera... hasta que el 20 de julio su cuñado Manuel Fernández-Montesinos, Alcalde de la ciudad, fue detenido en las propias dependencias del Ayuntamiento y enviado a la cárcel. Los testimonios de esos días fueron recogidos en una entrevista realizada por Gibson a Angelina, en el año 1966, cuando tenía 80 años de edad, pero conservaba una mente lúcida envidiable. Recuerda la anciana, que ‘cuando sobrevenían los bombardeos de los republicanos, Federico bajaba precipitadamente del piso superior de la casa y con su hermana Con-cha y ella se escondían bajo el piano familiar’.” [39]

El primer registro tuvo lugar el 5 de agosto. Lo protagonizó el capitán Manuel Rojas, dirigiendo un grupo de pseudofalangistas. Pero no buscaban a Federico, sino a un hermano de Gabriel, el casero. (Por eso, según Luís Rosales, Lorca le diría que Rojas no tenía nada contra él.) “No obstante allanaron toda la casa, ‘azotaron a Gabriel. Maltrataron a la madre y al señorito Federico le dijeron allí dentro maricón; le dijeron de todo. Y lo tiraron también por la escalera y le pegaron. Yo estaba dentro, y le dijeron de todo. Al padre, no le hicieron nada. Fue al hijo’. Así recuerda Angelina este episodio, testimonio que coincide con el sobrino, el hijo de Concha, Manuel, quien en ese entonces sólo tenía cuatro años de edad. Tal acontecimiento, que estremeció a los habitantes de la Huerta, protagonizados por individuos tan siniestros, de baja calaña como Enrique García Puertas, más conocido con el apodo de “El Marronero”, quienes actuaban por su cuenta y contaban con autorización para matar, significó que Angelina se fuera con los tres sobrinos menores de Federico a residir a la huerta de San Enrique, propiedad de unos amigos...” [40]

Es entonces cuando a Federico se le ocurre acudir a sus amigos falangistas para pedirles protección. Se dirige a Luís Rosales, entonces profesor universitario de Literatura a sus 26 años, pero que se disponía a partir hacia el frente como voluntario falangista. Luís, en cuanto recibe la llamada, acude presto a la Huerta de San Vicente y ambos planifican el traslado a su casa, que estaba situada en el centro de la ciudad. Los hermanos de Luís, Miguel y Pepe, y sus padres acogen con los brazos abiertos la petición de Federico. Lo esconden en un piso de la casa, separada escasamente unos trescientos metros del Gobierno Civil, que ocupa el comandante Valdés. Durante diez días, las noches que regresaba Luís del frente, subía a dialogar con su amigo. Y en cada bombardeo de los aviones republicanos, se refugiaban en la planta baja [41] .

Ian Gibson, ante los documentos originales descubiertos en 1979, que confirmaban toda la versión que durante más de cuarenta años venía asegurando Luís Rosales, declara: “Fascinante es la revelación de que el día 15 ya se habían iniciado los trámites para prenderlo, sin informar de ello a Rosales, presentándose en la Huerta de San Vicente una escuadra al mando de Díez Esteve, miembro de la pandilla que rodeaba a Valdés en el Gobierno Civil. Ahora es más evidente que nunca que la denuncia contra el poeta no emanó de la Falange granadina, sino de las gentes, cedistas en su mayoría, que asesoraban al gobernador civil” [42] .

El día 16 de agosto se enteran de que en los muros del cementerio de Granada han fusilado a Manuel, el ex alcalde.

No cabe duda. Tras la “visita” de la patrulla de Manuel Rojas, del día 5, y una vez informados Valdés y Ruiz Alonso de la presencia de Federico García Lorca, debió encendérseles una luz siniestra en la cabeza. Su fama de poeta amigo de comunistas, ¡y de falangistas!, y la emisión por la radio republicana de supuestos poemas suyos contra los sublevados, junto con el temor de que la guarnición de Granada, rodeada de territorio leal a la República, acabara fusilada como la de Málaga (a pesar de que se entregara con bandera blanca), les haría concebir la orden de detención. Aquí fue el chasco: el poeta no estaba en su casa de campo. Tardaron once días en saber el lugar de su escondite. Pero, cuando se enteraron, su alegría debió ser inmensa. ¡Se trataba de la casa de los Rosales! Ahora sí, a los auténticos falangistas les darían “su merecido”.

