domingo, 8 de noviembre de 2009

Éste fue el comienzo de ocho años de gobierno republicano y la caída de la monarquía con el derrocamiento de Alfonso XIII.


“No estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. No hay más que una nación: ¡España! Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición que la que se desprendiese de alemanes e italianos".


Juan Negrín (President del Govern de la República Espanyola 1937-1939)

La Segunda República Española fue el estado democrático y republicano que existió en España en el período que abarca desde el 14 de abril de 1931, fecha de proclamación de la misma y de la salida de España del Rey Alfonso XIII, al 1 de abril de 1939, fecha de la victoria definitiva del Bando Nacional en la Guerra Civil Española que siguió al Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936.

Éste fue el comienzo de ocho años de gobierno republicano y la caída de la monarquía con el derrocamiento de Alfonso XIII.


Resultados de las elecciones a Cortes Republicanas.

28 de abril de 1931

PSOE 114

PRR 89

PRS 55

Republicanos de centro 50

Nacionalistas de derecha (PNV, Lliga) 19

Republicanos de centro 50

ERC 36

Otros 34

AR 30

Agrarios 24

ORGA 19

Las causas que motivaron la instauración del régimen republicano fueron principalmente el agotamiento del sistema político de la Restauración y la incapacidad de la monarquía de asumir sus errores durante la Dictadura. A partir de abril de 1931 quedó claro que el descontento popular iba orientado hacia una respuesta antimonárquica y pro republicana.

La II República española llegó al poder en abril de 1931. En ello tuvo mucho que ver la caída de la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera (29 de enero de 1930) que, apoyada por la monarquía, había tenido un triste final.

El nuevo gobierno presidido por el general Dámaso Berenguer trataba inútilmente de volver a la situación anterior a la Dictadura, pero era imposible. El sistema político de la Restauración estaba agotado, gran parte de la opinión pública estaba ya resueltamente en contra de la monarquía. En el verano de 1930, con el gobierno en plena crisis, se produjo un pacto de unión entre diversos sectores del nuevo republicanismo. El así denominado “Pacto de San Sebastián”, clave en el tránsito de la monarquía a la república y firmado por representantes de las principales fuerzas sociales de izquierdas posibilitó una futura acción conjunta antimonárquica.

Sus principales integrantes fueron:

- El republicanismo “histórico”, encarnado en la figura de Alejandro Lerroux, fundador del Partido Radical en 1908.

- La nueva izquierda republicana de Manuel Azaña que junto a Marcelino Domingo y Álvaro Albornoz, representaba los elementos del radical-socialismo.

- Los socialistas, cuyas principales figuras eran Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos. Fue Prieto quien convenció a los socialistas de que se unieran a las posiciones pro republicana.

- El catalanismo de izquierdas con figuras como Carrasco Formiguera, Matías Malliol y Jaume Aiguader.

- El regionalismo gallego, con Casares Quiroga al frente de la ORGA, partido republicano gallego.

- El republicanismo moderado con personajes como Niceto Alcalá Zamora o Miguel Maura. Alcalá Zamora sería elegido presidente del comité revolucionario creado con la firma del Pacto de San Sebastián.

Sin embargo, antes de que dicho pacto pudiera plantearse como una verdadera alternativa pacífica al cambio de sistema, los partidarios más acérrimos de la instauración de la República intentaron la vía golpista. Estimulada por diversos círculos militares (la U.M.R. Unión Militar Republicana) la guarnición de Jaca, con el capitán Fermín Galán y el teniente García Hernández al frente se sublevaron contra la monarquía y proclamaron la República. Su principal error estribó en no romper las comunicaciones con Francia, por lo que el gobierno, enterado del levantamiento, pudo tomar las medidas necesarias para sofocarlo. Aislados los rebeldes, fueron hechos prisioneros y sus cabecillas, Galán y García Hernández fueron fusilados. La República había conseguido así a sus mártires.

La represión no acabó aquí pues todos los firmantes del Pacto de San Sebastián fueron encarcelados por lo que su reputación aumentó mucho desde sus celdas. El rey decidió poner a prueba a la opinión pública convocando elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. La escasa popularidad de la monarquía quedó patente en la victoria de las candidaturas republicanas en todas las principales ciudades españolas. Los datos oficiales señalaron 29.953 concejales monárquicos frente a 8.855 republicanos pero en aquella época los votos de las ciudades eran los que decidían y éstas habían votado mayoritariamente por la República.

La proclamación de la República fue acogida con euforia por la mayoría de la población. Para estas multitudes la republica representaba la esperanza de una nueva España moderna y más justa. Mientras el país celebraba la proclamación de la República, Alfonso XIII abandonaba palacio rumbo a un exilio voluntario. Antes de marcharse dejó a los españoles esta proclama:

"Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo [...]. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fraticida guerra civil [...]. Espero conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del poder real y me aparto de España, reconociéndola como única señora de sus destinos."

La república quedó instaurada inmediatamente y a ojos de la opinión mundial pudo considerarse como un maravilloso ejemplo de civismo y madurez política. Su primer jefe de gobierno fue Alcalá Zamora, pero en el nuevo gabinete ya podía identificarse un alto componente de miembros de corte anticlerical o que ejercían profesiones liberales, representantes de la Institución Libre de Enseñanza. Los más destacados ministros de ese primer gobierno republicano eran Miguel Maura (Gobernación), Fernando de los Ríos (Justicia), Casares Quiroga (Marina), Álvaro de Albornoz (Fomento), Marcelino Domingo (Educación) y Manuel Azaña (Guerra).


Nada más formarse este nuevo gobierno la República tuvo su primer problema ante la reaparición del catalanismo político, que debía su fuerza a una combinación de la expansión económica catalana y su renacimiento literario (Jocs Florals). Desde el balcón de la Generalitat su líder, Francesc Macià, proclamó la Republica Catalana. Varios ministros viajaron rápidamente de Madrid a Barcelona para persuadir a Macià de que abandonara su idea y se mostrara favorable a la adopción de un estatuto de autonomía promulgado por las Cortes, a lo que accedió.

Sin embargo, menos de un mes después de la proclamación de la República (11 de mayo de 1931), el anticlericalismo que ésta había desatado se convirtió en violencia callejera. Después de un enfrentamiento entre monárquicos y republicanos el día anterior, los partidarios de la República prendieron fuego a seis iglesias en Madrid. La policía republicana no hizo nada para impedir la quema de los conventos. Manuel Azaña, futuro presidente de la República, dijo ese día: “Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano”. Los católicos practicantes no olvidaron ni perdonaron esta actitud de las autoridades, los republicanos por su parte, promulgaron una Ley de Defensa de la República

Las elecciones dieron la mayoría de los escaños a los socialistas y republicanos, los partidos que pertenecían a la izquierda y al centro. Manuel Azaña, fue elegido nuevo jefe de gobierno.

