lunes, 9 de noviembre de 2009

La FAI, Maciá, la revolución y la CNT


Ramón J. Sender - El Sol, 5 de agosto de 1931


Contestación a «El Sol»

En el artículo que días pasados publicaba El Sol sobre el momento social y político de Cataluña se rozaban cuestiones fundamentales de la vida orgánica de la C.N.T. dejando en el aire afirmaciones ligeras. Es conveniente dar a esas afirmaciones su gravidez específica y dejarlas sentadas no en el aire ni en los escaños del Congreso -donde a la ligera se le ha querido dar últimamente una consagración nacional-, sino en la tierra firme de los hechos.

Como consecuencia de la reunión de diputados de la izquierda catalana, ha sido preciso que la Prensa estableciera puntos de vista concretos -la Prensa se recrea ahora más que nunca con las vaguedades-, y los ha buscado por el camino del menor esfuerzo. En lugar de ver que la salvación de la República española es sólo posible llevándola al plano en que la izquierda catalana se mueve, porque fuera de ese plano todo es desorientación, vaguedad y liberalismo monárquico, se prefiere explicar el fenómeno político de Cataluña por la C.N.T. De paso procuran desprestigiarla con los mismos argumentos con que atacan a la izquierda catalana: el pacto con el sindicalismo. Un pacto que no existe, pero que si existiera sería a base de una separación absoluta de principios, con concesiones de la izquierda catalana que harían de la presión de la C.N.T. una influencia progresiva revolucionaria. Como se ve, esto sería precisamente lo contrario de lo que la U.G.T. ha hecho en su pacto con los republicanos. Un pacto en el que las concesiones de la República son privilegios personales contra todo principio de clase, e incorporar como por soborno al ritmo burgués y conservador de la República aun sector del proletariado. Esto tiene para las organizaciones obreras de la U.G.T. una significación bien neta, y lo interpretan con una palabra muy dura: traición.

Pero suponiendo que ese pacto existe entre la C.N.T. y la izquierda catalana -ya se ha demostrado oficial y taxativamente que no existe-, se arremete contra la Confederación afirmando el predominio de la F.A.I., Federación Anarquista no internacional, aunque de hecho lo sea, sino Ibérica, hasta ejercer una dictadura en todos los sectores de la organización obrera revolucionaria. Con esa fórmula queda ya todo resuelto.

Como El Sol asegura que los elementos de la F.A.I. son irresponsables, esa irresponsabilidad cae de lleno sobre la C.N.T., y queda ya una opinión dispuesta para acomodarla a todas las actuaciones de la organización. Pero esa dictadura de la F.A.I. ni es cierta ni es posible. Los mismos militantes faístas lo rechazarían por su amor a la verdad y porque sus convicciones, a las cuales guardan fidelidad ejemplar, vedan ese género de coacción. También porque no existe ni puede existir en los Sindicatos el vasallaje. Si la F.A.I. tiene como unidad orgánica el «grupo», la C.N.T. tiene el Sindicato. El grupo y el Sindicato son hermanos, pero discrepan siempre que hay que interpretar una realidad social inmediata y adoptar una actitud. Las discrepancias se resuelven en las asambleas de Sindicatos, y de ellas surge -lo hemos visto siempre- la interpretación revolucionaria más ajustada a la eficacia. La F.A.I. actúa en ellas de estimulante unas veces, y otras de revulsivo; pero siempre la última palabra la han pronunciado, con una lógica inapelable, las mayorías sindicales. Claro es que por encima de todo está la conciencia de clase, y queda la solidaridad entre la F.A.I. y la C.N.T. en cuanto se plantea el hecho revolucionario, es perfecta.


Ni la F.A.I, es irresponsable, ni aunque desde el punto de vista burgués lo fuera -posibilidad que todos los enterados rechazan- podría ampliarse esa calificación a los sindicatos. Pero según lo que por «responsable» y «responsabilidad» se entiende -aquí D. Miguel, el tozudo de las etimologías, el glorioso despistado-, nadie que mejor responda a sus actos y de los de sus compañeros que la F.A.I. En lo doctrinal y en la acción. Una prueba de la responsabilidad, de la conciencia de sus actos de las dos organizaciones la están dando en estos momentos, resistiendo la provocación sin perder la cabeza, refrenando su poder y su fuerza para no contestar al reclamo belicoso de la República de Maura. Y no es por el temor a la derrota -ya va siendo hora de decir que no se puede destruir a la C.N.T. ni a la F.A.I. sin destruir a España-, sino para no interrumpir la oportunidad revolucionaria que el Gobierno de la República, ayudado por un Parlamento sin contenido y sin vértebras -la posición de todas las fracciones es, como ocurre siempre a los que carecen de fe y de capacidad de interpretación, la de «adherentes» y «congratulantes»-, está poniendo en sazón. El golpe de fuerza lo ha podido dar la C.N.T. y puede darlo en cualquier instante con garantías de éxito. Pero no se trata de asaltar el Poder para aprovechar el mismo sistema estatal, sino de sustituir este sistema vicioso y parasitario, fracasado en todas partes, verdadera cuña entre las clases sociales, que dificulta la armonía del trabajo y la producción, y hace imposible la justicia social por una nueva estructura a base no de instituciones falsas ni de organismos parasitarios sino de organización y articulación de funciones sociales. La C.N.T. estudia y organiza el tránsito, evitando el colapso económico y la etapa de terror y de hambre. Lenin -recurramos a la autoridad que este hombre tiene incluso para los burgueses- dijo precisamente a un delegado español que se podían evitar las imperfecciones y las taras de la revolución rusa aprovechando su experiencia y yendo desde el primer momento a un sistema de convivencia social más avanzado y perfecto. Puede que al hablar así pensara en la diferencia de la psicología española en la entrada doctrinal de la C.N.T., central sindical española perseguida a tiros, combatida a sangre y fuego, y sin embargo cada día más próspera y abarcando nuevos sectores de la producción y minando la vieja y decadente opinión pública española. Es la verdad grávida -no ligera y sencilla-. Es la verdad henchida de fuerza, de realidad y porvenir. Puede el Gobierno de Maura seguir bombardeando casas. Eso preocupará, sin duda, a la Cámara de la propiedad Urbana. Puede poner su fuerza represora al servicio del Wall-Strer. El capitalismo colonial inglés saltará -como ha saltado ya en Riotinto bajando los jornales- en busca del mismo trato de favor del capitalismo rival de la U.S. La conducta del Estado con la Telefónica ha revelado de pronto a las potencias capitalistas que aquí hay mesa franca para el coloniaje y la explotación. Ya recibirán la lección por otro lado si no quieren aceptar la de las organizaciones de la C.N.T. Pueden seguir encargando la nueva reglamentación del trabajo a Largo Caballero, que es como encargar de reglamentar la libertad de cultos al obispo de Madrid-Alcalá. Lo que no podrá volver a hacer en este período constructivo de la C.N.T. es aplicar la «ley de fugas», porque los que se solazan con la posibilidad de una guerra a muerte entre la F.A.I. y la C.N.T., de una guerra que inhabilite e incapacite a las organizaciones, se han de ver sorprendidos con su acuerdo absoluto frente a la verdadera y dañina irresponsabilidad. Puede seguir el Gobierno declarando que el capitalismo ha fracasado en todo el mundo, y asesinando al mismo tiempo a los obreros. Puede anunciar que va a abandonar Marruecos para afianzar al mismo tiempo un punto de vista imperialista. Puede seguir oponiendo a las realidades sociales más crudas el florilegio y el voto de confianza -¿de confianza de quién?-. Puede seguir jugando a las revoluciones. La respuesta a sus afirmaciones sobre el capitalismo se la darán las potencias capitalistas; a sus frivolidades sobre Marruecos responderá un hecho de fuerza en nuestra zona oriental organizado y fomentado tácitamente por Francia e Inglaterra para obligar a los republicanos españoles a definirse en ese aspecto internacional. A los discursos de ateneo provinciano contestarán pronto la exigüidad de las cosechas, la crisis industrial y la guerra de los Estados Unidos y de Inglaterra contra la peseta. A la labor de Largo Caballero está contestando todos los días de tal manera el proletariado español, que la República tendrá que poner detrás de cada decreto de Trabajo -si no se cambia de táctica- toda la Guardia Civil y todo el Ejército, y jugarse la dignidad en testarudos y cruentos empeños de orden público. De esos juegos, de esas trágicas frivolidades, saldrá una sola víctima: el pueblo.