DETENCIÓN DE FEDERICO

El mismo día 16 se producirá la detención. “Se enteraron del lugar donde se encontraba, por presión que le hicieron los esbirros de Valdés a los familiares que permanecían en la Huerta de San Vicente. Se les amedrentó, indicándoles que si no informaban del sitio en el cual se hallaba oculto, se llevarían detenido al padre. Concha, la hermana, no pudo soportar tal amenaza y les indicó el lugar donde se refugiaba Federico”. [43]

Al enterarse de que a García Lorca lo protegían los Rosales en su casa, Valdés acudió a Ramón Ruiz Alonso. Valdés y Ruiz, entusiasmados por poder matar a dos pájaros de un mismo tiro, redactaron “de común acuerdo” la orden de detención con estas acusaciones: “... rojo destacado, espía de Rusia, amigo de Fernando de los Ríos, miembro de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética y escritor que había criticado la España tradicional”. Valdés se decía falangista, sin saber, por ejemplo, que la opinión del boletín de Falange, “Fe”, nunca fue mala sobre el ministro socialista de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos.

Claramente, el gobernador civil José Valdés Guzmán, el que ordenaría la detención y el asesinato de Federico García Lorca, era uno de esos “fantasmones” sobre los que profetizó el propio José Antonio:

“Casi todos los que cuentan con la Falange para tal género de empresas, la consideran no como un cuerpo total de doctrina... sino como un elemento auxiliar de choque, como una especie de fuerza de asalto, de milicia juvenil, destinada a desfilar el día de mañana ante los fantasmones encaramados en el poder”. Más adelante José Antonio advierte del peligro de que se quiera convertir a Falange en una “comparsa” para “reinstaurar una mediocridad burguesa conservadora, orlada, para mayor escarnio, con el acompañamiento coreográfico de nuestras camisas azules... No seremos ni vanguardia ni fuerza de choque ni inestimable auxiliar de ningún movimiento confusamente reaccionario.”

El periodista norteamericano Jay Allen, poco tiempo después, el 3 de octubre de 1936, obtendría permiso de las autoridades republicanas para romper el aislamiento en que se hallaba José Antonio en la cárcel de Alicante. Y le dio a conocer que jóvenes de camisa azul realizaban tareas de represión en territorio rebelde. El líder falangista no quiso creerlo, negándolo dos veces. Pero ante la insistencia del periodista, contestó: “Yo espero y pienso que lo que usted dice no sea verdad. Pero no olvide usted que ellos no tienen líder después de mi encarcelamiento, y no olvide usted que también otras muchas personas eran empujadas a la violencia...”

En Granada quienes llevaban camisas azules ni eran falangistas ni estaban dirigidos por José Antonio, sino por un personaje advenedizo como Valdés.

El portador de la orden de detención de Federico García Lorca fue el propio Ruiz Alonso, de las milicias de la CEDA, quien ni siquiera era neofalangista ni siquiera advenedizo del falso falangismo, para así “humillar a Falange y realzar a las milicias de la CEDA”. [44] Llegó a casa de los Rosales con dos escuadras de esbirros armados, a los que dejó fuera. Los tres hermanos Rosales y el padre estaban ausentes. El cedista aseguró a la madre que todo era algo de rutina. Fue “tan melosa” la actitud de Ruiz Alonso, que hasta el propio Federico se convenció de que nada le iba a ocurrir. [45] Sin embargo, la madre de los Rosales consigue entretener a Alonso hasta mandar recado para llamar a su hijo Miguel, que estaba en la sede (los otros, Pepe y Luís, se hallaban en el frente). Miguel llegó y según su testimonio preguntó a Ruiz que qué pasaba.

- Tengo orden de detener a Federico García Lorca.

- ¿Por qué?

- Porque ha hecho más daño con su pluma que otros con las armas. [46]

Miguel discutió fuertemente e intentó evitarlo por todos medios, pero no pudo hacer más. De esta manera, se lo llevaron al Gobierno Civil. Valdés no estaba allí. A Federico lo registraron y quedó detenido.

Por la noche regresaron del frente Pepe y Luís. E, indignados, acuden inmediatamente al Gobierno Civil para rescatar a su amigo. Pepe se enfrenta en una discusión muy violenta con Ruiz Alonso. Luego recrimina de manera igualmente violenta a Valdés, sin importarle que se halla ante la máxima autoridad del Alzamiento en Granada. Y consigue que le permitan ver al prisionero. Pepe Rosales le promete a un asustadísimo Federico que lo va a sacar de allí. Federico había hablado con su amigo Luís confesándole medio en serio y medio en broma: “He rezado y he prometido no fumar hasta la medianoche para que ganen los militares”.

