domingo, 18 de octubre de 2009

LOS BOMBARDEOS AÉREOS REPUBLICANOS SOBRE LA RETAGUARDIA NACIONAL

Seguimos con los acontecimientos históricos que la izquierda con su ley de desmemoria olvida o de una o otra forma no quiere contar, así que sigo con la historia tal como es, a ver si de una puta vez se dan cuenta de que la republica maltrato esta tierra, eso si, mucho Guernica, pero la cruda realidad que hubo poblaciones mucho mas acribilladas, con mas merito de mención y con muchas mas victimas, que las que se pudieron dar en Guernica. Como siempre al final de esta exposición acoplare a quien se le atribuye, ya que es de recibo el acoplar al autor de dicho asunto histórico.

LOS BOMBARDEOS AÉREOS REPUBLICANOS SOBRE LA RETAGUARDIA NACIONAL DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA: APROXIMACIÓN AL CASO DE CÓRDOBA.

La Guerra Civil Española (GCE) sigue acaparando el interés del público setenta años después de su inicio. Aunque los libros publicados sobre esta contienda se cuentan ya por miles, hay aspectos de la guerra que aún aparecen poco tratados o tratados deficientemente, como es el caso de los bombardeos aéreos republicanos sobre la retaguardia nacional.


Si bien durante la Primera Guerra Mundial ambos bandos habían bombardeado ciudades de la retaguardia enemiga, fue durante la GCE cuando se generalizó esta práctica, prevista en las doctrinas que sobre el poder aéreo se desarrollaron en Europa y en Estados Unidos en la época de entreguerras. El bando republicano fue el primero en bombardear ciudades, de forma que antes de finalizar el mes de julio de 1936 ya habían sido bombardeadas Zaragoza, Córdoba, Sevilla y otras, según se reconoce en sus propios partes oficiales de guerra (1).

Mientras que el gobierno republicano inició una activa campaña propagandística internacional frente a los bombardeos nacionales, que llegó incluso al Vaticano, la propaganda nacional, asombrosamente incompetente en esta materia, sólo acertó a responder tardíamente con unos folletos tan mal hechos que, al menos en el caso de Córdoba, registran menos bombardeos y muertos que los que hubo realmente (2). Parece que estos datos fueron dados por buenos por Solé y Villarroya (3), por lo que vemos cómo los errores se arrastran desde entonces.

Este vacío histórico me impulsó a buscar datos relacionados con los bombardeos aéreos republicanos sobre Córdoba durante la GCE, de los cuales tenía noticias por referencias orales y por haber encontrado en el archivo de la Farmacia del Hospital Militar de Córdoba una relación de las víctimas habidas en dicho establecimiento en el bombardeo del 1 de abril de 1937. El hallazgo en el Historial del Regimiento de Artillería Pesada nº 1 durante el Glorioso Movimiento Nacional de una breve relación, de apenas tres hojas, de las incursiones aéreas que sufrió la ciudad fue el detonante y la base de partida de una investigación llevada a cabo, hasta ahora, a nivel fundamentalmente local (4). La lectura de la prensa cordobesa de la época (5), la búsqueda de víctimas en el Registro Civil y en los libros de registro de los cementerios, así como la revisión documental en diversos archivos (6) y la consulta de la bibliografía especializada en temas aeronáuticos han ido ampliando, corrigiendo y puliendo los datos esbozados en el Historial.

Se ha hecho mención al carácter local del trabajo, pero esto es así sólo en su punto de partida. La intención final es hacer un trabajo lo más amplio posible, para lo que será imprescindible llevar a cabo una labor de investigación en archivos nacionales apenas iniciada. Por ello, cualquier conclusión que pueda derivarse de las páginas que siguen ha de ser forzosamente provisional.

Para una mejor comprensión se ha estructurado este trabajo en varios apartados. En primer lugar se estudian las incursiones realizadas durante el verano de 1936, que estuvieron vinculadas a los intentos republicanos de tomar Córdoba. La entrada en liza del material aéreo soviético dio otro cariz a los bombardeos a partir de diciembre de 1936, con unas características que apenas variarían hasta el final de la guerra. Siguen unas breves notas sobre la defensa antiaérea y la defensa pasiva en Córdoba, para finalizar con un balance de las víctimas producidas por los bombardeos durante los tres años de guerra.
Las incursiones: el verano de 1936


En la tarde del 18 de julio de 1936 la guarnición de Córdoba se adhirió a la sublevación iniciada la tarde anterior por el Ejército de África contra el Gobierno del Frente Popular, y el coronel D. Ciriaco Cascajo Ruiz, jefe del Regimiento de Artillería Pesada nº 1 y Comandante Militar de la Plaza, proclamó el estado de guerra siguiendo órdenes del general Queipo de Llano. Por una serie de circunstancias bien conocidas la sublevación triunfó en la capital la misma tarde-noche del día 18, si bien Córdoba quedó prácticamente aislada y con unas fuerzas exiguas que apenas bastaban para su defensa (7).

