lunes, 23 de noviembre de 2009

Hedilla, Franco y el decreto de unificacion.13ª parte.

CARTA DE MANUEL HEDILLA A FRANCO EL 27 DE MARZO DE 1946


Exmo. Sr: Don Francisco Franco Bahamonde

Jefe del Estado Español.

Madrid.

Exmo. Sr:

Respetuosamente me dirijo a V.E. para exponerle mi situación, confiando en su reconocido espíritu de justicia y en su bondad que no desdeñará enterarse de mi exposición y que resolverá según el dictado de su conciencia cristiana.

Mi actitud en determinada circunstancia de hace nueve años se juzgó delictiva. Yo he creído siempre que sólo podía juzgarse equivocada, pues creo delante de Dios, que ha de ser mi juez, que tengo la conciencia limpia de todo delito, y jamás nadie podrá acusarme de falta de patriotismo ni de haberme movido por fines por fines perversos. Apelo a la caballerosidad indiscutible de V.E. que un día dignó hacer elogio de mi honradez intachable, cuando tantos se movían alrededor de V.E: por estas pasiones y apetitos desordenados.

Peor ahora no pretendo excusar mi actuación de aquel tiempo. Me resuelvo dirigirme a V.E. en vista de la generosidad con que han sido perdonados tantos malos españoles que no sólo estuvieron lejos de nuestros ideales, sino que lucharon por hundir España en la ignominia y para desterrar de ella el nombre de Dios y el recuerdo de su grandeza.

En verdad siento grande amargura al ver que tantos que fueron traidores a España y enemigos de los santos ideales de la Cruzada hayan sido perdonados, en virtud de una política verdaderamente humana y cristiana, y que yo, que he sentido como pocos nuestros ideales y he amado intensamente a mi Patria, me vea todavía sometido a una dolorosísima sanción.

Si mi pertinacia en una actitud que V.E. juzgó reprensible, merecía un castigo, yo me atrevo a pensar que jamás su corazón cristiano creyó que había de ser tan cruel. Sin duda ignorándolo V.E.: mis cuatro años de cárcel en la Prisión Provincial de Las Palmas fueron de una crueldad sin límites que me redujo a trance de muerte, hasta pesar sólo 40 Kilos. Después mi confinamiento en Mallorca, con una pequeña pensión, sin posibilidad de abrirme paso para rehacer la vida de mi familia, ha sido sembrado de trágicas tribulaciones, que no han terminado todavía.

Yo no sé que habrá movido a V.E. a mantener una orden de confinamiento que vien siendo para mi una fuente de sufrimientos. Pienso que no puede ser otra cosa que el temor de que una intervención mía en política, pueda hacer surgir dificultades, que por patriotismo y sentido de su alta responsabilidad se oriente en el deber de prevenir y cortar. Si es así, yo puedo asegurar a V.E. que desde que fui apartado de los asuntos públicos, jamás he intervenido en ellos ni directa ni indirectamente; a pesar de que en numerosas ocasiones me han buscado pretendiendo inducirme a ello, pero siempre me he negado resueltamente y Dios es testigo de que tengo la resolución inquebrantable de no volver a tomar parte en ninguna clase de de política. Y si alguna vez he hablado con personas que ostentaban carácter público, he tratado asuntos meramente de amistad y jamás de los políticos. Si otra cosa han dicho a V.E, han mentido.

Quitado este peligro, que justamente podía inducir a V.E. a mantenerme confinado, yo no veo otro motivo para mantener sobre mí una disposición aflictiva, que para otros. Situados en mejores circunstancias sociales, podrá resultar dura y enojosa, pero que para mí resulta trágica. Por lo mismo, y recordando la benignidad xon que han tratado a otros muchos nada afectos a nuestros ideales, me atrevo a suplicar a V.E. se sirva dar la orden para que me sea devuelta una libertad que ha de permitirme rehacer mi vida y preparar el porvenir de mis hijos. Muy atenta y respetuosamente queda de V.E. Affmo. Y s.s.

Firmado Manuel Hedilla Larrey.

Cierra España.


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