Al día siguiente, el 17, Pepe Rosales consiguió del gobernador militar, coronel Antonio Gómez Espinosa, una orden escrita de libertad para Federico García Lorca. Y se presenta ante Valdés con ella. Pero Valdés le contestó siniestramente: “Lo siento. García Lorca ya no está aquí. Se lo han llevado a Víznar de madrugada. Y ahora ya veremos qué hacemos con tu hermanito”. Se refería a Luís, acusado de haber escondido al poeta. “Luís Rosales perdía un amigo y quedaba en un gran peligro por haber sido amigo fiel. Trataron de expulsarlo de Falange, y corrieron amenazas muy serias de poder ser fusilado él mismo”. [47] Qué contradicción que un falso falangista expulse de Falange a un auténtico falangista.

Además, Valdés había mentido, porque Federico seguía allí. [48] Se sabe porque Angelina, la niñera, por disposición de la familia, le llevó al poeta la comida (que consistía en un termo de café y un cesto con una tortilla y tabaco) los días 17 y 18 de agosto. [49]

Durante muchos años Luís Rosales ha venido afirmando que, una vez detenido Federico, mandó a las distintas autoridades granadinas un documento en el cual justificaba la inocencia de Federico y por tanto la razón para intentar salvarlo en su casa. Por su parte, Valdés siempre negaría en el futuro que tuviera algo que ver con la muerte de García Lorca. Rosales siempre ha insistido en que, de localizarse los documentos, se vería claramente la verdad y que su actuación había sido limpia. Todo ello como réplica a la leyenda negra que se urdió a su figura. Pero el documento no aparecía. Desde 1983, “gracias a las investigaciones del periodista granadino Eduardo Molina Fajardo... podemos leer la declaración de Rosales”. ¡Era verdad cuanto vino diciendo durante 47 años y era cierto que quien ordenó el asesinato fue Valdés! “No es difícil imaginar el impacto que haría sobre Valdés la lectura de este documento, puesto que quien ordenó la detención del poeta había sido él mismo. Tampoco cuesta trabajo imaginar que, en aquel momento, Valdés se sentiría dispuesto a ordenar el fusilamiento de Luís Rosales, ese falangista molesto que se atrevía impertinentemente a poner en tela de juicio las decisiones de la superioridad”. [50]

Poco después, a principios de octubre de 1936, varios diarios republicanos de Madrid recogerían las declaraciones del presidente de la izquierdista FUE de Granada, que acababa de escapar de dicha ciudad. Según éste, Luís Rosales había estado en gravísimo peligro por haber acogido en su casa a García Lorca: “Estuvo a punto de ser fusilado, pero intervino un hermano suyo, falangista significado...” La noticia era exacta. No cabe la menor duda de que, en aquellos dramáticos momentos, la vida de Luís Rosales peligraba. [51]

“Luís Rosales cargó para siempre con la pena de no haber podido salvar a su amigo. Incluso se llegó a acusarlo de instigar su asesinato... Por eso ahora los versos de Luís Rosales nos suenan tristes: ‘Hay amores que duran algo menos que un beso,/ y besos que han durado algo más que una vida’. [52]

EL ASESINATO DE FEDERICO

Cuando Angelina fue al tercer día a llevarle de comer a Federico, o sea el 19, le indicaron con respuestas evasivas y contradictorias que ya no se encontraba allí. Por testigos circunstanciales se ha comprobado que el poeta fue trasladado la madrugada del 19 a la Colonia, una ex residencia de descanso para niños en época veraniega, convertida, en esa fecha, en lugar de reclusión. Refieren los testigos, que alrededor de las 2 de la madrugada el cura de Víznar, que asistía a los condenados con la confesión, se retiró porque le comunicaron que esa noche no habría ningún otro fusilamiento.

Sin embargo, alrededor de las 4 de la madrugada, “la luna se llevó definitivamente a Federico” junto a dos banderilleros y un maestro. [53] Seguramente fue asesinado por la espalda, junto a unos olivos del llamado barranco de Víznar. [54]

Tiempo después, según Gibson, un tal Manuel Luna, uno de los criminales, escribió una carta a un tal Melchor Fernández con estas repugnantes palabras: “En Granada me he distinguido bastante. Fui de los que asistieron, en una mañana de agosto, al fusilamiento, en el cementerio, ante las fosas abiertas, de setenta rojos, todos ellos bandidos, asesinos, criminales, violadores, incendiarios... y gocé mucho, muchísimo, porque se lo merecían. Entre ellos estaban el Presidente de la Diputación roja, Virgilio Castilla; el ex gobernador rojo de Alicante, Vicente Almagro; el alcalde rojo de Granada, Montesinos... Hicimos una buena limpia... Algunos días después cogimos al canalla de García Lorca -el peor de todos- y lo fusilamos en la Vega, junto a una acequia. ¡Qué cara ponía! Alzaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Cómo nos reíamos viendo sus gestos y sus muecas!” [55]