El pueblo está por eso al lado de la C.N.T. y de la F.A.I. Confía en sus cuadros sindicales, en su táctica. Y al pueblo debe decirle la Prensa burguesa la verdad. No hay dictadura irresponsable de la F.A.I. sobre la C.N.T.; ni hay dictadura ni hay un acuerdo perfecto. Pero no es esa una razón de optimismo para la reacción. Es el fenómeno natural de la discrepancia de los núcleos proletarios más fuertes ante la labor revolucionaria constructiva. Las revelaciones sociales comienzan entre las masas obreras. Con estas discrepancias entre la C.N.T. y F.A.I. La burguesía debiera más bien alarmarse. Vería el síntoma fatal en la lucha entre la C.N.T. y la U.G.T. en la discrepancia antes aludida con la F.A.I. En este último caso, la discrepancia no saldrá de la polémica doctrinal porque no hay razones para otra cosa, porque no puede ser, porque ni en la F.A.I. existen esquiroles ni en los Sindicatos ministros. En fin, resumiendo y volviendo a lo general y particular que ha motivado estas líneas, hay que dejar sentadas tres afirmaciones: ni los de la F.A.I. son irresponsables ni ejercen una dictadura responsable o no sobre la C.N.T., ni -y esto es esencialísimo- las diferencias de apreciación y de interpretación entre las dos organizaciones les ha de impedir en ningún caso ir juntas a la lucha, que es lo que querría la burguesía monárquica y esta nueva burguesía socialfascista. Lo que ocurre desde que subió al Poder Berenguer es -repitámoslo- que ha comenzado la labor positiva, la labor constructiva, y que la interpretación del porvenir crea, como siempre, discusión y lucha. La revolución que empieza por debajo.

Hay aún un punto sin aclarar de los que tocaba El Sol: la supuesta influencia del «paternalismo humanitario» de Maciá en la C.N.T. Los que han escrito eso desconocen en absoluto la realidad social catalana, y al mismo tiempo creen conocerla demasiado. Hay que insistir en que la influencia es de abajo arriba, lo contrario de lo sucedido en Madrid con la U.G.T. En Cataluña, Maciá y los diputados de la izquierda se han acomodado, en lo que su educación burguesa les permite, a la realidad social de la C.N.T., y no pudiendo desconocerla, se proponen hacer concesiones de doctrina y de principios. Aquí, en Madrid, los republicanos conservadores -no conservadores del nuevo Estado republicano, sino de los viejos privilegios sociales de la Monarquía- han captado a los dirigentes socialistas y han logrado de ellos todo género de concesiones burguesas. ¿Está con ellos la U.G.T.? El tiempo lo dirá. El punto de vista del «paternalismo humanitario», como el de la «dictadura de la F.A.I.», son dos añagazas burguesas que ni llegan a la organización sindical ni ésta comprende. Para mediatizar a la C.N.T. creen que se puede hablar indistintamente -buscando el ataque por los dos flancos- de la F.A.I. y de Maciá. El juego es contraproducente. Buscar la disgregación aunque sea con la cautela con que se ha hecho es provocar las fuerzas de cohesión y hacer que la C.N.T. y la F.A.I. tiendan automáticamente a una unidad más compacta. Pero además resulta inconcebible que ante una organización cuya firmeza de doctrinas y cuya severa táctica le hacen chocar constantemente con el Estado, no ya sin debilitarse, sino sin dejar de crecer, se puede hablar de influencias desviatorias a base del paternalismo humanitario de un político. Los Sindicatos se nutren ideológica y tácticamente de sí mismos; conocen su fuerza y su ruta y pueden influir en otros sectores creando una opinión relativamente afín capaz de producir efectos de espejismos en la Prensa burguesa. De ningún modo pueden ser influidos ni siquiera en la superficie por un hombre ni por una consigna burguesa. Es una conciencia de clase, no una opinión política, lo que alienta en la C.N.T. Ante esa conciencia nada puede una lógica de premisas capitalistas, aunque la encarne no un político burgués, sino un hombre con los ojos y el espíritu neutrales. Es una discrepancia de orden social y también psicológico y temperamental. Pero además están los imperativos de los Congresos, de las Conferencias nacionales, de los Plenos. Hay una técnica que salvaguardar a la C.N.T. del confusionismo. Una técnica que surge del contraste de las consignas clásicas con las dificultades de cada día y que queda fijada en una disciplina sindical henchida de hechos y de realidades. Esa técnica es la que de momento ha aconsejado a la expectativa mientras la República burguesa se hunde en el atolladero parlamentario dando gritos y palos histéricos -e históricos, que la histeria y la historia van juntas desde hace un año, don Miguel-. Contra esa técnica son inútiles las argucias escisionistas. La F.A.I. seguirá siendo el estimulante o el revulsivo y la Confederación la fuerza. Una fuerza que no depende de las promesas del compadrazgo en el Poder y que debe estar bien arraigada en la médula española cuando en un año es capaz de cohesionar a un millón de trabajadores mientras que la U.G.T. en cuarenta años y con todas las facilidades de la promiscuidad con el Estado y la autoridad apenas ha podido conciliar a trescientos mil.

