jueves, 22 de octubre de 2009

Discusión sobre el uso del catalán y del castellano en la educación de Cataluña (4ª parte)

El Sr. Presidente del Gobierno (Azaña): Pido la palabra.


El Sr. Presidente: La tiene S.S.

El Sr. Presidente del Gobierno: Tenía la intención de no intervenir en esta discusión, no ciertamente porque fuera mi propósito escudarme en un prudente silencio para eludir una declaración de actitud o de pensamiento político en la materia, como parece que suponía el señor Maura cuando requería a todos, en general, a una definición clara de actitudes. No. No pensaba intervenir, en primer término, porque mi posición en este problema es conocidísima, notoria y antigua; segundo, porque la enmienda que se discute va encabezada por mi correligionario el Sr. Sánchez Albornoz y está aceptada por todo el partido de Acción Republicana, y, tercero, porque, ocupando yo este puesto, la más elemental prudencia me aconsejaba mantenerme un poco apartado del debate, a fin de que no pareciese que yo trataba de ejercer alguna presión o coacción sobre los correligionarios que contienden en este asunto. Pero la actitud del Sr. Maura me obliga, bien a mi pesar, a decir cuatro palabras que pongan la cuestión en sus verdaderos términos.

El Sr. Maura está satisfecho, seguramente, de lo que acaba de hacer. El Sr. Maura ha levantado una bandera, y es natural. El Sr. Maura acaba de salir del Gobierno, tiene plena libertad para sus movimientos políticos, es un fogoso temperamento de propagandista y necesita inmediatamente -yo lo comprendo- una plataforma sobre la cual luchar. (Grandes y prolongado rumores. -El Sr. Maura hace gestos negativos y, como otros Sres. Diputados, pronuncia palabras que no se perciben.) Yo le digo al Sr. Maura que, no obstante ser libre cada cual en la elección de los términos políticos en que se plantean las cuestiones del gobierno de España, me parece un error que un hombre de la autoridad de S.S. haya tomado parte en esta cuestión en nombre del españolismo. (El Sr. Manra hace signos de extrañeza.) Lo acaba de decir S.S... (El Sr. Maura: No.) Ha empleado S.S. estas palabras... (El Sr. Maura: ¿Me perdona S.S.?) en nombre del españolismo. Y yo digo; Sr. Maura, que el error más grave, si no se tratara de S.S. diría que la pifia más grave (Rumores), que se puede cometer en esta materia, es contraponer el criterio de S.S., en nombre del españolismo, al criterio de los Diputados catalanes o de los partidarios de las autonomías o de los demás partidos políticos que tienen un criterio opuesto a S.S., pero que no dejan de ser españoles ni españolistas por ser autonomistas y catalanes. (Muy bien.)

Este es el error fundamental. Su señoría es muy dueño de apreciar la situación como le plazca, pero ni S.S ni nadie tiene derecho a decir que es más españolista que los demás si éstos no comparten el criterio que su señoría acaba de defender.

Es demasiado seria la cuestión, Sres. Diputados, para llevarla a términos de pasión y de efecto político parlamentario inmediato.

¿Quién da al Sr. Maura el derecho a decir que los que voten en un determinado sentido son indiferentes a que el Estado mantenga o no en Cataluña la enseñanza? Pero ¿de cuándo acá tiene S.S el derecho de interpretar por anticipado el voto de los partidos? (El Sr. Maura: El texto de la ley.) El texto de la ley no es el que ha dado S.S. Su señoría ha dicho que el que vote en contra de la enmienda que acaba de defender el Sr. Unamuno significa que le es indiferente que el Estado tenga o no a su cargo la enseñanza en Cataluña, y éste es un derecho que S.S. se toma, pero que nadie le ha concedido. (Rumores.)

Lo que tengo que decir a las Cortes, y lo digo como hombre de partido y como Diputado que va a votar en favor de la enmienda, hoy dictamen, a causa de haber sido aceptada por la Comisión, es esto: nosotros hemos hecho una revolución, o la ha hecho quien fuere; hemos traído la República, o la ha traído quien fuere, y una de las cosas que tiene que hacer la República es resolver el problema de Cataluña, y si no lo resolvemos, la República habrá fracasado, aunque viva cien años (Rumores), y la única manera de resolver el problema de Cataluña es resolverlo en sentido liberal, haciendo honor a las propagandas, a las promesas y a los programas de los partidos, publicados en todas partes y suscritos, en lo que se refiere al problema de Cataluña, por el propio Sr. Maura. (Muy bien en la minoría de izquierda catalana y en algún otro banco.) Y en todo el problema catalán no hay nada más sensible, nada más doloroso, nada más irritante, a veces, que la cuestión de las Lenguas.