El acta de defunción dice: “Don Federico García Lorca... falleció en el mes de agosto de 1936, a consecuencia de heridas producidas por hechos de guerra, siendo encontrado el cadáver el día 20 del mismo mes en la carretera de Víznar a Alfacar...” La fórmula “heridas por hechos de guerra” es la misma que se ordenó utilizar por las autoridades del Alzamiento en todos los registros civiles de España para los fusilados. Se trata de una generalización falsa, pues en el caso de Federico, éste no estaba luchando en hechos de guerra. En cuanto a los registros civiles de territorio leal, los miles de asesinados por elementos del bando republicano ni siquiera constan en los libros de defunciones.

La Junta de Andalucía ha editado la obra premiada “Conocer a Federico García Lorca”, donde se dice que “Lorca no murió ni por accidente, ni por enemistades personales, ni por casualidad, como quisieron hacer ver escritores del régimen franquista...”, sino “por su lucha contra el fascismo, sus pronunciamientos contra las injusticias sociales, sus críticas severas y brillantes contra la intransigencia de una España tradicional, sus simpatías por el Frente Popular y su colaboración con las campañas culturales que organizó la República... aunque no estuviera afiliado a ningún partido político... fue una víctima... de la implacable máquina de terror y exterminio puesta en marcha con la intención de suprimir a todos los enemigos del Movimiento”. [56] Yo añadiría que, igualmente , también era una “máquina de terror y extermino” la impuesta en el otro bando por las chekas frentepopulistas contra “todos los enemigos de la revolución” y con las vistas puestas en implantar un estado soviético. Tal era el terrible trance a que se vio sometida España entre ambos fuegos.

EL TRIUNFO DE LOS FALSOS FALANGISTAS

Luís Rosales, expulsado de Falange y encarcelado a la espera de ser pasado por las armas, se salvó gracias a la cuantiosa multa entregada por su familia y, sobre todo, gracias “a la llegada a Granada de uno de los falangistas más desconocidos y dignos de estudio, por su consecuencia y por su dignidad: el médico Narciso Perales, a quien José Antonio había condecorado personalmente en 1935. La llegada de Narciso Perales salvó a Luís; y seguramente hubiera podido salvar a Federico si se hubiera producido un par de días antes”. [57] Narciso Perales, pocos años después, cuando más poderoso era el régimen franquista, renun-ció al mismo para entrar en la clandestina Falange hedillista. Luego, en la Transición, en 1976, sería elegido jefe nacional de “FE-JONS Auténtica”. Su intervención en el magnífico programa de TVE, “La Clave”, cautivó a José Luís Balbín.

Al llegar a Granada, el día 22, tuvo un enfrentamiento con José Valdés, el cual, en el curso de la pelea dijo algo que demuestra por su propia boca hasta qué punto Valdés era un reaccionario de altura, un falso falangista:

“Mire usted, a mí, en eso del nacional-sindicalismo, lo de nacional me parece bien, pero lo de sindicalismo me da tres patadas en la boca del estómago; y lo tengo enfermo, ¿sabe usted?” [58]

En 1973 Narciso Perales declaró en una entrevista: “De haber estado yo en Granada y no en el frente, le aseguro que lo de García Lorca no ocurre.” Y para aquel entrevistador “No hay duda de que no sólo no fueron los falangistas, sino que, a mi modo de ver, el estúpido crimen fue, precisamente, producto de una maniobra contra Falange”. [59]

REACCIONES EN AMBOS BANDOS

En zona republicana, a pesar del homenaje a Federico con una edición de Emilio Prados en Valencia-Barcelona en 1937, su muerte encontró silencio o escaso eco. [60] Luego, los comunistas, además de los sinceros sentimientos de reivindicación y analogía hacia su figura, también descubrieron el gran filón propagandístico que su asesinato suponía, y lo aprovecharon.