Aclaradas estas cuestiones, que El Sol rozaba, la aclaración sorprenderá a muchos intelectuales que cierran los ojos, creyendo así anular la realidad circundante y que se creen con derecho a someter al mundo a su necesidad de interpretar original y elegantemente lo que no tiene más que una interpretación. La filosofía y las matemáticas plantean hechos abstractos con una solución inmediata que asume ya todas las interpretaciones, y ante la cual se inhabilitan la elegancia y la originalidad. En lo social ocurre lo mismo. A los intelectuales que quieren urdir elegantes interpretaciones, dando a la República una consagración de frivolidad, una estabilidad en la retórica y la poética, habrá que decirles que esto de la C.N.T., no es sólo aquí en España, Que detrás de todas las alarmas, de los «craks» financieros, de las crisis bancarias, de la bancarrota actual de Alemania, de la próxima de Italia, de América del sur, del temor precavido ingles contra Oriente, de China, y de Rusia y de Portugal, y de España, están los Sindicatos esperando. Pero los intelectuales que no comprenden a la C.N.T. ni a la F.A.I. comprenden mucho menos lo que está ocurriendo fuera de España, Si se les explica con el punto de vista revolucionario no lo entenderán.

«¿Cómo? ¿Qué es eso?» Lo mismo dirán ante estas cuartillas, sorprendidos o indignados. «¿Cómo? ¿Qué es eso?». «Eso» no es nada, señores. Os lo explicaremos apelando a ese acento que tan bien entendéis y que os ha hecho delirar de gozo días pasados en el Congreso: no pasa nada, es el planeta que se cambia de camisa.

Cierra España.

Las evidencias de Casas Viejas


Ramón J. Sender - La Libertad, 23 de febrero de 1933


He aquí las conclusiones que pude desprender de las averiguaciones en Casas Viejas tres días después de los sucesos y que van a comprobar diputados y periodistas de todos los sectores, desde el monárquico hasta los grupos burgueses radicalizados. Algunos han comenzado a hacerlo ya en sus periódicos.

Las conclusiones son:

* Los pocos propietarios que hay en Medina Sidonia y Casas Viejas son monárquicos de tipo feudal. La República que representan Azaña y los socialistas puso a su servicio todo el aparato de represión de un régimen votado por los enemigos del feudalismo y de la monarquía.

* La inmensa mayoría de los vecinos de Casas Viejas son jornaleros sin trabajo, abandonados a la miseria. Hoy, después de haber sido muertos a tiros más de 20, detenidos un centenar y ahuyentados por el terror muchos de los restantes, quedan en el pueblo 450, de los cuales trabajan sólo 30.

* Se da el subsidio de una peseta a los casados sin familia y una cincuenta a los que la tienen. Ese subsidios no es diario, y cuando lo dan es a través del sacerdote, que lo acompaña con pláticas de carácter político. Vive esta inmensa mayoría de jornaleros en chozas miserables, hechas con barro y paja.

* Los campesinos que se alzaron el día 10 de enero lo hicieron con el deseo de distribuir las tierras en cultivo y roturar las yermas, acuciados por la necesidad. Se hicieron dueños del pueblo a la voz de «¡La tierra es de todos!» y «¡Se han acabado las limosnas!». Ya es sabido que llaman «limosnas!» al subsidio de paro.

* Antes de atacar a la Guardia Civil, los campesinos agotaron todos los medios de persuasión.

* Dueños del pueblo, su única preocupación fue ordenar la distribución de las tierras. Ni las casas de los propietarios, ni la iglesia fueron atacados. Siendo totalmente dueños de la aldea, lo que adquirieron en la tienda de víveres lo pagaron.

* Las fuerzas de represión llegaron y ocuparon militarmente el pueblo. Dispararon sobre los dos únicos vecinos que vieron en la calle. Los dos iban sin armas. Uno quedó muerto en el acto, y el otro fue trasladado al hospital de Cádiz, donde se encuentra, con una herida de bala, que lo atraviesa a la altura del costado.

* Registraton casas y chozas, y en una de ellas mataron a un viejo de setenta y cuatro años, llamado Barberán, que se hallaba con un nieto de once años. Aunque estaba sin armas, parece que protestó de palabra contra las violencias de los guardias.


*Estos bloquearon durante toda la noche la choza del «Seisdedos» y la atacaron con fusiles, ametralladoras, bombas de mano y teas encendidas.

*En la choza estaban cuatro hombres y dos mujeres, que murieron abrasados. Algunos que quisieron huir fueron cazados a tiros.

* Los detenidos que llevaban consigo los guardias eran conducidos a puntapiés y a culatazos. Algo después de medianoche enviaron a parlamentar a uno de ellos, maniatado. Cuando regresaba hicieron fuego caprichosamente sobre él y lo mataron. Al amanecer mataron también a tiros a los restantes detenidos. Para ello bastaba con la sospecha de que hubieran podido intervenir en la organización del levantamiento. Un guardia civil se opuso a que siguieran los fusilamientos; pero no le hicieron caso.

* Los guardias de asalto fusilaron a algunos detenidos tras de las cercas donde estaban parapetados, y trasladaron los cadáveres a la choza de «Seisdedos». A otros los hicieron ir por su pie a la choza y los fusilaron allí. Hecho esto continuaron registrando casas y deteniendo campesinos. Como la mayor parte habían huido al campo -más de 400-, muchos con la mujer y los hijos, no pudieron detener más que a unos 50. Los restantes, hasta el centenar, los detuvo la Guardia Civil después, a medida que se presentaban.

* Un guardia disparó delante del juez de instrucción contra unas chumberas, donde creyó ver a un campesino. Lo hizo alegremente, advirtiendo:

-Por allí asoma la pestaña un manús.

* Otros detalles como éste, fácilmente comprobables, dan idea del estado moral de los guardias, de su absoluta confianza en la irresponsabilidad de sus actos, y esa confianza, conociendo lo estrecho de la disciplina de los Cuerpos armados, sólo podía dársela el mando, que, a su vez, la habría adquirido gracias a órdenes superiores.

* Están aún por identificar los restos carbonizados en la choza de «Seisdedos». Como varios de los cadáveres arrojados al fuego por los guardias pudieron quemarse, aunque la mayor parte aparecían sólo chamuscados, en el pueblo no se sabe aún si algunos de los desaparecidos viven o fueron muertos allí. Los identificados llegan a 19. Fuera del pueblo ha muerto una mujer por malos tratos. Había sido detenida y era conducida a Medina Sidonia. En el pueblo murió una anciana -la madre del «Gitano» - de terror. El herido que se encuentra en el hospital de Cádiz no ha curado aún. Entre los detenidos hay enfermos por malos tratos, a los que no permiten visitar.