El Gobierno organizó una columna para marchar sobre Córdoba al mando del general Miaja, y destacó en Andújar (Jaén) una fuerza mixta de aviones Nieuport-52 y Breguet-XIX procedentes de la Escuadra nº 1 de Getafe (8). En el sur, la actividad aérea de los sublevados estaba centrada en la base sevillana de Tablada, pero pronto destacaron aviones al aeródromo de la Electromecánica, en Córdoba.


La prensa local informa de vuelos sobre la ciudad desde los primeros días del conflicto, pero no está claro cuándo tuvo lugar el primer bombardeo. Los Documentos del General Cuesta (9) mencionan una incursión el 24 de julio con víctimas en el barrio de la Electromecánica, y Fernando Fernández de Córdoba escribe sobre un bombardeo, también con víctimas, el día de Santiago, es decir, el 25 de julio (10). Probablemente esta mínima diferencia de fechas sea debida a un error y ambos hablen de un mismo ataque. Por otro lado, los partes oficiales republicanos reconocen bombardeos sobre Córdoba los días 26 y 28 de julio (11), lo que coincide con la siguiente noticia aparecida en El Defensor de Córdoba del 29 de julio: “Hace tres días venía visitándonos un aparato que lanzó bombas de mano en distintos lugares con poca fortuna”. La prensa menciona una incursión el 29 de julio frustrada por un caza nacional que habría derribado un avión atacante, que pudiera ser el Ni-52 del sargento Romero Tejero (12).

Debo decir que no he encontrado el menor rastro documental de ataques con víctimas antes del 31 de julio de 1936 (13), día en que un Douglas DC-2 lanzó bombas sobre las 18.30 horas produciendo daños y heridas al menos a una niña en el barrio de San Lorenzo. Esa tarde, el ametrallador del Douglas derribó un Ni-52 nacional que trató de interceptarlo desde el campo de la Electromecánica. El piloto del caza, teniente Jesús Fernández Tudela, salvó la vida al lanzarse en paracaídas. Según la prensa local, durante el ataque del día 31 se hicieron disparos de cañón contra el Douglas desde el cuartel de Artillería. Aunque en Córdoba no existían piezas antiaéreas en esa época, no puede descartarse que esos disparos, caso de que realmente fuesen hechos, se realizaran con piezas de campaña montadas sobre afustes de circunstancias, aunque no hemos podido confirmar esto por fuente alguna. En todo caso, se disparó contra el atacante con todo tipo de armas portátiles, y consta que al menos un hombre fue herido por rebote de balas. Al día siguiente una nota de prensa del coronel Cascajo conminó enérgicamente a cortar con ésta tan entusiasta como inútil práctica. Esa misma noche, siempre según la prensa local, habló por la radio el general Orgaz, presente en Córdoba, para tranquilizar a la población y advertir de la voladura de una bomba sin explosionar prevista para el día siguiente.


El mes de agosto comenzó, según el Historial, con una incursión el día 1, sobre las 11.00 horas, que no hemos podido confirmar con ninguna otra fuente. El día siguiente, domingo, sobre las 8 de la mañana, un avión, posiblemente un Douglas, arrojó 9 bombas sobre distintos puntos de la ciudad, causando al menos 7 víctimas mortales confirmadas, 3 de ellas niños. La prensa local resaltó que varias bombas cayeron cerca de iglesias y concluyó que los atacantes intentaron alcanzarlas adrede en día de precepto. Aunque no se puede asegurar que los templos fuesen el objetivo de las bombas, sí es claro que no impactaron sobre objetivos militares. El mismo día 2 el Comandante Militar publicó un bando en la prensa en el que anunciaba, de orden del general Queipo de Llano, represalias en caso de nuevos bombardeos, a razón de 10 detenidos “de filiación marxista” a fusilar por cada víctima de los ataques.