La memoria rebregada


La ERC se había formado a partir del partido Estat Catalá de Macía, un ex coronel del ejército que se había pasado del españolismo al catalanismo.

Personaje, un tanto ridículo, que elucubraba desde Francia una invasión “liberadora” de Cataluña con apoyos de Moscú. A él se unió el grupo de Companys, un abogado que había adquirido cierto renombre defendiendo anarquistas y que presidía la agrupación Republicá Catalá, además participaban otros elementos procedentes del entorno del periódico L´Opinió. Se trata pues de un partido de oportunidad, que sólo logró protagonismo gracias a las negligencias y convulsiones que caracterizaron a la II República. No en vano, José Pla, el más insigne escritor de la cultura catalana, juzga a la Esquerra, diciendo que estaba “llena de los tópicos del humanismo más insincero y tronado”.

La proclamación de la II República da la posibilidad a este grupúsculo de obtener un protagonismo impensable frente al nacionalismo moderado de Cambó y la Lliga, hasta entonces principal representante del catalanismo.

Maciá secundado por Companys, concejal electo, se apropia el día 14 de abril de 1931, por la vía de hecho del ayuntamiento y diputación de Barcelona proclamando la República Catalana. Normalizada la situación institucional ERC, aprovecha la popularidad ganada por el golpe de efecto que aunó republicanismo y catalanismo en el momento más oportuno, y obtiene en Cataluña, en las primeras elecciones republicanas, un magnifico resultado, que una vez aprobado el polémico estatuto de autonomía de Cataluña, catapultó, primero a Macía, y tras su muerte a Companys, a la presidencia de la Generalidad de Cataluña.

La Constitución de la República Española de 1931 fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 por las Cortes Constituyentes tras las elecciones generales españolas de 1931 que siguieron a la proclamación de la Segunda República y estuvo vigente hasta el final de la Guerra Civil Española en 1939. La República española en el exilio continúo reconociendo su vigencia hasta 1977, cuando el proceso político de la llamada Transición Española permitió la redacción de una nueva Carta Magna democrática.

La constitución se organizaba en 9 capítulos (125 artículos en total) y dos disposiciones transitorias.

Con la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931 se convocan elecciones a unas Cortes Constituyentes en 28 de junio. Una de sus primeras tareas fue confirmar como presidente a Niceto Alcalá Zamora y su gabinete. Una vez aprobada procede a elegir al Presidente de la República, siendo electo Alcalá Zamora (12 de diciembre) tras lo cual ejerce la función de Cortes.

El título III Derechos y deberes de los españoles, subdividido en libertades y derechos individuales (Capítulo I: Garantías individuales y políticas) y sociales (Capítulo II: Familia, economía y cultura), reconocía la libertad religiosa, de expresión, reunión, asociación y petición (derecho de toda persona a dirigir una petición al gobierno), el derecho de libre residencia y de circulación y de elección de profesión, inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia, igualdad ante la justicia, protección a la familia, derecho al divorcio, derecho al trabajo, derechos a la cultura y la enseñanza, artículos sobre la relación entre Iglesia Católica y Estado. Por otro lado, se suprimía todo privilegio de clase social y de riqueza, lo que equivalía a anular la nobleza como entidad jurídica. Se apuntaba también la posibilidad de socialización de la propiedad y de los principales servicios públicos, aunque en definitiva los proyectos de nacionalización de la tierra, las minas, los bancos y los ferrocarriles nunca se llevaron a cabo.

España es definida como "una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y Justicia". Hace compatible la unidad del Estado y la autonomía de los municipios y regiones. Se renuncia al uso de la guerra como instrumento político. El sufragio es universal para hombres y mujeres mayores de 23 años conforme a las leyes.

El poder legislativo reside en las Cortes, constituidas por una asamblea unicameral llamada Congreso de los Diputados elegida directamente. Su mandato es de cuatro años reelegibles indefinidamente y se reúnen ordinariamente entre febrero-abril y octubre-noviembre, y extraordinariamente a petición del Presidente de la República. Tiene la iniciativa de las leyes junto con el Gobierno. Puede delegar en el Gobierno la capacidad de legislar por decreto sobre materias autorizadas. El Congreso elige una Diputación Permanente de Cortes, compuesta por 21 representantes de las facciones políticas en proporción a los escaños que cada una de ellas tiene en las Cortes. Está encargada de conocer los casos de suspensión de las garantías constitucionales, los decretos-leyes, la detención y el procesamiento de los diputados. El Gobierno debe contar con el respaldo de las Cortes y se le puede formular un voto de censura.

Se establece el mecanismo del referéndum popular. Debe ser formalizado por un 15% del cuerpo electoral y no puede referirse a tratados internacionales, leyes tributarias o estatutos regionales.

El Poder ejecutivo estaba a cargo del Presidente de la República que es el Jefe de Estado. El Presidente tiene un mandato de seis años, sin reelección hasta que pase un periodo de seis años después de abandonar su mandato. Su elección la efectúan las Cortes junto a un número de compromisarios igual al de diputados, elegidos por sufragio universal.

Le corresponde nombrar y separar al Presidente del Gobierno y, a propuesta de éste, a los ministros. Declarar la guerra previa autorización de las Cortes, firmar y negociar los tratados internacionales, autorizar los decretos refrendados por el ministro correspondiente, ordenar medidas urgentes. Dictar por decreto, previo acuerdo unánime del Gobierno y la aprobación de la Diputación Permanente, las medidas de urgencia o cuando lo demande la defensa de la República. Tiene veto suspensivo, el cual puede ser revocado por dos tercios de las Cortes. Puede disolver las Cortes hasta dos veces como máximo durante su mandato, la cual será examinada por las nuevas Cortes y resolver su necesidad. Las Cortes pueden destituir al Presidente con tres quintos de los votos.

El Gobierno está conformado por el Presidente del Consejo de Ministros y los ministros. Le corresponde la dirección superior del Estado y los servicios públicos. El Consejo puede elaborar proyectos de ley, dictar los decretos, ejercer la potestad reglamentaria y deliberar sobre asuntos de interés público general.


El poder judicial está a cargo del Tribunal Supremo y cortes subordinadas a éste. Se crea un Tribunal de Garantías Constitucionales con la competencia de resolver principalmente la inconstitucionalidad de las leyes, los recursos de amparo y los conflictos de competencia legislativa.