Por su parte, los sublevados intentaron justificar el crimen, amparando a Valdés, lo cual les pesaría como una losa durante cuarenta años. Si acaso, existe el testimonio de un fracasado intento de haberlo evitado. “José María Pemán, temiendo por la vida de Federico y conociendo las rivalidades entre las nuevas autoridades... [se refería a la oposición entre Valdés y los falangistas como los Rosales] pidió personalmente a Franco que interviniese”. El general accedió a ello cuando ya era demasiado tarde. [61]

“LOS ÚLTIMOS DÍAS DE GARCÍA LORCA”

El libro “Los últimos días de García Lorca”, de Eduardo Molina Fajardo, publicado en Barcelona en 1983 es un profundo trabajo de investigación llevado a cabo durante décadas, que recopila una increíble colección de testimonios directos de los trágicos días. Yo ya tenía concluida la presente redacción cuando ha llegado a mis manos; no obstante, es indispensable traer aquí algunos detalles que corroboran lo ya narrado y otros que aportan importantes noticias nuevas. Así, conviene advertir que el comandante Valdés, al que tantos historiadores de tres al cuarto y teleseries se empeñan en identificar como falangista, era en febrero de 1936 uno de los responsables de la formación de la candidatura de la CEDA. Que Ruiz Alonso confirmó que la orden de ejecución de Federico la dio Queipo de Llano desde Sevilla. Que dicho Ruiz Alonso, ex-diputado de la CEDA, intentó hacerse pasar por falangista, con camisa azul, ya desde el primer día del alzamiento; siendo desenmascarado por los escasos, pero auténticos, falangistas, que le arrebataron la camisa. Que Ruiz Alonso, junto con otros dos miembros de la CEDA, ¡y no, nunca, falangistas!, llamados García Alix y Trescastro, fueron quienes detuvieron a Federico en casa de los Rosales, cuando éstos se hallaban ausentes. Que en el golpe de fuerza que dieron los falangistas para rescatar a Federico del Gobierno Civil, iban Luís Rosales, sus hermanos, Cirre y diez más, enfrentándose a cerca de cincuenta “denunciadores” y a “fusiladores”. Pepe Rosales accedió al despacho del gobernador Valdés tras atropellar a quienes intentaban impedírselo y tras dar una patada en la puerta para atravesarla pistola en mano. [62]

REACCIONES DE LOS FALANGISTAS

“De nada valió que Luís Rosales intentara salvar a su amigo: murieron los dos; Lorca físicamente y él quedó como el fantasma custodio de la memoria viva del crimen”. [63]

En el futuro, Luís Rosales, tras colaborar en las revistas literarias falangistas desde los años 1937 hasta los cuarenta, abandonó la militancia política del régimen y se distanció de él. En 1982 participó con el PSOE de Felipe González en la asamblea de intelectuales. Y falleció en 1992.

No podemos dejarnos engañar por la fuerza de “una imagen vale más que mil palabras”, que aún hoy sigue produciéndose, en cuanto a la insistencia en implicar a la Falange. Por ejemplo, a pesar de que en tergiversadoras películas sobre el crimen de Federico siempre aparezca el personaje de Valdés con la camisa azul descubierta o debajo de la guerrera militar, en ninguna fotografía de ninguno de los ejemplares del periódico “Ideal”, entre julio de 1936 y verano de 1937, aparece así, sino de uniforme militar. Todo lo contrario. La realidad es que los falangistas reaccionaron con absoluto rechazo al suceso.

Cuando mataron a Federico, José Antonio llevaba cinco meses preso por el Frente Popular y un mes de incomunicación absoluta. A finales de agosto o principios de septiembre llegó la noticia a la cárcel de Alicante. “Su hermano Miguel declaró que José Antonio se enteró del asesinato de Lorca y le impresionó mucho... José Antonio, sabiendo que a él sólo un milagro le podía salvar, no pudo menos que lamentar la injusta muerte de aquel inolvidable casi contertuliano de La Ballena Alegre...” [64]

Federico era el poeta más popular de España, sin distinción de banderías. Y los falangistas y los soldados en general del lado de los alzados gustaban aprenderse y recitar sus poemas. Así ocurrió, por ejemplo, con el inolvidable ardaleño Antonio Zurita, falangista de 1937 (y luego Alcalde en 1963), quien, aunque ya casado, marchó voluntario al frente. Y aún se conserva una vieja carpeta, que siempre llevaría consigo en los dos años restantes de guerra, llena de cuartillas, cartas, apuntes. La carpeta rebosa de poemas de Federico García Lorca, escritos de la propia mano de Antonio Zurita y con las fechas en que los copió: 1937, 1938, 1939. Luego, desde 1939 como secretario del juzgado y en sus tiempos de Alcalde, realizó gestiones innumerables en pro de la reconciliación y ayudando a quienes “perdieron la guerra”.