Estas son -expuestas sumariamente- las conclusiones ciertas e inequívocas de lo ocurrido en Casas Viejas. El gobierno republicano y socialista puede que todavía no haya tenido tiempo de enterarse, preocupado por la «siembra de avena loca» a orilla del Henares. Esta preocupación no está en absoluto fuera de lógica. Responde exactamente al estado de conciencia, que hace posible la falta de control sobre los órganos del Estado. En el caso más favorable para el Gobierno, esa falta de control pudo determinar lo de Casas Viejas. Si es admisible o no ese argumento para la oposición, allá ellos. Por nuestra parte, no lo aceptamos, porque aunque las apariencias sean ésas, no creemos en la «falta de control». Ni cree Casares Quiroga. Se la brindamos, sin embargo, al Gobierno como un asidero. Inseguro y todo, no hay otro. Por infantil que sea -se limitarían a reconocer su incapacidad-, siempre será más lógico que algunos argumentos que en su desconcierto han aducido. El subsecretario de Gobernación, al contestar en el Congreso a un diputado que preguntaba: «¿Cómo es que en la choza de «Seisdedos» aparecieron un par de esposas?», respondió recordando que el detenido que fue a parlamentar iba esposado y quedó muerto junto a la choza. La verdad de esas esposas era más sencilla. Se la vamos a brindar al Gobierno, por si vuelven a plantearle la misma cuestión. El guardia muerto y quemado después en la choza llevaba, probablemente como todos, en el bolsillo uno o dos pares de ese artefacto. Estaríamos dispuestos a darles otros argumentos, todos aquellos que de los hechos se pueden deducir como atenuantes. Entre todos juntos no lograrían hacer palidecer en lo más mínimo su responsabilidad como gobernantes y la del sistema al cual sirven. No es eso. El detalle no importa. Si los «relatos realistas» -como dijo Azaña, que cree, sin duda, más eficaz que el realismo en la política el lirismo del Arcipreste de Hita- se apoyan en el detalle, es para destacar la configuración política del hecho en su conjunto. Eso es necesario para que el país conozca la verdad y pueda deducir las responsabilidades e imponerlas ejemplarmente. No es sólo cuestión de un par de esposas de metal. Los 19 muertos acusan y seguirán acusando. Como tampoco es cuestión de este Gobierno, ni del otro. La cosa es más profunda. Es una cuestión de sistema. ¿Qué dice usted, Bruno Alonso? ¿Qué nueva lógica oportunista y maquiavélica encontrarán para este caso los dirigentes socialistas? Porque la base hace tiempo que ha calificado los hechos.

Cierra España.

Crónica del pueblo en armas


Ramón J. Sender - 1936, Páginas 35-47


... En los años 1921, 1922 y 1923 ocurrieron hechos que tuvieron una gran importancia en la vida de los pueblos del Mediterráneo, especialmente en Italia y en España. El pueblo español padeció las consecuencias de la política militar de la monarquía. El rey Alfonso XIII, que no había sido nunca más que un pelele trágico, demostró su peligrosa inconsciencia animando bajo mano al general Silvestre para que invadiera y saqueara algunos rincones de Marruecos, a donde no había podido llegar aún la acción imperialista de la monarquía. En julio de 1921, los rifeños dirigidos por Abd-el-Krim coparon las posiciones nuestras de la vanguardia y continuaron en su avance hasta derrotar todas las fuerzas de la comandancia de Melilla, en número de cerca de quince mil. Murieron más de doce mil soldados abandonados por sus jefes. El pueblo español se vió herido en lo más vivo de sus sentimientos y en lo más sagrado de sus intereses y comenzó a clamar venganza. Huelgas políticas, mítines, protestas callejeras. Las armas del pueblo, que desde la primera República no quería ya contar sino con sus propias fuerzas, agitaron la vida del país. A las primeras Cortes fueron más representantes populares que nunca y naturalmente los socialistas y los republicanos acordaron exigir responsabilidades por la catástrofe de Marruecos. El primer responsable era el rey, quien se apresuró a organizar en la sombra su propia defensa. Entretanto, en Italia, se había refrenado un extenso movimiento popular de liberación, por la intervención de las hordas fascistas que adulando a los reyes, a los grandes banqueros y a la Iglesia llegaron a obtener todo el aparato de combate y represión del Estado con el cual cayeron sobre el pueblo asesinando y robando a mansalva. No se detenían ante los viejos indefensos ni ante los niños. En Italia, como en todo el mundo, la cultura verdadera estaba al lado del pueblo, y los fascistas, defendiéndose de ella, cerraron centros de estudio, Universidades y persiguieron y mataron a hombres de ciencia que eran admirados y respetados en todos los países. Lograron por fin hacerse los amos, aunque no consiguieron aniquilar las organizaciones de defensa del pueblo, que con el nombre de partidos obreros -socialista y comunista- o de grupos libertarios, siguieron actuando heroicamente en la sombra. Ese movimiento repercutió en la camarilla real de España y el rey soñaba también con un Mussolini que lo salvara de las responsabilidades de Marruecos.

A las organizaciones obreras españolas se sumó otra que participando de las mismas aspiraciones de los socialistas y los anarquistas poseía una táctica de lucha diferente. Esta táctica había salido de las experiencias recentísimas de la revolución rusa. Su teoría, hermana por su origen de la socialista y la anarquista, difería de estas dos en los procedimientos. Lenin, el triunfador de octubre en Rusia, había completado en algunos aspectos la teoría de Marx y con la autoridad que le dió el triunfo ejercía una influencia enorme en las juventudes obreras de todo el mundo. El nuevo partido obrero español era el partido comunista. Como las tres corrientes eran y son internacionalistas, su disciplina se regía por los acuerdos tomados en los Congresos mundiales de sus internacionales respectivas. Los anarquistas seguían fieles a la I Internacional, los socialistas a la II, y los comunistas a la III, que se constituyó en Moscú después del triunfo de los trabajadores rusos. La historia ha demostrado que las diferencias de táctica y de ideología que hicieron constante y viva la discusión entre las tres tendencias, habrían de desaparecer siempre que ante el pueblo trabajador se presentara un peligro grave.


Alfonso XIII, alentado por la experiencia de Italia y viendo que de las averiguaciones del proceso sobre la catástrofe de Melilla iba a derivarse enseguida el problema de su propia responsabilidad, se puso de acuerdo con sus generales y encargó a Primo de Rivera que se sublevara. Naturalmente, el rey se quedó detrás de la cortina esperando que el golpe de Estado triunfara. Era el último desesperado intento de la monarquía española para aplastar al pueblo, cuyos avances continuos amenazaban arrollarla. Y el 13 de septiembre de 1923 Primo de Rivera, hijo de aquel otro que traicionó al pueblo en el año 1875, se alzó en Cataluña. El rey aprobó el movimiento y dió el Poder a ese general. Los anarquistas (Confederación Nacional del Trabajo) decretaron la huelga general. Los socialistas acordaron quedar a la espectativa y movilizar sus fuerzas según el rumbo de los acontecimientos. Pero Primo de Rivera, que sabía bien todo el volumen de las organizaciones obreras, trató de conseguir su tolerancia prometiendo «respeto para las conquistas de los trabajadores». Aunque la C.N.T. fué disuelta, su acción constante continuó, pero reducida a los grupos de acción clandestina. La U.G.T. permaneció alerta y no se entregó francamente al combate por no comprometer sus cuadros sindicales. Por el contrario, logró con una acción cautelosa mejoras de carácter económico para sus afiliados. Era ya entonces secretario general de la U.G.T. Largo Caballero. Esa actitud de la U.G.T. fué muy discutida entre los trabajadores, pero se acabó por reconocer que fué prudente y beneficiosa.

