Con los carlistas virtualmente fuera de juego tras el destierro de España de su líder Manuel Fal Conde, el generalísimo decidió que había llegado el momento de acabar con la autonomía de la Falange. La Falange estaba ahora dirigida provisionalmente desde el inicio de la guerra por Manuel Hedilla, un ex mecánico gallego. Hedilla trataba por todos los medios de hacer de la Falange un movimiento totalmente independiente del Ejército. Eso significaba el enfrentamiento directo con Franco. El 17 de abril de 1937 Hedilla asumió la jefatura oficial de la Falange. Pero se encontraba completamente aislado y no tenía la preparación ni la capacidad necesaria para ocupar ese cargo. Sólo dos días después Franco anunció el decreto de unificación de la Falange y el carlismo en un movimiento nacional bajo su propia dirección llamado FET y de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas). Hedilla se resistió y osó desafiar la autoridad de Franco. Fue detenido, juzgado y condenado a muerte aunque posteriormente se le conmutó la pena por la de cadena perpetua que cumpliría en las islas Canarias. Así terminó la llamada "conspiración de Hedilla". La boina roja de los carlistas y la camisa azul de la falange ya eran un solo uniforme. Franco habia asegurado así el triunfo de su conservadurismo autoritario y la unidad de sus seguidores, se habia erigido en dictador absoluto subordinando todos los grupos políticos a su voluntad.
La nueva España nacional con su flamante "Movimiento" al frente no alcanzó gran desarrollo en 1937. Carecía de ideología propia. La Falange era ahora un apéndice del ejército, el periódico del partido, "Arriba España" un simple medio de comunicación al servicio de Franco. Los responsables del carlismo en el consejo nacional eran todos del ala moderada y habían aceptado el decreto de unificación. De hecho, la Falange y los carlistas permanecieron marginados en todos los sentidos excepto en el formal, los movimientos juveniles respectivos no levantaron cabeza. A los monárquicos alfonsinos, por contraste se les veía pululando alrededor de los generales tratando de obtener algunos pretendidos apoyos a favor de su anhelada restauración monárquica.
En el aspecto militar 1937 fue un nuevo año de triunfos para la causa. Si bien en los primeros meses todos sus ataques a Madrid habían fracasado, a partir de abril con el inicio de las operaciones en el norte republicano y su total conquista a finales de octubre y el rechazo firme de las contraofensivas republicanas del verano hacían posible vislumbrar que la guerra podría ganarse en el nuevo año. Aunque en diciembre una nueva contraofensiva republicana había tomado posiciones frente a Teruel Franco se encontraba cada vez más en una posición de clara ventaja frente a sus enemigos. Esta era, pues, la situación de la España nacional a finales de 1937.
Cierra España.
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