LA CONDENA DEL CRIMEN POR PARTE DE LOS FALANGISTAS

A pesar de contravenir la versión de las autoridades, se produjo una digna condena de la Falange, cuando aún ésta no había sido desnaturalizada y absorbida por el Decreto de Unificación del 19 de abril de 1937. El falangista Francisco Villena, de Zaragoza, publicaba en el diario “Amanecer”, portavoz “nacional-sindicalista”, una bellísima elegía sobre Federico, con una dura condena a los asesinos, titulado “De una historia que vio la Alhambra” y con esta dedicatoria: “A Federico García Lorca, en la inmortalidad imperial de su paraíso difícil”. El artículo, que merece leerse entero y más de una vez, contiene estos fragmentos:

“La vida de un poeta que el azar de la guerra deshoja y que hoy es sombra; es pesadilla (...). Fue, Federico, una tarde de agosto cuando nos hablaron de tu marcha; pensamos que (...) tú solías hacerte el dormido entre los labios y las redes de pestañas de Yahya, la reina gitana del Albaicín, para expirar unos amores que tenían alma de fandanguillo y corazón de taranta (...) mientras el viejo mundo soñaba que tú habías muerto. Pero pasó el tiempo, nos sorprendió el otoño, el imperio era ya nacido, mas le faltaba el laúd de su mejor cantor (...). De tu suerte preguntamos a la Luna, la que siempre acudió a tu conjuro... Nada nos dijo.”

Sigue una dura diatriba contra los asesinos:

“ ¡Almas de metal! Caro ha sido el tributo con el que nuestra juventud ha pagado el capricho de vuestro fanatismo: el imperio ha perdido a su mejor poeta. Ahora sí que podéis pregonar que la poesía de Lorca huele a tierra mojada.”

Y evocando las palabras de José Antonio contra el “bolcheviquismo de los privilegiados”, sigue más adelante el autor de la carta, considerando a esa ultraderecha asesina como “marxistas blancos”. Se refería a estas palabras de José Antonio: “El pasado día 24 fui clasificado definitivamente como bolchevique por innumerables personas (...). El motivo fue el discurso pronunciado por mí la tarde antes en el Congreso, con ocasión de la Reforma Agraria (...). Los que hoy, ante un sistema capitalista que cruje, sacrificamos comodidades y ventajas para lograr un reajuste del mundo, sin que naufrague lo espiritual, somos la negación del bolcheviquismo. En cambio, los que se aferran al goce sin término de opulencias gratuitas, los que reputan más y más urgente la satisfacción de sus últimas superfluidades que el socorro del hambre del pueblo, esos intérpretes materialistas del mundo, son los verdaderos bolcheviques. Y con un bolcheviquismo de espantoso refinamiento: el bolcheviquismo de los privilegiados” (carta a “ABC” de 31-7-1935):

“ ¡Marxistas blancos! No os conmueve otra cosa que la melodía pagana del oro, al ritmo de la bolsa del gran mundo (...). Repetid fuerte vuestro estribillo ‘¡Con la poesía no se vive!’ (...), pero ya os llegará el dolor (...) y entonces diréis a los poetas, arrastrándoos ante sus pies: ‘Por caridad, un poco de poesía, un poco de fe, una oración, por el amor de Dios’. Porque sabed, ciegos mercaderes, que la poesía es la oración de los pueblos que tienen fe.

‘Esta es la historia (...) hasta que nuestra revolución nacional-sindicalista imponga el amor como método más humano de convivencia”. [65]

Los falangistas de Antequera publicaron el 28 de marzo de 1937 este mismo artículo en su semanario “Antorcha”, demostrando con ello en plena guerra su reivindicación del poeta y su dura condena a los asesinos. [66]

En 1938, el gran poeta falangista Dionisio Ridruejo, aquél a quien José Antonio estimó por su poesía y por la nobleza de sus ideas, también supo que Ruiz Alonso era el delator de Federico. “En la oficina de propaganda de Burgos, (...) Dionisio Ridruejo, tras acusarlo de haber asesinado a Lorca, y tras un careo que Rosales le pidió, lo expulsó del edificio y de su vista, porque no soportaba su presencia”. [67]

A principios de 1939, Giménez Caballero fue a Granada para investigar la muerte, acompañado del coronel Simancas y con el poeta Luís Rosales. Y descubrió que el crimen “tenía otra causa que la oficialmente declarada por Franco”. [68]

El crimen pesaba como una losa sobre el régimen, el cual silenciaba a Federico y a Alberti (el cual se distinguió con versos muy hirientes y violentos no sólo contra el régimen, sino también contra José Antonio, contra su familia, contra todos los literatos que quedaron en zona franquista -Pío Baroja, Azorín...-, contra la Iglesia y hasta contra el mismísimo Dios Padre y su Hijo Jesucristo). Pero a pesar de ello los verdaderos falangistas no dudaron en rescatar y publicar los poemas de García Lorca.