Una vez más todas las fuerzas de opresión del pueblo se propusieron ir destruyendo una por una nuestras resistencias. Una parte de los viejos políticos monárquicos, despechados por lo que consideraban un desaire personal de S.M. (el más significado, Sánchez Guerra) otros sinceramente enemigos del absolutismo como Ossorio y Gallardo, gran número de hombres de ciencia como del Rio Hortega, grandes escritores como Azaña, Valle Inclán, toda la prensa liberal, la gran mayoría de los estudiantes, y los trabajadores en pleno, oponían una resistencia sorda a la dictadura militar. Pero esta poseía un «ej ército del rey» y a su cabeza a los responsables de la catástrofe de Marruecos. Así y todo, la conspiración era permanente y se intentaron tres sublevaciones que si no lograron su objeto minaron la base de la dictadura. La primera fué en junio de 1926 -la noche de San Juan-. La segunda, en enero de 1929. La tercera, en diciembre de 1930. Entretanto, hubo episodios aislados en los que demostraron su heroismo una vez y otra los trabajadores y en cuya represión se puso de relieve la crueldad de los dictadores. El más memorable fué el llamado de Vera del Bidasoa. Además de las víctimas producidas en el momento de la lucha, fueron ejecutados cuatro obreros «por sospechas», después de haber sido absueltos por un tribunal. El último movimiento contra la dictadura fué el que preparó y dirigió el capitán Fermín Galán, hoy héroe nacional, en Jaca, en diciembre de 1930. Después de haber sido derrotado por una fuerte columna que salió de Zaragoza y a cuyos soldados se engañaba diciendo que iban a defender a España contra una invasión francesa, Galán y otro oficial llamado García Hernández se entregaron, para evitar que las responsabilidades cayeran sobre otros prisioneros. Los dos fueron ejecutados en la tarde del domingo 14 de Diciembre, sin que el juicio hubiera revestido formas legales. Esos crímenes conmovieron una vez más la conciencia nacional y el país se hallaba agitado por una sorda indignación. No tenía la Dictadura otro apoyo que el de las armas y este tampoco era seguro, porque la propaganda entre los soldados hacía a éstos cada día más conscientes de su deber. Además, en este último periodo de la Dictadura se desarrolló poderosamente el partido comunista, reorganizó sus cuadros la Confederación Nacional del Trabajo, se organizaron los escolares fuertemente en la famosa FUE y Largo Caballero la Unión General de Trabajadores consideraron también llegado el momento de emplear a fondo sus fuerzas. Ante estos acontecimientos que amenazaban por momentos con la ruina de la Dictadura, el rey intentó satisfacer a la opinión pública, aunque teniendo muy en cuenta el peligro que podía correr la monarquía. Destituyó a Primo de Rivera y nombró en su lugar a Berenguer, que había sido Alto comisario en Marruecos cuando la catástrofe y que compartía con el rey las mayores responsabilidades. Se acordó convocar a elecciones municipales y para ello, cumpliendo la Constitución por vez primera desde hacía siete años, se abrió un periodo de libertad de organización, de expresión y de propaganda. Fue levantada la censura de Prensa. Después de muchos años, el pueblo iba a elegir sus propios órganos municipales de poder. Entretanto los miembros del comité revolucionario del movimiento de diciembre estaban en la cárcel o recluidos en la clandestinidad. Entre estos últimos figuraba el actual Presidente de la República popular don Manuel Azaña y otros que prestaron y prestan también grandes servicios a la democracia. Solo por la confusión que en los primeros momentos suele acompañar a las revoluciones, pudieron unir sus nombres a esos otros nombres gloriosos, dos traidores que han tenido que salir de España huyendo de la justicia popular: Niceto Alcalá Zamora y Alejandro Lerroux.


Las elecciones municipales, en las que ni el rey ni Berenguer se atrevieron a intervenir para falsearlas como otras veces porque el ambiente popular era demasiado amenazador, se celebraron el 12 de abril de 1931. Dos días después se conocieron los resultados. De 47 provincias, cuarenta votaron íntegramente las candidaturas republicanas. El triunfo de la República fué una lección de civismo y de orden para el mundo entero. Los municipios, perseguidos a través de los siglos por el absolutismo acabaron por fin con todo género de monarquías, se llamaran constitucionales o absolutas. Verdad es que desde las Cortes de Cádiz (1812) el pueblo español no había podido expresar su voluntad. Aconsejado el rey por sus viejos políticos y después de oir de labios del director de la Guardia civil que esta no haría fuego contra el pueblo ya que había puesto la monarquía la cuestión de régimen en sus manos, Alfonso XIII acometido del pánico huyó a Francia, dejando en Madrid a su familia, que tuvo que ser protegida de las iras populares por los jóvenes de las organizaciones obreras que con brazaletes rojos se habían constituido en «guardias cívicos».

Fué una semana de regocijo nacional, de verdadera alegría civil. Todo el pueblo español confiaba en el Gobierno provisional y este comenzó su labor en medio de las mayores facilidades. Se convocaron Cortes constituyentes, y se elaboró una Constitución progresiva, evolutiva, con grandes horizontes de justicia social. Los socialistas y los partidos republicanos habían alcanzado una gran mayoría que facilitaba las tareas legislativas. Una parte de la aristocracia y la nobleza se resignaba; otra -la mayoría- trataba de sacar apresuradamente sus riquezas de España, mientras escuchaba los consejos de la Iglesia que le mandaba resistir y oponerse con las armas. El 10 de agosto de 1932 algunas unidades armadas se sublevaron al mando del general Sanjurjo. Quedó indecisa otra parte del ejército. Pero unas horas de lucha bastaron en Madrid para aniquilar a los rebeldes en la plaza de Castelar, con la sola acción de los guardias de Asalto dirigidos personalmente por Arturo Menéndez, Director general de Seguridad que después ha dado su vida por las libertades del pueblo.