La Constitución puede ser reformada a propuesta del Gobierno o de una cuarta parte de los miembros de las Cortes. Una vez aprobada la reforma, por mayoría absoluta (provisoriamente para los cuatro primeros años de vigencia de la Constitución se requieren dos tercios de los diputados), se procede a la elección de una Asamblea Constituyente que decidirá sobre la propuesta y posteriormente actuará como Cortes ordinarias.

 El Estado se organiza en municipios, los cuales están agrupados en provincias. Las provincias se pueden organizar en regiones autónomas. Para constituir una región autónoma se requiere que sea propuesto por la mayoría de sus municipios o que representen dos tercios del censo electoral; posteriormente debe ser aprobado por dos tercios de los electores de la región y que finalmente lo aprueben las Cortes junto con el Estatuto propuesto. Bajo este procedimiento se constituyeron como regiones autónomas Cataluña (1932) y el Vascongadas (1936). En Galicia fue aceptada la propuesta por plebiscito en 1936 pero su ratificación por las Cortes quedo interrumpida por el comienzo de la Guerra Civil.


Tras la proclamación de la República tomó el poder un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora desde el 14 de abril hasta el 14 de octubre de 1931, fecha en que presentó su dimisión por su oposición al laicismo del Estado, recogido en el artículo 26 de la nueva Constitución, siendo sustituido por Manuel Azaña. El 10 de diciembre de 1931 fue elegido Presidente de la II República Española Niceto Alcalá-Zamora, por 362 votos de los 410 diputados presentes (la Cámara estaba compuesta por 446 diputados). En este cargo se mantuvo hasta el 7 de abril de 1936, cuando el nuevo gobierno del Frente Popular pidió su dimisión por haber convocado dos veces elecciones generales en un mismo mandato, lo que podía considerarse una extralimitación de sus prerrogativas (a pesar de que los frentepopulistas habían cosechado un triunfo electoral en la última, pero que el PSOE había sido desalojado del Gobierno a causa de la anterior, junto con un pacto de la oposición con los que antes habían apoyado a las dictaduras) volviendo a sustituirle Manuel Azaña.

El 28 de junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes, que elaboraron y aprobaron una Constitución el día 9 de diciembre del mismo año.


La Constitución de la Segunda República supuso un avance notable en el reconocimiento y defensa de los derechos humanos por el ordenamiento jurídico español y en la organización democrática del Estado: dedicó casi un tercio de su articulado a recoger y proteger los derechos y libertades individuales y sociales, amplió el derecho de sufragio activo y pasivo a los ciudadanos de ambos sexos mayores de 23 años y residenció el poder de hacer las leyes en el mismo pueblo, que lo ejercía a través de un órgano unicameral que recibió la denominación de Cortes o Congreso de los Diputados y, sobre todo, estableció que el Jefe del Estado sería en adelante elegido por un colegio compuesto por Diputados y compromisarios, los que a su vez eran nombrados en elecciones generales.

Todos ellos son distintivos de la preocupación republicana por la soberanía popular y la democracia efectiva, por lo que es posible enunciar una serie de principios que la Constitución incorporó o reafirmó como elementos esenciales del ordenamiento jurídico español:

El principio de igualdad de los españoles ante la Ley, al proclamar a España como "una república de trabajadores de toda clase".

El principio de laicidad, por el que se iba más allá de la mera separación entre la Iglesia y el Estado para adentrarse en un ámbito de total eliminación de la religión de la vida política.

El principio de elección y movilidad de todos los cargos públicos, incluido el Jefe del Estado.

El principio monocameral, más acorde a la democracia, que suponía la eliminación de una segunda Cámara aristocrática o de estamentos privilegiados y por el cual el poder legislativo sería ejercido por una sola Cámara.


Se preveía la posibilidad de la realización de una expropiación forzosa de cualquier tipo de propiedad, a cambio de una indemnización, para utilización social así como la posibilidad de nacionalizar los servicios públicos.

Amplia declaración de derechos y libertades. Concedía el voto desde los 23 años con sufragio universal también femenino.

Separación de la Iglesia y el Estado, además del reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio.

Las buenas intenciones de la República se enfrentaron con la cruda realidad de una economía mundial sumida en la Gran Depresión, de la que el mundo no se recuperó hasta después de la Segunda Guerra Mundial. En términos de fuerzas sociales, la Segunda República surgió porque los oficiales del ejército no apoyaron al rey, con el que estaban molestos por haber aceptado éste la dimisión de Primo de Rivera, y a un clima de creciente reivindicación de libertades, derechos para los trabajadores y tasas de desempleo crecientes, lo que resultó en algunos casos en enfrentamientos callejeros, revueltas anarquistas, asesinatos por grupos extremistas de uno u otro bando, golpes de estado militares y huelgas revolucionarias.

En España la agitación política tomó además un cariz particular, siendo la Iglesia objetivo frecuente de la izquierda revolucionaria, que veía en los privilegios de que gozaban una causa más del malestar social que se vivía, lo cual se tradujo muchas veces en la quema y destrucción de iglesias. La derecha conservadora, muy arraigada también en el país, se sentía profundamente ofendida por estos actos y veía peligrar cada vez más la buena posición de que gozaba ante la creciente influencia de los grupos de izquierda revolucionaria. Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, la Segunda República sufrió un severo aislamiento, ya que los grupos inversores extranjeros presionaron a los gobiernos de sus países de origen para que no apoyaran al nuevo régimen democrático, temerosos de que las tendencias socialistas que cobraban importancia en su seno, terminaran por imponer una política de nacionalizaciones sobre sus negocios en España. Para comprender esto es clarificador saber que la compañía Telefónica era un monopolio propiedad de la norteamericana "International Telephone and Telegraph" (ITT), que los ferrocarriles y sus operadoras estaban fundamentalmente en manos de capital francés, y que las eléctricas y los tranvías de las ciudades pertenecían a distintas empresas (mayormente británicas y belgas). Todo ello motivó y alentó a muchos generales conservadores para que planificaran insurrecciones militares y golpes de estado contra la república. Sus intenciones se materializarían primero en la Sanjurjada de 1932 y en el fallido golpe de 1936, cuyo resultado incierto desembocó en la Guerra Civil Española.