¿Cómo es posible, Sr. Maura, que nosotros, en esta situación, al discutirse la Constitución, vayamos a adoptar un texto constitucional que haga imposible el día de mañana la votación libre del Estatuto de Cataluña, o del de otra región cualquiera, prejuzgando una cuestión que debe resolverse en su esencia al votarse esos Estatutos y no la Constitución? ¿ Qué hemos hecho nosotros en estas Cortes cada vez que el texto constitucional ha rozado de cerca o de lejos el problema de las autonomías, sino adoptar un texto constitucional que no prejuzgue la cuestión, que deje íntegramente su resolución al porvenir, con el fin de que al llegar la discusión de los Estatutos catalán, vasco o gallego, las Cortes, con plena soberanía, con plena autoridad, puedan aprobarlos o rechazarlos en todo o en parte? Lo que no se puede hacer desde ahora es cerrar los caminos, disgustando a los que hemos venido aquí con el mejor deseo de dar a este problema una solución armónica y constitucional que permita vivir a Cataluña en paz con toda España.

Este es mi criterio y ésta estimo que es la verdadera cuestión, señores Diputados; de ninguna manera creo procedente lanzarse a fondo sobre el problema de si el Estado debe tener estas o las otras atribuciones respecto a la enseñanza en Cataluña, en Vasconia o en Galicia. ¿Que es este el problema parlamentario actual, Sr. Maura? No; el problema parlamentario actual consiste en votar un texto constitucional que, reservando íntegramente todas las facultades del Estado en el porvenir, reserve también todas las posibilidades del Estado para cuando las Cortes lo quieran votar.

No es otro el problema y tomarlo en otro sentido, aunque la contraposición sea leal, sincera y noble, es muy mal sistema, Sr. Maura, y puede llevarnos a situaciones inextricables que, desde este sitio aconsejaría a su señoría que no las provocase.

Por lo tanto, Sres. Diputados, yo no voy a hacer una defensa de la enmienda del Sr. Sánchez Albornoz, aceptada por la mayoría de la Comisión, pero puesto que el Sr. Maura decía que había que fijar actitudes, yo fijo públicamente la mía, voy a votar el texto de la Comisión, y lo voy a votar por esa razón, porque deja libre el camino del Estatuto, porque no prejuzga el Estatuto y porque, habiéndolo aceptado los Diputados catalanes, de cuya vigilancia por el porvenir de sus aspiranes no creo que pueda caber ninguna duda, y teniendo nosotros, hombres de partido, la convicción de que no se roza para nada ni se mete para nada con el porvenir de las atribuciones del Estado, estamos en el deber de transigir así y proponer a nuestros amigos y correligionarios que voten la enmienda tal como la ha aceptado la Comisión.

Me parece que la situación es bien clara, Sr. Maura. ¿Qué tiene que ver con un problema de la gravedad de éste lo que dijo ayer el partido radical o lo que dijo ayer el partido socialista? ¿Es que el partido radical ayer no defendía legítimamente una posición histórica suya? ¿Es que no se votó? ¿Es que no quedó denotada la posición del partido radical? ¿Es que un partido, el partido radical, una vez que pierde una votación no puede ya volver a moverse más en los debates parlamentarios, no puede adoptar otra posición dejando a salvo su criterio y el ideario de su partido? ¿Es posible, Sr. Maura, que S.S., que conoce las responsabilidades del Gobierno, ahora que se ve libre de ellas, pueda en un ímpetu oratorio magnífico como suyo y prenda de su magnífico temperamento político y parlamentado, crear una situación parlamentaria difícil? Sr. Maura, hay responsabilidades, colaboraciones, que no se rompen en veinticuatro horas, y S.S. no puede ahora venir a decirnos que él no participa en cabildeos, en secretos y en cambalaches. ¿Cuándo no han ocurrido estos cabildeos, secreteos y cambalaches? ¿Es que es alguna cosa punible, vergonzosa, deshonrosa, que los Diputados y los partidos, enfrentándose en el salón de sesiones por criterios opuestos, se reúnan, expongan en común sus ideas, razonen alrededor de una mesa, digan familiarmente los argumentos o los motivos o los hechos que quizá no caben en los términos de un discurso y lleguen a un convencimiento común, a un texto aceptable para todos, transigiendo todos? ¿Es que esto es lo que se llama con tono despectivo un cabildeo, cambalache o cosa por el estilo? Pero Sr. Maura, ¿cuántas veces en nuestra accidental etapa de Gobierno no hemos hecho S.S. y yo lo mismo en otras cuestiones? ¿Pues no ha ido S.S. al despacho de Ministros a preguntarme qué es lo que íbamos a hacer, y yo se lo he dicho? ¿Está feo? No. Pues si no lo está, ¿por qué nos censura S.S.? (El Sr. Maura: Ya lo explicaré.) Yo, Sres. Diputados, dicho esto, y dando a esta réplica del Sr. Maura, que, naturalmente, he tenido que poner en el tono de viveza que él ha dado a su intervención, cosa que me cuesta poco trabajo, porque seis meses de convivencia con el Sr. Maura me han hecho familiarizarme con su timbre de voz y su tono, rogaría a las Cortes que apreciasen el problema tal como es, que no se trata ahora de resolver para siempre si el Estado va a tener la enseñanza de Cataluña, si el Estado va a tener esta o la otra función, que se reserva íntegra la posibilidad del Estado en Cataluña, que este problema se plantea para el Estatuto, que hay que dejar paso al Estatuto y que no hay derecho a contraponer nunca la vigilancia, el cuidado y el amor a la cultura castellana con la vigilancia, el cuidado y el amor a la cultura catalana.