En Sevilla, donde estaba la base de la sublevación, las organizaciones obreras comunista, socialista y anarquista bastaron para reducir a la impotencia a Sanjurjo. El resto del Ejército se mantuvo fiel, porque aunque los mandos seguían siendo «los mandos del rey», temían a las tropas que cada día se hallaban más identificadas con el pueblo. Pero a partir de aquel movimiento las clases adineradas y sobre todo la Iglesia, que quería impedir a todo trance la legislación laica, comenzaron a conspirar y a organizar la lucha política y la sublevación armada. Respetuosa con las leyes populares, la acción del Gobierno no se salía del marco constitucional, lo que permitía ciertas ventajas a los enemigos de la República. Entre estos había varios potentados y el mayor de todos, March -hoy huidos de España por miedo a la responsabilidad de sus propios crímenes- que facilitaban dinero. La Iglesia hacía el resto. Con estos elementos y con la ayuda oculta de Alcalá Zamora y la circunstancia de ir a las elecciones separados los partidos obreros de los republicanos, las viejas sectas monárquicas, fascistas al estilo italiano y clericales, obtuvieron muchos más diputados que la vez anterior. Sin embargo no tenían fuerzas bastantes para gobernar, pero Alcalá Zamora quería a todo trance darles el Poder y después de unos gobiernos puentes sin ninguna autoridad -Samper, Lerroux el traidor- que iniciaban tímidamente el camino hacia el despotismo, un día de octubre de 1934 Alcalá Zamora quiso dar el poder a los enemigos de la República. Todos los trabajadores de España se alzaron para impedirlo. No disponían de armas, pero las conquistaron en muchos lugares a pecho descubierto y en toda Asturias y en otros lugares de España se escribieron páginas de un heroísmo sublime. Las Alianzas obreras, constituidas poco antes ante el peligro que se aproximaba, quedaron consolidadas con lazos de sangre. Sofocada la rebelión a fuerza de martirios y crueldades, cuyo relato recorrió el mundo entero y llenó de ira a los trabajadores de todos los países, quedaron disueltas las organizaciones obreras, pero solo en el deseo de los gobernantes, porque tanto el partido comunista -que había echado ya hondas raíces en el pueblo y en la masa trabajadora- como los anarquistas y socialistas, conservaron sus organizaciones y realizaban perfectamente la labor de agitación clandestina, de ayuda a las víctimas del terror y a sus familias y de ocultación y expatriación de los más comprometidos. Entretanto el jefe del movimiento clerical español, Gil Robles, que había obtenido el ministerio de la Guerra, acumulaba material de guerra en lugares estratégicos y mandaba construir defensas y comprar armamento moderno con vistas a un golpe de Estado, para el cual comprometía con dádivas y con todo género de medios a la mayoría de los generales y jefes del ejército. Esto lo sabían Alcalá Zamora y Lerroux. El primero estaba comprometido desde el primer momento en el movimiento. El segundo, viejo avaro y deficiente mental, les dejaba hacer mientras saqueaba las arcas del Tesoro.
 
Era tan escandalosa su actuación que los funcionarios de la Presidencia del Consejo de ministros aseguraban haber oído en la puerta del Presidente al despedirse este de un banquero o un alto industrial, las siguientes frases. El industrial preguntaba: «¿Hay que entregarlo todo ahora?» Y el Presidente contestaba muy afable: «No. El resto, a la aparición del decreto en la Gaceta ». Este ambiente llegó a hacerse público y los reiterados escándalos por un lado y la acción de las organizaciones obreras exigiendo justicia por la represión horrenda de octubre, obligaron a Alcalá Zamora a abrir periodo electoral suprimiendo la censura de Prensa y permitiendo libertad de propaganda. Manuel Azaña que había sido blanco de las persecuciones de las derechas en una forma verdaderamente encarnizada, fué señalado por el pueblo desde octubre de 1934 como su verdadero jefe y el héroe auténtico de la democracia española. Cada mitin, cada actuación suya constituía una ejemplar derrota de las castas reaccionarias. Concentraciones de quinientos y seiscientos mil ciudadanos acudían a oír su palabra donde quiera que hablara. El pueblo veía en él la revolución democrática indispensable para el afianzamiento y el desarrollo de la vida nacional por cauces de verdadera justicia social. Y las elecciones de febrero último (1936) fueron un triunfo tan rotundo como el del año 1931. Los verdaderos republicanos habían constituido con los partidos obreros el Frente Popular, por feliz iniciativa del partido comunista. Y el triunfo fué rotundo. Otra vez volvió el optimismo al pueblo, pero lleno ya de experiencias y de enseñanzas. Veíase con toda claridad el problema de la revolución democrática. Habíamos visto que los partidos republicanos no pudieron hacerla, en los años siguientes al 12 de abril. Habíamos visto también que la Iglesia, la aristocracia y el fascismo no habían podido evitarla a pesar de emplear en ello todas sus fuerzas. Eran los trabajadores quienes estaban llamados a hacerla. Su vanguardia, el proletariado, encuadrado por las organizaciones obreras de las tres tendencias, la llevaría a cabo.


Y pocos meses después de constituirse el Gobierno del Frente Popular, fortalecidos los fascistas por el dinero de March, la organización militar de Gil Robles, las armas adquiridas por la Iglesia y la codicia de la nobleza y la aristocracia, se alzaron todos contra la República popular. Comenzó el movimiento con la traición de varios generales en quienes la República había depositado su confianza. Algunos de ellos han pagado la traición con la vida. Los nombres de los otros no queremos escribirlos por no manchar con ellos estas páginas. Confundiendo y engañando a los soldados, a quienes decían que iban a defender la República, e intercalando entre ellos a curas, señoritos vagos, fascistas, aristócratas, usureros, rentistas, y todo género de elementos in útiles y dañinos para la salud del pueblo, bien armados todos por el dinero de los potentados y por los elementos que puso en sus manos Gil Robles mientras estuvo en el Poder, iniciaron el 18 de julio el movimiento más lleno de crímenes y de monstruosidades qu e registra la Historia de España y que recuerda ningún país civilizado del mundo. Pero si casi todo el ejército alzó sus armas contra el Gobierno del Frente Popular y contra el pueblo mismo, éste poseía todo lo necesario para dar la batalla con éxito. El pueblo tenía ya sus vanguardias dispuestas, sus lugares de combate, su espíritu presto al heroísmo y si hacía falta, al sacrificio. Lo único que no tenía era armas y esas las conquistó asaltando los cuarteles sublevados de Madrid, pidiendo al Gobierno las que el Gobierno pudo darle. Militares que hacían de su lealtad al pueblo un motivo de orgullo profesional, pusieron su pericia y su valor al lado de la causa popular. Guardias de asalto, guardias nacionales, algunos centenares de policía civil y sobre todo la mayor parte de los equipos de aviación militar y de la marina de guerra, con sus bravos pilotos y bombarderos, siguieron fieles al pueblo y este, tomando las armas, resistió, atacó y venció en todos aquellos lugares a donde pudo llegar antes de que los fascistas y los enemigos de la República popular pudieran fortificarse. Se tomaron por asalto Carabanchel, El Pardo, Guadalajara y Toledo después de sometidos los rebeldes de Madrid. Se cortó el paso en la sierra a las bandas de forajidos cabileños en cuyas manos habían puesto la defensa de lo que ellos llamaban «patria» y lo que ellos llamaban «religión». Los obreros catalanes, en unión de las tropas fieles a la República, batieron heroicamente a los reaccionarios y los echaron de la región mientras, desesperados y entregados a la ira y al despecho, los que se llaman cristianos y hombres de orden se dedicaban en las ciudades donde todavía no han podido llegar nuestras tropas, nuestras heroicas milicias populares, nuestros artilleros, el ejército, en fin, del pueblo, a fusilar en masa a los liberales, a los republicanos, a los socialistas, anarquistas y comunistas. Contra la catedral de Córdoba y en nombre de no sabemos qué religión han sido fusilados centenares de trabajadores. En los cuarteles de Huesca, Zaragoza, Valladolid, Burgos, Salamanca, Badajoz y Sevilla se cometen a diario crímenes sin nombre. En Caspe, los «caballerosos» rebeldes se defendían de nuestros ataques parapetándose en niños de ocho y diez años sobre cuyos frágiles hombros apoyaban el fusil. Pero a cada uno de sus crímenes el pueblo contesta organizando nuevos batallones y enviándolos a los distintos frentes. Los campesinos en Andalucía, Castilla y Aragón, lo mismo que en el resto de España, atacan victoriosamente al enemigo o resisten con armas de caza y hasta con los utensilios de trabajo conteniendo al enemigo hasta que pueden establecer contacto con nuestras columnas y en cada mujer, en cada anciano, en cada niño vemos un gesto de ira, un clamor de venganza y también una disposición entusiasta para el trabajo disciplinado en las tareas auxiliares de la guerra.

En toda España se ha encendido de nuevo la guerra que comenzó en Valencia hace cuatro siglos con la defensa de las «germanías», que siguió en Castilla con la defensa de las «comunidades», que continuó Aragón con la defensa de sus libertades contra Felipe II, que volvió a encenderse en toda la península contra Napoleón y los nobles españoles que lo traían en andas y que mantuvo al país, a lo largo del siglo pasado, en un forcejeo sangriento.

Hoy el pueblo ha conquistado el mejor elemento de combate, la conciencia de su propia fuerza organizada. Repite en todas partes el grito sagrado: «No pasarán». Y une sus voluntades y sus energías para aniquilar a los enemigos. ¡No pasarán, clama España entera! Millares de hijos del pueblo han perdido la vida, pero sus nombres quedarán vivos eternamente en el corazón de los trabajadores del mundo entero. El pueblo tiene sus vanguardias diestras y ágiles, tiene sus jefes técnicos, tiene sus armas, (las que fueron siempre suyas y los reyes y los Gobiernos ponían en manos de sus enemigos). No las soltarán ya mientras haya enfrente un culpable. Mientras la República popular que está naciendo y vigorizándose con la sangre de los que caen, tenga un peligro y una amenaza delante.

Frente del Guadarrama, 10 de septiembre de 1936

Cierra España.

Tanta depuración hace suponer una sublevación popular.


Decreto del gobierno de la República gobernada por el Frente Popular: depuración (Gaceta de Madrid 22/7/1936)


Gaceta de Madrid, (BOE de entonces), miércoles 22 de julio de 1936, nº 205, página765:

"Por acuerdo del Consejo de Ministros y a propuesta de su presidente. Vengo a decretar:

Artículo 1º.- El gobierno, por Decreto acordado en Consejo de Ministros, dispondrá la cesantía de todos los empleados que hubieran tenido participación en el movimiento de subversión o fueran notoriamente enemigos del régimen, cualquiera que sea el Cuerpo a que pertenezcan, la forma de su ingreso y la función que desempeñen, ya se trate de funcionarios del Estado o de empleados de Organismos o Empresas administradores de Monopolios o Servicios públicos.

Artículo 2º.- El Gobierno dará cuenta a las Cortes del presente Decreto.

Dado en Madrid, a veintiuno de julio de mil novecientos treinta y seis.

MANUEL AZAÑA El presidente del Consejo de Ministros y ministro de Marina, José Giral Pereira"


Decreto de Largo Caballero y Azaña por el que se depura a los enemigos del Régimen (Gaceta de Madrid 29/9/1936)


D. 27/9/36.- "El nuevo estado de cosas que las circunstancias impone, exige una revisión y depuración en los funcionarios públicos (...)// Hasta ahora los diferentes Ministerios y Centros han ido realizando la depuración que se ha estimado más urgente; pero entiende el gobierno que es preciso resolver el problema unificando la acción en vez de acuerdos parciales y personales (...)".

A continuación suspende de todos los derechos a los funcionarios de todos los ministerios y centros en que trabajen, sea cual sea su situación administrativa (excepto instituciones y cuerpos armados) (art. 1º).

Los que quieran reintegrarse lo deberán pedir en un mes rellenando el cuestionario que la administración le entregará (art.2).

Cuestionario obligatorio de los funcionarios públicos para no perder su puesto (Gaceta de Madrid del 30/9/36 y otras posteriores)


Ese "cuestionario" consiste en un documento que en medio de una sangrienta guerra civil debía uno contestar a preguntas como las siguientes:

"A qué partido político ha pertenecido desde el 18 de julio, y antes del 18 de julio".

"A qué partido político ha pertenecido entre octubre de 1934 y febrero de 1936"

"A qué sindicato pertenece o ha pertenecido, a qué organizaciones sociales"

"¿Si ayuda al Gobierno de la República a luchar contra el movimiento faccioso, y como?"

"¿Qué pruebas o garantías puede aportar de su lealtad a la República"

Estas preguntas fueron aprobadas por Orden ministerial de 29/9/36 de Wenceslao Flors).

El Ministerio de Obras Públicas añadía una pregunta:

"Exponga el concepto que tiene de sus deberes para con la República y su Gobierno en los actuales momentos".

El Frente Popular: notario de adhesión a la II República


De. 31/7/36 priva de todos los derechos económicos a los militares retirados salvo que (artículo 2º) acrediten con una certificación de los organismo militares al servicio del Régimen o de los organismos políticos y sindicales afectos al Frente Popular, que durante el movimiento subversivo prestaron su adhesión de una manera franca y leve al Gobierno legalmente constituido" (Gaceta de 1/8/36)

Gaceta Madrid 3/9/36.- Para ser admitido en curso de observador de aeroplano se exige que la lealtad al régimen la acredite un "certificado expedido por cualquiera de los partidos políticos o agrupaciones sindicales afectos al Frente Popular"

Gaceta de Madrid 14/9/36.- Para ser piloto de aviación de la "república" el certificado de lealtad tienen que emitirlo los partidos y sindicatos del Frente Popular.

Programa electoral del Frente Popular (puntos sobre depuración) Publicado en "Mundo Obrero del 15/2/36)

"14) Desarme y disolución de todas las instituciones monárquicas y fascistas. Clausura de sus centros y clubs de conspiración, y confiscación de sus propiedades y bienes.

15) Depuración del Ejército y de todas las instituciones armadas, de los oficiales monárquicos y fascistas.

16 )Creación de una milicia popular armada, formada por obreros y campesinos.

17) (aquí prohíbe a la policía las detenciones y tomar declaraciones a los detenidos por delitos).

18) Reforma de la Administración pública en todas sus esferas. Depuración de la Administración de todos los elementos monárquicos, fascistas y enemigos del pueblo (concepto éste que incluye a cualquiera, aun por razones de credo religioso).