La sociedad española de los años Treinta era fundamentalmente rural: un 45,5 % de la población activa se ocupaba en la agricultura, mientras que el resto se repartía a partes iguales entre la industria y el sector servicios. Estas cifras describen una sociedad que aún no había experimentado la Revolución Industrial. En cuanto a sindicatos y partidos políticos, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), cuya lista fue la más votada para las elecciones constituyentes de 1931, contaba con 23 000 afiliados; su organización hermana, el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) ya contaba en 1922 con 200 000 afiliados; el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) tenía en septiembre de 1931 unos 800 000 afiliados. Otras organizaciones, como el Partido Comunista de España (PCE) tenían una presencia nominal y no cobraron fuerza hasta el comienzo de la Guerra Civil. En cuanto a los nacionalismos, la "Lliga Regionalista de Cataluña" liderada por Francesc Cambó había apoyado abiertamente la dictadura de Primo de Rivera, y por ello permaneció al margen de la política durante la República, mientras que otros partidos políticos catalanes, más escorados hacia la izquierda o el independentismo, fueron los que tuvieron mayor protagonismo; en el caso del Vascongadas y Navarra, cabe mencionar que aún no se había consumado la ruptura entre el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y la Comunión Tradicionalista (CT), integrada ésta última por los carlistas.


Cierra España.

La República fue acogida con alborozo por la Masonería española

Entre el advenimiento de la República, tras las elecciones municipales de abril de 1931 y 1934, la Masonería española tuvo su teórico mejor momento en cuanto al número y aparente calidad de sus miembros, aunque la realidad es que la Orden admitió en su seno a profanos que en muchas ocasiones carecían de las cualidades morales y espirituales que definen a un masón, sin que eso signifique, en todos los casos, que no estuvieran dotados de otras.


El resultado fue que estos nuevos hermanos propiciaron una no deseable politización de las logias, que las apartó del trabajo puramente masónico. La orientación que los recientes miembros de los talleres imprimieron al trabajo masónico fue pagada muy duramente por la Orden en los años sucesivos.

La República fue acogida con alborozo por la Masonería española, «La República es nuestro patrimonio» titulaba el Boletín Oficial del Supremo Consejo del 33 y último Grado para España y sus dependencias. En aquel momento, el total de logias del Grande Oriente Español llegaba a 167, y el numero de miembros apenas era superior a los 5.000, de los que 17 eran ministros, 5 subsecretarios, 15 directores generales, 183 diputados a Cortes (de un total de 470), 5 embajadores, 9 generales de división y 12 generales de brigada. De entre ellos se pueden destacar, hasta el año 1934 a: don Manuel Azaña Díaz, ministro de la Guerra, presidente del Consejo de Ministros y más tarde presidente de la República; don Alejandro Lerroux y Gracia, ministro de Estado y presidente del Consejo de Ministros; don Diego Martínez Barrio, Gran Maestre, ministro de Comunicaciones, Guerra y Gobernación y presidente del Consejo de ministros; don Fernando de los Ríos Urruti, ministro de Justicia, Instrucción Pública y Estado; don Marcelino Domingo San Juan, ministro de Instrucción Pública y Agricultura; don José Giral, ministro de Marina; don Alvaro de Albornoz Liminiana, ministro de Fomento y de Justicia y presidente del Tribunal de Garantías Constitucionales; don Emilio Palomo, gobernador de Madrid, subsecretario y ministro de Comunicaciones; don Juan Botella Asensi, ministro de Justicia; don Rafael Guerra del Rio, ministro de Obras Publicas; don Juan José Richa García, embajador en Portugal, presidente del Consejo de Estado, ministro de la Guerra y de Marina; don Gerardo Abad Conde, subsecretario de Comunicaciones, presidente del Consejo de Estado, y vocal del Tribunal de Garantías; don Rodolfo Llopis, director general de Primera Enseñanza; don Mateo Hernández Barroso, director general de Telégrafos; don José Salmeron, director general de Obras Públicas y de Montes; don Antonio Pérez Torreblanca, director general de Agricultura; don Ramón Franco Bahamonde, director general de Aeronáutica; don Augusto Barcia, Soberano Gran Comendador, delegado del Gobierno en el Consejo Superior Bancario; don Benito Artigas Arpón, delegado del Gobierno en los Canales del Lozoya y director general de Comercio y Política Arancelaria; don José Domínguez Barbero, ministro del Tribunal de Cuentas; don Salvador Albert Pey, embajador en Bélgica; don Francisco Maciá, presidente de la Generalidad de Cataluña; don Rafael Salazar Alonso, presidente de la Diputación provincial de Madrid y ministro de la Gobernación; don Eduardo Ortega Gasset, gobernador civil de Madrid; don Pedro Rico López, alcalde de Madrid; don Carlos Esplá Rizo, subsecretario de Gobernación; don Eduardo López Ochoa, capitán general de Cataluña, inspector general de la Tercera Inspección de Ejército y vocal representante del ministerio de la Guerra en el tribunal revisor de los fallos por Tribunales de Honor; don Jaime Ayguadé, alcalde de Barcelona; don Casimiro Giralt, consejero de la Generalidad de Cataluña; don Dionisio Correas, consejero de Cultura; don Ramón González Sicilia, director general de Primera Enseñanza y subsecretario de Instrucción Pública; don Demófilo de Buen, consejero de Estado, presidente de la Sala Quinta del Tribunal Supremo; don Luis Jiménez Asúa, vicepresidente primero del Consejo Superior de Protección de Menores; don Antonio Jaén, ministro de España en Perú; don Manuel Torres Campaña, subsecretario de Gobernación y de la Presidencia del Consejo; don José Moreno Galvache, subsecretario de Agricultura, de Industria y Comercio y de Instrucción Pública; don Nicolás Sánchez Belastégui, delegado del Gobierno en los servicios hidráulicos del Guadalquivir; don Ramón Carreras Pons, comisario general de Cataluña; don Fernando Valera Aparicio, director general de Agricultura y subsecretario de Justicia; don Pedro Vargas Guerendiain, subsecretario de Comunicaciones; don Sidonio Pintado, consejero de Cultura; don Gabriel González Taltabull, vocal del Tribunal de Garantías; don Ramón Pérez de Ayala, embajador en Inglaterra; don Rafael Blasco García, vocal suplente del Tribunal de Garantías; don Pedro Armasa Briales, subsecretario de Instrucción Pública; don Luis Doporto Marchori, director general del Instituto Geográfico, gobernador civil de Valencia y consejero de Cultura; don Eloy Vaquero Cantillo, director general de Previsión y Acción Social; don Angel Rizo Bayona, delegado del Estado en el Consorcio Nacional Almadrabero; don José Juncal, embajador en Portugal; don Antonio Tuñon de Lara, director general de Beneficencia; don Alvaro Pascual Leone, director General de Administración Local; don Antonio Montaner Castaño, gobernador civil de Sevilla y director general de Ferrocarriles; don Angel Galarza Gago, fiscal de la República, director general de Seguridad y Subsecretario de Comunicaciones.