El poeta José María Castroviejo, falangista fundador de las J.O.N.S. de Santiago de Compostela, publicó a principios de 1939 el libro de poemas “Altura”, que la revista falangista “Vértice” de 24 de julio de 1939 calificó como “el más bello libro de poemas de la guerra de España”. Desde luego contrastaba su lenguaje de conciliación y amor con el lenguaje de odio al enemigo que dominaba entre escritores de uno y otro bando. En él se incluía un poema dedicado a Federico García Lorca, con estos versos: “España es una fuente donde abrevan cadáveres,/ llenos de soles justos y amplios de redención./ España gime, llora bajo cuarzos durísimos./ ¡Y era miel de las ansias, y corazón del mundo!/ Ha habido horas terribles que trastornaron hierros./ Piedras, espigas, cruces fueron sacrificadas./ El toro enloquecido mugía en los oteros/ su gran dolor a Europa, sin alma y degradada./ Pero ya están los muertos: miradles cómo alzan/ los cobres centenarios empapados en sangre,/ con unos ojos hondos, que recobran altísimos/ la hondura de los astros y las grandes edades./ ¡Nadie podrá impedir su terrible rumor!/ Ni traidores lejanos, ni nervios sin locura./ El cielo ya transmite sus mensajes amados./ La sangre escribe en diedros un futuro de hermanos...” No es políticamente correcto reivindicar hoy a poetas falangistas que en pleno 1939 reivindicaban de esta forma tan arrebatada a Federico. Pero gracias a José María García de Tuñón Aza, se salva del olvido despreciativo esta noble reivindicación del poeta falangista José María Castroviejo, quien por cierto fue Premio Cervantes 1974. [69]

LA ADMIRACIÓN POR FEDERICO ENTRE LOS FALANGISTAS DE A PIE

Las revistas de la Sección Femenina, dirigida por Pilar Primo de Rivera, publicaban desde 1941 y en los años 50 y 60, con toda normalidad, poemas de Lorca y hasta de Alberti. En 1952, por ejemplo, los teatros ambulantes de la S.F. de FET y de las JONS por los pueblos de España, reivindicaban a Lorca y representaban, por ejemplo, su obra “La zapatera prodigiosa”. [70] La misma causa defendían los boletines y revistillas del Frente de Juventudes y de la OJE, desde 1947 hasta 1975. En un informe del SEU aparecía Federico como el poeta más admirado entre 1947 y 1951. Y en todos los años 50 “los falangistas del Frente de Juventudes reivindicábamos a Lorca por encima de otros autores del régimen”. [71] De hecho, la recuperación de la obra dramática del malogrado autor se llevaría a cabo en España durante el franquismo. [72] Así, la poesía y el teatro de Federico García Lorca fue entrando a paso acelerado desde los años 40 en libros, libros de texto, escenarios, revistas, colegios y universidades.

Además de los falangistas de a pie, dos personalidades del régimen, por poner un ejemplo, lamentaron así el crimen. El “francofalangista” Girón: “Si Federico García Lorca no hubiera sido asesinado, probablemente habría sido el poeta de la Falange. No lo conocí personalmente, pero camaradas cercanos a él me hablaron de su admiración, admiración con mayúsculas, y en el sentido más amplio de la palabra, del poeta hacia José Antonio”. [73] Y Serrano Suñer: “Su muerte fue para la Falange doblemente trágica: porque venía a convertir a Lorca en bandera del enemigo, ¡y con qué impiedad lo usó éste!, y porque ella misma perdía un cantor, el mejor dotado seguramente, para cantar la regeneración revolucionaria que la Falange soñaba”. [74]

TÓPICOS Y PANFLETOS AÚN HOY

Lo repito una vez más: la falsa cantinela de que a Federico García Lorca lo mataron los falangistas, lanzada al viento por la propaganda comunista, está extendida por todo el mundo.

El último panfleto llegado a mis manos, que recoge todos los falsos tópicos, es la biografía publicada en Madrid en 1999 por Dolores Montes Amuriza. En cuanto a las páginas dedicadas a los últimos días del poeta, es decepcionante que se pueda sacar a imprenta una colección tal de mentiras, cuyo peor aspecto es, sin embargo, la serie de comentarios gratuitos, sin base, tergiversadores y calumniadores, no sobre hechos concretos, sino sobre posibles elucubraciones de lo que supuesta-mente habrían significado José Antonio y sus ideas en el desenlace del crimen de Federico. Con una incultura e ignorancia total, llamando a la revistaJ

pero con calculada mala fe, calificando a la revista de “radical y violenta”, añade de su caletre “En un contexto así tiene García Lorca pocas posibilidades de sobrevivir”. Se remonta la buena señora nada menos que al año 1934 para implicar a los falangistas en esta muerte. Malea un bello y poético texto del boletín falangista en pro de sacrificio y la virtud, que canta el inocente pudor de los campesinos humildes, para presentarlo, inexplicablemente, como una amenaza contra Lorca. Falsifica la realidad llamando a Valdés “camisa vieja de la Falange”, cuando su partido era hasta el 18 de Julio la derechista CEDA de Gil Robles. Miente diciendo que la tristemente famosa “Escuadra Negra” granadina estaba formada por falangistas.

