Y si vamos a tratar de lo que han sido hasta hace muy poco las religiosas en las cárceles, entonces veremos que aquella crueldad de los hospitales adquiría aquí su grado máximo, porque tenían todavía menos sentido de responsabilidad que en los hospitales y las clínicas. Lo peor de todo al emplear una enfermera, al emplear una maestra, al emplear quien sea en el cargo que sea, es saber que no se le podrá exigir responsabilidad; y las religiosas solo tienen que dar cuenta a su superiora, ni los médicos, ni los practicantes, ni el director de la cárcel pueden darles ordenes, porque saben las religiosas que si esa orden no quieren cumplirlas no perderán por ello el pan; antes lo perderán el medico y el director de la cárcel.
El otro día se censuro aquí la actuación de la Srta. Victoria Kent como directora de prisiones, por haber separado a las monjas de la cárcel de mujeres de Madrid, al Sr. Lamamie de clairac, que tanto se apiadaba de los malos tratos, de la falta de comodidades y de consideración personal reservado a aquellos a quienes teníamos derecho a castigar como traidores a la patria, brindo yo esta estampa que es muy poco idílica ; la de unas muchachas estudiantes, que en diciembre de 1930, unas muchachas ellas acostumbradas también a la vida muelle y a ser rodeadas también de confort y de toda clases de respetos, que por haber sido llevadas a la cárcel de Madrid por haber hecho alguna propaganda antimonárquica, fueron en la cárcel, por encima de las ordenes y de la voluntad del directo, fueron por aquellas religiosas confundidas con las pobres mujeres mas degradadas, y ya entienden los señores diputados lo que quiero decir. Y aquí en esta misma cámara tienen asiento dos diputados, uno de ellos ausente ahora, el Sr. Pérez Ayala y el otro presente ahora, el Sr. D. Luis de Tapia, que en unión de aquel gran caballero y gran corazón que fue el Sr. D. Adolfo Buylla, y en unión de quien ahora os dirige la palabra, hubieron de intervenir durante la dictadura, en un asunto que había llevado a la cárcel de mujeres de Madrid a una muchacha italiana.
Esta muchacha se llamaba Gabriela tranquillo. D. Luis de Tapia no habrá olvidado este asunto, esta muchacha, perfectamente educada, perfectamente cultivada, perteneciente a la única aristocracia que merece respeto, que es la del espíritu y la del estudio, había entrado en España en unión de un compañero suyo con el cual vivía maritalmente. Era comunista, al ser detenido el muchacho, fue detenida ella también, arguyéndose que había hecho una declaración falsa al inscribirse como esposa legitima, se la llevo a la cárcel y allí empezó el calvario de aquella mujer; D. Luis de Tapia lo recordara, una muchacha como ya he dicho educadísima, prudentísima, incapaz de un gesto o una palabra que pudiera ofender. Entro en la cárcel por la tarde, y a determinada hora, a las cinco o las seis, una de las monjas le dijo que se iba a rezar el rosario. Ella con toda prudencia, dijo sencillamente, como una cosa natural, natural en todos los países civilizados, menos en España, hasta la Republica, dijo que no era católica. ¡Nunca lo hubiera dicho!, no hubo vejación y humillación que le fueran ahorradas, no hubo tortura moral que no se le haya inflingido, no pudo recibir un una sola vez la comida que desde fuera la mandábamos sus amigos, ni pudo ver a un medico estando enferma, estaba tuberculosa.
Para refinamiento de crueldad, al preguntar por su compañero se le dijo que había muerto, cosa que era incierta, y se la quiso obligar a compartir el lecho con una de aquellas desgraciadas, que para mayor desgracia estaba aquejada de una enfermedad repugnante.
Esto lo han hecho las monjas en la cárcel de mujeres de Madrid y en todas las cárceles donde se las ha dejado estar, ¡como no lo iban a hacer! , ni tenían sentido de responsabilidad, ni tenían cultura de ninguna clase y su pobre mentalidad de pobres fanáticas les hacia creer que la religión consiste en eso, en imponerla a la fuerza y en vengarse, como fuese, de quien se resistiera a esta imposición.
Yo puedo asegurar a la Srta. Victoria Kent que aunque su paso por la dirección general de prisiones no hubiera dejado otra huella que el quitar por fin a mujeres que no tenían ningún titulo, fuera de sus tocas, solo por estar allí, solo por eso el nombre de la Srta. Victoria Kent será recordada por todos los espíritus liberales. (Muy bien- el Sr. Guayar (D. Santiago)- muy mal, rumores y protestas, el Sr. Guayar (D. Santiago) para ustedes muy bien, para mí, muy mal, - el Sr. De francisco: podemos probar mil casos, varios diputados pronuncian palabras que no se perciben, - continúan los rumores y las protestas,- el Sr. Presidente reclama orden.).
Hay, verdaderamente una cosa que me sorprende, y es el momento en que se quiere hablar aquí de libertad de conciencia, ¡a buena horas habláis de libertad de conciencia! Antes dije que todos los señores diputados que no fueran de la derecha, y hasta de la extrema derecha, saben, no de uno, de varios casos sangrantes análogos al que yo acabo de relatar, pero no hace falta buscar fuera de aquí ningún caso, aquí esta un compañero de parlamento( digo compañero de parlamento, no de partido, lo cual quita a mis palabras lo que pudierais ver en ellas de sectario o de subjetivo), aquí, en este parlamento, se sienta el hijo del ilustre Clarín, y el ilustre Clarín fue atacado a ciriazos en las calles de Oviedo, por un cura trabucaire, un día que nos e descubrió al paso de una procesión, (rumores). En este mismo parlamento, en estas cortes constituyentes de la republica, se ha pedido una pensión para la viuda y los hijos de aquel hombre que en la Arboleda fue encarcelado también por no saludar a una procesión y murió loco en la cárcel. El día que uno de vosotros pueda decir que se le ha perseguido por no haber saludado el símbolo de otra religión o que no ha podido cumplir con los símbolos religiosos que el quería, ese día tendréis derecho a hablar de lo que llamáis libertad. (Aplausos y rumores)……………….
Cierra España.
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