La práctica totalidad de los arriba nombrados fueron, además de los cargos indicados, diputados de las Cortes de la República, como lo fueron los también masones: don Melquiades Alvarez González, don Eugenio Arauz Pallardo, don Sebastián Banzo Urrea, don Francisco Azirín Izquierdo, don Miguel Bargalló Ardevol, don Eduardo Barriobero Herrán, don Luis Bello Trompeta, don Cayetano Bolívar Escribano, don Miguel de Cámara Cendoya, don Hermenegildo Casas Jiménez, don Adolfo Chacón de la Mata, don Andrés Domingo Martínez, don Eladio Fernández Egochaga, don Joaquín García Hidalgo Villanueva, don Pedro Vicente Gómez Sánchez, don Miguel Granados Ruiz, don Emilio González López, don Julio Just Jimenez, don Eduardo Layret Foa, don Julio María López Orozco, don Vicente Marco Miranda, don Lucio Martínez Gil, don José Martín Gómez, don Mariano Merediz Díaz-Parreño, don Manuel Moreno Mendoza, don Manuel Morón Díaz, don Manuel Muñoz Martínez, don César Oarrichena Jenaro, don Manuel Olmedo Serrano, don Alonso Pérez Díaz, don Joaquín Pérez Madrigal, don Domingo Pérez Trujillo, don Manuel Portela Valladares, don César Puig Martinez, don Romualdo Rodríguez Vera, don Amós Sabras Gurrea, don Juan Antonio Santander Carrasco, don Francisco Saval Moris, don Jaime Simó Bofarrull, don Narciso Vázquez Lemus y don Rodolfo Viñas Arco. (6)

Todos los nombres de las personas que han sido incluidos en esta página como miembros de la Masonería española, proceden de los Boletines Oficiales del Grande Oriente Español y del Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para España y sus Dependencias.

Cierra España.

Sobre Paracuellos

Durante el verano de 1936, en plena guerra civil se produjo el primer fusilamiento en masa, aún cuando todavía no se había producido ningún importante enfrentamiento bélico. El día 12 de agosto ingresaron en la Cárcel Modelo de Madrid, los 40 supervivientes de la masacre que se produjo en ée andén de la estación de Vallecas, al llegar el tren procedente de Jaén con unos 300 presos destinados a las carceles madrileñas. Entre los que salvaron milagrosamente la vida se encontraban dos ex-alumnos del Colegio de El Escorial, que tras pasar un tremendo calvario, fueron llevados primeramente al Ayuntamiento de Vallecas, después a la Casa del Pueblo de la misma localidad y por último, un desfile por varias checas de la capital hasta terminar por fin en la Cárcel Modelo donde se hacinaban cientos de presos comunes y miles de detenidos por el Frente Popular. Entrando, aún con el susto metido en el cuerpo, pudieron relatar a sus compañeros lo sucedido.


(Copia literal del Libro: "La Dominacion Roja en España. Causa General". Páginas 177-178)

Venían de Jaén unos trescientos detenidos, prensados en el tren. Cerca ya de Madrid, en Villaverde, se apoderaron de ellos los milicianos del pueblo, a pesar de los cuarenta guardias civiles encargados de su custodia, y comienzan allí mismo el fusilamiento más feroz e inhumano en grupos de veinticinco, sin indagar sus personas ni delitos. Hay tristes escenas de padres, que presencian la muerte de sus hijos y viceversa. El Obispo de Jaén, Excmo. E Ilustrísimo Sr. Don Manuel Basulto, cae de rodillas exclamando:

---Perdona, Señor, mis pecados y perdona también a mis asesinos:


---Esto es una infamia, exclama su hermana Teresa, yo soy una pobre mujer.


---No te apures, se le contesta, a ti te matará una mujer.

Y acto seguido, se adelanta una desgreñada miliciana llamada Josefa Coso "La Pecosa", que la sacrifica allí mismo a sangre fría. Cuando faltaban unos cuarenta, se adelanta del grupo Leocadio, joven de 19 años, y, encarándose con el jefe de milicias, le dice que él responde con su vida de todos los del grupo remanente. Y ¡oh prodigio! El feroz mandamás suspende las ejecuciones amenazándole:

---¡Ay de ti, si me engañas! Llevad a éstos a Vallecas y que demuestren su inocencia.

Hasta aquí el relato de lo sucedido por el testigo. Pero la historia completa según los documentos es la siguiente:

El Excmo. E Ilmo. Sr. Obispo de Jaén, Don Manuel Basulto Jiménez, fue traído de aquella ciudad para ser asesinado en el lugar conocido con el nombre de "Pozo del Tío Raimundo", próximo al Cerro de Santa Catalina, del término de Vallecas (Madrid), en unión de su hermana y del Deán y Vicario General de aquella Diócesis, Don Félix Pérez Portela. Las expresadas víctimas, juntamente con unos doscientos detenidos de aquella provincia, bajo pretexto de ser trasladados a la Prisión de Alcalá de Henares, fueron conducidos a un tren especial que sobre las once de la noche del día 11 de agosto de 1936 salió de Jaén custodiado por fuerza armada, siendo el trayecto constantemente vejados por las turbas que esperaban en las estaciones de paso y que los insultaban y apedreaban, llegando el convoy a Villaverde (Madrid), donde fue detenido por los marxistas, que con gran insistencia pedían les fueran entregados los presos para asesinarlos. El Jefe de la fuerza que venía custodiando a los detenidos habló entonces por teléfono con el Ministro de la Gobernación rojo, y el resultado de la conferencia fue retirar las fuerzas mencionadas, dejando en poder de la chusma a los ocupantes del tren, que fue desviado de su trayectoria a Madrid y llevado a una vía o ramal de circunvalación hasta las inmediaciones del lugar ya mencionado del "Pozo del Tío Raimundo". Rápidamente empezaron los criminales a hacer bajar del tren tandas de presos, que eran colocados junto a un terraplén y frente a tres ametralladoras, siendo asesinados el Excelentísimo e Ilmo. Sr. Obispo y el Vicario General Don Félix Pérez Portela. La hermana del Sr. Obispo, que era la única persona del sexo femenino de la expedición, llamada doña Teresa Basulto Jiménez, fue asesinada individualmente por una miliciana que se brindó a realizarlo, llamada Josefa Coso "La Pecosa", que disparó su pistola sobre la mencionada señora, ocasionándola la muerte; continuando la matanza a mansalva del resto de los detenidos, siendo presenciado este espectáculo por unas dos mil personas, que hacían ostensible su alegría con enorme vocerío. Estos asesinatos, que comenzaron en las primeras horas de la mañana del 12 de agosto de 1936, fueron seguidos del despojo de los cadáveres de las víctimas, efectuado por la multitud y por las milicias, que se apoderaron de cuantos objetos tuvieran algo de valor, cometiendo actos de profanación y escarnio y llevando parte del producto de la rapiña al local del Comité de Sangre de Vallecas, cuyos dirigentes fueron, con otros, los máximos responsables del crimen relatado.