Gracias a Dios la extraordinaria labor investigativa de solventes historiadores y periodistas ha conseguido que, al menos, entre el público culto, incluido el de ideología izquierdista, se conozca hoy la verdad no sólo de la inocencia de Falange en el crimen, sino, todo lo contrario, sus denodados esfuerzos por salvarle la vida y reivindicar su ilustre figura.

FRAY PABLO DE ARDALES ESTUVO ALLÍ

Al lector ardaleño seguramente le sorprenderá una noticia histórica que hasta hoy nos era desconocida. Según testimonio del entonces capitán José María Nestares, máxima autoridad en la línea del frente que había que atravesar cuando trasladaban a Federico a donde lo iban a matar, lo fusiló el mismo piquete que lo conducía, que cumplía órdenes directas de Valdés. Nestares rasgó el salvoconducto informativo lleno de ira por considerarlo un terrible crimen. A la mañana siguiente, se enteró por el capellán del campamento que ni siquiera le dejaron que atendiera a los condenados, pues esquivaron su puesto. Es decir, previeron, seguramente por órdenes de arriba, que la Iglesia no pudiese interceder por el poeta, ni atenderlo espiritualmente. El capellán era Fray Pablo de Ardales: nuestro paisano Antonio Rioboo Zurita (1895-1939), quien profesaba en el convento de Granada, primo hermano de Antonio Zurita y de la madre de nuestra vecina Loli Villodres. [75]

LA FALANGE ANTE EL POETA HASTA HOY

“FE-JONS Auténtica”, desde 1976, en que se constituyó, reivindicó a Federico. Poco después, el otro grupo, “FE-JONS”, hizo lo propio en sus boletines y prensa. A título de ejemplo y sólo refiriéndome a los papeles que tengo más a mano, encuentro el número de “Poesía Siempre” que le dedicó FE-JONS de Murcia en 1986, con la glosa y los poemas de Eduardo López Pascual. O la revista “En Línea Alternativa”, en 1992, que traía a Lorca, Celaya y Luís Rosales.

El grupo denominado “Los Auténticos”, en “Nuestra Voz” de 17 de septiembre de 1998, publicaba un artículo sobre Lorca, que terminaba con este anhelo:

“Los falangistas auténticos sabemos, como Federico, que ‘Poesía es lo imposible hecho posible’.”

1] Bernardo Gil Mugarza: “España en llamas, 1936”, Barcelona, 1968.

[2]Ian Gibson: “La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca”, París, 1971; “En busca de José Antonio, 1980; y “Aparece un documento inédito sobre Luís Rosales sobre la detención y asesinato de su amigo Lorca”, “El País”, 16 de enero de 1983. José Luís Vila San Juan: “Asesinato de García Lorca. Toda la verdad”, Madrid, 1975. Ricardo de la Cierva: “La Historia se confiesa”, Madrid, 1976. Armando Romero Cuesta: “Objetivo: matar a Franco”, Madrid, 1977. Hugh Thomas: “La Guerra Civil Española”, Madrid, 1979. Fernando Vizcaíno Casas: “Viva Franco, con perdón”, Barcelona, 1980. Luís de Llera, “Mundo Cristiano”, Febrero de 1998. Luís Hernández del Pozo: “Dos poetas andaluces, dos destinos”, Madrid, 2003...

[3] Vizcaíno Casas, 1980.

[4] Ídem anterior.

[5] Revista “Diez Minutos”, la cual incluía dos fotos del actor disfrazado de ultra matón enarbolando una pistola.

[6] José María García de Tuñón, boletín “Fe” nº 17, 1998.

[7] Ian Gibson: “Granada a José Antonio”, “El País”, 25 de noviembre de 2003.

[8] Luís de Llera, 1998.

[9] Guillermo Díaz Plaja: “Federico García Lorca”, 1954.

[10] Ernesto Giménez Caballero: “Retratos españoles (bastante parecidos)

Cierra España.