19) Estrechar las relaciones con la URSS y apoyar su política de paz.(.....)"

Depuración en la enseñanza


Decreto 31/7/36.- (Gaceta de Madrid de 1/8/36) Cesa a todos los directores de los centros docentes de España por aplicación del decreto de cesantía de 21/7/36. En varias Gacetas salen los nombres de miles de profesores y maestros cesados por sospechosos de no estar conforme con el régimen.

D. 31/7/36 declara el cese por aplicación del Decreto de depuración de 21/7/36 a numerosos profesores y maestros.

Gaceta 19//836 se nombra director del Instituto Luis Vives de Valencia al arquitecto Emilio Artal Fos (cargo de Izquierda Republicana) con lo que los del Frente Popular sustituyen a todos los cargos en el resto de centros (este nombramiento es sólo uno de tantos y a modo de ejemplo). Por cierto que Artal huyó a la Argentina ese mismo año, regresando a España en 1946 sin que él sufriera persecución).

Gaceta de Madrid 13/9/36 declara cesante al futuro conocido profesor universitario Diego Sevilla Andrés.


Decreto 19/9/36 "Los enemigos de la República no son acreedores a recibir enseñanza de ésta ni pueden aspirar a los títulos académicos que les exalten a puestos de dirección o responsabilidad en ella" Por ello suspende todos los derechos académicos adquiridos por los alumnos de enseñanza oficial y libre (artículo 1º). El artículo 2º establece que para matricularse y ser admitido a examen deberán pasar previamente por un comité seleccionador formado por representantes de la Federación Universitaria Escolar (FUE), un representante del Comité Provincial, local o profesional, del Frente Popular y el director del centro de estudios". En las escuelas normales establece que en el comité depurador también intervenga un representante de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), sección normalistas.
 
D. 19/9/36.- Las Juntas de Gobierno de la Universidad estarán formadas por el Rector, Vicerector, decanos y secretarios de las facultades y cuatro estudiantes universitarios de los tres últimos cursos designados por la Federación Universitaria Escolar (FUE) de cada Universidad.


Depuración en la medicina

D 31/7/36 Declara disueltas todas las Juntas Directivas de los Colegios de Médicos provinciales (sus funciones luego serán desarrolladas por miembros del Frente Popular). Gaceta 1/8/36

Funcionarios municipales y provinciales

(Gaceta de Madrid de 3/8/36) D. 2/8/36 autorizando a los gobernadores civiles a cesar a los empleados provinciales o municipales que participaran en el movimiento "o fueran notoriamente enemigos del régimen, cualquiera que sea el cuerpo a que pertenezcan, la forma de ingreso y la función que desempeñen" Firmado Azaña y Giral.

Comisión del corcho (el corcho también debe ser depurado y del Frente Popular)


Decreto de 11/8/36 (Gaceta 12/8/36) "las actuales circunstancias exigen una depuración rigurosa en todos los organismos oficiales relacionados con las actividades económicas." Por ello disuelve la Comisión Mixta del Corcho creada por D. 13/5/32

También los diplomáticos se han sublevado o al menos también son depurados

Gaceta de Madrid de 23/8/36. D.21/8/36.- "La actitud adoptada por gran número de miembros de la carrera diplomática (...), abandonando colectivamente sus puestos (....)" lleva al gobierno de Madrid a disolver la carrera diplomática tal y como está constituida

Depuración judicial generalizada

Gaceta de Madrid 22/8/36.- Decreto por el que el gobierno podrá separar preventivamente del servicio activo a todos los funcionarios incursos en el Decreto de 21/7/36 (de cesantías) y que tengan conductas que exijan justificación.

Gaceta del 1/9/36 (Orden 28/8/36) Establece que la Junta de Inspección de Tribunales encargada de investigar la ACTITUD Y LA ADHESIÓN AL RÉGIMEN de los funcionarios de la Administración de Justicia pase sus resultados al Fiscal cuanto están finalizados.

Controlar las mentes políticas de las tropas republicanos con comisarios.


Gaceta de Madrid 16/10/36. Orden que crea el Comisariado General de Guerra para "ejercer un control de índole políticosocial sobre los soldados, milicianos y demás fuerzas armadas". Luego nombra comisario general a Julio Álvarez de Vayo (futuro creador del grupo terrorista FRAP) y subcomisario, entre otros, a Ángel Pestaña Núñez.

Ministro de Instrucción Pública en 1936 (Jesús Hernández)

"Es preciso depurar el personal docente, desde los organismos superiores de cultura hasta la escuela primaria (...) Es necesaria, irremediable, la eliminación de todos los profesores y maestros no afectos y muy atentamente, al señorito fascista, al parásito amparado en títulos académicos, he de depurar el cuerpo estudiantil en las universidades e institutos" "Mundo Obrero", 12/9/1936

Los abogados y la abogacía en general también es depurada por el Frente Popular

Decreto 27/7/36.- "Abandonadas por la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid las funciones que le estaban atribuidas y constituida aquella en su inmensa mayoría por elementos desafectos al régimen y en simpatizante connivencia con los alzados contra la República, una nutrida representación de letrados afectos a la República, de acuerdo con los componentes del Frente Popular, se han incautado de dicho Colegio y han designado una Junta Directiva, que se ocupa de las finalidades propias de dicha institución, prestando al Gobierno toda clase de colaboración" A continuación nombra decano a Francisco López de Goicoechea y a los diputados (Gaceta de Madrid de 30/7/36).

Decreto 31/7/36.- "Siendo conveniente que las funciones atribuidas a la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Procuradores de Madrid sean ejercidas por elementos afectos al régimen y teniendo en cuenta que una nutrida representación de Procuradores que componen dicho Ilustre Colegio, de acuerdo con los componentes del Frente Popular, se han incautado del mismo, designando una Junta Directiva que se ocupe de las finalidades propias de dicha institución, prestando al Gobierno toda clase de colaboración, de acuerdo con el Consejo de Ministros y a propuesta del de Justicia, vengo en decretar ...." Nombra decano a Eugenio Ruiz Gálvez y a los vocales.

D. 1/8/36 "Constituida la Junta de la Academia Nacional de Jurisprudencia y Legislación en su gran mayoría por personas que en los actuales momentos y por su actitud pasiva -traducida en la interrupción de la vida académica- no se han hecho acreedores a la confianza del Gobierno para continuar rigiendo un organismo dependiente del Ministerio de Instrucción Pública, un grupo de Académicos afectos a la legalidad, de acuerdo con los componentes del Frente Popular y en nombre del Gobierno de la República, se han incautando de dicha Corporación, designando una Junta que se ocupa de las finalidades de dicha institución, pastando al gobierno toda clase de colaboraciones" Decreta como presidente a Luis Jiménez de Asúa y nombra el resto de cargos (entre ellos a Ángel Galarza Gago y Alejandro Polanco González).


Cierra España.