No puedo admitir eso porque la cultura catalana y la cultura castellana son la cultura española (Muy bien), y cada una de ellas forma su parte alícuota en la cultura de mi patria y es absurdo sembrar la discordia, crear un resquemor injustificado cuando a la noble ambición de aquellos hombres que traen de su país una aspiración, un lenguaje y una ambición legítimas se les pone, como valladar, el respeto a la cultura castellana, que nada tiene que temer de ninguna otra cultura nacional, puesto que forma parte, como todas las otras, de la cultura española. Sr. Maura, no hablemos a los catalanes en tono de oposición de la cultura castellana. Tan española es la suya como la nuestra y juntos formamos el país y la República.

¿Vamos a olvidar la colaboración de los Diputados republicanos catalanes en la instauración de la República? ¿Es posible, Sr. Maura, que su señoría se vuelva a esos hombres, como acaba de hacerlo, y prevea para el porvenir presiones, gestiones sobre supuestos Gobiernos chiles que van a abandonar en manos de los grupos políticos catalanes no sé qué parte esencial del Estado? Pero ¿en qué manos cree S.S. que va a caer el Gobierno de España, o qué clase de hombres cree S.S. que son esos Diputados catalanes? Pues qué, ¿no sabe S.S. que actualmente la República en Cataluña no tiene mejor apoyo, ni tiene mejor escudo, ni tiene mejores paladines que todos esos Diputados y los partidos que ellos representan? ¿O es que cree S.S. que el escudo de la República en Cataluña está en el nacionalismo de la extrema derecha o en los sindicatos revolucionarios?

Esos hombres, esos Diputados, para nosotros representan un sentido de libertad republicana y un sentido de autonomía que coincide exactamente con los programas, con las ideas y con los propósitos de nuestro partido republicano, que responde exactamente al ideario, de la revolución y de la República, y se comprometerían las promesas, las obligaciones y el porvenir de la República, si ahora, por un movimiento pasional, por un patriotismo que no puede ser mayor ni menor en unos que en otros, les defraudásemos, presentándonos como enemigos de las reivindicaciones de Cataluña. (Grandes aplausos.)

Cierra España.


2 comentarios:

  1. Buenas. Si quieres organizar las entradas por etiquetas, las tienes que agrupar por grupos, dándoles una etiqueta a cada entrada. Después te vas, dentro de bloguer, a diseño, elementos de página y donde pone "añadir un gadget", pinchas y bajas hasta "etiquetas". Allí selecionas lo que quieras y le das a añadir y después a guardar.

    Un slide es un gadget que sirve para poner fotos que pasan ellas solas y te ocupan poco espacio. Como tu blog parece un desfile de carnaval, con tanta foto, Xdddd, creo que te vendría muy bien. Te dejaré el enlace de la página donde lo puedes hacer para que lo veas. Si te decides a ponerlo y no te aclaras me lo dices y ya buscamos otra forma de que lo pongas.

    slide

    Si quieres poner vídeos o música me lo puedes decir a través del libro de firmas de José Vicente (Amor a España).

    Saludos.

    P.D. Te recomiendo que no pongas entradas tan largas el mismo día, deja dos o tres días entre una y otra. La gente se cansa de leer esos chorizos tan largos y es posible que no vuelvan a entrar. Espacialas más en el tiempo y ponlas más cortas, o pártelas tú.

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  2. Por cierto. Aquí te dejo tres páginas muy buenas que te pueden sacar de algún apuro o que te pueden ayudar a añadir cosas a tu blog.

    1ª) http://recursosparatublog.blogspot.com/

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    La 3ª tiene trucos más secillitos para usar. Espero que te sirvan, también.

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