El avión perdido el 31 de julio debió ser sustituido pronto, porque El Defensor de Córdoba del 3 de agosto escribe: “Tenemos en Córdoba tres aparatos de aviación, entre ellos uno de caza que está considerado como uno de los mejores de esta clase y el cual lo pilota un notable aviador”. El caza sólo puede ser un Ni-52 enviado desde Tablada para sustituir al perdido, y no era precisamente un avión moderno.

En la mañana del lunes 3 de agosto dos Breguet XIX republicanos protegidos por un Ni-52 intentaron atacar la ciudad, pero les salió al encuentro el caza del capitán Joaquín García-Morato, que llegaba desde Sevilla en su primer servicio de guerra. Morato los ametralló y persiguió, consiguiendo que huyeran sin arrojar las bombas sobre la ciudad. Según parece, uno de los Breguet iba pilotado por el alférez Valenzuela con el teniente De Grado de observador, el cual resultó herido. El caza era el del sargento López Pastor, que rehuyó el combate (14). Ese mismo día, por la tarde, sí hubo un bombardeo en las proximidades de los cuarteles de la avenida de Medina Azahara. Tres personas murieron en el acto y una mujer el día 11 a consecuencia de las heridas. Esa noche fueron fusilados exactamente 12 hombres en la cuesta de Los Visos como represalia. Una persona participante en las detenciones me asegura que la proporción fue 4 por 1, lo que cuadra con los 3 fallecidos constatados a esas horas (15). Cabe preguntarse si el coronel Cascajo modificó por su cuenta y a la baja la orden del general Queipo de Llano.

El día siguiente, 4 de agosto, el general Miaja amagó un ataque sobre las posiciones nacionales de Las Cumbres, a unos 15 km de Córdoba en la carretera de Madrid, que fueron castigadas con 72 bombas. Después de esto desistió, de momento, de atacar Córdoba, volviéndose contra Adamuz para posteriormente subir al valle de los Pedroches, decisión que le fue muy reprochada. Lo cierto es que estos días de tregua fueron aprovechados por el general Varela, tras su fracaso ante Castro del Río, para tomar Antequera, Archidona y Loja con fuerzas extraídas, en parte, del frente de Córdoba. Durante estos días la ciudad no fue bombardeada, si bien se produjeron algunas alarmas que causaron el pánico en la población. En el curso de una de éstas, el 5 de agosto, murió una joven a resultas de la caída que sufrió en el sótano del edificio en construcción del Banco de España, habilitado como refugio. El diario de vuelo de García-Morato anota alarmas los días 11 y 13 de agosto (16). Sobre la presencia de este aviador en Córdoba, Salas Larrazábal escribe que el 2 de agosto operaba desde Córdoba el teniente Timoteo Valiente, que fue sustituido el día siguiente por el capitán García-Morato, recién llegado a zona nacional desde Inglaterra; hasta el día 7 de agosto Morato voló en Córdoba en solitario, y en los dos días siguientes en unión del capitán Gancedo, que actuaba de jefe de los Nieuport de Sevilla (17).

El aeródromo de Córdoba era una pista eventual en la margen derecha de la carretera de Palma del Río, frente a la Electromecánica. No era apta para un uso continuado y menos para ser utilizada por aviones modernos que pronto habrían de llegar. La prensa de Córdoba se hacía eco de los arreglos que se realizaban en el aeródromo, y en el Archivo Municipal de Córdoba se encuentran datos de los esfuerzos de la Comisión Gestora Municipal para arrendar terrenos y suministrar materiales para las obras. Al respecto, destaca un oficio del Alcalde al Ingeniero jefe de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir instándole a desviar el curso del canal del Guadalmellato para facilitar la construcción de una nueva pista de aterrizaje (18).

El 15 de agosto se rindió Pozoblanco a las fuerzas republicanas. El general Miaja, en vez de aprovechar su dominio de la carretera de Córdoba a Badajoz y caer sobre la capital desde la sierra que la rodea por el norte, decidió volver al valle del Guadalquivir y atacar en tres sectores con maniobras complicadas que implicaban el paso de ríos. El ataque estaba previsto para el día 20, y en la correspondiente orden de operaciones se mencionaba el bombardeo de Córdoba entre el amanecer y las 10.00 horas, pero sin señalar objetivos concretos (19).

Coincidiendo con esto se reanudaron los bombardeos. El 17 de agosto, a las 7.30 horas, un avión bombardeó varias zonas de la ciudad, incluyendo la iglesia de San Rafael, foco de la devoción cordobesa. La incursión se repitió a las 12.30 horas. En ambas ocasiones despegaron cazas del aeródromo de la Electromecánica sin que lograran interceptar al agresor. La cifra de bajas de este día es muy imprecisa por falta de datos de uno de los cementerios, si bien hemos confirmado al menos 33 víctimas mortales, de las que hemos identificado 16, de ellas 10 niños.


El 19 de agosto la ciudad sufrió de nuevo 2 ataques, a las 6.30 y a las 17.15 horas, a cargo de 2 aviones en cada ocasión. En este día aparecen 15 víctimas mortales confirmadas, de ellas 12 identificadas. El 20 de agosto fueron 3 las incursiones, a las 6.30, 10.30 y 16.45 horas, con 5 muertos, todos identificados. En la tarde de este día tuvo lugar el ataque de la columna republicana del comandante Joaquín Pérez Salas desde Espejo, que fue rechazado por la contundente actuación de la aviación nacional. Las otras columnas demoraron su ataque hasta el día siguiente y fueron rechazadas con pérdidas, fundamentalmente en el puente Mocho, sobre el río Guadalmellato, cerca de Alcolea.

El 21 de agosto hubo 2 nuevas incursiones, a las 6.00 y a las 10.30 horas, con 3 muertos confirmados. Este día, y ante la amenaza que se cernía sobre Córdoba, llegaron nuevos cazas procedentes de Tablada. El Diario de Córdoba del día 22 titulaba: “Ayer llegaron a Córdoba cinco aparatos de aviación de tipo moderno y cañones antiaéreos para asegurar la defensa aérea de la población”. No obstante, al pormenorizar la noticia rebajó la cifra de aviones a “tres magníficos cazas”, que fueron los que realmente aterrizaron sobre las 8.30 horas. Añadía que a las 9.00 horas llegaron en camiones piezas antiaéreas que fueron emplazadas en lugares estratégicos. Esto es confirmado por Salas Larrazábal, quien dice que fueron llamados a Córdoba 3 de los Fiat CR-32 recién llegados a Tablada para reforzar a los 3 Ni-52 de Gancedo, Manrique Montero y Fernández Tudela (20).

Por la tarde los nuevos cazas frustraron un bombardeo y derribaron un caza de escolta sobre Las Cumbres, resultando muerto el piloto, cuya identidad no hemos podido averiguar hasta la fecha. Se trata de la primera victoria aérea conseguida en España por los pilotos de caza italianos. En concreto, el que se adjudicó el derribo fue el jefe de la patrulla, el sottotenente (alférez) Victor Ugo Ceccherelli, llamado en España “Vaccarese”. Al aterrizar en el campo de la Electromecánica averió su Fiat al colisionar con un Breguet-XIX cegado por la polvareda levantada por la hélice (21). Alcofar Nassaes amplía la información, y dice que los bombarderos atacantes eran bimotores Potez, que los otros miembros de la patrulla eran los sargentos Angelo Boetti (”Illacqua”) y Sirio Salvadori (“Salvo”) y que los aviones de éstos también quedaron averiados (22).

Otros 2 ataques están registrados el 22 de agosto, a las 6.00 y a las 11.30 horas, que produjeron 4 muertos. La incursión del día 23 a las 5.45 horas no dejó víctimas conocidas. En cambio, la del día 26 a las 17.45 horas sí ocasionó al menos 3 muertos identificados.

El 29 de agosto, sobre mediodía, 2 aviones que, según los rotativos cordobeses, habían sido avistados en Antequera, sobrevolaron Córdoba desde la vertical del Puente Romano. Los mayores daños fueron causados en el barrio de la Catedral, incluido el Hospital de Agudos, y los muertos identificados de ese día ascienden a 4. En cuanto al origen de los aviones es posible que ese día procediesen del aeródromo malagueño de El Rompedizo (23).

A primeros de septiembre el general Varela volvió a Córdoba, y decidió eliminar la amenaza que para la ciudad de la Mezquita suponían las fuerzas republicanas estacionadas en Cerro Muriano. En esos días la aviación republicana volvió a bombardear el casco urbano en detrimento de acciones de apoyo a sus tropas, que eran constantemente atacadas por la aviación nacional. El Historial del Regimiento de Artillería contabiliza 30 incursiones durante el mes de septiembre, cifra que hemos de reducir al descontar incursiones frustradas o bombardeos sobre posiciones nacionales en Alcolea o en la sierra inmediata a la ciudad. La prensa es confusa en la información de estos días, siendo la más valiosa la ofrecida por el Diario de Operaciones del General Varela (24). Finalmente, hemos confirmado los siguientes bombardeos: uno el día 5 de septiembre, a las 18.00 horas, sin víctimas. El día 6 fueron 2 los ataques, uno a las 8.00 horas con 3 muertos, y otro por la tarde sin consecuencias. Uno la mañana del 7. El día 8, a las 6.20 horas 6 aparatos arrojaron 8 bombas sobre la población. El día 10, entre las 18.00 y las 18.30 horas, 6 bombarderos escoltados por dos cazas arrojaron 58 bombas sobre la ciudad; esa tarde una bomba, que no llegó a estallar, cayó en la techumbre de la Mezquita, según informó El Defensor de Córdoba del 30 de septiembre.

El 22 de septiembre la caza nacional impidió un nuevo ataque a cargo de 6 aviones, de los que 2 aterrizaron en una pista cerca de El Carpio, en el lugar denominado Torre de la Jungla o cortijo del Cuco; camuflados entre olivos, fueron descubiertos por Manuel Vázquez Sagastizábal en su avioneta y destruidos por aviones procedentes de Córdoba (25). Finalmente, el parte republicano de la noche del 24 de septiembre dice que “la aviación de la República ha bombardeado e incendiado varios edificios de Córdoba”, lo que es totalmente falso (26). A partir de este momento cesó el acoso aéreo sobre la ciudad.

Hemos visto cómo la ciudad sufrió fuertes bombardeos durante el mes de agosto, sobre todo durante la semana trágica comprendida entre los días 17 y 23, coincidiendo con el fracasado ataque del general Miaja. El informe del mando republicano trató de justificar los fracasos del 21 de agosto y del 5-6 de septiembre por no tener apoyo de la aviación propia y ser continuamente atacados por la contraria, lo que contrasta con el derroche de medios aéreos empleados sobre el casco urbano (27). Sorprende la fuerte presión de la aviación republicana sobre la ciudad en septiembre de 1936, cuando sus fuerzas terrestres habían perdido la iniciativa y toda posibilidad de tomar Córdoba. El número de víctimas fue menor que en agosto, posiblemente por el mejor funcionamiento de las alarmas y por la acción de la caza y la defensa antiaérea (28).

En la primera decena de septiembre los ataques se concentraron en la zona S. Andrés-Realejo, donde residía el general Varela, y las bombas llegaron a caer en el jardín de la residencia del bilaureado general (29). Este hecho nos lleva a plantearnos la información de que disponían los atacantes. En el primer mes de la guerra aparecieron en la prensa local noticias sobre emisoras clandestinas que conectarían con Andújar para suministrar información a los atacantes, pero el hecho de que ninguno de los detenidos por estos hechos de los que tenemos noticia acabase fusilado nos hace ser cautos sobre estos extremos. El diario Guión del 8 de septiembre insiste sobre el particular: “...y el lugar donde han caído hoy las bombas en mayor número demuestra que en Córdoba, conviviendo con nosotros, hay espías, quienes valiéndose de emisoras clandestinas o por otro medio comunican a los rojos las noticias que pueden interesarles”. Otra cuestión es que la información pudiera ser proporcionada por los numerosos evadidos que huyeron de Córdoba, sobre todo por la sierra próxima.

Aunque cayeron algunas bombas en los cuarteles y sus proximidades, no puede decirse que los objetivos de los bombardeos del verano del 36 fuesen exclusiva o preferentemente militares, ya que los impactos puntearon toda la ciudad y resultaron alcanzados al menos 13 edificios religiosos, varios establecimientos sanitarios y muchas casas particulares, incluso en zonas muy alejadas de cualquier objetivo militar susceptible de ataque.

En Córdoba se atribuyó al catedrático del Instituto de Enseñanza Media local y diputado por Izquierda Republicana D. Antonio Jaén Morente el señalamiento de objetivos en la ciudad, y en la sesión extraordinaria celebrada por la Comisión Gestora Municipal el 17 de agosto de 1936 con motivo del fuerte bombardeo de aquella mañana se le declaró Hijo Maldito de la Ciudad (30). Esta creencia, muy arraigada durante décadas en Córdoba, se basa en que este diputado pronunció un discurso desde Radio Jaén el 28 de julio de 1936 en el que amenazaba con grandes bombardeos sobre la capital si los rebeldes no se rendían.

Cierra España.




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