(Copia literal del Libro: La causa General. Páginas 177-178)

LOS PRIMEROS ASESINATOS EN LA ESTACIÓN DEL POZO

El jueves 11 de marzo de 2004 Madrid sufrió el más trágico atentado terrorista de su historia con 191 muertos y más de 1.500 heridos. En varios trenes cerca de las estaciones de El Pozo del Tío Raimundo, Santa Eugenia y Atocha. El dolor y el luto nacional anularon la campaña electoral por decisión unánime de los políticos. Tres días después se celebraron las elecciones generales que dieron la victoria contra todo pronóstico al PSOE tras ocho años de gobierno del Partido Popular, aunque este trágico suceso no fue el primero que ocurrió en El Pozo del Tío Raimundo.

Así el mismo día 10 de agosto de 1936, y después de la salida de un primer tren repleto de presos procedentes de la catedral de Jaén –convertida en prisión donde se encontraban 1.200 presos procedentes de la misma capital y de otras localidades de la provincia - con destino a la cárcel de Alcalá de Henares vía Madrid, se organizó otra consecutiva expedición –en un segundo tren- también procedente de Jaén capital con otros 250 presos y con el mismo destino que el anterior. Horas antes de que éste segundo tren llegara a Vallecas, hizo una parada en el cercano y anterior pueblo de Perales del Río, según declaración de don Venancio Martínez González, el 19 de diciembre de 1939, ante los jueces de la Causa General.

Desde entonces el llamado segundo Tren de la Muerte que llegó el día 12 del mismo mes a las proximidades de Madrid, la entonces cercana localidad de San Cristóbal de los Ángeles, donde se encontraba la ‘estación o apeadero de Santa Catalina’ cercana al pueblo de Vallecas, allí, un abundante número de milicias armadas procedentes de dicho pueblo les esperaban en el apeadero, haciéndose de inmediato con los diez vagones del convoy y conduciéndolos acto seguido a un lugar llamado ‘El Pozo del Tío Raimundo’.

En éste segundo tren, según declaró el superviviente don Andrés Portillo Ruiz, bajo juramento en la Causa General:

“Entonces como ya estábamos en poder de los rojos, estos pusieron el tren en marcha con dirección a Alcalá de Henares, pasado en ésta línea el apeadero de Santa Catalina, hay un sitio que se llama ‘POZO DEL TIO RAIMUNDO’ donde paró el tren y bajando a los detenidos por la cabeza del tren de 10 en 10 no sin antes quitarles todo cuanto a ellos se les figuraba de valor...”

Acto seguido les hicieron bajar a todos, y en pequeños grupos los fueron fusilando en el repecho que había próximo al cerro de Santa Catalina, mientras que unos 40 lograron salvarse saltando del tren en el momento de ser éste detenido en aquel apeadero. Estos fueron seguidamente detenidos y conducidos al pueblo de Vallecas, donde después de una larga deliberación entre milicianos y miembros de los comités del pueblo, fueron posteriormente conducidos a la cárcel Modelo de la capital, según relata en su libro Don Angel Aparicio Alonso:

Un día llegaron SEIS detenidos procedentes de Jaén. Eran los supervivientes del ‘tren de la muerte’, que fue detenido en Vallecas... Nos contaron el caso del sacerdote al que torearon y mataron con un estoque, como si de un toro se tratara”.


Algunos de ellos serían más tarde asesinados en Paracuellos, mientras que todos los demás unos 189, fueron enterrados en dos nuevas zanjas abiertas junto a las tapias del cementerio de Vallecas.

Después de la guerra, se lograron rescatar un total de 206 cadáveres entre ellos el del Sr. Obispo de Jaén Monseñor Manuel Basulto Jiménez, junto con su hermana Teresa y el Vicario General D. Félix Pérez Portela y demás compañeros, los cuales fueron exhumados y trasladados a sus lugares de origen. En la catedral de Jaén se encuentran varias lápidas de mármol con los nombres de todos ellos, a excepción de algunos y de dos monjas Hijas de la Caridad que también fueron fusiladas.

Recordemos que en la misma estación de Atocha durante aquella época, ya funcionaba una checa en el llamado ‘Salón Regio’ –entonces Salón Rojo-, la cual fue trasladada en octubre de 1936 a la calle Príncipe de Vergara, número 9, siendo sus miembros integrantes de las Milicias Ferroviarias Aragonesas de la CNT, y dirigidas por Eulogio Villalba Corrales.

Fuente: www.martiresdeparacuellos.com

Cierra España.

Anarquismo en España.

Hace unos días, se abrió un buen debate que empezó, con los motivos que nos llevaron en el 36 a la guerra civil y de esta pasamos a comentar los diferentes partidos y sindicatos, que actuaron en dicho hecho histórico, dejando una pequeña laguna sobre uno de los grupos o ideologías que actúan en la misma, con datos reales y dentro de una base objetiva sobre la ideología y de donde salio el movimiento al que me réferi, tanto en Europa en el siglo XIX, como en la España del XX, así que paso a dar mi opinión sobre la corriente ideología conocida como anarquismo.


Según varias enciclopedias y diccionarios, anarquismo es una doctrina que propugna la autonomía individual y anular todo poder público o forzado. En resumen, es una ideología política de origen ético que busca generar un orden voluntario, esta definición de anarquismo es consecuencia de dos axiomas éticos y lógicos: la auto propiedad (soberanía individual) y la no coacción (acción voluntaria).

Conceptos ácratas elementales como contrato libre, asociación voluntaria, igual libertad, apoyo mutuo, autogobierno, ley policéntrica, ética de acción o acción directa, se deducen de ambos principios, auto propiedad y no coacción, que son fundamento innegable del anarquismo. Esto genera en los anarquistas un profundo rechazo al estatismo en particular y al autoritarismo en general.

El anarquismo es una doctrina y movimiento radical que promueve la anarquía o acracia, es decir, la autonomía de cada individuo. Es contrario al gobierno o autoridad obligatoria (ej. el Estado) y promueve el autogobierno de personas y asociaciones. La palabra 'anarquía' deriva del griego αναρχια anarchia, de αναρχος anarchos 'no amo'.

Principios fundamentales del anarquismo son la auto propiedad de cada individuo, y la no coacción. Así, los únicos medios coherentes con estos principios son instituciones, derechos y obligaciones, que sean resultado de contratos libres o pactos voluntarios entre individuos soberanos.

El anarquismo se desarrolla en la edad contemporánea (siglos 19 y 20), siendo un movimiento continuamente involucrado en asuntos contemporáneos, con una base filosófica individualista-racionalista y asociativa, la Reforma desarrolla las bases del libre examen y del pensamiento crítico; y con la Ilustración y el Romanticismo con base en la razón y la libertad respectivamente, servirán de fundamento para el anarquismo, surgen los liberales radicales, que junto a los socialistas utópicos han sido considerados dos precursores cercanos del anarquismo moderno, pensadores y activistas previos como William Godwin o Gustave de Molinari, el anarquismo se desarrolla ya en el siglo 19 primero con la obra de Pierre-Joseph Proudhon, para luego expandirse y fortalecerse llegando las primeras discusiones en la Primera Internacional especialmente con la militancia y el pensamiento de Mijail Bakunin, en Europa se dan a conocer las escuelas clásicas del anarquismo: mutualismo, anarco colectivismo y anarco comunismo, el siglo 20 conoció varias rebeliones (ej. mayo francés), movimientos emancipadores (ej. escuela modelo) y algunas revoluciones de influjo anarquista como la zapatista, la majnovista o la catalana. En esta última se formaron, de la mano de la CNT, multitud de colectividades que luego fueron suprimidas por la república. En ese mismo siglo, si bien su influencia decrece, se desarrollan nuevas escuelas dentro del anarquismo socialista7 y del anarquismo de mercado,8 que además reciben aportes de movimientos y corrientes radicales paralelas.

El anarquismo en España, históricamente ganó un gran respaldo e influencia en el territorio español, especialmente antes de la victoria de Francisco Franco en la Guerra Civil española, y durante esta (entre 1926 y 1947), al iniciarse la llamada Revolución Española como respuesta al intento de golpe de estado, existieron numerosas variantes de anarquismo en España: el anarquismo del campesinado en la zona rural de Andalucía; el anarcosindicalismo urbano en Cataluña, particularmente en su capital Barcelona, y lo que es a veces llamado anarquismo "puro" en otras ciudades tales como Zaragoza. Sin embargo, estos movimientos tenían y compartían varias similitudes ideológicas, los éxitos de los movimientos anarquistas fueron esporádicos, organizaban huelgas que terminaban por expandirse por el resto del país, las represiones de la policía reducían el número de manifestantes, pero al mismo tiempo esto provocaba un fenómeno de radicalización en aquellos miembros, ayudó a liderar una época de violencia mutua a principios del siglo XX, en la cual anarquistas armados y pistoleros, mercenarios pagados por dueños de empresas, se convirtieron en responsables de muchos asesinatos políticos.

En el siglo XX, la violencia comenzó a decaer, y el movimiento ganó velocidad con el alzamiento del anarcosindicalismo y la creación del gran sindicato libertario, la CNT. Las huelgas generales llegaron a hacerse comunes, y una gran porción de la clase obrera española adoptó las ideas anarquistas, la FAI fue creada como una asociación puramente anarquista, con la intención de mantener la CNT centrada en los principios del anarquismo, desempeñaron un papel destacado en la lucha armada en contra de Franco durante la Guerra Civil Española, una revolución social a gran escala se expandió a través de todo el territorio español bajo el dominio republicano, donde las tierras y fábricas fueron colectivizadas y controladas por los trabajadores, la revolución empezó a decaer con el crecimiento de la afiliación y el ascenso al gobierno a mediados de 1937 del Partido Comunista de España (PCE), cuya política era determinada desde el ministerio de exterior de la Unión Soviética estalinista, inició una política de militarización progresiva y asimilación de las distintas milicias bajo un ejército profesional(ejército popular), jerarquizado y bajo control directo de la administración estatal, así como un fortalecimiento y recuperación del control institucional del Estado, incrementando su carácter represivo, con el fin contrarrestar la influencia de los principales grupos revolucionarios y milicianos y restringir su libertad y margen de acción, tales como la prohibición del periódico de la FAI, y la censura de otros medios.

A mediados del siglo XIX, las ideas revolucionaras eran generalmente desconocidas en España, la fundación de un movimiento entre los seguidores de Proudhon, conocidos como federalistas, el más famoso de ellos fue Francisco Pi y Margall (nombrado, en su muerte, "El más sabio de los federalistas, casi un anarquista" por el pensador anarquista Ricardo Mella), sentimientos asociados con el anarquismo, tales como el anticlericalismo y la abolición del gobierno, fueron diseminados por España, existía el malestar en el interior del campesinado, el cual no se relacionó con ningún movimiento político en particular, pues éste había nacido debido a otras circunstancias, lo mismo ocurrió en las ciudades; mucho antes de que los trabajadores estuviesen familiarizados con el anarcosindicalismo, hubo huelgas generales y otros conflictos entre los trabajadores y sus patrones.

El primer intento exitoso de introducir masivamente el anarquismo en España fue en 1868, Giuseppe Fanelli llegó a España en un viaje planeado por Mijaíl Bakunin con el objetivo de reclutar miembros para la Primera Internacional, una organización internacional que ayudó a unificar los grupos obreros para el beneficio de la clase trabajadora, la cual posteriormente sería dominada por los marxistas, hablaba en francés e italiano, así que los presentes sólo podían comprender muy poco de lo que el estaba diciendo, excepto un hombre, Tomás González Morago, quien sabía francés, Anselmo Lorenzo dio cuenta de su oratoria, las clases trabajadoras fueron muy susceptibles a una ideología que atacaba a las instituciones que ellos mismos percibían como opresivas, a saber: el Estado con su corrupción y brutalidad, el capitalismo con sus doce docenas divididas entre la sufrida pobreza y la gran riqueza, y la omnipotente y represiva institución de la religión organizada, la Primera Internacional fue pronto establecida en Madrid, siguiendo "la idea" introducida por Fanelli, comenzaron a mantener encuentros, dar discursos, y atraer a más seguidores, en 1870, la sección madrileña de la Internacional había ganado súbitamente 2.000 miembros.

El anarquismo ganó una lista mucho más grande de seguidores en Barcelona, ya un baluarte de la rebelión del proletariado, luddismo, y sindicatos. La clase trabajadora militante, tal como en Madrid, fue introducida en la filosofía del anarquismo a fines de la década de 1860. En 1869, una sección de la Internacional fue formada en Barcelona, centros de actividad revolucionaria continuaron esparciendo ideas, a través de discursos, discusiones, encuentros, y sus periódicos, el anarquismo había pronto germinado por toda España, en villas y ciudades, y en organizaciones autónomas. Alguno de los pueblos rurales eran ya anárquicos en estructura antes de que se extendieran las ideas anarquistas, el Congreso de 1870 en Barcelona, donde delegados de 150 organizaciones obreras se reunieron, junto con miles de trabajadores comunes observando ("ocupando cada silla, llenando los pasillos, y esparramados más allá de la entrada," de acuerdo con Murray Bookchin), la sección española de la Internacional fue aquí renombrada como la Federación Regional Española (también conocida simplemente como la Federación española), y fue discutida la futura estructura de la organización.,el congreso tenía un claro tinte anarquista a pesar de la presencia de miembros no anarquistas de la internacional de las otras naciones Europeas, esto fue visto con desdén por la prensa y los existentes partidos políticos, para el Congreso el ataque abierto al proceso político era considerado como un medio legítimo de cambio y presagio para el futuro poder de los sindicatos tales como la CNT.

Los socialistas y los liberales dentro de la federación española intentaron reorganizar España en 1871 en cinco secciones comerciales con varios comités y consejos. Algunos anarquistas dentro del grupo sintieron que esto era contrario a su creencia en la descentralización, los anarquistas pelearon contra los "autoritarios" dentro de la Federación y finalmente los expulsaron en 1872, Mijaíl Bakunin fue expulsado de la Internacional por los marxistas, quienes eran mayoría. Los anarquistas, viendo la hostilidad de sus antiguos aliados de la izquierda, reformaron la naturaleza de su movimiento en España, la Federación española llegó a descentralizarse, ahora dependiente de la acción y los trabajadores más experimentados en vez de los burocráticos consejos; que es un grupo estructurado de acuerdo a los principios anarquistas.

En la región de Alcoy, los trabajadores protestaron en 1873 por las ocho horas diarias seguidos con mucha agitación por parte de los anarquistas. El conflicto se volvió violento cuando la policía disparo a una muchedumbre desarmada, lo cual causó que los trabajadores asaltasen el ayuntamiento en respuesta. Docenas de personas fueron el saldo final del enfrentamiento. Historias sensacionalistas fueron inventadas por la prensa acerca de las supuestas atrocidades que en realidad nunca tuvieron lugar: sacerdotes crucificados, hombres envueltos en llamas, el gobierno actuó rápidamente para suprimir a la Federación española, las salas de reuniones fueron clausuradas, los miembros encarcelados, las publicaciones suspendidas, hasta la llegada del siglo XX, el anarquismo del proletariado permaneció relativamente sofocado, las ideas anarquistas aún permanecieron siendo populares en la zona rural de España, donde campesinos sin tierras intentaron una serie de rebeliones fallidas con el intento de dar paso al "comunismo libertario". De principio a fin durante la década de 1870, la Federación española se manifestó en las áreas campesinas de Andalucía después del declinamiento de sus seguidores urbanos. A principios de 1870, una sección de la Internacional fue formada en Córdoba, creando un vínculo necesario entre los movimientos urbanos y rurales, fueron destruidos por la represión del Estado, el cual a mediados de la década de 1870 había forzado al movimiento a entrar en clandestinidad, dejaron de actuar como tigres solitarios; intentaron organizaciones masivas, tales como el Pacto de la Unión y Solidaridad, teniendo algunos efímeros éxitos pero todos terminaron en fracasos.

La escasez de organizaciones revolucionarias supuso que muchos anarquistas cometieran actos de violencia como una forma de acción directa, y ocasionalmente provocar revueltas, como en Jerez, sin éxito, como respuesta el gobierno igualó el anarquismo con el terrorismo, los anarquistas se encontraron con una dura represión; un famoso ejemplo es el arresto masivo y posterior tortura de prisioneros anarquistas en el castillo de Montjuich en Barcelona en 1892, los informes internacionales narraban la brutalidad ejercida con los prisioneros: hombres colgados desde el techo, genitales retorcidos y quemados, uñas arrancadas, muchos murieron antes de ser enjuiciados, y cinco fueron finalmente ejecutados, el terrorismo llegó a ser menos común cerca del cambio de siglo, los anarquistas vieron la creciente necesidad de una forma de acción directa capaz de derrocar el Estado y el capitalismo, la idea del sindicalismo se volvió popular (o anarcosindicalismo para diferenciarse del sindicalismo reformista que existía en otras partes de Europa), los anarco comunistas puros fueron reacios a adoptar las ideas sindicalistas y se mantuvieron al margen, aunque los dos grupos pronto llegaron a ser indistinguibles, en 1909 calentaron los ánimos para una nueva huelga general en Barcelona, el gobierno anunciaba que los reservistas serían enviados a luchar en Marruecos, donde grupos tribales estaban teniendo escaramuzas contra las tropas españolas, la mayoría trabajadores, no estaban de acuerdo en arriesgar sus vidas o matar a otros para proteger los intereses de los capitalistas españoles (la lucha estaba bloqueando las rutas de las minas y retrasando negocios), las reuniones en contra de la guerra se originaron en todo el país y los gritos de una posible huelga se hicieron sentir, en Barcelona el 26 de julio, unas pocas semanas después de que se hiciera el llamamiento a los reservistas, se desató un alzamiento generalizado.

Las comisarías de policía fueron atacadas, las líneas de tren que conducían a Barcelona, destruidas y las barricadas se alzaron en cada calle. Ochenta iglesias y monasterios fueron destruidos por miembros del Partido Radical (quienes, hay que destacarlo, fueron generalmente menos "radicales" que los anarquistas o socialistas) y seis personas fueron asesinados en los disturbios. Después de la revuelta, alrededor de 1.700 individuos fueron acusados de varios cargos. La mayoría fueron liberados, pero otros 450 fueron sentenciados, tras la Semana Trágica, el gobierno reprimió a los disidentes. Los sindicatos fueron suprimidos, los periódicos, clausurados y las escuelas libertarias fueron cerradas. Cataluña fue puesta bajo la Ley marcial hasta noviembre. Pero más que rendirse, la clase trabajadora española comenzó a animarse y tornarse incluso más revolucionaria que antes, debido a la adopción del sindicalismo como estrategia revolucionaria.

Cierra España.