jueves, 29 de octubre de 2009

Liquidar el 20-N



Hace mucho tiempo que siento que algunas fechas del calendario, de puro trasegadas, manidas y utilizadas, han perdido su razón de ser...si es que alguna vez la tuvieron.

Hace bastantes años, cuando, en compañía de algunos compañeros de viaje, fundé y dirigí el MSE (Movimiento Social Español), y después el AUN (Alianza por la Unidad Nacional), nos planteamoss modificar abruptamente la estrategia folclórico-fachista de los "movimientos patrióticos" y para ello romper de forma ostensible con la algarada derechista del 20-N.

Estudiados todos los razonamientos se impuso uno que, dado lo escaso de nuestros recursos, nos hizo replantearnos la cuestión, a saber: la fecha del 20-N poseía, por sí misma, una capacidad de convocatoria tal que teníamos que aprovecharla de la manera más beneficiosa.

Confieso que terminé por aceptar la celebración del acto en las fechas del 20-N, pero no sin darle nuestro particular matiz a la fecha: en primer lugar, no mencionaría, en mi discurso, ningún nombre de los supuestos homenajeados sino que aprovecharíamos la inercia de la propia convocatoria para, impulsándola con todas nuestras fuerzas, difundir un mensaje renovador, revolucionario y netamente político, sin nostalgias ni lloriqueos banales y caducos.

Eliminaríamos, en lo posible, la presentación folclórica y transformaríamos esa fecha, de pura conmemoración religioso-nostálgica, en otra de reivindicación política y social.

De hecho, lo asumo, contribuímos a resucitar una fecha que, en lo político, estaba prácticamente muerta. Pensamos que podíamos invertir la inercia de los acontecimientos y modificarlos estratégicamente. Nos equivocamos.

Hoy, pasados los años, reconozco que nos equivocamos. Aún así, distanciamos de tal manera nuestras posturas que, por primera vez en la Historia, se celebraron, simultáneamente, en Madrid, dos actos públicos con ocasión del 20 de Noviembre: uno, de contenido meapilón y derechista, con la Confederación de EX combatientes y todo ese gentío esperpéntico que cada 20-N se disfraza, materialmente, de soldadito de plomo pastelero y se harta de levantar el brazo y el cubata y cantar, cual borrachera asturiana, cientos de Caralsoles en un par de horas.

Los mismos que cada año votan y apoyan al Partido Popular más impopular del mundo, con toda la parafernalia de cruces, banderas, misas y desfiles improvisados de "facha 20-N", gafas Ray-ban y guantes de cuero incorporados.

Y otro, con un carácter todo lo ascético y sobrio posible, con discurso político y reivindicación revolucionaria, que celebramos varios años seguidos en la plaza de San Juan de la Cruz.

Ya he dicho antes que, con todo y con eso, erramos. Pensamos que podríamos romper esa dinámica de folclore inane, vacuo, y fetichismo trasnochado, y convertirlo en una jornada revolucionaria. Pero la fuerza de la inercia, y la poca consistencia de nuestras organizaciones, personas y mensajes no ha podido resquebrajar, ni un poquito, todo lo que de arcaico e hipócrita tiene esa fecha, celebrada, en su mayor parte, por los votantes más reaccionarios y retrógrados de España.

Se viene insistiendo, en los últimos años, en la necesidad de convocatorias hiper-mega-extraordinarias que "planten cara" a la inconmensurable afrenta que implica la Ley de Memoria Histórica. Pero el resultado sigue siendo más facherío hipócrita, mas nostalgia, más reaccionarismo y más folclore vacío de contenido y que provoca la vergüenza ajena en quienes hemos mantenido, y mantenemos, razones muy distintas para conmemorar el fusilamiento injusto de nuestro fundador.

Es por ello -discúlpenme todos cuantos bien intencionados, que los hay, pocos pero los hay, acuden a recordar la figura siempre entrañable de José Antonio- que estoy en el convencimiento de que hay que liquidar el 20-N. Esta fecha solo arroja vacuidad, ridiculez, manipulación y el folclore más retrogrado, bochornoso y carca a la memoria de Primo de Rivera, con el acompañamiento -mientras la Guardia Civil no las solicite- coreográfico de nuestras camisas azules. Esta prenda de uniforme, hoy día, en función de quienes mayoritariamente la lucen, sólo representa derecha y manipulación de festejo verbenero.

Disfraz de cantamañanas sin sentido. Trinchas y correajes en quienes serían incapaces de empuñar nada que exija un mínimo de compromiso o riesgo. Arroja confusión en quienes quisieran profundizar en los verdaderos entresijos del nacionalsindicalismo.

Y arroja, por qué no decirlo, una oportunidad de oro para que todos los facha-pijos de 20-N, los "líderes" frustrados españoles y extranjeros, los escindidores, los cobardes, los separadores de toda la vida, den rienda suelta a sus más bajos, ridículos y aberrantes instintos.

El mejor homenaje al mensaje de José Antonio Primo de Rivera sería ahorrarle, cada 20 de noviembre, nuevas náuseas bajo su propia lápida.

RICARDO SAENZ DE YNESTRILLAS



Articulo extraido de Cruzada Hispanica

Cierra España.






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