viernes, 20 de noviembre de 2009

Muerte de Jose Antonio Primo de Rivera. 2ª parte.



Perspectiva histórica actual de José Antonio Primo de Rivera


José María Laso Prieto, miembro del Comité Federal del Partido Comunista de España, presidente de la Fundación Isidoro Acevedo, y patrono fundador de la Fundación Gustavo Bueno

Con las cerca de siete décadas transcurridas, desde la guerra civil española, ya existe suficiente perspectiva histórica para situar a algunos de los personajes cuya imagen está ligada a la IIª República y a la contienda bélica entre españoles. Ese ha sido el caso de Azaña, Besteiro, Negrín, Franco, Lister, etc. Quienes vivimos aquellos años, bien sea de adultos o como niños, estamos –en general– dispuestos a enjuiciar con objetividad y ecuanimidad a quienes fueron nuestros adversarios. Aunque soporté de niño la guerra civil, las causas y resultados de ésta no me resultaron indiferentes y tomé claramente partido a favor del campo republicano. Sin embargo, nunca consideré a José Antonio Primo de Rivera como un enemigo. Al igual que algunos caracterizados dirigentes del bando republicano, consideré su figura humana con comprensión y hasta con cierta simpatía. En mi caso, pudo influir en tal opinión el haber leído en la adolescencia su testamento y el relato de su fusilamiento. Por ello admiré su gallardía ante la muerte, muy semejante a la de muchos españoles que sufrieron igual suerte en el campo adversario. Es significativo que uno de esos adversarios, Julián Zugazagoitia –que demostró igual entereza ante el pelotón de ejecución– dedique a José Antonio un capítulo entero de su emotiva obra Guerra y vicisitudes de los españoles, incluyendo su testamento.

De tal testamento, resulta particularmente impresionante la parte que se refiere a la sangre que entonces se estaba vertiendo en la guerra civil:

Que esa sangre vertida me perdone la parte que he tenido en provocarla, y que los camaradas que me precedieron en el sacrificio me acojan como el último de ellos... Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas cualidades entrañables, la patria, el pan y la justicia Zugazagoitia, Julián: Guerra y vicisitudes de los españoles. Librería Española. París, 1968. Páginas 256 y 258.

Del testamento se deducen también algunas de las convicciones sociales de José Antonio, con la particularidad de que expresadas en tan dramáticas condiciones difícilmente podían dejar de ser sinceras. Zugazagoitia recoge también el relato del fusilamiento y precisa:

Cuando le llega la hora su templanza es perfecta. Conversa con los hombres del piquete que deben ejecutar la sentencia: «¿Verdad que vosotros no queréis que yo muera? ¿Quién ha podido deciros que yo soy vuestro adversario? Quien os lo haya dicho no tiene razón para afirmarlo. Mi sueño es el de la patria el pan y la justicia para todos los españoles, pero preferentemente para los que no pueden congraciarse con la patria porque carecen de pan y de justicia. Cuando se va a morir no se miente y yo os digo, antes de que me rompáis el pecho con las balas de vuestros fusiles, que no he sido nunca vuestro enemigo».

Entre las convicciones sociales de José Antonio Primo de Rivera, figuraba en un primer plano un proyecto de reforma agraria. Incluso se atribuye a José Antonio Balbontín, que había ingresado en el Partido Comunista de España procedente del Partido Social Revolucionario, la afirmación de que el proyecto de reforma agraria de José Antonio era incluso más avanzado que el del PCE, donde ya entonces militaba Balbontín. No hemos podido comprobar tal afirmación ya que no nos ha sido asequible el escrito del entonces diputado al Congreso. Sin embargo se puede admitir tal posibilidad, ya que entonces el programa agrario del PCE no rebasaba los limites de la denominada «revolución democrática burguesa». Incluso tampoco le prestaba la debida atención a tan relevante tema el núcleo de dirección del PCE. Tal dirección, encabezada por su secretario general Bullejos, fue calificada después de sectaria (antes de ser expulsada por trotskista) y en ello puede radicar dicha paradoja. Así no puede sorprender que en la historia oficial del PCE –publicada en 1960– se reconozca autocríticamente:

El grupo (se refiere a la dirección encabezada por Bullejos) no había comprendido el carácter de la revolución democrática-burguesa antes del 14 de abril. Su error partía de una falsa apreciación del carácter del poder bajo la Monarquía; cerraba los ojos a los vestigios feudales existentes en el país y el peso político que conservaba la aristocracia latifundista, considerando que, dentro del bloque gobernante llevaba la dirección la buguesía y no la aristocracia terrateniente. De aquí la concepción del grupo, de que la revolución debía ser dirigida contra la burguesía, y su consigna extemporánea del 14 de abril. ¡Abajo la República burguesa! Este desenfoque impidió al grupo comprender la importancia de la revolución agraria, nervio central de la revolución democrática española, y la formidable carga revolucionaria que llevaba en su seno el movimiento campesino Ibárruri, Dolores y otros: Historia del Partido Comunista de España. Editiones Sociales. París, 1960. Páginas 77 y 78.

José María Laso Prieto, miembro del Comité Federal del Partido Comunista de España, presidente de la Fundación Isidoro Acevedo, y patrono fundador de la Fundación Gustavo Bueno

Cierra España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario